Notas de navegación

La rueda de intimidad verbal o comunicación afectiva en Biodanza

En Biodanza pasan cosas increíbles. La sesión es la misma para todos y todas: escuchamos las mismas consignas, las mismas músicas, danzamos en la misma sala, la misma iluminación… aún así cada una de las personas del grupo vivenciamos de forma singular, pero no lo percibimos hasta que nos sentamos a la semana siguiente en la rueda de intimidad verbal.

En los grupos de iniciantes, ésta parte de la sesión suele ser la más costosa porque no estamos acostumbrados a contar lo que nos pasa; solemos quedárnoslo para nosotros terminando a veces en el olvido. Por eso las palabras en Biodanza son importantes: por su ausencia mientras danzamos, y por su presencia en la rueda verbal cuando compartimos para acostumbrarnos a ser escuchadas y miradas sin ser juzgadas, analizadas, aconsejadas, como cuando danzamos. Suele ser más fácil expresarse danzando porque la música nos impulsa al movimiento natural, en cambio desde la quietud de la rueda verbal, el movimiento es la escucha y ésta no abunda en el mundo donde vivimos.

Escuchar en Biodanza es fundamental, de hecho lo es en la vida misma, por eso Biodanza es la danza de la vida, porque no hay diferencia entre el vivir y lo que pasa en las sesiones, sólo dista en que en Biodanza danzamos en un entorno protegido donde recordamos a nivel celular la alegría del vivir que se traduce en confiar ¿o es la confianza que se traduce en alegría?. El caso es que la escucha es la clave para soltar, como ocurre con el respirar: si inhalas (escuchas), después exhalas (sueltas), si escuchas y después sueltas, cada vez eres más libre de ser quien eres sin el ruido distorsionado de la mente que agradece el descanso cortical.

En Biodanza se para el tiempo. Tanto es así que nos olvidamos de lo danzado de una semana a otra hasta que surgen las palabras que describen el sentir, y cuesta expresar lo sentido sólo para comunicar, sin más allá que comunicar.

En la rueda de intimidad verbal ejercitamos el escuchar, el comunicar y el verbalizar a través de los recuerdos de cada una y uno de los participantes del grupo y tejemos la sesión anterior como si de una nueva se tratara, ya que cuando danzamos estamos en comunión con el conmigo, y ese estar conmigo se multiplica por cada miembro del grupo que aporta su singular vivencia del sentirse y el sentir. Cuando se comparte con palabras lo vivido, la sesión resucita del olvido y nuestra biología se prepara para un nuevo sentir más confiado, más sincero, más entregado. Ese efecto biológico es lo que engancha de la Biodanza. Todo se vive en el cuerpo y a través de él. El cuerpo y la corporeidad se resignifican en cada sesión de Biodanza.

A mi me encanta la parte del decir y explicar donde estamos en rueda dispuestos a comunicar sin saber muchas veces qué vamos a contar. Escucho los sentires y compartires de mis compañeras y compañeros y me sorprendo de su verbo, sus silencios, la mirada del que habla, las que escuchan, sus gestos, su progresividad. Cada una tiene su peculiar comunicar y callar que día a día es más cercano. Cuando hablamos en la rueda, comunicamos esa parte de nosotros que siente y que en Biodanza es trasparente porque todo ocurre a través del cuerpo y el cuerpo nunca miente, la mente si. Por eso verbalizar es un ejercicio que se practica en Biodanza en la rueda de comunicación afectiva, para recordar que podemos decir y contar desde ese lugar donde nada miente y todo es natural. Comunicar sin recibir comentarios, análisis, juicio, consejos; comunicar por el placer de compartir sin esperar nada a cambio más que la escucha. Ser escuchada y escuchado, mirada y mirado es un gran descanso, y ese descanso se instala en el ser  recordándole lo hermoso que es ser.

Cuando danzo con uno u otra y comparto los espacios, las miradas, no hay palabras. La música lo ocupa todo acunándonos en sus notas y nosotras danzamos su danza, sin palabras que se interpongan en nuestro estar presentes. Cuando vienen personas nuevas a probar por primera vez, la diferencia del hablar es sorprendente: las personas que integran el grupo semanal no hablan cuando danzan, las otras sí, no pueden resistir el impulso del decir para comunicar porque suelen haber olvidado que el cuerpo habla, comunica con muchísima más expresividad que las palabras.

En Biodanza trabajamos para recuperar el vínculo con el cuerpo e integrar el vivir con el sentir y comunicar. Como el cuerpo no miente, repito NO MIENTE, nos vamos volviendo cada vez más libres, aunque eso es un viaje sin fin.

Te invito a comunicar con tu cuerpo y escucharlo. Hablarás menos, sentirás más, y cuando hables con palabras sentidas y silencios atentos, te entenderán sin tanto esfuerzo. Pruébalo y me lo cuentas en los comentarios de este post.

Educación Biocéntrica

Vivir con. Convivir.

