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Cuando la semilla-grupo no arraiga y termina muriendo

Cuando salimos de la formación de Biodanza, con nuestro título en mano y el corazón ardiente de deseo por iniciar grupo y expandir la Biodanza que tanto bien nos ha hecho en lo individual y tanto bien hace en lo colectivo, la realidad que en general nos espera es algo que nadie nos ha preparado para vivirla.

Una etapa nueva se abre ante nosotras: buscar sitio apropiado para nuestras sesiones, con las condiciones adecuadas que sabemos que apoyan el proceso de integración; negociar con la dirección del centro donde vamos a llevar a cabo la actividad; hacer la publicidad y distribuirla; programar sesiones de presentación para dar a conocer la Biodanza con la intención de abrir grupo; poner precio a nuestro servicio, … y eso cuando estamos enfocadas en la biodanza de salón que llaman. Cuando el foco que nos mueve es el ámbito social, la trayectoria cambia: buscar qué institución, asociación, empresa u organización puede encajar en la propuesta que queremos ofrecer; contactar con las personas responsables para presentar el proyecto que previamente hemos escrito ajustándose al modelo singular de cada entidad; buscar proyectos afines donde ofrecer nuestros servicios dentro de un equipo multidisciplinar o en solitario; hacer presupuestos; coordinar agendas para reuniones con políticos, directores o quien sea que lleve el departamento que se encargue de valorar nuestro proyecto,… por no mencionar la parte legal: darnos de alta como autónomas o como actividad no-lucrativa, seguro que cubra posibles daños a los participantes, … y un montón de cosas más con las que nos vamos a encontrar, sea el ámbito que sea en el que decidamos enfocarnos. Nadie, repito, nadie nos prepara para esta etapa, ni para las que vendrán cuando ya estemos ejerciendo como facilitadoras, a no ser que tu experiencia profesional y personal previa a la facilitación, encaje con los objetivos de esta nueva etapa como facilitadora biocéntrica.

En verdad, suele ser una etapa del camino en solitario, de mucha dedicación, poca experiencia tanto en la praxis como en “vender” el servicio que ofrecemos, escasos o nulos conocimientos de marketing, publicidad, negociación, y altas dosis de frustración, inseguridad, miedos varios y, sigo insistiendo, mucha soledad. No siempre es así, pero en general esa es la realidad. Tampoco nadie nos dijo que iba a ser fácil, así que la queja no tiene sentido; quizás.

Hablando con un compañero facilitador de Argentina, él decía que Rolando nunca andaba solo, ni ninguno de los “grandes” andan solos, siempre van acompañados. Sí, pienso yo, aunque muchos de ellos han andado solos cuando la Biodanza era una quimera y fueron ellos y ellas los que, quizás impulsados por la necesidad de comunidad biocéntrica, permanecieron unidos aun en su peregrinaje solitario y soñador, y esa unión es la que hoy ha hecho que Biodanza esté en todo el mundo, o quizás no es así y sólo es un hacer solitario que se combina con otros haceres solitarios que se unen para seguir en una soledad compartida.

Y esto me ha llevado a recordar a algunas de mis maestras biocéntricas amadas, viajando a países lejos de su hogar, sembrando la Biodanza en tierras ajenas, a veces sin saber el idioma incluso, con un coraje incansable que las llevó a sembrar semillas-grupos, enraizarlos en tierras fértiles, acompañarlos en su crecimiento hasta llegar a ser árboles-escuela que hoy existen en su mayoría, al menos en la Península Ibérica, que es donde yo vivo y lo que más conozco. ¿Acaso eran mujeres y hombres diferentes a nosotras? ¿Serían tiempos más propicios antes que los presentes? Reflexionando sobre todo ello, siento que no.

Recuerdo una entrevista a Rolando en una televisión italiana, cuando Rolando acababa de llegar a Italia y empezaba su difusión con Eliane Matuk a su lado. Rolando explicó sus inicios en Brasil, cuando lo expulsaron de Argentina y fue acogido por compañeros brasileros, entre ellos Cézar Wagner, que creyendo firmemente en su propuesta biocéntrica, lo acogieron en sus hogares e iniciaron el proceso de sistematización y expansión de la Biodanza en Brasil y en el mundo entero. En esa entrevista Rolando contó una anécdota que me marcó profundamente: estando en Brasil en los inicios de lo que llegaría a llamarse Biodanza, Rolando era tan pobre que tenía agujeros en las suelas de los zapatos y un día, en una ronda de celebración, lo alzaron en brazos y él estaba mucho más ocupado en que no se vieran los agujeros de sus zapatos que en la celebración.

