Notas de navegación

La humildad: el sustrato que nos compone

Hoy leía en las redes una frase de Alejando Jodorowsky, que dice así:

Tratar de sanar al otro exige humildad, porque en el camino de su curación tú debes desaparecer para permitirle curarse a sí mismo»

Reflexionando sobre las palabras del maestro Jodorowsky, han aparecido otras palabras de Rolando Toro: «el otro me trae noticias de mí«. Entre una y otra frase y otros pensares de aquí y de allá que emergen en mi sentir, me adentro en los armónicos sonoros que resuenan dentro y aparecen nuevos sonidos que suman y expanden significado y sentido.

Cuando el otro trae noticias de mí y mi intención vinculante es tratar de sanarle, en realidad, a quien estoy tratando de sanar es a esa parte de mí misma que sigue insistiendo en percibirse separada y que en esa humanidad fronteriza en la que vivo, donde van surgiendo grietas que se convierten en abismos, lo único que me regresa a la Verdad en mayúsculas, es la humildad entendida como el sustrato que me compone, que si bien es materia en descomposición, esa misma materia descompuesta es la que nutre la tierra en sus diversas capas, posibilitando que germinen nuevas semillas que darán flores que pueden dar frutos, y así, en una secuencia armónica de danza, música y vivencia, se da la Vida, de nuevo en mayúsculas; porque nada más existe que el Verbo, entendido como Nombre y Acción a la vez, que por eso le llaman Innombrable, y que en el intento de nombrar surge el palíndromo YoSoY haciendo referencia al círculo eterno y las pocas conjugaciones que lo sintetizan en primera y tercera persona en presente simple y continuo.

Reflexionar, crear espacios de reflexión ampliada, donde poder resignificar lo aprendido y dotarlo de nuevos sentidos y formas; y no sólo en la soledad del pensamiento que, aún siendo necesario ese estar sola, no puede ser solitario, pues la Vida no cesa y todo confluye en un sólo punto que podríamos llamar evolución, o quizás mejor, aprendizaje. No, mejor danza porque en la danza se da la evolución, el aprendizaje y el factor más importante que siempre, o casi siempre, queda rezagado en la traicionera memoria: el juego, que podría llamarse arte también, porque no hay juego sin arte y no hay arte sin juego. Un juego que no es uno cualquiera, sino el Juego (en mayúsculas de nuevo), el Juego Divino o la Lilah, como dejaron dicho los antiguos sabios de la India.

Me quedo pensando y… ¿será que hay algo no-divino?

Siguiendo el Hilo de Ariadna, la heroína del laberinto del Minotauro, como metáfora del Juego Divino (otra vez), la cual dicen que entró junto con Teseo, danzando con su hilo rojo hasta llegar al centro, allí donde habita el monstruo temido, y Teseo cubierto con una máscara de toro, mientras Ariadna seguía danzando con su hilo rojo rodeando a la bestia desprotegida por reconocer a un igual en Teseo, la temida fiera, embelesada por la escena, finalmente se deja herir de muerte, sembrando su sangre en el substrato de la tierra. Dicen que después salieron los dos, Ariadna y Teseo, siguiendo el hilo rojo de la heroína y que al salir, nuevas danzas y cantos siguieron, promesas de amor que terminaron en desencanto que a su vez abrió puertas al encuentro de su verdadero Yo, como reina del reino, junto a Dionisio. Y podríamos seguir así hasta quizás nuestros días, pero no es necesario porque mi intención en este post es destacar la humanidad que nos habita y que toma verdadero sentido en la vivencia comunitaria pues es la comunidad la que nos acoge, nos sustenta, nos compone, como ejemplo vivo del humus que somos.

Humus es un abono orgánico que se da por la descomposición avanzada de restos orgánicos. Es de color negruzco por su elevado contenido de carbono. Los elementos orgánicos que componen el humus son considerados estables ya que no se pueden ver significativamente modificados en el tiempo. El contenido de humus en la tierra es del 5% en bosques, mientras que en la playa es de 1%.

Fíjate que el porcentaje de humus, en relación a la composición de la tierra, es mínimo y, justo ahí, en la humanidad que nos compone, es donde se manifiesta la infinita Belleza que vincula dentro-fuera, luz-sombra, tierra-aire, fuego-agua, en una conjunción copulativa llamada «y» donde, como dice la Real Academia Española, copulan los mal llamados opuestos en una danza sin fin creadora del triángulo vital eterno vida-muerte-vida, una y otra vez, una y otra nota, uno y otro tono, uno y otro acorde que se vuelve sinfonía y así hasta el más allá.

Y… en esta danza copulativa me pregunto ¿dónde está el límite?

La voz me responde, no existe. El límite lo creamos nosotros, seres humanos (del humus), cuando nos quedamos atascados en la materia descompuesta que nos compone, sin percibir que es en ella donde se dan las características necesarias y sublimes que enriquecen la tierra para retener el agua y filtrarla a capas más profundas, para dar consistencia a los suelos arenosos, para enriquecer el suelo con los nutrientes de la descomposición, para prevenirla de patógenos, … Sí. Somos así los humanos: conjunción copulativa y frontera. ¿dónde está el límite?

Insiste la voz: no existe. Sólo existe la «inmutabilidad de lo eternamente mutable» como dice el Tao. Entonces, ¿Será por eso que el humano cuestiona tanto todo que se olvida que la cuestión es el hilo rojo de Ariadna?, aquella que después de participar en la matanza del monstruo, huyó con su infame amado Teseo, que la abandonó en una playa lejana y solitaria, donde más tarde Dionisio la encontró enloquecida de su sufrir, y en ese encuentro renació como Reina de su reino, no porque Dionisio le diera nada que ella no tuviera, sino porque es en la conjunción copulativa donde la frontera toma sentido y se significa, para volver a empezar o quizás sería mejor decir, para seguir empezando una y otra vez, una y otra nota, uno y otro tono, uno y otro acorde que se vuelve sinfonía y así hasta el más allá.

Todo esto para decirte que, el límite sí está. Existe. Su existencia es la justa y necesaria para regresar al centro donde todo confluye, donde todo se conjuga en un único Verbo, en un solo Armónico, con muchos nombres nombrado más con único sonido innombrable, que nos habita, nos compone, nos humaniza como humus en la tierra.

Amor y Servicio.

Notas de navegación

Cuando la semilla-grupo no arraiga y termina muriendo

Cuando salimos de la formación de Biodanza, con nuestro título en mano y el corazón ardiente de deseo por iniciar grupo y expandir la Biodanza que tanto bien nos ha hecho en lo individual y tanto bien hace en lo colectivo, la realidad que en general nos espera es algo que nadie nos ha preparado para vivirla.

Una etapa nueva se abre ante nosotras: buscar sitio apropiado para nuestras sesiones, con las condiciones adecuadas que sabemos que apoyan el proceso de integración; negociar con la dirección del centro donde vamos a llevar a cabo la actividad; hacer la publicidad y distribuirla; programar sesiones de presentación para dar a conocer la Biodanza con la intención de abrir grupo; poner precio a nuestro servicio, … y eso cuando estamos enfocadas en la biodanza de salón que llaman. Cuando el foco que nos mueve es el ámbito social, la trayectoria cambia: buscar qué institución, asociación, empresa u organización puede encajar en la propuesta que queremos ofrecer; contactar con las personas responsables para presentar el proyecto que previamente hemos escrito ajustándose al modelo singular de cada entidad; buscar proyectos afines donde ofrecer nuestros servicios dentro de un equipo multidisciplinar o en solitario; hacer presupuestos; coordinar agendas para reuniones con políticos, directores o quien sea que lleve el departamento que se encargue de valorar nuestro proyecto,… por no mencionar la parte legal: darnos de alta como autónomas o como actividad no-lucrativa, seguro que cubra posibles daños a los participantes, … y un montón de cosas más con las que nos vamos a encontrar, sea el ámbito que sea en el que decidamos enfocarnos. Nadie, repito, nadie nos prepara para esta etapa, ni para las que vendrán cuando ya estemos ejerciendo como facilitadoras, a no ser que tu experiencia profesional y personal previa a la facilitación, encaje con los objetivos de esta nueva etapa como facilitadora biocéntrica.

En verdad, suele ser una etapa del camino en solitario, de mucha dedicación, poca experiencia tanto en la praxis como en “vender” el servicio que ofrecemos, escasos o nulos conocimientos de marketing, publicidad, negociación, y altas dosis de frustración, inseguridad, miedos varios y, sigo insistiendo, mucha soledad. No siempre es así, pero en general esa es la realidad. Tampoco nadie nos dijo que iba a ser fácil, así que la queja no tiene sentido; quizás.

Hablando con un compañero facilitador de Argentina, él decía que Rolando nunca andaba solo, ni ninguno de los “grandes” andan solos, siempre van acompañados. Sí, pienso yo, aunque muchos de ellos han andado solos cuando la Biodanza era una quimera y fueron ellos y ellas los que, quizás impulsados por la necesidad de comunidad biocéntrica, permanecieron unidos aun en su peregrinaje solitario y soñador, y esa unión es la que hoy ha hecho que Biodanza esté en todo el mundo, o quizás no es así y sólo es un hacer solitario que se combina con otros haceres solitarios que se unen para seguir en una soledad compartida.

