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Rosas y libros el 23 de abril

Hoy el aire huele a rosas y de las manos brotan palabras que son oraciones que componen poemas, libros, canciones. De la boca surgen besos y sonrisas sinceras que abrazan los corazones amados de nuestros amantes varios y variados, mezclados con espinas y perfumes de amor amando.

En Catalunya, el 23 de abril es el día en que se celebra la Leyenda sagrada del caballero Jordi y la princesa cuyo nombre fue borrado para preservar el legado de la Hermandad de la Rosa, pero hoy no vengo a contarte la historia oculta de una de las celebraciones más hermosas del año. Hoy no quiero revelar nada más que a mí misma, porque hoy para mí es un día de silencios, de sensaciones en el cuerpo cuando mis ojos se pasean por las páginas de tantos libros diversos, contando cuentos que hablan verdades abiertas y otras ocultas tras mentiras verdaderas. Hoy no quiero más palabras que las que me revelan a mí misma en este encuentro íntimo entre yo y el Yo, entre el soy y el Soy que me habita.

Miramos la vida con un cuerpo condicionado por tanto que a veces ni recordamos qué es mirar con ojos neutrales, inocentes y conectivos que trascienden atmósferas contaminadas de químicos mortales que envenenan la piel de la tierra que somos, que es.

Detrás de tanto visto y mirado, habita una mirada que lo abarca todo, y es tanto ese todo que las palabras se vuelven tonos musicales de colores y luces, recomponiendo la realidad desde otra dimensión más abarcativa que, aún sin llegar a su máxima expresión, ya se siente, ya se percibe en todas y cada una de las partes. Mientras tanto, ¿dónde estoy yo?, me pregunto. Y la única respuesta que escucho, si puedo decirlo así, es Aquí. Un aquí que en su quietud es la Vida misma en su danza incansable e infinita. ¿Cómo es eso?, sigo cuestionando. Sencillamente Es, escucho en mi interior. Esta es la paradoja existencial.

El pulso entre ser y estar es un pulsar equilibrante y equilibrado que precisa un proceso artesanal, como antes ocurría con los oficios: aquel que quería aprender un oficio, podía ser aceptado como aprendiz durante los años necesarios para no sólo aprender la técnica y dominarla, sino aprender a ser aquello que hacía compartiendo el alma en cada pieza que elaborara. Ahora hemos perdido esta última parte, la invisible; de no nombrarla por su sutilidad, nos olvidamos de ella y nos olvidamos de nosotros como seres humanos, pues sin alma, no hay humano real, auténtico, genuino, verdadero.

La mirada con la que miramos nos engaña muchas veces, porque no sabe desde dónde está mirando. Para descubrir su juego de escondite y acertijos ocultos, la única que lo consigue es la humildad que no tiene reparos en reconocerse aprendiz de todo y maga en proceso eterno de serlo, aprendiendo a ceder y a negociar acuerdos donde la Vida sea la única beneficiaria a expensas de la ignorancia de tantos, que al ver lo que ven se creen sabedores de certezas que solo existen en su interior mediocre y vacío de sentido, y ahí yo también me incluyo.

¿Será que la princesa cuyo nombre ha pasado al olvido es la excelsa Guardiana de la Verdad que oculta la Rosa? ¿Será que el Dragón milenario, fiel custodio de la Tierra y su Sabiduría, es el ser alado que protege con su vida el secreto de las cinco direcciones? ¿Será que el caballero iniciado de la Orden de la Tabla Redonda y la Cruz que la habita es el humano elegido para salvaguardar y proteger la Verdad que oculta la Rosa bañada de la sangre del Dragón en cuyo ADN se encuentra el misterio de la creación?

Hoy sólo quiero desvelarme a mí misma en mi genuina fragancia, a ver si así voy acostumbrándome al perfume de la Rosa que exhala mi piel y perfuma mi Ser en el mundo.

Amor y Servicio

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Biodanza de salón y Biodanza social

Cuando decidí formarme como facilitadora de Biodanza, mi deseo era dedicarme a tiempo completo a facilitar. Biodanza me había inyectado en las venas la confianza de recrear mi vida, sacando lo que ya estaba caducado, y sembrar y cuidar lo que me hacía crecer, así que primero me divorcié y al poco tiempo dejé mi trabajo fijo con quince pagas, buen horario, buen trabajo, buenos compañeros, pero no era suficiente feliz. Quería dedicarme por entero a mi pasión, a lo que ha llegado a ser mi vocación, mi manera de servir y vivir la Vida. ¿Una locura? Quizás, pero una locura que quería vivir, tal era la fortaleza que me había proporcionado Biodanza.

Los primeros años fueron muy duros. Pude soportarlos porque tenía el subsidio de desempleo y la pensión complementaria para mis hijos, además de lo que podía ganar con Biodanza. Fueron años de muchas horas de trabajo y aprender nuevos programas informáticos y otras tecnologías necesarias para llevar a cabo la tarea: hacer la publicidad, crear proyectos para vender en las instituciones públicas porque mi campo siempre ha sido el área social, pactar sesiones abiertas en centros de yoga o de crecimiento personal para dar a conocer la Biodanza, trabajar gratis impartiendo sesiones de Biodanza como voluntaria en algunas asociaciones porque no había otra manera de entrar sino era a través del voluntariado, reuniones con las personas responsables de los ayuntamientos para explicar los proyectos y que me dejaran hacer sesiones en las instalaciones municipales, hacer difusión entre las mamas y papas de la escuela de mis hijos, en las tiendas donde compraba, entre las amistades, preparar las sesiones de los grupos que iban saliendo, comprarme un buen equipo de música porque había lugares que el sonido era horrible y tenía que ir con mi equipo, un nuevo ordenador portátil porque sólo tenía ordenador de mesa, muchas horas de trabajo sin remunerar,…

La crisis económica del 2011 fue devastadora, tuve que ponerme a trabajar de lo que saliera para compensar la falta del subsidio de desempleo que ya había expirado y poder seguir con mi sueño de dedicarme sólo a la Biodanza. Ésta danza rítmica y melódica ha sido una tónica común a lo largo de los quince años de mi trayectoria profesional con Biodanza: ahora arriba-abajo, después abajo, abajo, arriba, abajo, y vuelta a empezar; una montaña rusa de precariedad económica y muchas, muchas, muchas horas de trabajo. Sólo pueden saberlo aquellas personas que han pasado por lo mismo, y según mi experiencia, son la mayoría.

En el caminar de estos años, de las personas que terminamos la formación y quisimos ejercer como facilitadoras, unas cuantas lo han dejado definitivamente, y las pocas que quedamos en pie, nunca hemos podido dejarlo del todo, a pesar de los apuros económicos y la rudeza de la precariedad, porque cuando Biodanza se instala en las venas, ya es para siempre.

Recuerdo que en uno de los primerísimos encuentros nacionales de Biodanza que se empezaron a realizar aquí en España de la mano de la Escuela de Biodanza Barcelona, dirigida por Luis Otavio Pimentel y Silvia Eick, Cézar Wagner dijo en una conferencia: Biodanza no es para vivir de ella. La Biodanza de salón no es Biodanza. ¿Qué quiere decir eso? pensé. Hablé con Cézar y me dijo que la Biodanza de salón, como llaman en Brasil a la Biodanza privada, es una Biodanza que acaba siendo mercantilista, donde el verdadero significado del mensaje biocéntrico acaba perdiendo su eje, se contamina por la necesidad económica del facilitador y facilitadora. Registré esa información durante mucho tiempo, sin terminar de asimilar su significado, y allí quedó a la espera de que, en el momento perfecto, me fuera revelada la verdad que la habitaba. Mientras tanto, yo seguía insistiendo en mi sueño, alimentado por el pensamiento de que «si otros lo han conseguido, ¿por qué yo no?. Con los años he entendido qué quiso transmitir Cézar con sus palabras y quiero compartirlo contigo porque puede que te sea útil.

Mi experiencia durante quince años, viajando por diferentes países del mundo, además de España, para seguir formándome como profesora de Biodanza (Italia, Brasil, Portugal y Francia), he observado que, en general y siempre según mi experiencia, por lo que lo que te voy a decir no es una verdad absoluta sino sólo mi experiencia, las personas que pueden dedicarse por completo a la Biodanza, gozan de recursos económicos «extras», me refiero a una pensión vitalicia, una herencia, una pareja que gana suficiente dinero como mantener los costos del vivir cotidiano, o cualquier otra cosa que permite a la facilitadora y facilitador, despreocuparse de si le llega o no el dinero suficiente para cubrir el mes. Si ésta es tu realidad, te felicito sinceramente. Disfrutalo y sigue adelante. Eres afortunada y mucho, porque en general, ésto no es lo que sucede.

Cuando hay que trabajar en un trabajo que te ocupa entre ocho y diez horas diarias durante cinco días a la semana para que a final de mes tengas un sueldo que te permita pagar los gastos cotidianos del vivir, ser facilitadora de Biodanza es literalmente una HAZAÑA, en mayúsculas, porque ser facilitadora no es sólo hacer sesiones de Biodanza, que al principio es un calvario en el sentido del tiempo que ocupa crear una sesión; es también crear la publicidad, encontrar la sala adecuada, pactar los acuerdos económicos con los propietarios del negocio, buscar participantes que en la práctica comercial son «clientes» (si podemos decirlo así), gestionar el grupo con todo lo que eso implica, también fuera de la sesión de Biodanza, …, además de todo esto tenemos la familia, las amistades, el cuidado de la casa, las mascotas si tienes, tu vida social,… Termina siendo realmente agotador. Aún así, el impacto de Biodanza es tal, que seguimos adelante con nuestro sueño de ser facilitadoras de Biodanza, pero la ilusión, poco a poco se va consumiendo y se va instalando una sensación de «no puedo», «quizás esto no es para mí», «algo estoy haciendo mal», «estoy agotada», etc, etc, etc.