Convivir.  Esta palabra me causa vacío, ausencia de presencia, mentiras escondidas en rincones inusuales para hacerse presentes de repente, descaradas y opulentas, jactándose de mirada inocente. ¡Cuánto puede sentir una sola palabra!!!

Nuestro universo humano repleto de palabras, sonidos expresados con voz que llena espacios sin saber bien qué ocurre con ellos. Y hablamos y decimos sin conciencia sonora, sin tomar cuenta que todo cuanto existe vibra y por tanto, es movimiento, se acerca, nos rodea, cohabita con nosotras, influyendo relaciones y respuestas.

Nuestra mentes, educadas en la apariencia, acallan instintos que pulsan por verdadero y, en lugar de escuchar viento, cosas, cielo, universo entero e interno, hablamos y convertimos palabras en palabrería, desconectadas del sentir, de piel, mirada y placer.

Convivir. ¿cuántas veces he deseado que “vivir con” fuera distinto, divertido, alegre, erotizante, placentero, cálido, suave, fresco, nutritivo, aireado, predominantemente acuoso? Permanecía ignorante e ignorada hasta que un buen día, la palabra “habitar” me encontró. Estaba allí, presente, con sonrisa amplia, mirada sincera, corazón valiente. Miraba de frente, altanera como geranio y jazmín en patio andaluz.

El tiempo se paró un instante. Aire y tierra prestaron atención y agua se detuvo. Fuego estaba calmo, crepitando sus brasas cálidas. Yo, presente. Casi alegre. Y así, despacito, iniciamos juego de amor, donde habitar mostraba estar y después, de a poquito con el calor del hogar, fue quitándose ropa hasta “ser”. Habitar ahora es palabra amiga, sueño real de vida, juego y caricia.

Y sucedieron ciclos de transformación. Uno tras otro circularon ajenos al tiempo, mostrándome belleza del verbo ser. Conjugamos juntos variadas formas de habitar. La primera fue “yo habito”. ¡Qué descubrimiento! Habitar me, habitar en mi, experimentar mi hábitat, recorrer hasta reconocer mi “ser en la vida” y cantar al viento “yo soy”.

Andando entre praderas de ser, me topé con “tu habitas”. ¿Son distintos? ¿tu es la otra? ¿qué es “tu”?. “yo/tu” son lo mismo, sólo que en frente, pensé primero. Después fui descubriendo que “tu” cambiaba posición con mucha rapidez, tanta que a veces desconcertaba, pero si “yo” seguía en centro, mantenía unidad más allá de aparente ilusión o imaginario, como llaman algunos. Así, yo/tu (1) son parte del “ser” . Son diferenciados en la unidad y mantienen su identidad mientras conviven, reforzándose mutuamente.

I Encuentro de Biodanza para la Cooperación y el Intercambio
I Encuentro de Biodanza para la Cooperación y el Intercambio

“Vivir en la alegría de “ser con otro” significa “convivir”, adquirir la capacidad de vínculo afectivo”, dice Rolando Toro.

Ahora es tiempo de “nosotros habitamos” y es cuando la constante se perpetua y se expande fractalmente hacia el universo cada vez más conocido. Permanece la unidad, el uno. Más allá de fantasía y Lucifer se descubre la luz de la unidad que coexiste en toda creación. Y me expando con la otra, y continuo expandiéndome con las otras criaturas vivientes, sin fin. ¿Hasta donde? Hasta la eterna Unidad.

¡Cuánto hay en una palabra!!!! Cuánto vivido y por vivir, cuanto aprendido y por aprender, descubierto y por redescubrir. Todo escrito en cada piedra, arena y viento, sonando en la eterna canción de la Vida. Hay mucho por contarnos, por compartir, porque juntas formamos el conocimiento de la vida. Lo que yo vivo, tu vives, es lo que conforma la realidad cuando le ponemos nuestras palabras y éstas toman vida y sentido, tejiendo red extensa de conocimiento de ser.

Esta es una verdad que aprendí de maestras que me mostraron la importancia de la escucha y la construcción dialogante. Compartir saberes. Las palabras son creaciones de vida. Nosotras, criaturas humanas, tenemos el don de crear con la vibración de la palabra. Redescubrir esta gracia es reencontrar goces, alegrías y caminos por andar juntas, co-crear, recrear, multiplicar, crecer, expandir y conjugar verbos de arte y creación. Ven a compartir tus palabras conmigo, con nosotras, con otras. ¿Qué es cohabitar? ¿Qué te evoca? Cuéntame donde te transporta y amplifiquemos el conocimiento juntas.

Hombres, mujeres, transexuales, hobbits, elfos, duendes, hadas, enanos, ogros, y otras criaturas en sonidos de paz, estáis invitados a participar de “Cohabitar. Taller d’Educació Biocèntrica”, el domingo 7 de abril 2013, de 17 a 20h. Espai Berkana – carrer Vidriol, 7 Barcelona.

Amor y Servicio

1) Martin Buber, filósofo 1878-1965). «Yo y yu», editado en 1923.