Y esto me ha llevado a recordar a algunas de mis maestras biocéntricas amadas, viajando a países lejos de su hogar, sembrando la Biodanza en tierras ajenas, a veces sin saber el idioma incluso, con un coraje incansable que las llevó a sembrar semillas-grupos, enraizarlos en tierras fértiles, acompañarlos en su crecimiento hasta llegar a ser árboles-escuela que hoy existen en su mayoría, al menos en la Península Ibérica, que es donde yo vivo y lo que más conozco. ¿Acaso eran mujeres y hombres diferentes a nosotras? ¿Serían tiempos más propicios antes que los presentes? Reflexionando sobre todo ello, siento que no.

Recuerdo una entrevista a Rolando en una televisión italiana, cuando Rolando acababa de llegar a Italia y empezaba su difusión con Eliane Matuk a su lado. Rolando explicó sus inicios en Brasil, cuando lo expulsaron de Argentina y fue acogido por compañeros brasileros, entre ellos Cézar Wagner, que creyendo firmemente en su propuesta biocéntrica, lo acogieron en sus hogares e iniciaron el proceso de sistematización y expansión de la Biodanza en Brasil y en el mundo entero. En esa entrevista Rolando contó una anécdota que me marcó profundamente: estando en Brasil en los inicios de lo que llegaría a llamarse Biodanza, Rolando era tan pobre que tenía agujeros en las suelas de los zapatos y un día, en una ronda de celebración, lo alzaron en brazos y él estaba mucho más ocupado en que no se vieran los agujeros de sus zapatos que en la celebración.

Todo esto me lleva a un coraje y una perseverancia que habla de mí, de lo que estoy dispuesta a ofrecer y sacrificar para realizar un sueño que no es solo personal, sino común, con todo lo que ello implica de certera incerteza. Tenemos ejemplos maravillosos, Nelson Mandela y sus decenas de años en prisión; Martin Luther King, Madame Curie, Gandhi, y a tantos otros y otras desconocidos o no, que pasaron lo impensable y consiguieron perseverar con claridad y foco constantes, hasta conseguir aquello que vivían como Verdad. No te estoy hablando de ser famosa, sino de hacer realidad los sueños que están en armonía con el Orden Cósmico.

Cada facilitador y facilitadora biocéntrico que se forma, cuando conecta en su interior con la misión que implica nuestra profesión, de alguna manera, está vinculándose de forma consciente o inconsciente a una aventura que sólo pueden llegar a realizar aquellas almas que seamos capaces de mantenernos fieles a servir a la Vida con la sacralidad que merece, trascendiendo mares y mareas, terremotos, maremotos, tormentas, nevadas, sequías y… nos mantengamos en el centro, como hacen los hermanos árboles que en su sabiduría milenaria, se mantienen fieles a su misión de conectar Tierra y Cielo, ofreciendo lo necesario para que la Vida se de en su máximo esplendor y sigue generando más vida.

Como decía al principio, en la formación no nos preparan para lo que viene después de la titulación. Sólo la Vida nos prepara en y durante el vivir viviendo. La pregunta es ¿estás dispuesta a realizar tu sueño? ¿Hasta dónde estás dispuesta a ofrecerte en sacrificio (sacro oficio)?


Hoy me encontraba tomando la decisión de asumir la muerte de una semilla-grupo en mi ciudad, que después de cuidarla y mimarla, fertilizando el suelo donde fue plantada con mucho amor, regando sus nacientes brotes con cuidado, preservándola de los vientos secos y de las lluvias torrenciales, cubriéndola de sombra cuando el Sol podía quemar sus tallos, y todo ellos durante varios meses, finalmente no ha conseguido enraizarse y se ha marchitado hasta el punto de morir. Y sí, la decisión ha sido clara: el proceso ha terminado. Esto es así y hay que seguir. – me decía con claridad interior, aparente calma y control, fruto de todos los años que llevo facilitando procesos de integración humana. Pero mi corazón latía con más fuerza de lo habitual: estaba hablándome y he querido escucharlo.

Prestando atención, he sentido la queja de una conocida voz lejana que reclamaba una justicia ajena a la Vida, imponiendo su voluntad caprichosa y pequeña ante un Orden Superior invisible y siempre presente. La he escuchado y en silencio he decidido danzar; seguir danzando la constante y eterna mutabilidad de la Vida y el vivir. Ha sido en esa danza que he resurgido de mi llanto, humedeciendo la tierra fértil que me habita, y me he acordado (acorde sonoro que suena en mi interior) que nada hay más importante que seguir danzando la certeza de lo incierto. Soy Semilla y Jardinera a la vez y por eso me dispongo a danzar la hermosa propuesta que Rolando tituló, Iluminación de la presencia, que tiene como consigna: ir al centro de la rueda, entrar en comunión consigo misma, en intimidad, y cuando sienta el impulso natural, mostrarme lentamente, abriendo los brazos, mirando a las personas y dejándome ser mirada, en un suave y amable giro. Con la música de Suo Gan, The Ambrosina Junior Choir.

Si. Es así como queremos seguir viviendo, una y otra vez, una y otra vez, tantas veces como sea necesario, hasta que el ego pequeño limitante se disuelva como abono para la tierra que me habita y pueda seguir danzando cada vez más libre, más ligera, más consciente del vivir viviendo.

¿Nos sumamos a la siembra?

Amor y Servicio

Notas de navegación

El laberinto y la intuición

Estoy en el presente- me digo. Hace un momento estaba en el pasado; desde allí he creído mirar el futuro y he entrado en pánico. El miedo ha dominado la escena y se me ha congelado el corazón. – ¿Dónde voy delante de tanta miseria y desolación? Las personas no tienen el menor interés en curarse del olvido, no quieren salir de su mediocridad para vivir una vida plena de sentido-. Esto es lo que mi mente me dictaba y desde ese no-estar presente, me he quedado quieta, indagando en la no-presencia. El pensamiento, conforme lo observaba, se ha ido desvelando ante de mí. Aquí te cuento qué ha revelado, porque no es sólo para mí; es para todo aquel que quiera escuchar.

Vivir una vida plena de sentido implica un enfrentamiento a la mediocridad, a la superficialidad del vivir o de lo que nos han hecho creer que es el vivir. En realidad es sobrevivir al control de un ego dominante que hábilmente se disfraza de responsabilidad, de madurez y otros estándares culturales que aquietan las angustias, pero sólo en la superficie pues actúa como un sedante instantáneo que aniquila los sentidos excepto uno. El más importante: el instinto. Éste no puede silenciarse nunca porque pertenece al alma. El instinto es el nexo de lo tangible con lo intangible, y si aprendes a escucharlo, te va dando hilo (cual hilo de Ariadna) para que continúes hasta la salida del laberinto de la mente, donde vas a encontrar hombres y mujeres cantando y danzando, celebrando la hazaña que has realizado.

Sí, hazaña. No me he equivocado, porque al sumergirme en las profundidades del laberinto de la mente, me encuentro de frente con el temido monstruo que, al mirarlo a la cara, a sus ojos, descubro asombrada su vulnerabilidad: él es yo. No hace falta luchar cuerpo a cuerpo; ya lo he descubierto, ha dejado de estar oculto (de cubrirse) y nada de lo que pueda hacer puede dañarme. Paro todos sus golpes y su furia antes que lleguen a mi campo energético. Soy la heroína de esta hazaña; sólo hay una. No pueden haber dos en este juego de la dualidad, así que al reconocer al monstruoso ser, de alguna manera he reconocido que él me habita pero ahora ya no me domina. ¿porqué? porque el presente me ha traído al alma y estando en ella he acogido al temido monstruo y en mi coraje se ha fundido, desaparecido en la forma que me habita. Es la alquimia de la materia quintaesenciada por lo inmutable: la divinidad que todo Es, que Somos.

Vivencia en palabras. Vivencia nombrada, compartida, más la cuestión es ¿cómo sostener la divinidad entre el desconcierto? ¿Cómo mantengo la lucidez de lo vivido y lo habito en mi cotidiano, cuando los imprevistos me sorprenden y me duelen?. ¿Cómo ejercito mi ser divino viviendo una experiencia terriblemente humana?

El cómo en lo individual sólo podemos hacerlo cada una de nosotras. Ahí no podemos intervenir porque vivimos en un universo dual regido por la ley del Libre albedrío que nos dice que cada quien es libre de experimentarse como decida. Ahora bien, en lo colectivo si puedo intervenir con mis acciones conscientes y una de ellas es crear espacios seguros y biocéntricos, libres de juicios y prejuicios, para ejercitarnos como aquello que somos y así crear a su vez, acciones transformadoras reales al servicio de la Vida.

Así nacen los Círculos de Cultura Lunar; para transitar el Camino de la Rosa, o lo que es lo mismo, de fuera adentro, allí donde habita la esencia más preciada de la Bella Reina Rosa. Desde su perfume podemos abrirnos, en espiral sagrada, para reconocer los lugares del camino de retorno donde suelo atascarme como ser humano y como tribu humana; donde los miedos vuelven a aparecer y me/nos paralizan y nos confunden. Desde la esencia de la Rosa puedo vislumbrar los puentes que esperan ser cruzados para vincularme de lo transitorio a lo inmutable y en ese viaje, que es aventura, no soy yo la que regreso. Soy alma jugando al juego divino de ser humana auténtica, como dice María Magdalena, no sólo humus.

