Biodanza

Cerramos el ciclo de las Mujeres Jardín

Hacía días que sentía que el ciclo con las Mujeres Jardín estaba completándose y era el momento de la despedida. No es fácil enfrentar este sentir cuando llevamos cuatro años juntas, viviendo un universo entero de emociones, anécdotas, despedidas a compañeras que partieron para reunirse con las estrellas, mañanas de frío invierno y calor de verano en una de las plazas del pueblo resistiendo la separación impuesta por la situación mundial, alegrías, llantos, confidencias, miradas, abrazos de hermanas, caricias de cuido y tanto más que ya pertenece a nuestra piel, a nuestra alma, a nuestra historia de vida para siempre.

Ellas, mis Mujeres Jardín, las mujeres sabias del Clan de las Abuelas, llegaron a mi vida cuando mi corazón necesita mares de amor. Había estado trabajando casi dos años con trabajadoras sexuales, prostitutas, putas como se llaman ellas a sí mismas, y me había quedado seca de afecto, o así me lo pareció a mí. Demasiada dureza para mi corazón. Necesitaba danzar con otras mujeres y hombres desde otro lugar más amable con la vida, más lento, más apacible, y después de un tiempo de reposo, sentí la llamada del Clan de las abuelas y los abuelos. Busqué la manera de hacer Biodanza con ellas y ellos y en Cruz Roja de mi pueblo, Castellar del Vallés, nos abrieron las puertas con gusto.

Ya sabes que en todos los grupos de desarrollo personal, de autoconocimiento o entornos vinculados en éste ámbito, la afluencia de mujeres es mucho mayor que la participación de hombres. Ocurre mucho más cuando las edades del grupo corresponden a mayores de 70a; no sólo por cultura sino también por índice de mortalidad. Estadísticamente los hombres mueren antes que las mujeres, así que el grupo de iniciación a al Biodanza para personas mayores de 65a, se convirtió en un grupo de mujeres que con el tiempo bautizamos como Mujeres Jardín. ¿por qué? porque son verdaderas flores que año a año expanden su perfume generosamente.

No te voy a contar anécdotas y vivencias de nuestro recorrido juntas durante estos cuatro años maravillosos porque aquí en la web, con la etiqueta «Mujeres Jardín» vas a encontrar mucho material. Mi interés hoy es compartirte lo que han significado para mí y la huella que ha dejado en mi vida.

Las ancianas y ancianos de la tribu humana siempre me han fascinado. Me acuerdo de mis abuelos, especialmente de mi abuelo materno con el que convivíamos hasta que murió. Recuerdo sus canciones, sus anécdotas de la guerra, el hambre que habían pasado, sus juegos infantiles, la muerte de dos de sus hijos, su habilidad para arreglar «provisionalmente» todo lo que se estropeaba en casa, su sabiduría adquirida con la experiencia de toda una vida buscando siempre la libertad y la felicidad, su inmenso amor por mi abuela Catalina que murió cuando yo tenía cuatro años, la oración que nos enseñó a mi hermana y a mí cuando mi papá estaba muriéndose poco a poco,…

Recuerdo que cada día en la mañana, venían a visitarlo a la tienda de mi mamá, un viejo amigo y su hermano menor. Se sentaban en una esquina de la boutique y pasaban el rato. Yo los escuchaba hablar en la distancia. A veces estaban callados mucho rato, sin decir nada; solo estaban allí y era natural. Otras veces discutían por desacuerdos que nunca llegaban a ninguna parte más que al momento presente. El afecto era lo más importante, el afecto verdadero.

Después, con el tiempo y el hacerme mayor, he tenido la suerte de trabajar durante algunos años con ancianas y ancianos en residencias asistidas, en hogares tutelados y en sus propios domicilios. He aprendido de ellos y ellas muchas lecciones que conservo en mi interior como tesoros. A veces no era fácil lidiar con su amargura, con su resentimiento, con sus demencias,… aún así, cuando consigues entrar en su código y te paseas por su ritmo desacelerado escuchando sus sentires, sus anécdotas, sus pausas y silencios, sus miradas que a veces se congelan en el tiempo que fue y les dejó nostalgia,… todo toma un sentido más tierno, más lúcido, todo se relativiza, porque pertenecer al Clan de los Abuelos y las Abuelas sabias de la tribu humana, es un derecho que sólo se adquiere por merecimiento. No todas y todos lo consiguen.