Todo esto que estoy compartiendo contigo, desde mi experiencia (repito de nuevo), no nos lo dicen en la escuela cuando estamos formándonos. Sinceramente creo que no se dice porque Biodanza nos impulsa a cambiar el mundo en el que vivimos y ese impulso, supongo que para las escuelas es suficiente para seguir manteniendo su negocio. Desde mi perspectiva, si me lo hubieran dicho como parte de la formación, quizás no habría sufrido tanto, y digo sufrido con toda la conciencia del significado de esta palabra. Por supuesto, no me arrepiento de absolutamente nada. Es más, puedo decir que agradezco todo lo vivido tal como ha sido, porque sin ello, hoy no podría hacer lo que hago de la forma que lo hago, ni podría explicarte esto ni todo lo que te explico en mi canal de Youtube, en mis aulas, aquí y en mi vida en general. Te lo cuento, porque siento la necesidad de compartirlo. Creo firmemente en el poder de la comunidad biocéntrica, es el poder de la humanidad que nos habita, es el poder de la acción comunitaria y es aquí donde apunta este escrito.

Hay varios aspectos que quiero enfatizar de todo este proceso personal que he vivido y que creo pueden inspirarte, si es que en algo te resuenan mis palabras:

  1. Para que la transformación perdure en el tiempo, el cambio es desde dentro a fuera. ¿Qué quiero decir con esto? Que si en serio has decidido ser facilitadora o facilitador de Biodanza, transforma tu entorno allí donde estés, en tu lugar de trabajo, en la familia, en el barrio, desde dentro, con tu acción transformadora biocéntrica, siempre y cuando el grado de toxicidad no sea nocivo para tu integridad. La transformación se da desde dentro. El ejemplo es mi madrina de educación biocéntrica, que trabajando en un banco muy importante regido por los principios capitalistas y patriarcales, con los años y la paciencia pedagógica biocéntrica que fue cultivando con el sostén y apoyo de sus maestras de Biodanza y educación biocéntrica, ha podido conseguir que allí donde ella empezó su carrera profesional y que tantas veces quiso dejarlo por la presión del entorno, hoy no sólo ocupa uno de los cargos importantes de la entidad sino que ha conseguido implementar la praxis biocéntrica en su entorno laboral, transformando la hostilidad machista en un entorno afectivo, respetuoso y gentil. Lo ha conseguido porque ha estado orientada, sostenida, aconsejada y guiada por personas que más allá de ser excelentes maestras y profesionales biocéntricas, tienen una mirada que traspasa sus intereses personales en pro de una acción transformadora real.
  2. El grupo es la matriz del cambio. Ejercer como facilitadora y facilitador, no tiene porque ser una tarea en solitario. Fomentar las tareas en equipo, crear grupos de trabajo que desarrollen proyectos para vender a instituciones, empresas, asociaciones, no sólo para hacer las prácticas reglamentarias que se deben llevar a cabo en el proceso de la formación, sino ir más allá, con vistas de futuro, propiciando la creación de asociaciones, cooperativas de servicio donde las facilitadoras y facilitadores pueden desarrollar de forma remunerada, otros dones y talentos que como facilitadora de Biodanza también debemos desarrollar como ya hemos dicho antes: marketing, publicidad, captación de clientes, etc. Todo es un proceso de creación.

Como facilitadoras y facilitadores, didactas, directores y directoras de escuela, tenemos mucho camino por recorrer en el ejercicio y la praxis del principio biocéntrico. Nos necesitamos unos a otros, revisando lo que hacemos, cómo lo hacemos y desde dónde lo hacemos. La Biodanza no es un negocio, o no debería serlo, porque la Biodanza no ha nacido para servir al sistema hegemónico; nació para transformarlo desde dentro del propio sistema, del propio individuo, de la propia corporeidad vivida, no desde afuera.

Amor y Servicio

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El gemelo solitario. Relato de una vivencia integradora biocéntrica

dedicado a mi querido amigo Gunther, un hombre de bien

Toda la vida me he sentido ajena al mundo, como si perteneciera a otra galaxia, a otra atmósfera, a otra gente. Una añoranza profunda me ha invadido siempre, con una intensa sensación de querer volver a algún lugar que nunca acabo de encontrar por mucho que lo intente. A simple vista nadie lo diría, pero quiero contártelo porque lo que he descubierto en mí es tan importante y trascendente que quizás pueda ayudarte a ti o a un familiar tuyo, un hijo, una hermana, tu pareja, la amiga tan rara como tu, que quizás ha pasado por la experiencia de iniciar su vida intrauterina como gemelo y al llegar el parto, sin dejar rastro, ha nacido en solitario. No es tan extraño que esto ocurra; entre un 10 y un 15% de los embarazos en Europa, se sabe que inician como gemelos y sólo acaba sobreviviendo uno de ellos, sin dejar a penas rastro del otro, quizás algunas manchas o pequeñas pérdidas en los tres primeros meses de gestación.

Con la inseminación artificial, el porcentaje de embarazos gemelares han aumentado considerablemente y nos cabe prestar mucha atención a las secuelas que ocasiona en el gemelo superviviente la pérdida de su gemelo, el primer amor puro e incondicional, más significativo incluso que el amor materno.

En estos últimos años de mi vida, y ya son sesenta, en alguna ocasión he pensado que quizás sufría de un desequilibrio bioquímico o mental que me hacía sentir desgraciada, ausente, nostálgica de algo que no conseguía descubrir, viviendo un sin vivir, más allá de las bondades que me regala diariamente la vida. ¿Por qué siento esta tristeza que lo tiñe todo de un gris clarito, como si de un paisaje con niebla baja se tratara mi vida? ¿por qué no acabo de sentirme plena con nada y la plenitud que puedo sentir es tan pasajera? ¿Qué es lo que tengo que hacer para sentirme plenamente viva? Estas han sido las preguntas que se repetían una y otra vez en mi interior como un secreto muy oculto nunca compartido, aunque tengo amigas con las que lo comparto todo, absolutamente todo y gracias a ellas, muchas veces, me encuentro de nuevo cuando me he extraviado. ¿Tengo alguna tara que afecta mi psique?

Un cansancio imperceptible se estaba acumulando con tal magnitud, que siento que hubiera podido enloquecer si Gunther y su compañera Ainhoa no hubieran aparecido en mi vida. Nada es casual, ya lo sabes.

Nos conocimos gracias a nuestros respectivos perros, en esos lugares donde los caninos puedan estar con otros de su especie, jugando y socializándose, mientras sus humanos entablan conversaciones que van desde lo más superficial hasta lo más trascendente. Enseguida conectamos, sobretodo con Gunther. Había algo muy familiar en él que me recordaba a mí misma.

Gunther y yo coincidimos varios días seguidos en nuestros paseos y nos hicimos hermanos. Coincidíamos en gustos musicales, en la necesidad de contacto, en el placer por el silencio y la naturaleza, en la búsqueda de la trascendencia y la profundidad del vivir. En uno de nuestros paseos, con nuestras conversaciones transcendentes sobre la vida y el vivir, me dice que él percibe que yo inicié mi vida intrauterina con un gemelo que no prosperó. Cuando me lo dijo no me sorpendió. Me paré y escuché mi interior: todo mi cuerpo me dijo que era verdad. Al abrir la puerta de la certeza, recordé que, en dos ocasiones diferentes, con muchos años de distancia entre ambas, esta información ya me había llegado de forma muy sutil e indirecta. La primera vez fue con un profesor al que yo respetaba mucho que, en un momento dado me preguntó si antes que yo naciera había habido algún aborto. Lo ignoraba así que se lo pregunté a mi mamá y ella lo negó rotundamente. Muchos años después, una alumna mía de Biodanza me invitó a un taller que impartía ella misma sobre el Gemelo evanescente. Yo no sabia nada sobre el tema, así que me lo explicó con detalle. En ese momento, me llamó la atención pero no sentí que fuera para mí y lo dejé pasar. Años más tarde, (a la tercera va la vencida), llega Gunther y en un paseo por el bosque sencillamente me lo dice y yo siento que es verdad.

Seguimos hablando sobre el tema y me deja un libro de dos terapeutas que después de diez años de experiencia, han recopilado muchos datos de los efectos que causa esa vivencia temprana. Devoro el libro casi de un tirón. En mi interior siento que la pieza del puzzle que nunca encontraba y que pensaba perdida, ya ha aparecido y todo comienza a encajar a gran velocidad: mis dos trabajos con dos currículum (secretaria de investigación médica de día y de noche Integradora social) ademas de madre y esposa, con una capacidad de trabajar que para mí era normal pero siempre creaba asombro a mi alrededor; mi desarraigo a lo palpable, lo material, lo efímero, siempre mirando hacia el cielo en búsqueda de algo que me enraizara, que diera pleno sentido al vivir; viviendo con prisas, como si siempre se me acabara el tiempo, con la muerte presente como algo natural en mi vida. De hecho mi tesis de titulación como profesora de Biodanza se titula “Hablamos de muerte”, y un sinfín de cosas más con las que me iba identificando en la medida que leía los diferentes relatos de los gemelos solitarios. Todo se estaba ordenando en mi interior a gran velocidad.

Con los días, voy reconociendo el impacto que me causó haber compartido los primeros meses de mi vida intrauterina con un hermano gemelo al que llamo Marcelo, nuestro amor absolutamente incondicional y genuino, auténtico, invencible; mucho más puro y real que el de una madre con su criatura. Sí, como oyes. Hoy sé que el amor entre gemelos es el amor del que hablan los maestros espirituales, vivido en la carne desde el mismo instante de ser concebidos, dejando la impronta en nuestra memoria celular del único Amor que existe y que es la Fuente de todo.

Mucho ha sido el sufrimiento sostenido de una muerte silenciosa vivida en el vientre de la madre, percibir como el ser que te complementa, que está unido a ti en la más absoluta intimidad posible, se va desvaneciendo poco a poco sin poder hacer nada, sin entender, sin saber qué está ocurriendo, sin poder escapar al horror. Recuerdo un olor de putrefacción que me generaba nauseas y una rabia feroz; una soledad inconmensurable por su pérdida, una ausencia devastadora que me impulsaba a desear morir desesperadamente aunque la Vida ya me habitaba fuertemente y no había cómo deshacerse de ella. La Vida era para mí un castigo, una penalidad, y todo eso sin palabras, sin raciocinio, sin elaboración mental, sólo vivencia desgarradora que se incrustaba en mis células condicionando mi manera de relacionarme conmigo, con el otro y con la Vida.

Una ecografía muy temprana en la que se percibe como un embrión sigue creciendo y el otro va reduciéndose hasta desaparecer.