La Vida me moldea como la obra de Arte Magna que Soy. Yo como el yo pequeño, sólo puede percibir la sombra que proyecta la Luz y eso da miedo; miedo a desaparecer, pero ¿quién desaparece? Desaparece la fantasía que he proyectado de mí para encantarme con la vida, pero como sólo es fantasía nunca tengo suficiente y sigo enredada a las proyecciones temporales de un amor idílico, una economía fantástica, una vida imaginada según los patrones de las creencias que se han instalado como verdades porque no tengo experiencia en escuchar el lenguaje de la INTUICIÓN, el que me vincula a lo que soy en realidad.

Qué hacemos en los Círculos de Conciencia Lunar? cosas cotidianas como dialogar, reflexionar en grupo, escribir, pintar, compartir historias de vida, que se tornan rituales a la luz del continente afectivo y metodológico de la Educación Biocéntrica. Todo recobra la sacralidad de lo viviente en el acontecer cotidiano.

¿Para qué? para construir y reconstruir el conocimiento de la Vida, con la Vida y en la Vida. Cuando construimos conocimiento desde el compartir colectivo, podemos generar acciones transformadoras reales que sirven a la evolución de la Vida generando más Vida, si podemos decirlo así.

¿Por qué en grupo? La evolución sólo puede darse cuando lo individual y lo colectivo van juntas, como ocurre con las células de todos los organismos y el universo entero. El humano es gregario, como Vida que és. El aislamiento nos mata, nos destruye. Necesitamos la comunidad y el egregor de la tribu humana genuina, y añado genuina para discriminar lo autèntico de lo sintético, o sea, lo original (divino y humano) de lo sintético (humano y máquina).

Rescatar al humano de sí mismo y devolverlo a la divinidad es una prioridad.

Si te resuena, participa de nuestros encuentros mensuales. El próximo es el viernes 11 de noviembre 2022 de 17.30 a 20.30 en Dona’t Espai de Castellar del Vallès. El tema generador de este encuentro es LA ESCUCHA.

Amor y Servicio.

Notas de navegación

LOS TRES TABÚES HEREDADOS: INCESTO, POLIGAMIA, BISEXUALIDAD según Rolando Toro

Para Rolando Toro, la humanidad hereda a través de los padres, tres tabúes: incesto, poligamia y bisexualidad. Esta afirmación se basa en el estudio de la vivencia de la que surgen las Cinco Líneas de Vivencia que conforman la expresión de la identidad del ser y el concepto de protovivencias que son las vivencias desde el nacimiento hasta los seis meses de vida aproximadamente.

En la introducción del capítulo IV. Tomo 1. Teoría de Biodanza. Editora ALAB titulado Para una nueva mirada de la estrategia epistemológica, Rolando Toro reflexiona sobre la base que estructura los modelos teóricos que intentan explicar cómo funciona el ser humano más allá de su biología. En su visión crítica, Rolando alude a la necesidad de incluir al ser humano en su totalidad para explicarse a sí mismo, no sólo desde la razón-mente y la conciencia, sino incluyendo la emoción y la vivencia, o sea la Afectividad. Para ello se apoya en Piaget [la percepción y el pensar se comprenden cuando se incluye la motricidad y la acción], y en las investigaciones sobre la percepción llevadas a cabo por el oftalmólogo Adelbert Ames Jr., en 1946.

Para Ames, la persona ejerce un papel activo, dinámico y creativo en el acto de percibir. Más allá de un simple mecanismo “estímulo-respuesta”, se establece un diálogo o transacción entre individuo y ambiente, interpretando lo percibido según su experiencia, y reajustando su experiencia ambiental.  Así nacía el análisis transaccional del cual Ames fue el precursor.

Figura 1

Para demostrar su teoría, Ames creó una habitación trapezoidal (figura 1), construida de manera que vista de frente aparenta ser una habitación cuadrada, con una pared trasera y dos laterales paralelas entre sí, perpendiculares con el plano horizontal del suelo y el techo. El resultado es una ilusión óptica que hace que una persona caminando por la habitación parezca aumentar y disminuir de tamaño según camina.  Se usa mucho en películas y en la actualidad se ha demostrado que la ilusión puede ser creada sin usar paredes ni techo, solo colocando un aparente horizonte (que en verdad no es horizontal) y el ojo humano se basa en la aparente relativa altura por encima de un objeto situado en el horizonte.

Habitación de Ames real

En esta investigación Ames constató que cuando la persona que observaba tenía una implicación afectiva con la persona observable, la distorsión era menos intensa que con una persona extraña. También constató que la percepción en las mujeres es mucho más significativa y profunda que en los hombres. En este sentido me gustaría señalar un cuestionamiento que me hago a menudo: los resultados de estos estudios y de tantos otros, ¿serían los mismo en individuos de otras culturas que no sea la occidental, patriarcal y predominantemente de raza blanca?  En cualquier caso y retomando el tema, como síntesis podemos decir que la Afectividad incide en la percepción de lo vivido. Creamos el [conocimiento del] mundo a partir de la experiencia afectiva propia; no sólo de experiencia, sino del contenido afectivo implícito en ella.

Para Rolando Toro “es la afectividad la que organiza el pensamiento” ya que el sentido de lo vivido proviene de la misma vivencia, del “instante vivido” como dijo Wilhelm Dilthey cuando creó el concepto vivencia.

La vivencia es un modo característico y distinto en el que la realidad está ahí para mí. No se me enfrenta como algo percibido o representado. No nos es dada, sino que la realidad-vivencia está ahí para nosotros, porque nos percatamos por dentro de ella. Porque la tengo de modo inmediato como perteneciente a mí en algún sentido. En el pensamiento, luego, es cuando se hace objeto”.

Wilhelm Dilthey. Introducción a las ciencias del Espíritu.

En la vivencia no hay conflicto, no necesita decodificarla ni análisis de la conciencia. Surge dela vertiente instintiva y está sujeta a experiencias anteriores.De ahí que Rolando Toro propone el desarrollo de las Líneas de vivencia, poniendo el énfasis en el origen biológico de las vivencias y en su función teleonómica (adaptación evolutiva según una ley interna de organización), aunque, su desarrollo adulto “está impregnado de cualidades cada vez más sutiles y complejas, que a menudo hacen olvidar su génesis orgánica”, según Toro.

Las vivencias pueden agruparse en cinco líneas o canales de circulación de los potenciales genéticos: Vitalidad, Sexualidad, Creatividad, Afectividad y Transcendecia.

  • Línea de Vitalidad: se genera en el instinto de conservación, en los múltiples mecanismos encargados de mantener la homeostasis y la regulación intraorgánica.
  • Línea de Sexualidad: se genera en el instinto sexual que asegura la reproducción y el flujo genético.
  • Línea de Creatividad: es el impulso de establecer nuevas y variadas relaciones ecológicas, y transformar el medio ambiente.
  • Línea de Afectividad: como la línea de creatividad, se gesta en la biología de supervivencia, solidaridad y cohesión a la especie.
  • Línea de Trascendencia: es el impulso de renovación y reciclaje de los patrones embriológicos.

Rolando sigue su desarrollo sobre la embriología de las vivencias afirmando que “si durante los primeros meses de vida el infante encuentra las condiciones ambientales para estructurar neurológicamente sus respuestas, las Líneas de Vivencia desarrollaran la plenitud del proyecto humano. A esta fase larvaria en la génesis de los patrones de respuesta vivencial, la he denominado etapa de las “protovivencias”, que abarca las vivencias del infante en los primeros días de su nacimiento hasta los 6 meses de vida.

En las protovivencias, las Líneas de Vivencia se relacionan, además de su origen biológico, con instintos y emociones. Así tenemos que:

  • Vitalidad: movimiento (desarrollo del ímpetu vital). Instinto de conservación.
  • Sexualidad: contacto (el propio cuerpo fundido con otro cuerpo) fuente de placer.
  • Creatividad: expresión (instinto exploratorio y de expansión).
  • Afectividad: nutrición amorosa (instinto comunitario)
  • Trascendencia: armonía (instinto de fusión con la totalidad, en el medio cósmico, lo indiferenciado).

Siguiendo con el estudio de las protovivencias, Rolando afirma que los padres, inconscientemente, imponen tres tabúes fundamentales a sus descendientes (el incesto, la poligamia y la bisexualidad) que ya fueron percibidos por Freud.

Para Toro la idea de que “el niño varón entra en competencia inconsciente con su padre por amor a la madre, se debió a la incapacidad de Freud para imaginar que el niño pudiera amar y desear a ambos padres, sin competir y que normalmente el niño podría desear el amor a tres”.  Y sigue diciendo:  en realidad su deseo no es separar a los padres, sino disfrutar de un doble contacto.