Yo he tenido la gran suerte de encontrarme con auténticas Mujeres Jardín que han colmado mis días de ilusión por nuestros encuentros, por compartir saberes y sentir su corazón florecer, por acompañarnos mutuamente y hacerme sentir que yo también he sido un miembro de su clan. Con la práctica de la Biodanza y la Educación Biocéntrica, han descubierto dones y talentos que permanecían a la espera de ser reconocidos; y sí lo hemos conseguido: han surgido poetas y escritoras, han recuperado sus cantos y juegos infantiles, hemos cantado y bailado como se hacía antes o como se hace cuando eres niña y todo es perfecto tal como es aunque no lo parezca, hemos paseado del bracito y se han disfrazado, bailado, pintado, recitado,… Hemos hecho fiestas y compartido recetas sabrosas hechas con amor,…

No hay palabras suficientes para contarte todo lo que ha significado para mi vida encontrarme con ellas. Solo puedo decir gracias. Me siento en Gracia por haber compartido con vosotras cuatro años de profunda amistad. Ahora la vida nos lleva a despedirnos, como cuando danzamos en Biodanza y luego de un rato toca la despedida para encontrarnos con otras; pues lo mismo. Ahora es momento de despedida.

El último día, justo el martes 1 de marzo, nos encontramos por última vez en nuestro Círculo de Saberes. Disfrutamos del mural que habían hecho en mis tres semanas de ausencia. Aquí más abajo te dejo las fotos. Compartimos los sentires y nuestra Dama de Noche nos invito a chocolate deshecho en una cafetería próxima.

Este mural fue hecho con la intención de dejar un mensaje a los adolescentes y jóvenes de estos tiempos: «No os desanimeis. El mundo está cambiando y necesita de vosotros y vosotras. Sois como gusanos que se transforman en lindas mariposas». Pintaron mandalas, escogieron fotos hermosas, escribieron sus sentires y crearon este mural, nuestro último recuerdo.

El vínculo está hecho para siempre. Nada podrá borrarlo jamás. Estamos unidas por la piel y el corazón. Nos amamos.

Amor y servicio.

Biodanza

La palabra sentida de las Mujeres Jardín

Me maravilla ver sus rostros cuando entran en la sala. Las veo y las siento sólo mirándolas. Ellas preparan las sillas para nuestra rueda sagrada mientras, yo acomodo el equipo para que todo suene bien. Llegan puntuales. Vienen con el corazón lleno de bienaventuranza, colmadas del bien común compartido que se expresa en sus palabras, silencios, miradas y en el tacto. ¡Cuánto bien nos hace el contacto!.

Hacía días que no escribían las Mujeres Jardín. Son tiempos de movimientos internos y externos; tiempos para observar y dejar que el silencio nos guíe. Hay mucho barullo en el mundo y en el Jardín de las Mujeres poetas, nos recogemos para que el aroma del Jazmín en flor, vuelva a penetrar el alma y la Rosa recupere su perfume; el Clavel andaba apurado: sentía su cabeza hueca pero ahora parece que ya pasó y de nuevo se ríe y está alegre; nuestra Margarita – una nueva flor del jardín- luce satisfecha y la Dama de Noche sonríe mientras danza y esparce su aroma. La violeta sigue en flor después de un descompuesto y la Flor del Higo Pico va y viene a ritmo tropical. La Azucena anda pa dentro: demasiado sol la quema y nos ha pedido un poco de sombra fresquita para descansar de tanto calor. Así que vamos despacito, con calma, danzando el final de una primavera y el nacimiento de un nuevo verano.