A lo largo de mi vida, en esa búsqueda incansable de ser Libre, he tenido momentos que han marcado un antes y un después en mi proceso de ser-en-el-mundo. En Biodanza tuve dos experiencias de renacimiento muy transformadoras. Una de ellas fue en el agua, con Margarita Karger como profesora, en el año 2002; recuerdo la sensación de estar en el vientre de mi madre y literalmente ahogarme, morirme de desesperación. La otra fue con Silvia Eick en la extensión Renacer donde yo no tenía fuerzas para salir al mundo. Esta última y tercera, ha sido con Gunther y Ainhoa en su casa, un día que acudí a ellos en plena crisis de angustia imposible de sostener porque las memorias prenatales se habían activado muy fuertemente y todo ocurría a gran velocidad. Ambos me sostuvieron en esos momentos de profunda desesperación y poco a poco, todo fue calmándose.

Después Ainhoa me hablaba despacio, dejando que todo volviera a su sitio desde otro lugar nuevo donde la comprensión de lo vivido se iba aposentando lentamente. Pasé dos días sin a penas hablar, sin hambre, descansando mucho, y… al tercer día resucité.

El proceso sigue su evolución. Ya no siento ese vacío frío en mi interior. La tristeza se ha desvanecido, el miedo también. Me han crecido nuevas raíces que se agarran a la tierra con ganas. Lo que buscaba ya lo he encontrado. Siempre ha estado en mí y siempre estará. Somos dos y uno a la vez. Empiezo a vislumbrar la que soy desde una nueva identidad integrada que me llena de Paz. La prisa se está difuminando. Soy y estoy Aquí y Ahora de verdad. Sigo adelante con una renovada sensación de vivir y estar presente.

Te dejo un video de los autores del libro «El gemelo solitario», Peter Bourquin y Carmen Cortés por si es de tu interés.

Amor y Servicio más que nunca.

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La rendición en el juego del equilibrio y la ostentación

Me rindo. No puedo sostener más la inquietud que me genera esperar unos resultados que no acaban de llegar nunca. De hecho, es así siempre. Todo viene en el momento perfecto, aunque no es precisamente el que mi ego dominador quiere. Esta es la cuestión primordial de todo el entramado del vivir: aprender a desprenderse del resultado porque no está en nuestras manos, sino en las energías que se mueven del lado luminoso al oscuro, en su danza constante y necesaria, impulsando la creación de la realidad.

El caso es que me dedico al desarrollo humano y la integración de procesos de transformación mediante cursos, talleres y encuentros para profesionales de la Biodanza, la educación biocéntrica y personas comprometidas con servir a la evolución armónica de la Vida. ¿Para qué? para reflexionar sobre lo que hacemos, porqué lo que hacemos y cómo lo hacemos, para qué, desde dónde, vivenciar con el cuerpo, la música y el grupo porque es en nuestra corporalidad donde todo ocurre, es la música y el arte la que nos puede facilitar ingresar en lugares desconocidos o escondidos que tienen tesoros valiosos para mostrarnos, porque es en la tribu humana que nos podemos mirar y reconocernos como hermanos aún en nuestras diferencias que suman valor a todo lo que creamos.

Me encanta crear espacios donde hacemos surgir la magia de reconocernos seres vivos, no sólo viviendo la Vida, sino siendo la Vida misma. Ver la transformación de sus rostros a lo largo del proceso participativo, cómo vienen y cómo regresan a su cotidiano, con brillo en los ojos, la sonrisa en su rostro, la forma ligera de andar, de moverse, el tono afectuoso de su voz. Me encanta a lo que me dedico.

También soy escritora, escribo cuentos que uso en mis talleres o no, y algún día los publicaré. Escribo mis pensamientos en diarios, libretas y más libretas de todos los tamaños; escribo ensayos técnicos de mi experiencia como profesora, lo que sirve y lo que no, lo que me mueve por dentro; escribo lo que estudio, lo que leo y me interesa retener,… El caso es que todo es maravilloso hasta que me encuentro con que la fecha del evento que he propuesto se hacer y sólo se han apuntado cuatro o cinco personas, cuando tendrían que ser doce. No ocurre siempre, pero cuando ocurre, a veces simplemente no le doy importancia, y otras veces se moviliza en mi interior una inquietud que me descentra. Cuando veo que ya he perdido mi centro y no consigo volver a encontrarlo, entonces escribo y todo se va ordenando en la medida que las palabras ocupan la hoja desnuda que las acoge. Esto es lo que me ha ocurrido hoy y he decidido compartirlo contigo.

Mientras soltaba poco a poco la queja que me apretaba el corazón y me tensaba la musculatura de los hombros me he preguntado, ¿Cuál es la realidad esencial que deseo?

Más allá de los detalles que me mantienen entretenida en la queja o el disgusto, el origen de mi deseo se asienta en liberarme ¿o debería decir trascender? de las exigencias egocéntricas de mi «ego pequeñín» incansablemente travieso que se prioriza como un niño tozudo negándose a crecer, insistiendo en quedarse pequeño para siempre, quejoso de que no le salen las cosas como a él le gusta, aunque no sabe concretar el resultado que espera obtener. Es muy agotador cuando eso ocurre, pero después de múltiples intentos, perseverar en mi pasión es lo único que puedo hacer si de verdad quiero conseguir ser libre de mí misma.

En realidad la libertad no es algo que sea un deseo genuinamente mio. Es ancestral, primigenia, originaria; la razón por la cual quisimos experimentar qué es esto de ser humus, o sea, el detrito de todo lo orgánico que en su proceso de putrefacción transformativa, construye más vida. Visto como metáfora es realmente hermoso.

Si fuéramos [la humanidad] el experimento de unos genetistas gigantes creando una nueva especie capaz de reciclar la descomposición de los restos orgánicos de otros organismos vivientes para seguir construyendo la Vida desde la Consciencia de Sí-mismo, con la capacidad de poder decidir si hacerlo o no, o llevarlo a cabo en otro momento que no sea Ahora, probablemente seríamos una constante frustración para su experimento, a no ser que fueran expertos [los genetistas] en la complejidad implícita de la Libertad.

El ser humano, además de ser el principal elemento de fertilidad y nutrición de Gaia, [seguimos aprendiendo a cómo hacer eso de la mejor manera posible] es libre y ésta es la gran paradoja existencial. ¿cómo es eso de ser libre en una probeta donde convivimos con otros tantos organismos y todo está permitido?

Una vez escuché decir a un sabio de estos que estudian los misterios y al ser humano, que lo que llamamos Dios o Inteligencia Suprema causa primera de todas las cosas, o el nombre que te resuene porque tiene muchos, incluso lo Innombrable, en realidad nos necesita, porque la Creación es todas las posibilidades infinitas eternamente manifiestas, cada una de ellas con una función específica y concreta, de manera que el sistema como un todo, se autogenera en su proceso complejo de evolución permanente.

Pues bien, parece que eso fue así durante millones y millones de años, hasta que en el último segundo, la Inteligencia Suprema decidió crear al ser humano, el humus de su Creación, el único ser dotado de libre albedrío. Todo lo creado percibió lo peligroso que podía ser eso. Hablaron y debatieron entre ellos hasta que finalmente decidieron confiar en las posibilidades que les ofrecía llevar a cabo el gran reto. Iban a ayudar al humano a hacer su función en el Orden Cósmico porque sabían que los humanos perderían el recuerdo de lo que son. Y ahí andamos, aprendiendo a recordar qué es la Libertad y cómo sincronizarse con ella.

Se dejaron mensajes encriptados de mil formas para que el humano recordara. Unas veces en piedras grabadas, en monumentos, en pergaminos, dentro de vasijas, en cuevas, enterrados bajo toneladas de tierra, en las paredes de los grandes edificios,… Hasta ahora no lo estamos consiguiendo pero todavía hay esperanza. Seguimos preguntándonos si existe la sincronicidad perfecta en un círculo evolutivo donde la multiplicación celular resulta en un universo.

La respuesta es sí, como tendencia. Cuando se consigue la sincronicidad, puedes optar por quedarte de observadora descansando de la [ardua] travesía, o involucrarte en ayudar a otros en su propio viaje de iniciación al encuentro sincrónico de Sí-Mismo. El caso es que, de una forma u otra vas a hacer las dos cosas frecuencialmente, hasta que la Consciencia Suprema cierre los ojos, y en su propio ciclo creador, todo se reinicie de nuevo una vez más.

¿Simple no? La complejidad viene cuando intervienen los procesos internos que no podemos abarcar en nuestra condición de humanidad porque aún somos demasiado infantiles. De hecho somos los últimos de la creación y hay mucho por aprender de este juego de equilibrio y ostentación*.

*Ostentar: originalmente quiere decir tender [extender] algo frente a otro para manifestarlo reiteradamente.

Seguimos.
Amor y Servicio

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De nostalgia de amor y alegría de vivir

Hace unos días, Raffaella Sanna de la maravillosa isla de la Cerdeña en Italia, me inspiró a escribir sobre estos dos temas que en Biodanza adquieren una dimensión reveladora: la nostalgia de amor y la alegría de vivir. Grazzie mille, mia cara Raffaella.

Recuerdo la primera vez que escuché en la formación de docentes de Biodanza, que se podía decir que Biodanza había surgido de una profunda meditación sobre la vida, donde Rolando percibió que el ser humano, en lo profundo de su ser, sufre de nostalgia de amor. Cuando escuché esta frase, no sólo sentí una reververancia energética que desde mi corazón se expandía por todo mi cuerpo, sino que percibí que con el tiempo iría entendiendo la magnitud del mensaje que la habitaba. Así ha sido.

Me ocurrió lo mismo cuando en la misma formación nos explicaron que Biodanza era reconectar con la alegría de vivir. Aquí la sensación interna fue distinta:. ¿Alegría de vivir? – me pregunté. – Creo que nunca he pensado en si la Vida me provoca esa sensación. – seguí pensando- Sí que reconozco que tengo momentos de verdadera alegría pero se desvanecen en el tiempo y aunque son como aire fresco para seguir adelante, no puedo decir que la Vida me provoque esa sensación de alegría por vivir, de alegría por estar viva.

Podía reconocerme en la nostalgia de vivir, en cambio, la alegría de vivir era una utopía para mí. ¿te resuena?