Toro afirma que, en nuestra cultura occidental, en la fase de protovivencias, aprendemos (nuestros propios progenitores nos enseñan de una manera inconsciente) a amar sin desear, o sea, desvincularnos del deseo que nace de la energía sexual, parte indispensable de arraigamiento a la vida junto con la vitalidad. Somos educados para disociar amor-deseo desde nuestra primera relación amorosa que es con nuestros dos progenitores: aprendemos a preferir al progenitor del sexo contrario y a rechazar al del mismo sexo por competencia y rivalidad en el amor. Para los varones la fuente de su disociación, según Freud, sería el mito de Edipo; para las hembras, Jung introdujo el mito de Electra, que para el caso tiene la misma función: amar al sexo contrario (progenitor) y rivalizar con el mismo sexo (progenitor) para conquistar el amor deseado.

Quizás la tendencia normal del ser humano,-dice Rolando Toro- si no fuera reprimido a través de esos tres tabúes culturales básicos sería:

  • El amor incestuoso (generalizado, significa amor no disociado del sexo)
  • Amor simultáneo a dos o más personas (poligamia).

Llegados este punto me parece muy interesante ir al origen etimológico de la palabra incesto que, proviene del latín y se traduce como impuro, no-casto (la negación de castus=casto o puro). Después se sustantiva con el valor de impureza y se especializa en Derecho Romano para expresar cualquier forma de adulterio o relación sexual considerada impura y prohibida, como la que se produce entre parientes consanguíneos.

Históricamente el incesto era una práctica habitual en muchos pueblos antiguos, especialmente entre sus castas dominantes o reales (los puros) para la preservación del linaje. No tenía nada de impuro, si bien al contrario. Es en el judaísmo que el incesto es condenado, a pesar de que, por ejemplo, los hijos de Adán y Eva sólo pudieron reproducirse entre ellos. También es condenado por las culturas griega y romana, aunque los romanos en origen prohibían incluso el matrimonio entre miembros de un mismo linaje, que es como si hoy prohibiéramos el matrimonio entre dos que comparten un mismo apellido, aunque sean de familias diferentes. En Egipto, las familias faraónicas se casaban entre hermanos y progenitores con su descendencia, con objeto de preservar la pureza de su linaje solar. Entre los regentes incas, aztecas y muchos pueblos asiáticos antiguos, el medio normal y extensamente generalizado de preservación de la supuesta pureza de la sangre y el linaje era lo que hoy conocemos como algo impuro, el incesto. De esta manera la casta quedaba diferenciada por la sangre del pueblo llano. Cuando los campesinos querían casarse entre hermanos, se les maldecía con promesas de deformaciones y enfermedades a sus descendientes, con la intención de intimidarles ya que si se unían hermanos no pagaban dotes ni dividían tierras en herencia.

La cuestión que plantea Rolando en relación a los tabúes heredados, a mi entender, va más allá de la forma y de la evidencia de las palabras. Es el fondo del contenido lo que nos interesa, para no caer en discursos éticos y morales que pueden ser muy talentosos, pero no dejan de ser distracciones en bucle de juicio y prejuicio. Percibo una profundidad en la propuesta de Toro que cabe reflexionar y cuestionarnos a dónde apunta.

La sexualidad es aún la asignatura pendiente en nuestra humanidad. Hemos llenado estanterías de libros con tratados teóricos sobre el ser humano, sus relaciones, la psique, la mente, la biología, la antropología, … todas las -ías, -ísmos, -istas conocidos y por conocer y, aún hoy la sexualidad es la gran incógnita. El binomio amor-deseo sigue siendo un misterio en la comprensión del ser humano, desde la misma maternidad y paternidad.

Cuanto más estudio y más conozco teorías, pensadores, investigaciones que se llevan a cabo por todo el mundo para dar a conocer cómo funciona la Vida, qué es la Vida, cómo nos relacionamos, más me acerca a la simplicidad de la complejidad. ¿Qué es para mí lo simple? Pues justo el amor-deseo de la criatura humana al nacer, que aún no sabe a penas nada de todo el entramado contaminado de la mente adulta, y se guía por el instinto de vivir, deseando lo que le falta (la nutrición externa), creando maneras de conseguirla, impulsado por el amar lo que desea, y una vez conseguido, trascenderse en el goce indiferenciado del Amor. Este es para mí el circuito de las líneas de vivencia propuestas por Rolando Toro como expresión de la identidad del ser: vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad, trascendencia.

En este recorrido aparentemente simple, aparecen las fuerzas gravitacionales o de resistencia y es en ellas donde perdemos la brújula de nuestro viaje de Sublimación, mejor dicho, de Autosublimación, del éxtasis por el vivir mismo, de la alegría de vivir. Y es en la sexualidad, cuando surge el deseo de aquello que aún no sé nombrar pero si sé que existe porque mi cuerpo me habla de ello, (estoy hablando de nutrición física y álmica, porque no hay división en el ser), cuando la cultura dominante, nos implanta el virus de la división y nos alecciona diciendo lo que es puro y lo que es impuro, y lo hace con tanta insistencia que acabamos insertando en nuestra psique la culpa, la vergüenza y el temor de sentir lo inevitable: deseo que me empuja a recorrer el camino de Ser en el muno. Esos nuevos programas-sentimientos insertados a partir del virus de la división, van a ir minando nuestra percepción hasta destrozar la vinculación natural con la verdad que nos habita, y así, sin a penas percibirnos de ello, empezamos a amar a medias, aprendiendo a desconectarnos de nuestro Yo en mayúsculas, que sigue insistiendo y vamos encontrando de forma más fugaz y temporal, el gozo, la confianza y la alegría, que se tornan tan pasajeras que terminamos olvidándonos de nuestra esencia estelar y cósmica y nos vamos quedando pequeños, insignificantes, casi imperceptible, muriendo cada día un poco más en nuestra insignificancia.

Revisar la sexualidad, el amor-deseo, es clave en este nuevo paradigma biocéntrico al que estamos irremediablemente abocadas a vivir, queramos o no. Porque somos parte de este ciclo cósmico que nos lleva a cerrar y abrir nuevas etapas existenciales que consolidan el camino de la sublimación, donde el morir es un paso más de nuestra inmortalidad.

¡Se me ocurre tanto para hablar al respecto de la sexualidad!. De principio podría decir que los nativos americanos, por poner un ejemplo, viviendo toda la familia en un tipi, durmiendo todos sin separaciones de habitaciones ni muros ni puertas ni cortinas, practicando la sexualidad de una forma natural, ¿tenían tantos trastornos como los que padecemos las sociedades occidentales? Nos cabe revisar con profundidad ¿desde dónde estoy mirando el vivir? ¿Desde dónde estoy viviendo? ¿Cuánto hay de deseo en mi vivir? ¿qué es desear? Creo que hay mucho para sanar en nuestra sociedad, y la mayor parte proviene de la sexualidad, de la energía que impulsa la creación a partir del deseo. ¿Sabemos canalizar el deseo? Es más, ¿lo conocemos en realidad? ¿Qué opinas tú?

La línea de vivencia de la Sexualidad en Biodanza

La palabra sexo (sexus) del verbo secare (cortar) define separación. Crea que la separación a la que se referencia no es tanto al macho de la hembra, que también, sino a la percepción del Yo como algo separado que desea algo fuera de sí. Antes del siglo XVII siempre iba acompañado de los adjetivos viriles o mulieris. ¿será por eso?. Lo que sí está claro es que la sexualidad, en la historia de la humanidad, está vinculada al poder; no al verbo poder cuya primera persona es Yo puedo; sino al poder cuyo yo se torna centro y se enferma con la plaga del egocentrismo. Ese mismo poder usado para el Bien Común y la Vida es el camino que nos toca recorrer en esta nueva era.  

En cualquier caso, la línea de vivencia de la sexualidad en Biodanza crea el continente y el contenido afectivo propicio para que nos despojemos gradualmente de creencias limitantes, costumbres y verdades impuestas por una determinada cultura que nos condiciona nuestra expresión y nuestras relaciones. Aprender a canalizar la energía sexual para que sea un placer no sólo en la cama, sino en las relaciones sociales, en la economía, la política, en las relaciones familiares, usándola no para dominar ni poseer sino para aprender a disfrutar un goce eternamente renovado, de cuerpo y alma en perfecta sincronización, extendiéndose más allá del momento del orgasmo y trascendiendo a la cultura, haciendo de los habitantes de Gaia una tribu humana alegre, feliz, en armonía con la Vida.

Confío que entiendes que la dimensión de mis palabras trasciende la genitalidad; que no defiendo el incesto tal y como lo entendemos hoy, ni la poligamia, ni la bisexualidad, siendo yo misma bisexual. Mi intención es ir más allá de los conceptos que la cultura nos ha impuesto. Observa lo que “normalizamos” en materia sexual y lo que prohibimos, lo que permitimos y lo que criticamos, lo que callamos y verbalizamos. Hay muchas contradicciones y muchos silencios. Nuestra sociedad quizás sí necesita que volvamos a dormir con nuestros bebés en una única habitación, en una única cama, para recordar el afecto y el deseo unidos en el contacto indiferenciado cuerpos queridos. Claro está que con eso no es suficiente. Nos hace falta la voluntad de reeducar nuestros pensamientos y enfocarlos en la Vida, no la que nos han enseñado que es, sino la de verdad, la que nos hace libres. Quizás si pudiéramos vivir el erotismo del amamantamiento sin culpas ni vergüenzas, o las caricias de nuestros hijos e hijas con nuestros cuerpos desnudos de ropa y también de intenciones, recordaríamos que estar desnudos y desnudas, sin nada que ocultar, no es un pecado, es un derecho y hasta un deber.