Todo esto me lleva a un coraje y una perseverancia que habla de mí, de lo que estoy dispuesta a ofrecer y sacrificar para realizar un sueño que no es solo personal, sino común, con todo lo que ello implica de certera incerteza. Tenemos ejemplos maravillosos, Nelson Mandela y sus decenas de años en prisión; Martin Luther King, Madame Curie, Gandhi, y a tantos otros y otras desconocidos o no, que pasaron lo impensable y consiguieron perseverar con claridad y foco constantes, hasta conseguir aquello que vivían como Verdad. No te estoy hablando de ser famosa, sino de hacer realidad los sueños que están en armonía con el Orden Cósmico.

Cada facilitador y facilitadora biocéntrico que se forma, cuando conecta en su interior con la misión que implica nuestra profesión, de alguna manera, está vinculándose de forma consciente o inconsciente a una aventura que sólo pueden llegar a realizar aquellas almas que seamos capaces de mantenernos fieles a servir a la Vida con la sacralidad que merece, trascendiendo mares y mareas, terremotos, maremotos, tormentas, nevadas, sequías y… nos mantengamos en el centro, como hacen los hermanos árboles que en su sabiduría milenaria, se mantienen fieles a su misión de conectar Tierra y Cielo, ofreciendo lo necesario para que la Vida se de en su máximo esplendor y sigue generando más vida.

Como decía al principio, en la formación no nos preparan para lo que viene después de la titulación. Sólo la Vida nos prepara en y durante el vivir viviendo. La pregunta es ¿estás dispuesta a realizar tu sueño? ¿Hasta dónde estás dispuesta a ofrecerte en sacrificio (sacro oficio)?


Hoy me encontraba tomando la decisión de asumir la muerte de una semilla-grupo en mi ciudad, que después de cuidarla y mimarla, fertilizando el suelo donde fue plantada con mucho amor, regando sus nacientes brotes con cuidado, preservándola de los vientos secos y de las lluvias torrenciales, cubriéndola de sombra cuando el Sol podía quemar sus tallos, y todo ellos durante varios meses, finalmente no ha conseguido enraizarse y se ha marchitado hasta el punto de morir. Y sí, la decisión ha sido clara: el proceso ha terminado. Esto es así y hay que seguir. – me decía con claridad interior, aparente calma y control, fruto de todos los años que llevo facilitando procesos de integración humana. Pero mi corazón latía con más fuerza de lo habitual: estaba hablándome y he querido escucharlo.

Prestando atención, he sentido la queja de una conocida voz lejana que reclamaba una justicia ajena a la Vida, imponiendo su voluntad caprichosa y pequeña ante un Orden Superior invisible y siempre presente. La he escuchado y en silencio he decidido danzar; seguir danzando la constante y eterna mutabilidad de la Vida y el vivir. Ha sido en esa danza que he resurgido de mi llanto, humedeciendo la tierra fértil que me habita, y me he acordado (acorde sonoro que suena en mi interior) que nada hay más importante que seguir danzando la certeza de lo incierto. Soy Semilla y Jardinera a la vez y por eso me dispongo a danzar la hermosa propuesta que Rolando tituló, Iluminación de la presencia, que tiene como consigna: ir al centro de la rueda, entrar en comunión consigo misma, en intimidad, y cuando sienta el impulso natural, mostrarme lentamente, abriendo los brazos, mirando a las personas y dejándome ser mirada, en un suave y amable giro. Con la música de Suo Gan, The Ambrosina Junior Choir.

Si. Es así como queremos seguir viviendo, una y otra vez, una y otra vez, tantas veces como sea necesario, hasta que el ego pequeño limitante se disuelva como abono para la tierra que me habita y pueda seguir danzando cada vez más libre, más ligera, más consciente del vivir viviendo.

¿Nos sumamos a la siembra?

Amor y Servicio

1 comentario en “Cuando la semilla-grupo no arraiga y termina muriendo”

  1. Infinitas Gracias por estas palabras que alientan el caminr y danzar, por exponerlas con tanta claridad, transmitiendo saberes personales y acercando palabras y vivencias de Rolando.
    Gran abrazo querida compañera de Vida!
    Isabella

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