Desde entonces han pasado quince años, y con ellos mucha Biodanza, mucha auto-indagación, mucha meditación, silencio, llantos, disolución de corazas y personajes internos que se habían hecho protagonistas del drama, soledad, mucha soledad, angustia, decepción, encuentros y desencuentros, cansancio, levantarse una y otra vez… y un sentimiento profundo, suave y sensible de alegría por estar viva que se iba instalando en mi piel, en mis entrañas, hasta mis células, reeditando toda la información que me habitaba como una verdad, aunque sólo era mi particular manera de vivir todo lo vivido. Los traumas, las angustias, los desafíos que implican transcender acantilados de miedo y un sufrimiento sin-sentido, fueron substituyéndose por paz, sonrisas, lágrimas de gratitud y confianza en la Vida impregnadas de miradas sin juicio, de abrazos sinceros, de cuerpos cálidos sin intención alguna más que la de estar y ser. Todo ha sido tan hermoso que escribiendo estas líneas brotan de mis ojos las aguas bendecidas de la Vida que me habita.

He de decirte que el proceso no ha sido fácil. Cuando estamos inmersas en el sufrimiento que ni sabíamos que teníamos porque no habían palabras que lo definieran, ni silencios que lo escucharan, ni miradas que lo acogieran, ni abrazos que lo ampararan, nada resulta fácil, todo se vuelve un esfuerzo. Las memorias ocultadas tras la rigidez muscular, la tensión facial o la inapetencia sexual, entre otros escondites, emergen como volcanes de lava fría y sedienta de calidez y ternura, a veces quemando, otras arrasando lo que encuentran a su paso, otras veces, las que más, rindiéndose al Amor infinito y eterno, inconmensurable, ese que algún tiempo remoto sentimos y en el transcurso del vivir olvidamos.

Verdaderamente no es fácil transitar los miedos, pero lo que realmente difícil es transitar la ignorancia en la hemos vivido, porque el orgullo del ignorante es muy tenaz y puede ser inconscientemente perverso, pero la evolución no cede su paso y llega un momento en que es necesario decir alto y fuerte ¡Basta ya!. Recuerdo escenas, las más significativas fueron en Biodanza, de miradas, desafíos, pálpitos de mi corazón a punto de estallar, sonrisas, manos amigas, que nunca podrán borrarse de mi ser porque gracias a ellas y también a las ausencias de ellas, pude reconocer en mí que la Alegría de Vivir soy yo. No es algo que viene de fuera. Está en mí. Habita en mí. Me pertenece y cuando así es, deja de ser mío para ser de todas y cada una de las partes que conforman la Vida, poco a poco, con progresividad y autorregulación.

¡Cómo puedo dejar de ser profesora de Biodanza y educadora biocéntrica si yo soy eso!. Tengo un oficio o varios, sí, pero para mí, como dice la palabra, oficio (servicio, función, obra) es lo que yo soy, lo que yo aprendo del vivir para compartirlo y que otras personas puedan aprovecharlo, si es que les resuena. Sé que a quien le llegue el mensaje, le hará bien porque a mí me lo ha hecho, por lo tanto, no puede ser de otra manera y sobretodo, porque no es mi mensaje, es el mensaje eterno que todas reconocemos en nuestro interior. La cuestión es permanecer atenta a quién habla en mí, la Teresa pequeña y temporal, o la Voz que me habita, eterna y atemporal. Ambas somos imprescindibles para habitar en esta densidad, más una de ellas siempre debe estar al mando de la nave, pues como ser viviente, necesito de la mente despejada, concreta, racional para lidiar con las circunstancias materiales, pero es el alma la que reina en mi reino.

Biodanza hace mucho bien. No lo digo yo, lo dicen mis células, mi piel, la sonrisa que me habita y que se instala poquito a poquito y día a día en mi rostro de manera permanente, lo dicen mis gestos que no sólo danzan sino que son danza, lo dice mi estómago que me avisa de lo que debo y lo que no me sienta bien comer, lo dice mi corazón que late sincrónicamente como siempre pero yo ahora lo escucho y reconozco su lenguaje musical que me alerta de qué y qué no debo dejar entrar en mi campo. En fin… la alegría de vivir que propone Biodanza va mucho más allá de unas risas y una diversión, un buen rato o el buen rollo. Biodanza es un camino de transformación que no se agota en la sesión ni en los años de práctica, si así lo decides. Ella te sigue invitando a danzar cada día más allá de las apariencias para sumergirte en el mar profundo de la eternidad presente. No es la única propuesta que rescata al ser humano de su ignorancia, pero sí es la compañera perfecta para este viaje. No es la pasión quien habla, que también; es la coherencia existencial que se manifiesta en mí en la medida que dejo que así sea.

Te leo en los comentarios.

Amor y Servicio.

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La humildad: el sustrato que nos compone

Hoy leía en las redes una frase de Alejando Jodorowsky, que dice así:

Tratar de sanar al otro exige humildad, porque en el camino de su curación tú debes desaparecer para permitirle curarse a sí mismo»

Reflexionando sobre las palabras del maestro Jodorowsky, han aparecido otras palabras de Rolando Toro: «el otro me trae noticias de mí«. Entre una y otra frase y otros pensares de aquí y de allá que emergen en mi sentir, me adentro en los armónicos sonoros que resuenan dentro y aparecen nuevos sonidos que suman y expanden significado y sentido.

Cuando el otro trae noticias de mí y mi intención vinculante es tratar de sanarle, en realidad, a quien estoy tratando de sanar es a esa parte de mí misma que sigue insistiendo en percibirse separada y que en esa humanidad fronteriza en la que vivo, donde van surgiendo grietas que se convierten en abismos, lo único que me regresa a la Verdad en mayúsculas, es la humildad entendida como el sustrato que me compone, que si bien es materia en descomposición, esa misma materia descompuesta es la que nutre la tierra en sus diversas capas, posibilitando que germinen nuevas semillas que darán flores que pueden dar frutos, y así, en una secuencia armónica de danza, música y vivencia, se da la Vida, de nuevo en mayúsculas; porque nada más existe que el Verbo, entendido como Nombre y Acción a la vez, que por eso le llaman Innombrable, y que en el intento de nombrar surge el palíndromo YoSoY haciendo referencia al círculo eterno y las pocas conjugaciones que lo sintetizan en primera y tercera persona en presente simple y continuo.

Reflexionar, crear espacios de reflexión ampliada, donde poder resignificar lo aprendido y dotarlo de nuevos sentidos y formas; y no sólo en la soledad del pensamiento que, aún siendo necesario ese estar sola, no puede ser solitario, pues la Vida no cesa y todo confluye en un sólo punto que podríamos llamar evolución, o quizás mejor, aprendizaje. No, mejor danza porque en la danza se da la evolución, el aprendizaje y el factor más importante que siempre, o casi siempre, queda rezagado en la traicionera memoria: el juego, que podría llamarse arte también, porque no hay juego sin arte y no hay arte sin juego. Un juego que no es uno cualquiera, sino el Juego (en mayúsculas de nuevo), el Juego Divino o la Lilah, como dejaron dicho los antiguos sabios de la India.

Me quedo pensando y… ¿será que hay algo no-divino?

Siguiendo el Hilo de Ariadna, la heroína del laberinto del Minotauro, como metáfora del Juego Divino (otra vez), la cual dicen que entró junto con Teseo, danzando con su hilo rojo hasta llegar al centro, allí donde habita el monstruo temido, y Teseo cubierto con una máscara de toro, mientras Ariadna seguía danzando con su hilo rojo rodeando a la bestia desprotegida por reconocer a un igual en Teseo, la temida fiera, embelesada por la escena, finalmente se deja herir de muerte, sembrando su sangre en el substrato de la tierra. Dicen que después salieron los dos, Ariadna y Teseo, siguiendo el hilo rojo de la heroína y que al salir, nuevas danzas y cantos siguieron, promesas de amor que terminaron en desencanto que a su vez abrió puertas al encuentro de su verdadero Yo, como reina del reino, junto a Dionisio. Y podríamos seguir así hasta quizás nuestros días, pero no es necesario porque mi intención en este post es destacar la humanidad que nos habita y que toma verdadero sentido en la vivencia comunitaria pues es la comunidad la que nos acoge, nos sustenta, nos compone, como ejemplo vivo del humus que somos.

Humus es un abono orgánico que se da por la descomposición avanzada de restos orgánicos. Es de color negruzco por su elevado contenido de carbono. Los elementos orgánicos que componen el humus son considerados estables ya que no se pueden ver significativamente modificados en el tiempo. El contenido de humus en la tierra es del 5% en bosques, mientras que en la playa es de 1%.

Fíjate que el porcentaje de humus, en relación a la composición de la tierra, es mínimo y, justo ahí, en la humanidad que nos compone, es donde se manifiesta la infinita Belleza que vincula dentro-fuera, luz-sombra, tierra-aire, fuego-agua, en una conjunción copulativa llamada «y» donde, como dice la Real Academia Española, copulan los mal llamados opuestos en una danza sin fin creadora del triángulo vital eterno vida-muerte-vida, una y otra vez, una y otra nota, uno y otro tono, uno y otro acorde que se vuelve sinfonía y así hasta el más allá.

Y… en esta danza copulativa me pregunto ¿dónde está el límite?

La voz me responde, no existe. El límite lo creamos nosotros, seres humanos (del humus), cuando nos quedamos atascados en la materia descompuesta que nos compone, sin percibir que es en ella donde se dan las características necesarias y sublimes que enriquecen la tierra para retener el agua y filtrarla a capas más profundas, para dar consistencia a los suelos arenosos, para enriquecer el suelo con los nutrientes de la descomposición, para prevenirla de patógenos, … Sí. Somos así los humanos: conjunción copulativa y frontera. ¿dónde está el límite?

Insiste la voz: no existe. Sólo existe la «inmutabilidad de lo eternamente mutable» como dice el Tao. Entonces, ¿Será por eso que el humano cuestiona tanto todo que se olvida que la cuestión es el hilo rojo de Ariadna?, aquella que después de participar en la matanza del monstruo, huyó con su infame amado Teseo, que la abandonó en una playa lejana y solitaria, donde más tarde Dionisio la encontró enloquecida de su sufrir, y en ese encuentro renació como Reina de su reino, no porque Dionisio le diera nada que ella no tuviera, sino porque es en la conjunción copulativa donde la frontera toma sentido y se significa, para volver a empezar o quizás sería mejor decir, para seguir empezando una y otra vez, una y otra nota, uno y otro tono, uno y otro acorde que se vuelve sinfonía y así hasta el más allá.