Espero que mis palabras te lleguen a ese lugar de no-juicio y, de allí puedas abrirte a la reflexión sobre qué papel desempeñas tú en esta trama.

Amor y Servicio

NOTA: este artículo ha surgido por inspiración de Paula al invitarme a revisar el citado texto de la teoría de Biodanza. Gracias.

Notas de navegación

Ser en el mundo desde la mirada biocéntrica

La primera vez que escuche la frase “Ser en el mundo”, fue en la formación de Biodanza. Me causó una impresión difícil de describir porque no había nada que entender, que analizar ni discernir. Es pura vivencia, es corporeidad viviente.

Llevamos siglos de adiestramiento sistemático para desconectarnos de la corporeidad viviente. La religión católica, apostólica y romana junto con las élites del mundo, fue minando progresivamente todo intento de vivenciarnos como seres humanos que somos. Su estrategia ha sido la de “divide y vencerás” y tomando como verdad está máxima, nos dividieron en cuerpo, mente y alma de tal manera que el cuerpo se convierte en fuente de pecado y sufrimiento, la mente debe entrenarse para dominar las tendencias perniciosas del cuerpo, y el alma, la única vía de salvación al pecado original que todos arrastramos, y solo puede ser conducida a buen puerto por la obediencia a sacerdotes, párrocos, gurús y otros especímenes predominantemente masculinos, dotados de esa “gracia divina” para conducir el rebaño del Señor, que por casualidad sigue siendo masculino.

El panorama ha sido devastador y las consecuencias siguen presentes, aunque empecemos a vislumbrar la luz entre tanto intento de mantenernos en la oscuridad.  No es que hayamos aprendido mucho de todo lo vivido, es que la insistencia de mantenernos como esclavas y esclavos de lo innombrable (no por divino, sino por ignominioso, brutal, violento, infame y todo lo que se te ocurra en términos gramaticales y sintácticos) ha llegado a un punto de inflexión que, o nos transformamos por dentro y por fuera (aunque el fuera es pura consecuencia), o literalmente nos convertimos en zombis de una sociedad muerta, acabada, putrefacta, con un intenso olor fétido de descomposición, aunque se intente disimular con dulces fragancias sintéticas.

A mi entender, el engaño se produce cuando empezamos a interpretar la dualidad como un fin en sí misma y no como parte de un proceso evolutivo que, podemos decir, se manifiesta a partir de la trinidad, o sea, Luz-Sonido-Forma, Padre-Madre-Hijo, Brahma-Vishnu-Shiva, y todos los grupos trinos de nombres que puedas encontrar a lo largo de la historia de la humanidad.

Si nos paramos a pensar con detenimiento, la dualidad no se sostiene por sí misma, es pura ilusión. Su base es inestable a no ser que encontremos el punto de equilibrio entre un extremo y otro. Ese punto medio se ha obviado durante los últimos milenios, ya sea por inercia evolutiva, por interés o por lo que sea que sea, el punto de equilibrio, el único que hace que la dualidad exista, que se sostenga como forma y metáfora de la Vida, es la clave de Ser en el mundo. ¿Será casualidad que ese punto clave sea precisamente femenino? Obviamente no. Lo femenino ha sido ocultado, invisibilizado, manipulado, despreciado, violado, humillado, ahogado, vapuleado, borrado y pisoteado, por decir algo de lo mucho hecho, hasta el punto de hacernos creer lo que ha interesado a la élite sostenida por la desnaturalización de lo masculino, pues cuando se vive en los extremos de lo que sea que es, perdemos la perspectiva de lo real, y digo real, no como realidad, sino como realeza, o sea como Reino porque, otra cosa que nos han ocultado es que ser humano es ser reina y rey de este reino (terrenal y divino ) que es la Tierra, Gaia o como quieras llamarla en sus distintos nombres.

¡Qué distinto es sabernos reyes y reinas a vivirnos como esclavos y esclavas! Ser humano, la belleza de ser en el mundo es asumir nuestra realeza y servir a la Vida, la Gran Señora, la Gran Dama, la Madre de todos los seres. Ese es nuestro único y real deber soberano. Para que así sea, se hace improrrogable el rescate del Sagrado Femenino, y digo sagrado porque quiero hacer énfasis en la sacralidad de la vida, no porque haya algo profano; todo es sagrado, nada se escapa a lo sacro, incluso lo que nos parece imposible, sigue siendo sagrado. La sacralidad de la vida es Unidad, una Unidad trina, sostenible y viviente, que se mantiene más allá del tiempo, y que ahora es el momento de restaurarla en lo cotidiano.

El rescate del Sagrado Femenino no es levantar una bandera en pro de una visión, un derecho, un deber, o algo parecido a la lucha reivindicativa del movimiento feminista, sin ánimos de desacreditar todo lo conseguido hasta el día de hoy. Tal y como yo lo vivo, el Sagrado Femenino es asumir ese punto medio como parte indivisible de la construcción y la manifestación de la Vida. Rescatarlo y restaurarlo a su verdadero lugar para posicionarnos como auténticos humanos asumiendo nuestra grandeza, que no es otra que la de Ser en el mundo lo que ya somos.

Dicen los sabios de la India: no somos olas en el océano; somos el océano manifestándose como olas. La ciencia sagrada, la que fue transmitida oralmente y de la que se mantienen los escritos antiguos como el Bahagavad Guita or nombrar uno de ellos, nos dice que somos energía manifestándose en infinidad de formas complejas en un universo holográfico. No somos seres viviendo la Vida, somos la Vida manifestándose como seres. No somos cuerpos viviendo, somos corporeidades vivientes. Este es el mensaje ocultado durante los últimos milenios y custodiado por hombres y mujeres de todo el planeta para que, llegado el momento, resurja a la luz de nuevo e instaure el antiguo y eternamente renovado Bien, como lo llamaban las sacerdotisas de Isis a lo que después se tradujo como Dios, curiosamente masculino. En los pueblos originarios que aún hoy conservan sus tradiciones y ritos, se habla de Dios como tal. No existe la palabra Dios. Se honra al Cielo, a la Tierra, al Gran Espíritu, que no necesitan ser divinos porque en sí mismo, no hay nada que no lo sea. Dios es un artificio creado para convencernos de que existe algo superior a nosotros que rige el universo y al que no podemos acceder si no es mediante los que sí pueden, que son hombres de Dios, curas, párrocos y obispos y demás. ¡Qué sencillo es percibir lo divino como Bien sin más. No ese bien que tiene un mal, sino ese bien que es único en sí mismo, como el bien común, el bienestar, el bienvivir, sin divisiones que nos separen y nos aíslen del proceso evolutivo de la propia Vida que es infinita, única y eterna en su danza cósmica.

Quizás puedas preguntarte ¿Qué tiene que ver el Sagrado Femenino con la cultura biocéntrica y el paradigma biocéntrico? Pues en realidad todo, porque el Femenino Sagrado es la veneración a la Fertilidad representada por la figura femenina, generalmente rodeada de un hálito casi siempre dorada en forma de vulva. Las esculturas antiguas encontradas en Mesopotamia, Egipto, y muchos lugares del mundo, hacen referencia a la simbología femenina con marcadas formas sexuales, símbolo de la Fertilidad en mayúscula. Y ¿qué es la Fertilidad en mayúsculas sino la Vida en sí misma?, pero al nombrarla, no podemos quedarnos con el sustantivo sin más, ya que corremos el riesgo de confundirla con algo de nuestra propiedad, de nuestro uso, algo que podemos vender y comprar, usar, romper y agotar. La Vida es sagrada y es en Femenino porque es en la forma de la mujer que se manifiesta la gestación de lo viviente; es en su vientre bendito donde se nutre la creación, y en sus pechos donde brotan los manantiales del maná bendito que alimenta lo creado. Es en Femenino, en el Sagrado Femenino donde la Madre Naturaleza, la Madrecita, Pachamama, Gaia y todos los nombres por los que se la conoce en todas las lenguas del planeta, se manifiesta como la fortaleza de ser autofecundada por la Gracia de Ser en el Mundo, de recibir la Luz en su recipiente interno y hacer que broten nuevos tallos nutridos por la unidad del Corazón.

Se empeñaron en desteñirla, en sacarle su tez morena, mulata, negra, en cambiar su cabellera negra azabache por rubio celestial, incluso las hay que las pintan con ojos azules y tez tan blanca que recuerda más a una anémica que a la mujer viva que es. El Sagrado Femenino es como es y está en cinta; está preñada de la nueva humanidad que ya se ha cansado de mirar al cielo esperando que la salven y finalmente se ha decidido a mirar a la Tierra y contemplar cuánto hay en Ella para recordar.