Todo esto para decirte que, el límite sí está. Existe. Su existencia es la justa y necesaria para regresar al centro donde todo confluye, donde todo se conjuga en un único Verbo, en un solo Armónico, con muchos nombres nombrado más con único sonido innombrable, que nos habita, nos compone, nos humaniza como humus en la tierra.

Amor y Servicio.

Notas de navegación

Cuando la semilla-grupo no arraiga y termina muriendo

Cuando salimos de la formación de Biodanza, con nuestro título en mano y el corazón ardiente de deseo por iniciar grupo y expandir la Biodanza que tanto bien nos ha hecho en lo individual y tanto bien hace en lo colectivo, la realidad que en general nos espera es algo que nadie nos ha preparado para vivirla.

Una etapa nueva se abre ante nosotras: buscar sitio apropiado para nuestras sesiones, con las condiciones adecuadas que sabemos que apoyan el proceso de integración; negociar con la dirección del centro donde vamos a llevar a cabo la actividad; hacer la publicidad y distribuirla; programar sesiones de presentación para dar a conocer la Biodanza con la intención de abrir grupo; poner precio a nuestro servicio, … y eso cuando estamos enfocadas en la biodanza de salón que llaman. Cuando el foco que nos mueve es el ámbito social, la trayectoria cambia: buscar qué institución, asociación, empresa u organización puede encajar en la propuesta que queremos ofrecer; contactar con las personas responsables para presentar el proyecto que previamente hemos escrito ajustándose al modelo singular de cada entidad; buscar proyectos afines donde ofrecer nuestros servicios dentro de un equipo multidisciplinar o en solitario; hacer presupuestos; coordinar agendas para reuniones con políticos, directores o quien sea que lleve el departamento que se encargue de valorar nuestro proyecto,… por no mencionar la parte legal: darnos de alta como autónomas o como actividad no-lucrativa, seguro que cubra posibles daños a los participantes, … y un montón de cosas más con las que nos vamos a encontrar, sea el ámbito que sea en el que decidamos enfocarnos. Nadie, repito, nadie nos prepara para esta etapa, ni para las que vendrán cuando ya estemos ejerciendo como facilitadoras, a no ser que tu experiencia profesional y personal previa a la facilitación, encaje con los objetivos de esta nueva etapa como facilitadora biocéntrica.

En verdad, suele ser una etapa del camino en solitario, de mucha dedicación, poca experiencia tanto en la praxis como en “vender” el servicio que ofrecemos, escasos o nulos conocimientos de marketing, publicidad, negociación, y altas dosis de frustración, inseguridad, miedos varios y, sigo insistiendo, mucha soledad. No siempre es así, pero en general esa es la realidad. Tampoco nadie nos dijo que iba a ser fácil, así que la queja no tiene sentido; quizás.

Hablando con un compañero facilitador de Argentina, él decía que Rolando nunca andaba solo, ni ninguno de los “grandes” andan solos, siempre van acompañados. Sí, pienso yo, aunque muchos de ellos han andado solos cuando la Biodanza era una quimera y fueron ellos y ellas los que, quizás impulsados por la necesidad de comunidad biocéntrica, permanecieron unidos aun en su peregrinaje solitario y soñador, y esa unión es la que hoy ha hecho que Biodanza esté en todo el mundo, o quizás no es así y sólo es un hacer solitario que se combina con otros haceres solitarios que se unen para seguir en una soledad compartida.

Y esto me ha llevado a recordar a algunas de mis maestras biocéntricas amadas, viajando a países lejos de su hogar, sembrando la Biodanza en tierras ajenas, a veces sin saber el idioma incluso, con un coraje incansable que las llevó a sembrar semillas-grupos, enraizarlos en tierras fértiles, acompañarlos en su crecimiento hasta llegar a ser árboles-escuela que hoy existen en su mayoría, al menos en la Península Ibérica, que es donde yo vivo y lo que más conozco. ¿Acaso eran mujeres y hombres diferentes a nosotras? ¿Serían tiempos más propicios antes que los presentes? Reflexionando sobre todo ello, siento que no.

Recuerdo una entrevista a Rolando en una televisión italiana, cuando Rolando acababa de llegar a Italia y empezaba su difusión con Eliane Matuk a su lado. Rolando explicó sus inicios en Brasil, cuando lo expulsaron de Argentina y fue acogido por compañeros brasileros, entre ellos Cézar Wagner, que creyendo firmemente en su propuesta biocéntrica, lo acogieron en sus hogares e iniciaron el proceso de sistematización y expansión de la Biodanza en Brasil y en el mundo entero. En esa entrevista Rolando contó una anécdota que me marcó profundamente: estando en Brasil en los inicios de lo que llegaría a llamarse Biodanza, Rolando era tan pobre que tenía agujeros en las suelas de los zapatos y un día, en una ronda de celebración, lo alzaron en brazos y él estaba mucho más ocupado en que no se vieran los agujeros de sus zapatos que en la celebración.

Todo esto me lleva a un coraje y una perseverancia que habla de mí, de lo que estoy dispuesta a ofrecer y sacrificar para realizar un sueño que no es solo personal, sino común, con todo lo que ello implica de certera incerteza. Tenemos ejemplos maravillosos, Nelson Mandela y sus decenas de años en prisión; Martin Luther King, Madame Curie, Gandhi, y a tantos otros y otras desconocidos o no, que pasaron lo impensable y consiguieron perseverar con claridad y foco constantes, hasta conseguir aquello que vivían como Verdad. No te estoy hablando de ser famosa, sino de hacer realidad los sueños que están en armonía con el Orden Cósmico.

Cada facilitador y facilitadora biocéntrico que se forma, cuando conecta en su interior con la misión que implica nuestra profesión, de alguna manera, está vinculándose de forma consciente o inconsciente a una aventura que sólo pueden llegar a realizar aquellas almas que seamos capaces de mantenernos fieles a servir a la Vida con la sacralidad que merece, trascendiendo mares y mareas, terremotos, maremotos, tormentas, nevadas, sequías y… nos mantengamos en el centro, como hacen los hermanos árboles que en su sabiduría milenaria, se mantienen fieles a su misión de conectar Tierra y Cielo, ofreciendo lo necesario para que la Vida se de en su máximo esplendor y sigue generando más vida.

Como decía al principio, en la formación no nos preparan para lo que viene después de la titulación. Sólo la Vida nos prepara en y durante el vivir viviendo. La pregunta es ¿estás dispuesta a realizar tu sueño? ¿Hasta dónde estás dispuesta a ofrecerte en sacrificio (sacro oficio)?


Hoy me encontraba tomando la decisión de asumir la muerte de una semilla-grupo en mi ciudad, que después de cuidarla y mimarla, fertilizando el suelo donde fue plantada con mucho amor, regando sus nacientes brotes con cuidado, preservándola de los vientos secos y de las lluvias torrenciales, cubriéndola de sombra cuando el Sol podía quemar sus tallos, y todo ellos durante varios meses, finalmente no ha conseguido enraizarse y se ha marchitado hasta el punto de morir. Y sí, la decisión ha sido clara: el proceso ha terminado. Esto es así y hay que seguir. – me decía con claridad interior, aparente calma y control, fruto de todos los años que llevo facilitando procesos de integración humana. Pero mi corazón latía con más fuerza de lo habitual: estaba hablándome y he querido escucharlo.

Prestando atención, he sentido la queja de una conocida voz lejana que reclamaba una justicia ajena a la Vida, imponiendo su voluntad caprichosa y pequeña ante un Orden Superior invisible y siempre presente. La he escuchado y en silencio he decidido danzar; seguir danzando la constante y eterna mutabilidad de la Vida y el vivir. Ha sido en esa danza que he resurgido de mi llanto, humedeciendo la tierra fértil que me habita, y me he acordado (acorde sonoro que suena en mi interior) que nada hay más importante que seguir danzando la certeza de lo incierto. Soy Semilla y Jardinera a la vez y por eso me dispongo a danzar la hermosa propuesta que Rolando tituló, Iluminación de la presencia, que tiene como consigna: ir al centro de la rueda, entrar en comunión consigo misma, en intimidad, y cuando sienta el impulso natural, mostrarme lentamente, abriendo los brazos, mirando a las personas y dejándome ser mirada, en un suave y amable giro. Con la música de Suo Gan, The Ambrosina Junior Choir.

Si. Es así como queremos seguir viviendo, una y otra vez, una y otra vez, tantas veces como sea necesario, hasta que el ego pequeño limitante se disuelva como abono para la tierra que me habita y pueda seguir danzando cada vez más libre, más ligera, más consciente del vivir viviendo.

¿Nos sumamos a la siembra?

Amor y Servicio

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El laberinto y la intuición

Estoy en el presente- me digo. Hace un momento estaba en el pasado; desde allí he creído mirar el futuro y he entrado en pánico. El miedo ha dominado la escena y se me ha congelado el corazón. – ¿Dónde voy delante de tanta miseria y desolación? Las personas no tienen el menor interés en curarse del olvido, no quieren salir de su mediocridad para vivir una vida plena de sentido-. Esto es lo que mi mente me dictaba y desde ese no-estar presente, me he quedado quieta, indagando en la no-presencia. El pensamiento, conforme lo observaba, se ha ido desvelando ante de mí. Aquí te cuento qué ha revelado, porque no es sólo para mí; es para todo aquel que quiera escuchar.

Vivir una vida plena de sentido implica un enfrentamiento a la mediocridad, a la superficialidad del vivir o de lo que nos han hecho creer que es el vivir. En realidad es sobrevivir al control de un ego dominante que hábilmente se disfraza de responsabilidad, de madurez y otros estándares culturales que aquietan las angustias, pero sólo en la superficie pues actúa como un sedante instantáneo que aniquila los sentidos excepto uno. El más importante: el instinto. Éste no puede silenciarse nunca porque pertenece al alma. El instinto es el nexo de lo tangible con lo intangible, y si aprendes a escucharlo, te va dando hilo (cual hilo de Ariadna) para que continúes hasta la salida del laberinto de la mente, donde vas a encontrar hombres y mujeres cantando y danzando, celebrando la hazaña que has realizado.

Sí, hazaña. No me he equivocado, porque al sumergirme en las profundidades del laberinto de la mente, me encuentro de frente con el temido monstruo que, al mirarlo a la cara, a sus ojos, descubro asombrada su vulnerabilidad: él es yo. No hace falta luchar cuerpo a cuerpo; ya lo he descubierto, ha dejado de estar oculto (de cubrirse) y nada de lo que pueda hacer puede dañarme. Paro todos sus golpes y su furia antes que lleguen a mi campo energético. Soy la heroína de esta hazaña; sólo hay una. No pueden haber dos en este juego de la dualidad, así que al reconocer al monstruoso ser, de alguna manera he reconocido que él me habita pero ahora ya no me domina. ¿porqué? porque el presente me ha traído al alma y estando en ella he acogido al temido monstruo y en mi coraje se ha fundido, desaparecido en la forma que me habita. Es la alquimia de la materia quintaesenciada por lo inmutable: la divinidad que todo Es, que Somos.

Vivencia en palabras. Vivencia nombrada, compartida, más la cuestión es ¿cómo sostener la divinidad entre el desconcierto? ¿Cómo mantengo la lucidez de lo vivido y lo habito en mi cotidiano, cuando los imprevistos me sorprenden y me duelen?. ¿Cómo ejercito mi ser divino viviendo una experiencia terriblemente humana?

El cómo en lo individual sólo podemos hacerlo cada una de nosotras. Ahí no podemos intervenir porque vivimos en un universo dual regido por la ley del Libre albedrío que nos dice que cada quien es libre de experimentarse como decida. Ahora bien, en lo colectivo si puedo intervenir con mis acciones conscientes y una de ellas es crear espacios seguros y biocéntricos, libres de juicios y prejuicios, para ejercitarnos como aquello que somos y así crear a su vez, acciones transformadoras reales al servicio de la Vida.

Así nacen los Círculos de Cultura Lunar; para transitar el Camino de la Rosa, o lo que es lo mismo, de fuera adentro, allí donde habita la esencia más preciada de la Bella Reina Rosa. Desde su perfume podemos abrirnos, en espiral sagrada, para reconocer los lugares del camino de retorno donde suelo atascarme como ser humano y como tribu humana; donde los miedos vuelven a aparecer y me/nos paralizan y nos confunden. Desde la esencia de la Rosa puedo vislumbrar los puentes que esperan ser cruzados para vincularme de lo transitorio a lo inmutable y en ese viaje, que es aventura, no soy yo la que regreso. Soy alma jugando al juego divino de ser humana auténtica, como dice María Magdalena, no sólo humus.

La Vida me moldea como la obra de Arte Magna que Soy. Yo como el yo pequeño, sólo puede percibir la sombra que proyecta la Luz y eso da miedo; miedo a desaparecer, pero ¿quién desaparece? Desaparece la fantasía que he proyectado de mí para encantarme con la vida, pero como sólo es fantasía nunca tengo suficiente y sigo enredada a las proyecciones temporales de un amor idílico, una economía fantástica, una vida imaginada según los patrones de las creencias que se han instalado como verdades porque no tengo experiencia en escuchar el lenguaje de la INTUICIÓN, el que me vincula a lo que soy en realidad.

Qué hacemos en los Círculos de Conciencia Lunar? cosas cotidianas como dialogar, reflexionar en grupo, escribir, pintar, compartir historias de vida, que se tornan rituales a la luz del continente afectivo y metodológico de la Educación Biocéntrica. Todo recobra la sacralidad de lo viviente en el acontecer cotidiano.

¿Para qué? para construir y reconstruir el conocimiento de la Vida, con la Vida y en la Vida. Cuando construimos conocimiento desde el compartir colectivo, podemos generar acciones transformadoras reales que sirven a la evolución de la Vida generando más Vida, si podemos decirlo así.

¿Por qué en grupo? La evolución sólo puede darse cuando lo individual y lo colectivo van juntas, como ocurre con las células de todos los organismos y el universo entero. El humano es gregario, como Vida que és. El aislamiento nos mata, nos destruye. Necesitamos la comunidad y el egregor de la tribu humana genuina, y añado genuina para discriminar lo autèntico de lo sintético, o sea, lo original (divino y humano) de lo sintético (humano y máquina).

Rescatar al humano de sí mismo y devolverlo a la divinidad es una prioridad.

Si te resuena, participa de nuestros encuentros mensuales. El próximo es el viernes 11 de noviembre 2022 de 17.30 a 20.30 en Dona’t Espai de Castellar del Vallès. El tema generador de este encuentro es LA ESCUCHA.

Amor y Servicio.

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LOS TRES TABÚES HEREDADOS: INCESTO, POLIGAMIA, BISEXUALIDAD según Rolando Toro

Para Rolando Toro, la humanidad hereda a través de los padres, tres tabúes: incesto, poligamia y bisexualidad. Esta afirmación se basa en el estudio de la vivencia de la que surgen las Cinco Líneas de Vivencia que conforman la expresión de la identidad del ser y el concepto de protovivencias que son las vivencias desde el nacimiento hasta los seis meses de vida aproximadamente.

En la introducción del capítulo IV. Tomo 1. Teoría de Biodanza. Editora ALAB titulado Para una nueva mirada de la estrategia epistemológica, Rolando Toro reflexiona sobre la base que estructura los modelos teóricos que intentan explicar cómo funciona el ser humano más allá de su biología. En su visión crítica, Rolando alude a la necesidad de incluir al ser humano en su totalidad para explicarse a sí mismo, no sólo desde la razón-mente y la conciencia, sino incluyendo la emoción y la vivencia, o sea la Afectividad. Para ello se apoya en Piaget [la percepción y el pensar se comprenden cuando se incluye la motricidad y la acción], y en las investigaciones sobre la percepción llevadas a cabo por el oftalmólogo Adelbert Ames Jr., en 1946.

Para Ames, la persona ejerce un papel activo, dinámico y creativo en el acto de percibir. Más allá de un simple mecanismo “estímulo-respuesta”, se establece un diálogo o transacción entre individuo y ambiente, interpretando lo percibido según su experiencia, y reajustando su experiencia ambiental.  Así nacía el análisis transaccional del cual Ames fue el precursor.

Figura 1

Para demostrar su teoría, Ames creó una habitación trapezoidal (figura 1), construida de manera que vista de frente aparenta ser una habitación cuadrada, con una pared trasera y dos laterales paralelas entre sí, perpendiculares con el plano horizontal del suelo y el techo. El resultado es una ilusión óptica que hace que una persona caminando por la habitación parezca aumentar y disminuir de tamaño según camina.  Se usa mucho en películas y en la actualidad se ha demostrado que la ilusión puede ser creada sin usar paredes ni techo, solo colocando un aparente horizonte (que en verdad no es horizontal) y el ojo humano se basa en la aparente relativa altura por encima de un objeto situado en el horizonte.

Habitación de Ames real

En esta investigación Ames constató que cuando la persona que observaba tenía una implicación afectiva con la persona observable, la distorsión era menos intensa que con una persona extraña. También constató que la percepción en las mujeres es mucho más significativa y profunda que en los hombres. En este sentido me gustaría señalar un cuestionamiento que me hago a menudo: los resultados de estos estudios y de tantos otros, ¿serían los mismo en individuos de otras culturas que no sea la occidental, patriarcal y predominantemente de raza blanca?  En cualquier caso y retomando el tema, como síntesis podemos decir que la Afectividad incide en la percepción de lo vivido. Creamos el [conocimiento del] mundo a partir de la experiencia afectiva propia; no sólo de experiencia, sino del contenido afectivo implícito en ella.

Para Rolando Toro “es la afectividad la que organiza el pensamiento” ya que el sentido de lo vivido proviene de la misma vivencia, del “instante vivido” como dijo Wilhelm Dilthey cuando creó el concepto vivencia.

La vivencia es un modo característico y distinto en el que la realidad está ahí para mí. No se me enfrenta como algo percibido o representado. No nos es dada, sino que la realidad-vivencia está ahí para nosotros, porque nos percatamos por dentro de ella. Porque la tengo de modo inmediato como perteneciente a mí en algún sentido. En el pensamiento, luego, es cuando se hace objeto”.

Wilhelm Dilthey. Introducción a las ciencias del Espíritu.

En la vivencia no hay conflicto, no necesita decodificarla ni análisis de la conciencia. Surge dela vertiente instintiva y está sujeta a experiencias anteriores.De ahí que Rolando Toro propone el desarrollo de las Líneas de vivencia, poniendo el énfasis en el origen biológico de las vivencias y en su función teleonómica (adaptación evolutiva según una ley interna de organización), aunque, su desarrollo adulto “está impregnado de cualidades cada vez más sutiles y complejas, que a menudo hacen olvidar su génesis orgánica”, según Toro.

Las vivencias pueden agruparse en cinco líneas o canales de circulación de los potenciales genéticos: Vitalidad, Sexualidad, Creatividad, Afectividad y Transcendecia.

  • Línea de Vitalidad: se genera en el instinto de conservación, en los múltiples mecanismos encargados de mantener la homeostasis y la regulación intraorgánica.
  • Línea de Sexualidad: se genera en el instinto sexual que asegura la reproducción y el flujo genético.
  • Línea de Creatividad: es el impulso de establecer nuevas y variadas relaciones ecológicas, y transformar el medio ambiente.
  • Línea de Afectividad: como la línea de creatividad, se gesta en la biología de supervivencia, solidaridad y cohesión a la especie.
  • Línea de Trascendencia: es el impulso de renovación y reciclaje de los patrones embriológicos.

Rolando sigue su desarrollo sobre la embriología de las vivencias afirmando que “si durante los primeros meses de vida el infante encuentra las condiciones ambientales para estructurar neurológicamente sus respuestas, las Líneas de Vivencia desarrollaran la plenitud del proyecto humano. A esta fase larvaria en la génesis de los patrones de respuesta vivencial, la he denominado etapa de las “protovivencias”, que abarca las vivencias del infante en los primeros días de su nacimiento hasta los 6 meses de vida.

En las protovivencias, las Líneas de Vivencia se relacionan, además de su origen biológico, con instintos y emociones. Así tenemos que:

  • Vitalidad: movimiento (desarrollo del ímpetu vital). Instinto de conservación.
  • Sexualidad: contacto (el propio cuerpo fundido con otro cuerpo) fuente de placer.
  • Creatividad: expresión (instinto exploratorio y de expansión).
  • Afectividad: nutrición amorosa (instinto comunitario)
  • Trascendencia: armonía (instinto de fusión con la totalidad, en el medio cósmico, lo indiferenciado).