La memoria conforma la identidad individual y colectiva. Este es el momento de recuperar la memoria que ha sido preservada por hombres y mujeres comprometidos con la verdadera humanidad, la auténtica humanidad, que se levanta una y mil veces como nos enseña la Gran Madre, que brota aún en la dureza de los altos muros construidos para separar y hacer la guerra para conquistar lo que nunca puede ser conquistado por la violencia. Ella conoce el sufrimiento, el hambre, la traición, la humillación, la violación y aún vuelve a levantarse de sus gestos despedazados (como decía Rolando Toro) para reencontrar en sí misma, la fuerza inequívoca del Amor que es Uno y es trino, es dualidad y unidad, es todo y las partes, como el holón (el todo y laa parte a la vez).

Es así como el paradigma biocéntrico se instala en los diálogos de antropología, de teología, de cuántica, de biología, de economía, … y cada vez más. Por eso necesitamos espacios biocéntricos de diálogo liberador, de aprendizaje-desarrollo, de vivencia y acción transformadora que revisen una y otra vez la validez de la propuesta para no caer de nuevo en los mismos errores antropocéntricos, pues su memoria está aún muy presente en las células que nos habitan y es fácil caer en la trampa. De aquí, que ser facilitadora y facilitador de Biodanza y educadora biocéntrica toma pleno sentido en este mundo de hoy, aquí y ahora.

Hay mucho que hacer deshaciendo, mucho que nombrar en las palabras y los silencios. La Madre nos invita desde siempre, nunca se ha cansado de hacerlo. El que tenga oídos para escuchar, que escuche la Voz que habita en su interior, no la tuya, la personal, la Suya que es la Nuestra, que es la de la Vida, la de la Madre, la del Femenino Sagrado que junto al Masculino Sagrado dan a luz la nueva humanidad.

Amor y Servicio

Notas de navegación

La facilitación y el libre albedrío

Los sabios rishis de la India, ascetas que recibieron las enseñanzas eternas que contienen la descripción detallada de qué es Dios, cómo surge la Creación, la Vida, cómo se organiza, cómo es su complejidad, sus múltiples dimensiones, sus ciclos, cómo se nombra, y todo cuanto es necesario para comprender más allá del intelecto, nos cuentan que Dios (como Inteligencia Suprema causa primera de todas las cosas), aún estando presente en todo cuanto existe, pues sólo existe Él, es percibido por el ser humano en lo más sutil, en lo innombrable, en lo intuido, en los silencios y en el sonido del silencio.

El silencio al que me refiero, no es un vacío como podríamos imaginar en nuestra mente limitada; el silencio donde podemos encontrarnos a Dios es plenitud, como cuando estamos en lo alto de una montaña percibiendo el paisaje en todo su esplendor, derramando la vista por todo el entorno que aparece infinito, inmenso, vivo … armónicamente silencioso. Ese silencio que se halla en nuestro interior y se proyecta hacia fuera creando realidades, es donde podemos conversar con Él/Ella, con la divinidad que nos habita.

El diálogo que se genera no es una conversación cualquiera. Está llena de ráfagas atemporales de memorias eternas que contienen respuestas a todo cuanto podamos imaginar. Ahora bien, las respuestas son de acuerdo a nuestra veracidad y sólo si estamos sintonizados en la misma frecuencia. Esto no nos lo enseñan en las escuelas, ni en las universidades, ni tan siquiera en la familia; esto se aprende con el vivir, aunque podemos cambiarlo si nos lo proponemos. ¿Cómo? creando más y más espacios de escucha interior, de contemplación, de encuentros sinceros sin expectativas, encuentros de silencio, de de presencia, música y canto, de abrazos y creatividad, de risa, de rezo, de transformación. Me refiero a Biodanza y a todo espacio biocéntrico que generamos con nuestro hacer en todo lugar. Facilitar esos espacios, demanda estar atenta y consciente, en formación continúa y auto-observación, en estudio constante, en recogimiento, apertura y reflexión; en definitiva: en contacto consciente con la Vida.

Lo que me llama la atención en estos días, es la dimensión extraordinaria del Libre albedrío: ese silencio implícito que conlleva la libertad de ser y dejar ser hasta que se haga en la Tierra lo que está en el Cielo. Cuando consigo ese silencio conectivo, me encuentro con Dios, con Eso que todo lo habita (aunque a veces mi ignorancia me hace pensar que no), y Lo siento aquí, respirando en mí y en todo a la vez. Y aunque duela ese amar silencioso divino, ese cuido silente sagrado que a veces me hace llorar de nostalgia y alegría a la vez, después, cuando el instante de dolor es acariciado por mis manos y lo arropo con mi cuido que no es mío sino que es de Madre, entonces comprendo más allá de mi ser pensante, que el ejercicio imperceptible de hacer presente la Libertad Sagrada o Sagrada Libertad (lo que llaman el «libre albedrío») es la Gran enseñanza que como humanidad me/nos corresponde vivenciar, integrar i compartir.

Así entiendo entonces que la vivencia se expande más allá de mis acciones y no-acciones, pues no sólo es energía y magnetismo; sobre todo Es y en ese Ser (que a veces me sigue doliendo), poco a poco me asiento en un «trono» (como dice Paramahansa Yogananda) donde aquello que Yo Soy y que aún no sé nombrar, Es y nunca ha dejado de ser. Paradójico y simple a la vez.

Amar y dejar que cada quien encuentre el Amar en el Amor. Amar aún sabiendo que las elecciones que tomamos llevan implícito el dolor y el doler. Amar más allá de lo aprendido y lo enseñado. Amar amando el Amor que Ama.

El tiempo y la distancia nos dotan de esa percepción interna que cuando deja de pertenecer al «soy yo» egóico, pasa al Yo Soy que habita en el silencio, atentamente silencioso, armónicamente silente, humildemente magnánimo. Mientras, seguimos facilitando espacios internos de Amor y Servicio, que se expresan fuera y van creando las Realidades Reales, ejercitando la realeza olvidada.

¿Porqué te cuento todo esto y lo relaciono con la facilitación de procesos de integración, con la facilitación de Biodanza y espacios biocéntricos?. Porque estoy viva y porque la Vida sigue estando al centro, y mientras Ella siga en el centro, no puedo dejar de contarte todo cuando siento. Me hace bien. Nos hace bien. Aunque no se entienda, hace bien, porque no es al entendimiento a quien me dirijo; es al corazón, al alma, que no es mi alma ni la tuya, Es la nuestra.

Me surge compartir los Tres Tesoros del I Ching escritos por Lao-Tsé: Amor, Satisfacción y Humildad, de los que deriva una de las máxima del Tao.

Sólo los que aman son valientes;

Sólo los satisfechos son magnánimos;

sólo los humildes son capaces de dirigir»

Tao Te Ching

A mi nieto Arnau.

Amor y Servicio

Notas de navegación

Estar bien desde la perspectiva de Biodanza

Hay una herida profunda en el alma de muchas y muchas personas, que suele aparecer en algún momento u otro en los grupos de iniciación a la Biodanza y tiene que ver con la trascendencia; esa línea de expresión de la identidad que posibilita transcender estados de conciencia limitantes, que condicionan nuestra manera de relacionarnos con el mundo, con la otra y conmigo misma. Sobre todo conmigo misma, pues el retorno a mi ser íntimo es en realidad lo desconocido.

Nuestro Angel estaba con el corazón partido, la mirada triste, el semblante cansado de tanto llorar, intentando sostener el peso de la pérdida, que suele dejar un rastro de dolor y de angustia difícil de digerir. Ella llevaba una sesión sin venir: me llamó para decirme que estaba recogida en su interior y aún no podía salir de allí. Esperaba que esta semana encontrara la forma para venir al grupo y dejarse arropar por él. Yo había preparado la sesión pensando en ella. No sabía si vendría, sólo tenía el anhelo, y sí, apareció. Cuando abrí la puerta y la encontré, nos abrazamos; habían otras compañeras así que no hubo tiempo de intimidad. Nuestro Angel se mostraba resignado. Empezamos la sesión.

En la Rueda de Intimidad Verbal abrimos el espacio para compartir: no había compartires, así que hablamos sobre la vivencia y cómo se significa en Biodanza. Me parecía importante dialogar sobre este tema pues el grupo ha crecido: se han incorporado dos mujeres más y ninguna de ellas conoce la Biodanza más que por la sesión de presentación que hicimos hace unos días. Sólo llevamos dos sesiones juntas. Sentí necesario situar a las dos mujeres nuevas en el contexto de vivencia propuesta por Rolando Toro, ya que el grupo lleva funcionando ocho meses y en este tiempo han pasado muchas cosas, como grupo y como singularidades. Ellas no son las mismas. No lo digo yo, lo dicen ellas. Además, esta era nuestra primera sesión con el grupo al completo y nuestro Angel se incorporaba después de su temporal ausencia. Era un momento delicado.