Siguiendo con el estudio de las protovivencias, Rolando afirma que los padres, inconscientemente, imponen tres tabúes fundamentales a sus descendientes (el incesto, la poligamia y la bisexualidad) que ya fueron percibidos por Freud.

Para Toro la idea de que “el niño varón entra en competencia inconsciente con su padre por amor a la madre, se debió a la incapacidad de Freud para imaginar que el niño pudiera amar y desear a ambos padres, sin competir y que normalmente el niño podría desear el amor a tres”.  Y sigue diciendo:  en realidad su deseo no es separar a los padres, sino disfrutar de un doble contacto.

Toro afirma que, en nuestra cultura occidental, en la fase de protovivencias, aprendemos (nuestros propios progenitores nos enseñan de una manera inconsciente) a amar sin desear, o sea, desvincularnos del deseo que nace de la energía sexual, parte indispensable de arraigamiento a la vida junto con la vitalidad. Somos educados para disociar amor-deseo desde nuestra primera relación amorosa que es con nuestros dos progenitores: aprendemos a preferir al progenitor del sexo contrario y a rechazar al del mismo sexo por competencia y rivalidad en el amor. Para los varones la fuente de su disociación, según Freud, sería el mito de Edipo; para las hembras, Jung introdujo el mito de Electra, que para el caso tiene la misma función: amar al sexo contrario (progenitor) y rivalizar con el mismo sexo (progenitor) para conquistar el amor deseado.

Quizás la tendencia normal del ser humano,-dice Rolando Toro- si no fuera reprimido a través de esos tres tabúes culturales básicos sería:

  • El amor incestuoso (generalizado, significa amor no disociado del sexo)
  • Amor simultáneo a dos o más personas (poligamia).

Llegados este punto me parece muy interesante ir al origen etimológico de la palabra incesto que, proviene del latín y se traduce como impuro, no-casto (la negación de castus=casto o puro). Después se sustantiva con el valor de impureza y se especializa en Derecho Romano para expresar cualquier forma de adulterio o relación sexual considerada impura y prohibida, como la que se produce entre parientes consanguíneos.

Históricamente el incesto era una práctica habitual en muchos pueblos antiguos, especialmente entre sus castas dominantes o reales (los puros) para la preservación del linaje. No tenía nada de impuro, si bien al contrario. Es en el judaísmo que el incesto es condenado, a pesar de que, por ejemplo, los hijos de Adán y Eva sólo pudieron reproducirse entre ellos. También es condenado por las culturas griega y romana, aunque los romanos en origen prohibían incluso el matrimonio entre miembros de un mismo linaje, que es como si hoy prohibiéramos el matrimonio entre dos que comparten un mismo apellido, aunque sean de familias diferentes. En Egipto, las familias faraónicas se casaban entre hermanos y progenitores con su descendencia, con objeto de preservar la pureza de su linaje solar. Entre los regentes incas, aztecas y muchos pueblos asiáticos antiguos, el medio normal y extensamente generalizado de preservación de la supuesta pureza de la sangre y el linaje era lo que hoy conocemos como algo impuro, el incesto. De esta manera la casta quedaba diferenciada por la sangre del pueblo llano. Cuando los campesinos querían casarse entre hermanos, se les maldecía con promesas de deformaciones y enfermedades a sus descendientes, con la intención de intimidarles ya que si se unían hermanos no pagaban dotes ni dividían tierras en herencia.

La cuestión que plantea Rolando en relación a los tabúes heredados, a mi entender, va más allá de la forma y de la evidencia de las palabras. Es el fondo del contenido lo que nos interesa, para no caer en discursos éticos y morales que pueden ser muy talentosos, pero no dejan de ser distracciones en bucle de juicio y prejuicio. Percibo una profundidad en la propuesta de Toro que cabe reflexionar y cuestionarnos a dónde apunta.

La sexualidad es aún la asignatura pendiente en nuestra humanidad. Hemos llenado estanterías de libros con tratados teóricos sobre el ser humano, sus relaciones, la psique, la mente, la biología, la antropología, … todas las -ías, -ísmos, -istas conocidos y por conocer y, aún hoy la sexualidad es la gran incógnita. El binomio amor-deseo sigue siendo un misterio en la comprensión del ser humano, desde la misma maternidad y paternidad.

Cuanto más estudio y más conozco teorías, pensadores, investigaciones que se llevan a cabo por todo el mundo para dar a conocer cómo funciona la Vida, qué es la Vida, cómo nos relacionamos, más me acerca a la simplicidad de la complejidad. ¿Qué es para mí lo simple? Pues justo el amor-deseo de la criatura humana al nacer, que aún no sabe a penas nada de todo el entramado contaminado de la mente adulta, y se guía por el instinto de vivir, deseando lo que le falta (la nutrición externa), creando maneras de conseguirla, impulsado por el amar lo que desea, y una vez conseguido, trascenderse en el goce indiferenciado del Amor. Este es para mí el circuito de las líneas de vivencia propuestas por Rolando Toro como expresión de la identidad del ser: vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad, trascendencia.

En este recorrido aparentemente simple, aparecen las fuerzas gravitacionales o de resistencia y es en ellas donde perdemos la brújula de nuestro viaje de Sublimación, mejor dicho, de Autosublimación, del éxtasis por el vivir mismo, de la alegría de vivir. Y es en la sexualidad, cuando surge el deseo de aquello que aún no sé nombrar pero si sé que existe porque mi cuerpo me habla de ello, (estoy hablando de nutrición física y álmica, porque no hay división en el ser), cuando la cultura dominante, nos implanta el virus de la división y nos alecciona diciendo lo que es puro y lo que es impuro, y lo hace con tanta insistencia que acabamos insertando en nuestra psique la culpa, la vergüenza y el temor de sentir lo inevitable: deseo que me empuja a recorrer el camino de Ser en el muno. Esos nuevos programas-sentimientos insertados a partir del virus de la división, van a ir minando nuestra percepción hasta destrozar la vinculación natural con la verdad que nos habita, y así, sin a penas percibirnos de ello, empezamos a amar a medias, aprendiendo a desconectarnos de nuestro Yo en mayúsculas, que sigue insistiendo y vamos encontrando de forma más fugaz y temporal, el gozo, la confianza y la alegría, que se tornan tan pasajeras que terminamos olvidándonos de nuestra esencia estelar y cósmica y nos vamos quedando pequeños, insignificantes, casi imperceptible, muriendo cada día un poco más en nuestra insignificancia.

Revisar la sexualidad, el amor-deseo, es clave en este nuevo paradigma biocéntrico al que estamos irremediablemente abocadas a vivir, queramos o no. Porque somos parte de este ciclo cósmico que nos lleva a cerrar y abrir nuevas etapas existenciales que consolidan el camino de la sublimación, donde el morir es un paso más de nuestra inmortalidad.

¡Se me ocurre tanto para hablar al respecto de la sexualidad!. De principio podría decir que los nativos americanos, por poner un ejemplo, viviendo toda la familia en un tipi, durmiendo todos sin separaciones de habitaciones ni muros ni puertas ni cortinas, practicando la sexualidad de una forma natural, ¿tenían tantos trastornos como los que padecemos las sociedades occidentales? Nos cabe revisar con profundidad ¿desde dónde estoy mirando el vivir? ¿Desde dónde estoy viviendo? ¿Cuánto hay de deseo en mi vivir? ¿qué es desear? Creo que hay mucho para sanar en nuestra sociedad, y la mayor parte proviene de la sexualidad, de la energía que impulsa la creación a partir del deseo. ¿Sabemos canalizar el deseo? Es más, ¿lo conocemos en realidad? ¿Qué opinas tú?

La línea de vivencia de la Sexualidad en Biodanza

La palabra sexo (sexus) del verbo secare (cortar) define separación. Crea que la separación a la que se referencia no es tanto al macho de la hembra, que también, sino a la percepción del Yo como algo separado que desea algo fuera de sí. Antes del siglo XVII siempre iba acompañado de los adjetivos viriles o mulieris. ¿será por eso?. Lo que sí está claro es que la sexualidad, en la historia de la humanidad, está vinculada al poder; no al verbo poder cuya primera persona es Yo puedo; sino al poder cuyo yo se torna centro y se enferma con la plaga del egocentrismo. Ese mismo poder usado para el Bien Común y la Vida es el camino que nos toca recorrer en esta nueva era.  

En cualquier caso, la línea de vivencia de la sexualidad en Biodanza crea el continente y el contenido afectivo propicio para que nos despojemos gradualmente de creencias limitantes, costumbres y verdades impuestas por una determinada cultura que nos condiciona nuestra expresión y nuestras relaciones. Aprender a canalizar la energía sexual para que sea un placer no sólo en la cama, sino en las relaciones sociales, en la economía, la política, en las relaciones familiares, usándola no para dominar ni poseer sino para aprender a disfrutar un goce eternamente renovado, de cuerpo y alma en perfecta sincronización, extendiéndose más allá del momento del orgasmo y trascendiendo a la cultura, haciendo de los habitantes de Gaia una tribu humana alegre, feliz, en armonía con la Vida.

Confío que entiendes que la dimensión de mis palabras trasciende la genitalidad; que no defiendo el incesto tal y como lo entendemos hoy, ni la poligamia, ni la bisexualidad, siendo yo misma bisexual. Mi intención es ir más allá de los conceptos que la cultura nos ha impuesto. Observa lo que “normalizamos” en materia sexual y lo que prohibimos, lo que permitimos y lo que criticamos, lo que callamos y verbalizamos. Hay muchas contradicciones y muchos silencios. Nuestra sociedad quizás sí necesita que volvamos a dormir con nuestros bebés en una única habitación, en una única cama, para recordar el afecto y el deseo unidos en el contacto indiferenciado cuerpos queridos. Claro está que con eso no es suficiente. Nos hace falta la voluntad de reeducar nuestros pensamientos y enfocarlos en la Vida, no la que nos han enseñado que es, sino la de verdad, la que nos hace libres. Quizás si pudiéramos vivir el erotismo del amamantamiento sin culpas ni vergüenzas, o las caricias de nuestros hijos e hijas con nuestros cuerpos desnudos de ropa y también de intenciones, recordaríamos que estar desnudos y desnudas, sin nada que ocultar, no es un pecado, es un derecho y hasta un deber.

Espero que mis palabras te lleguen a ese lugar de no-juicio y, de allí puedas abrirte a la reflexión sobre qué papel desempeñas tú en esta trama.

Amor y Servicio

NOTA: este artículo ha surgido por inspiración de Paula al invitarme a revisar el citado texto de la teoría de Biodanza. Gracias.

Notas de navegación

Ser en el mundo desde la mirada biocéntrica

La primera vez que escuche la frase “Ser en el mundo”, fue en la formación de Biodanza. Me causó una impresión difícil de describir porque no había nada que entender, que analizar ni discernir. Es pura vivencia, es corporeidad viviente.

Llevamos siglos de adiestramiento sistemático para desconectarnos de la corporeidad viviente. La religión católica, apostólica y romana junto con las élites del mundo, fue minando progresivamente todo intento de vivenciarnos como seres humanos que somos. Su estrategia ha sido la de “divide y vencerás” y tomando como verdad está máxima, nos dividieron en cuerpo, mente y alma de tal manera que el cuerpo se convierte en fuente de pecado y sufrimiento, la mente debe entrenarse para dominar las tendencias perniciosas del cuerpo, y el alma, la única vía de salvación al pecado original que todos arrastramos, y solo puede ser conducida a buen puerto por la obediencia a sacerdotes, párrocos, gurús y otros especímenes predominantemente masculinos, dotados de esa “gracia divina” para conducir el rebaño del Señor, que por casualidad sigue siendo masculino.

El panorama ha sido devastador y las consecuencias siguen presentes, aunque empecemos a vislumbrar la luz entre tanto intento de mantenernos en la oscuridad.  No es que hayamos aprendido mucho de todo lo vivido, es que la insistencia de mantenernos como esclavas y esclavos de lo innombrable (no por divino, sino por ignominioso, brutal, violento, infame y todo lo que se te ocurra en términos gramaticales y sintácticos) ha llegado a un punto de inflexión que, o nos transformamos por dentro y por fuera (aunque el fuera es pura consecuencia), o literalmente nos convertimos en zombis de una sociedad muerta, acabada, putrefacta, con un intenso olor fétido de descomposición, aunque se intente disimular con dulces fragancias sintéticas.

A mi entender, el engaño se produce cuando empezamos a interpretar la dualidad como un fin en sí misma y no como parte de un proceso evolutivo que, podemos decir, se manifiesta a partir de la trinidad, o sea, Luz-Sonido-Forma, Padre-Madre-Hijo, Brahma-Vishnu-Shiva, y todos los grupos trinos de nombres que puedas encontrar a lo largo de la historia de la humanidad.

Si nos paramos a pensar con detenimiento, la dualidad no se sostiene por sí misma, es pura ilusión. Su base es inestable a no ser que encontremos el punto de equilibrio entre un extremo y otro. Ese punto medio se ha obviado durante los últimos milenios, ya sea por inercia evolutiva, por interés o por lo que sea que sea, el punto de equilibrio, el único que hace que la dualidad exista, que se sostenga como forma y metáfora de la Vida, es la clave de Ser en el mundo. ¿Será casualidad que ese punto clave sea precisamente femenino? Obviamente no. Lo femenino ha sido ocultado, invisibilizado, manipulado, despreciado, violado, humillado, ahogado, vapuleado, borrado y pisoteado, por decir algo de lo mucho hecho, hasta el punto de hacernos creer lo que ha interesado a la élite sostenida por la desnaturalización de lo masculino, pues cuando se vive en los extremos de lo que sea que es, perdemos la perspectiva de lo real, y digo real, no como realidad, sino como realeza, o sea como Reino porque, otra cosa que nos han ocultado es que ser humano es ser reina y rey de este reino (terrenal y divino ) que es la Tierra, Gaia o como quieras llamarla en sus distintos nombres.

¡Qué distinto es sabernos reyes y reinas a vivirnos como esclavos y esclavas! Ser humano, la belleza de ser en el mundo es asumir nuestra realeza y servir a la Vida, la Gran Señora, la Gran Dama, la Madre de todos los seres. Ese es nuestro único y real deber soberano. Para que así sea, se hace improrrogable el rescate del Sagrado Femenino, y digo sagrado porque quiero hacer énfasis en la sacralidad de la vida, no porque haya algo profano; todo es sagrado, nada se escapa a lo sacro, incluso lo que nos parece imposible, sigue siendo sagrado. La sacralidad de la vida es Unidad, una Unidad trina, sostenible y viviente, que se mantiene más allá del tiempo, y que ahora es el momento de restaurarla en lo cotidiano.

El rescate del Sagrado Femenino no es levantar una bandera en pro de una visión, un derecho, un deber, o algo parecido a la lucha reivindicativa del movimiento feminista, sin ánimos de desacreditar todo lo conseguido hasta el día de hoy. Tal y como yo lo vivo, el Sagrado Femenino es asumir ese punto medio como parte indivisible de la construcción y la manifestación de la Vida. Rescatarlo y restaurarlo a su verdadero lugar para posicionarnos como auténticos humanos asumiendo nuestra grandeza, que no es otra que la de Ser en el mundo lo que ya somos.

Dicen los sabios de la India: no somos olas en el océano; somos el océano manifestándose como olas. La ciencia sagrada, la que fue transmitida oralmente y de la que se mantienen los escritos antiguos como el Bahagavad Guita or nombrar uno de ellos, nos dice que somos energía manifestándose en infinidad de formas complejas en un universo holográfico. No somos seres viviendo la Vida, somos la Vida manifestándose como seres. No somos cuerpos viviendo, somos corporeidades vivientes. Este es el mensaje ocultado durante los últimos milenios y custodiado por hombres y mujeres de todo el planeta para que, llegado el momento, resurja a la luz de nuevo e instaure el antiguo y eternamente renovado Bien, como lo llamaban las sacerdotisas de Isis a lo que después se tradujo como Dios, curiosamente masculino. En los pueblos originarios que aún hoy conservan sus tradiciones y ritos, se habla de Dios como tal. No existe la palabra Dios. Se honra al Cielo, a la Tierra, al Gran Espíritu, que no necesitan ser divinos porque en sí mismo, no hay nada que no lo sea. Dios es un artificio creado para convencernos de que existe algo superior a nosotros que rige el universo y al que no podemos acceder si no es mediante los que sí pueden, que son hombres de Dios, curas, párrocos y obispos y demás. ¡Qué sencillo es percibir lo divino como Bien sin más. No ese bien que tiene un mal, sino ese bien que es único en sí mismo, como el bien común, el bienestar, el bienvivir, sin divisiones que nos separen y nos aíslen del proceso evolutivo de la propia Vida que es infinita, única y eterna en su danza cósmica.

Quizás puedas preguntarte ¿Qué tiene que ver el Sagrado Femenino con la cultura biocéntrica y el paradigma biocéntrico? Pues en realidad todo, porque el Femenino Sagrado es la veneración a la Fertilidad representada por la figura femenina, generalmente rodeada de un hálito casi siempre dorada en forma de vulva. Las esculturas antiguas encontradas en Mesopotamia, Egipto, y muchos lugares del mundo, hacen referencia a la simbología femenina con marcadas formas sexuales, símbolo de la Fertilidad en mayúscula. Y ¿qué es la Fertilidad en mayúsculas sino la Vida en sí misma?, pero al nombrarla, no podemos quedarnos con el sustantivo sin más, ya que corremos el riesgo de confundirla con algo de nuestra propiedad, de nuestro uso, algo que podemos vender y comprar, usar, romper y agotar. La Vida es sagrada y es en Femenino porque es en la forma de la mujer que se manifiesta la gestación de lo viviente; es en su vientre bendito donde se nutre la creación, y en sus pechos donde brotan los manantiales del maná bendito que alimenta lo creado. Es en Femenino, en el Sagrado Femenino donde la Madre Naturaleza, la Madrecita, Pachamama, Gaia y todos los nombres por los que se la conoce en todas las lenguas del planeta, se manifiesta como la fortaleza de ser autofecundada por la Gracia de Ser en el Mundo, de recibir la Luz en su recipiente interno y hacer que broten nuevos tallos nutridos por la unidad del Corazón.

Se empeñaron en desteñirla, en sacarle su tez morena, mulata, negra, en cambiar su cabellera negra azabache por rubio celestial, incluso las hay que las pintan con ojos azules y tez tan blanca que recuerda más a una anémica que a la mujer viva que es. El Sagrado Femenino es como es y está en cinta; está preñada de la nueva humanidad que ya se ha cansado de mirar al cielo esperando que la salven y finalmente se ha decidido a mirar a la Tierra y contemplar cuánto hay en Ella para recordar.

La memoria conforma la identidad individual y colectiva. Este es el momento de recuperar la memoria que ha sido preservada por hombres y mujeres comprometidos con la verdadera humanidad, la auténtica humanidad, que se levanta una y mil veces como nos enseña la Gran Madre, que brota aún en la dureza de los altos muros construidos para separar y hacer la guerra para conquistar lo que nunca puede ser conquistado por la violencia. Ella conoce el sufrimiento, el hambre, la traición, la humillación, la violación y aún vuelve a levantarse de sus gestos despedazados (como decía Rolando Toro) para reencontrar en sí misma, la fuerza inequívoca del Amor que es Uno y es trino, es dualidad y unidad, es todo y las partes, como el holón (el todo y laa parte a la vez).

Es así como el paradigma biocéntrico se instala en los diálogos de antropología, de teología, de cuántica, de biología, de economía, … y cada vez más. Por eso necesitamos espacios biocéntricos de diálogo liberador, de aprendizaje-desarrollo, de vivencia y acción transformadora que revisen una y otra vez la validez de la propuesta para no caer de nuevo en los mismos errores antropocéntricos, pues su memoria está aún muy presente en las células que nos habitan y es fácil caer en la trampa. De aquí, que ser facilitadora y facilitador de Biodanza y educadora biocéntrica toma pleno sentido en este mundo de hoy, aquí y ahora.

Hay mucho que hacer deshaciendo, mucho que nombrar en las palabras y los silencios. La Madre nos invita desde siempre, nunca se ha cansado de hacerlo. El que tenga oídos para escuchar, que escuche la Voz que habita en su interior, no la tuya, la personal, la Suya que es la Nuestra, que es la de la Vida, la de la Madre, la del Femenino Sagrado que junto al Masculino Sagrado dan a luz la nueva humanidad.

Amor y Servicio