Al término de la rueda de diálogo, recogimos cojines y dejamos la sala preparada para danzar. Suena la primera música; suena la segunda y nuestro Angel me llama en privado. – Me voy a marchar. No puede seguir. (…). No puedo hacerles esto al grupo. No estoy bien (…) tal como estoy creo un mal ambiente…- Mantuvimos un breve diálogo. Al finalizar la canción, nuestro Angel y yo entrábamos en la sala para seguir adelante. La siguiente vivencia era un caminar a dos con una música de Dixieland. Nuestro Angel estaba allí y, al decir la consigna con la persona voluntaria para mostrar la vivencia, hice mención a la oportunidad de caminar a dos con lo que somos en ese preciso instante, con lo que hay, sea lo que sea, sin tener que estar de ninguna otra forma; sólo en el presente, aquí, con lo que yo soy ahora y nada más. Y es así como todo está bien.

En realidad no recuerdo bien lo que dije, lo que sí recuerdo perfectamente fue la cara de nuestro Angel, sonriendo dulcemente, tranquila, relajada, confiada. Y eso, es una bendición.

Biodanza recupera gestos cotidianos tan simples como el caminar a dos y los resignifica, no con nada nuevo en realidad, aunque parece que lo fuera pues el amor está tan escondido, tan guardado, olvidado, custodiado, encerrado en nuestros corazones heridos que pareciera que es nuevo, pero sólo es hacerlo presente con nuestros gestos cotidianos. Una música básica, de dixieland, y un caminar cogidas de la mano, vinculándonos con la mirada, con el gesto,… nada más y nada menos. Todo un universo en acción en ese preciso instante, donde dos personas que a penas se conocen, andan juntas, sin hablar, acompañadas de una música rítmica,… y la magia del amor se hace presente, no porque sea mágica sino porque nunca ha dejado de estar presente; oculta o no, ella está siempre y cuando le damos un espacio y un ambiente propicio para que se muestre, de forma natural emerge el amar, amando, el amor amando, el amarnos amándome. Tan simple y tan complejo a la vez.

En Biodanza, no hablamos con palabras porque es nuestra corporeidad la que se expresa y su lenguaje es muy claro, simple, sin lugar a confusión. En Biodanza recuperamos los gestos perdidos que a golpes de desencuentros, nos han llevado lejos de nuestro interior y así nos hemos perdido.

En Biodanza no necesito -estar bien- para estar en el grupo, para participar de la sesión, porque estar bien es intrínseco del estar. No hay mal estar, sólo es el preludio de la transformación que ocurre cuando le damos tiempo a que acontezca; y no sólo tiempo sino el lugar y el ambiente adecuado para que se dé, y en Biodanza se da, porque la música, el grupo, la consigna y la facilitadora propician que se de la vivencia integradora; no sólo la vivencia, sino la vivencia integradora.

Photo by Tatiana Syrikova on

Y seguimos con la sesión. Cuando llegamos a la parte descendente de la curva metodológica, entramos en ella con una Rueda de Miradas. La música escogida: Marchando al frente de Renato Teixera . (aquí te dejo el audio para que la disfrutes).

El agua interna brotaba tranquila por la fuente de nuestros ojos mientras nos mirábamos; se deslizaba al compás de la melodía, con todo lo que allí había, sin palabras, sólo sonidos del alma, recuerdos, nostalgias, deseos, anhelos, goces y mucho más manifestándose calmadamente, sin prisa. Bendito momento, sagrado instante de bendición inesperada, colmando nuestro ser de una profunda Belleza. No hay palabras que describan tanto Amor; sólo el silencio que comparto contigo, a tí, que me escuchas más allá de lo que digo.

Biodanza es humildad, porque ante milagros así, no hay como sentirse de otra manera que no sea humilde.

No existe un -estar bien- para hacer Biodanza. En Biodanza el Bien es Ser y Estar, en grupo, en el corazón, en el silencio, en el gesto, en el abrazo y en la distancia. Olvídate de ser algo que no eres, de estar de una forma u otra para que te acepten, para que te quieran, para sentir que perteneces. Sólo por el hecho de existir ya es suficiente. Así en Biodanza, porque la propuesta de Rolando Toro es que todo el mundo dance la Vida, que todos los seres humanos rescaten sus gestos perdidos y se unan en una enorme ronda de manos dadas, donde el corazón de una no es más mío ni tuyo, sino de todas y todo.

Al terminar, pedí que dijerámos sólo una palabra que definiera el instante vivido. Se dijeron varias. Yo la recuerdo fue SUPERACIÓN. La dijo nuestro Ángel sonriendo.

Si aún no conoces la Biodanza, no te quedes con las ganas. Busca un lugar que sea fácil para ti, en tu entorno, en tu localidad más cercana (hay muchos ya). Déjate llevar por la intuición; deja que tu alma te guíe. Ella te agradecerá encontrar un espacio donde danzar la vida en la vida.

Amor y Servicio

Notas de navegación

Mirada a tres: una hermosa vivencia de Biodanza

Notas de navegación de una facilitadora

Hace ocho meses que danzamos juntas en el grupo de Biodanza de los miércoles por la mañana. En plena pandemia, cuando todo estaba teñido de gris, ese gris bosque quemado donde sólo queda humo, cenizas y el silencio del vacío espantosamente quieto, me animé a abrir un grupo de iniciación a la Biodanza por las mañanas. Parecía una locura pero no lo fue; dicho y hecho. Era una señal de buen augurio.

Es un grupo de cuatro mujeres, que son tres porque una lleva sin venir un tiempo por el encierro comarcal que ahora termina. Semana a semana durante todos estos meses, hemos ido tejiendo una hermosa manta de afecto y ternura que ha propiciado abrigo y cobijo para este frío del alma. Cada miércoles es especial, pero hoy ha habido una bendición añadida. Ha venido de nuestro Angel; en la Rueda Verbal nos ha contado que el frío que se había instalado en su corazón como si fuera a quedarse, se ha desvanecido con la primavera y el amor en flor de nuestros miércoles. La luz interior que ella percibía apagada, ha sido vista, sentida, reconocida y dulcemente acogida en un sincero abrazo que ha sellado el inicio de la nueva relación consigo y con la otra y por ende, con el mundo.

La conquista del Amor se ha manifestado; –Ha sido algo natural– nos decía nuestro Angel. Todo lo vivido hasta ese momento, todo lo llorado y lo odiado, se ha desvanecido en un instante de fusión. -¡Casi me olvido de contarlo!- ha dicho. Así es la integración en Biodanza. Su recuerdo ha venido cuando hablábamos sobre el significado de la Autorregulación en relación a la sesión pasada, concretamente a una de las vivencias: la Posición generatriz de Identidad. Ha sido entonces, hablando de la vivencia que ella no conseguía recordar, que le ha surgido el recuerdo y el deseo de compartir su renovada conciencia de sí misma.

La identidad, ese enigma que en palabras de Rolando «se manifiesta en presencia de la otra«, y «cuando me encuentro con la otra, empiezo a tener noticias de mí». Todas las vivencias en Biodanza son integradoras de manera que la identidad, (aquello que Soy esencialmente frente a cualquier otro sistema de realidad– R. Toro), se va manifestando progresivamente de forma integrada en la profunda sensación de estar viva Aquí y Ahora. Parece una obviedad estar viva, mas la vivencia de sentirse viva, presente, singular y parte de la comunidad humana y de la Vida, es una experiencia única, acumulativa y profundamente transformadora.

No ha sido casual que hoy la sesión estuviera centrada en la línea de la Creatividad. Hemos jugado, reído, nos hemos divertido, hemos creado danzas y caminares nuevos recién horneados en el instante vivido, y de a poco hemos entrado en el espacio de intimidad donde, después de la vivencia de Escultura a tres, vivencia de Juegos creativos de Biodanza, he propuesto la Mirada a tres. El grupo estaba preparado para esta vivencia. Me lo ha dicho la intuición que es la voz del alma.

Grupo regular de Biodanza, Castellar del Vallés (curso 2009-10)

Estaban sentadas en el suelo. Habíamos acabado la Escultura a tres y la sensibilidad estaba presente en sus manos, su corporeidad moldeada por el afecto. Les he indicado cómo era la vivencia llamada Mirada a tres -siempre hay una que contempla a las otras dos mientras se miran. No es sólo una mirada; es la presencia en el mirar, es hacer presente a la otra en mi propia presencia, disfrutar de mirar y mirarnos. La música: Imagine interpretada por Eva Cassidy.

Suena la música que la pongo flojito y voy subiendo el volúmen poco a poco para que se acostumbren a la sonoridad. Me giro y las veo mirándose. Discretamente las contemplo en la distancia. ¡Cuánta belleza!!! Sus rostros relajados van sonriendo discretamente; la sonrisa esta en sus ojos, en su piel, en su estar dulcemente silente; el Amor en mayúsculas se manifiesta allí mismo, en ese mismo instante, donde la singularidad es honrada, conscientemente honrada, plácidamente acogida y fundida en el sentir de cada corazón en flor. No había visto sus ojos así antes; los he visto de muchas maneras, pero con la Belleza de hoy, era la primera vez. He dado gracias a Dios por tanto recibido, por ese y cada momento vivido, por ser parte de tanta Belleza.

Sí. Gracias, eternamente gracias. La Vida es increíblemente Hermosa. En estos detalles minúsculos, casi imperceptibles, absolutamente discretos,… sin palabras… sólo Amor amando.

Gracias, eternamente gracias.

Amor y Servicio

Notas de navegación

Ella danzaba mientras sus manos acariciaban su pelo

Decidí sentarme para mirar la escena. Había transcurrido un poco más de la mitad de la sesión de Biodanza de cada miércoles por la mañana de 10 a 12h en el Balneari de l’Ànima de Castellar del Vallès, Barcelona, Catalunya. A veces ellas vienen sonriendo, otras no tanto. Aún y todas las oleadas del vivir, ellas acuden puntuales a la cita semanal.

Por aquellas cosas que tiene el vivir, volvíamos a ser tres: ellas dos y yo. Empezamos un poco antes de la hora convenida; por alguna razón del destino, aquella mañana ambas habían llegado con más antelación que de costumbre. Abrimos el Círculo de Intimidad verbal y dialogamos. Éstos días estamos con la autoevaluación y surgen compartires muy hermosos, profundos, transformadores para todas. Después de la palabra, nos dispusimos a danzar.

La sesión iba tejiendo la huella de levedad en sus cuerpos. La ligereza del movimiento se iba manifestando con más o menos resistencias hasta que llegó el ejercicio clave de la curva metodológica: Acariciar el pelo de la otra. No me gusta decir acariciamiento porque esta palabra lleva en sí mismo el -miento- y en la caricia no hay ninguna mentira; de hecho es uno de los actos en los que el humano no puede mentir a no ser que decida hacerlo adrede.

Ella se puso detrás y la otra-ella de espaldas; ambas en el suelo. La música empezó y las manos de Ella se deslizaron en el pelo de la otra-ella, mientras ambas cerraban los ojos. Yo me senté a contemplarlas.

Fui observando como en el rostro de la otra-ella se disolvían tensiones que eran imperceptibles a la vista humana pero que estaban allí, desvaneciéndose a medida que Ella curioseaba cariñosamente su pelo. Ella se sumergía en la caricia como lo hacen las almas inocentes de las niñas que juegan a cualquier cosa que les agrada. Su cuerpo empezó a bailar mientras sus manos tejían lazos de amor y afecto entre el pelo enmarañado de la otra-ella.

Una sonrisa silenciosa, se fue dibujando en la otra-ella. No eran sus labios solo los que sonreían; era su tez iluminada, tersa, rejuvenecida por el efecto del amor sin más. El cuerpo de Ella seguía danzando sin rastro de mente mientras sus manos continuaban jugando a amarla, amarse, amarnos.

Yo, permanecía sentada contemplando durante esos tres minutos y medio, la Belleza de Ser lo único que Somos: Amor.

Sentarme para contemplarlas fue un permiso que me concedí para gozar, una bendición para mi alma, mi cuerpo, mi mente. ¡Qué pocas veces podemos pararnos a contemplar tan bello acto! Percibía la belleza de las imágenes que se impregnaban en todas las células de mi cuerpo; gracias a eso, ahora puedo compartirlas contigo. ¿Porqué lo hago? Porque en el mundo que vivimos, donde los rostros se han vuelto inexpresivos, ocultos tras una máscara de miedo, aislamiento y enfermedad, nos cabe nutrirnos con todo el amor que nos quepa para que no olvidemos la Vida, cómo es la Vida de Verdad, no la que nos dicen que es, sino la verdadera, la que nos une, nos hermana, aún en las diferencias.

Te invito a que tu, como facilitadora de Biodanza, compartas tus sentires cuando miras y ves a tu grupo danzando, cuando miras y percibes el cambio de tono en su piel, cuando miras y observas como se dibuja la sonrisa de la paz y la plenitud en algunos momentos mágicos donde la música ha tocado el alma y la ha liberado de su oscuridad. Compártelo, cuéntalo, escríbelo, espárcelo por las redes para que juntas tejamos lazos de Belleza que llenen los hogares de La Certeza del Amor. No es un sueño. Es la única Verdad. Hazlo si te resuena.

Somos Una; no lo olvides. No hay distancias, no hay separación, no hay cómo no ser Una.

Con Amor y Servicio siempre.

Notas de navegación

La magia de la vivencia de Biodanza

Grupo regular de iniciación a la Biodanza. Empezamos el grupo presencial en septiembre 2020. Llevamos seis meses juntas.

Hoy, en la sesión de cada miércoles, en el tercer ejercicio propuesto, pido una voluntaria para la vivencia siguiente. Ella se adelanta. Explico la danza -Diálogo a dos- dentro de la línea de la Creatividad. Ya hemos hablado de la creatividad durante la Rueda de Intimidad Verbal, pero la teoría, el raciocinio, la palabra, dicen, transmiten y, solo en la vivencia podemos incorporar progresivamente el conocimiento real de lo entendido. No aprendemos sino es con la práctica y la repetición.

Cuando explico de qué se trata la propuesta de diálogo a dos, percibo que ella se inquieta. Le pregunto si hay alguna duda y ella contesta: Vamos a ver. Pongo la música y me acerco para iniciar el diálogo. Empiezo yo. La música es divertida y alegre, invita a un movimiento despreocupado. Danzo mi inicio de diálogo y ella hace -No- con la cabeza. Quietud. La tensión en su rostro se evidencia, su cuerpo se electrifica. Sigo dialogando con ella. Entra en negación. -No puedo- dice. ¿Qué ocurre?- digo yo. No puedo, no se… – contesta. La canción es alegre pero yo estoy triste. No puedo danzar-dice Ella. -Puedes expresar tu tristeza. Es un diálogo- le contesto. Silencio. La música sigue sonando. Percibo que aunque hay lucha interior, el impulso de salir adelante está presente. Paro la música y la invito a «dialogar danzando» con su compañera. Le pregunto si quiere y Ella contesta que sí. La música vuelve a sonar.

Su compañera danza iniciando el diálogo. Ella contesta expresando con timidez su situación. La respuesta de su compañera sigue, Ella responde que aún no puede con su cuerpo y sus gestos; el diálogo continua. Poco a poco, el rostro y la tensión del cuerpo de Ella van desvaneciéndose; aparece la sonrisa. El movimiento es mucho más relajado; surge la risa entre ambas, siguen dialogando. Al terminar se abrazan sonriendo.

La música, la otra, el grupo, el ambiente cuidado y protegido, seis meses juntas, el vínculo de pertenencia a la vida, se va instalando en los espacios vacíos del río de las vidas, y las murallas del miedo van cediendo al influjo del amor. Parece que ésta palabra, amor, está gastada, desvalorizada, mercantilizada, pero en Biodanza recuperamos su origen a través de nuestra corporeidad viviente.

La sesión continua; seguimos danzando en clave de creatividad y afectividad. La tez de Ella, se ha relajado: no hay rastro de la tensión anterior. La piel vuelve a brillar con esa tonalidad amorosa que las facilitadoras sabemos distinguir. Mi corazón late con gratitud eterna por tanta belleza. Propongo un acariciamiento de manos con la consigna de descubrir las manos de la otra, curiosear sus manos, entretenerme en sus formas. La palabra caricia no aparece pero sus manos se acarician; hay ternura, sosiego, una dulzura que eleva el alma, y yo, mirando sus manos, sus gestos, sus rostros plácidos, sonrientes, relajados y entregados a la vivencia, sólo puedo dar gracias a Dios, a la divinidad por estar presente en ese momento, por todos los años de perseverar impartiendo Biodanza y educación Biocéntrica una y otra vez en todo lugar, buscando donde expandir este mensaje de Amor que perdura más allá del tiempo, por estar aquí y facilitar espacios de transformación integradora, que dan sus frutos día tras día, sembrando semillas de alegría, de poder, del verdadero poder del Yo puedo, Yo Soy.

Después, si hubiéramos sido más participantes, hubiéramos hecho una ronda de mecimiento, pero en esta ocasión sólo eran dos, así que les he propuesto un «mecimiento abrazante» entre ambas. No sabía si entenderían eso de «mecimiento abrazante» que me acaba de surgir en ese momento. Sí, no ha hecho falta que dijera nada más: lo habían entendido perfectamente. Ha sonado la música y despacito, se han ido acercando. Se han acomodado en un abrazo cálido mientras sus corporeidades se mecían de manera casi imperceptible. Ante toda esta ternura he sentido el deseo de fundirme con ellas y me he preguntado si debía, si ese momento era sólo suyo, si podía inmiscuirme en su intimidad. La música seguía sonando; con sigilo me he acercado por si pudiera darse y, poco a poco sin pensarlo, nos hemos fusionado en una abrazo a tres que todavía perdura en mi piel.

Por último, una canción de cierre: una rumba suave que nos ha dejado la alegría sinuosa de lo vivido juntas.

NOTA: Antes de la declaración de pandemia, cuando en alguna ocasión me había quedado con dos participantes solamente en el grupo, había anulado la sesión porque yo aprendí que menos de cuatro, no se podía hacer biodanza. Me lo creí y así lo he vivido durante mucho tiempo. Desde hace un año, los grupos se han reducido tanto que a veces nos encontramos con dos participantes. Nunca más he anulado una sesión por este motivo. Hoy, me siento feliz de seguir aprendiendo en el arte de facilitar. Seguimos

Amor y Servicio