Volver a flexibilizar sus corporeidades está siendo toda una experiencia. Un año y medio sin biodanzar es mucho tiempo para el alma y mucho más para sus añejos tallos, porque el alma se ha nutrido de la constancia de nuestros encuentros, que aunque no danzábamos en la sala, lo hacían nuestras palabras en la plaza, pero el cuerpo, sus hermosos y lozanos tallos se han resentido de la fría noche pandémica y hay que ir poquito a poco para que se acostumbren a las notas del agua bendita que nos riega.

La semana pasada ocupamos el espacio de nuestra rueda verbal con algún tema que no recuerdo y no tuvimos tiempo para la lectura de sus escritos, así que esta semana, lo primero que hicimos fue escuchar a nuestras poetas y escritoras. Son tan hermosos sus escritos, tan delicados, tan sinceros que te los transcribo aquí debajo, con su permiso, para que veas que no te miento ni exagero. Aquí lo tienes:

Autora: Azucena. Escrito el 7 junio 2021

Hola, Hola a todas. Os cuento como me fue la semana pasada en Biodanza.

Me sentí tan relajada y tan bien… La clase estuvo muy acertada, para mí por lo menos; esos ejercicios que me llevan a otro lugar, que me hacen sentir en el Jardín de las Flores que tenemos en Biodanza, como una yedra que trepa por las paredes buscando la sombra de mis compañeras; cuando abro los ojos y las veo, me da alegría y me doy cuenta que ellas también lo sienten así.

El otro día una señora me preguntó qué hacíamos en Biodanza, si bailábamos. No supe explicarle; sólo le dije: – Hay que vivirlo para sentirlo. Eres otra. – Aquí levantó la miradas y nos miró a todas sonriendo satisfecha. Luego siguió leyendo- . Mucho amor para este lindo grupo.

Autora: Margarita. Escrito el 7 junio 2021

Queridas compañeras y mujeres de Biodanza. Estoy muy contenta de poder compartir con vosotras estas dos horas en compañía de nuestra maestra Teresa que nos dice las cosas con tanto cariño que me llegan al alma. Así que cuando termina la clase, estoy relajada y feliz.

Autora: Dama de Noche. Escrito del 24 de mayo 2021.

Saludos compañeras,

Ya tenemos las puertas abiertas en el espacio que tanto hemos echado en falta. El pasado martes, fue una gozada danzar de nuevo juntas. No recuerdo los temas, fueron varios: el círculo, la rueda, el silencio, las risas, el juego de palmas, … La propuesta fue hermosa, escuchando la cajita de música que nos guiaba. Fue precioso.

Al salir de la sesión, no escuché ni una queja (me duele eso o aquello). Gracias.

Hay Mujeres Jardín en todas las comunidades pero la tribu humana se ha olvidado de que vive en un jardín y que hay que regarlo con el agua del Amor y la escucha. Las personas han aprendido a decir muchas cosas, a dar su opinión, a quejarse, a opinar,… pero han olvidado el arte de escuchar. ¡Hay tanto para escuchar de las Mujeres Jardín del mundo entero!.

Ellas, las de este jardín hermoso que cuidamos desde hace cuatro años, saben que lo que escriben y compartimos con todas vosotras aquí en las redes, llega a todo el mundo: Chile, Argentina, Uruguay, España, Colombia, Estados Unidos, Venezuela, Italia, México, Francia, Portugal, Perú, Suecia, Reino Unido, Venezuela, Rusia, Irlanda, Ecuador y Brasil. Creo que no me he dejado ningún país. Para ellas es una bendición ser inspiración para tantas personas que ni conocen pero que con certeza nos une el amor a la vida, a la sacralidad de la Vida que Rolando Toro y sus colaboradoras y colaboradores, tejieron en este sistema maravilloso llamado Biodanza.

Biodanza es música, grupo, consigna y vivencia en su más sublime expresión. Se expande en ondas de vibraciones-Amor que nos habitan dentro y fuera, mientras danzamos unas con otras, en las otras y en la totalidad, en movimiento constante, eterno, siempre renovado, renacido, autoreferenciado en la Vida que somos.

Ellas danzan y lo cuentan con sus hermosas palabras que brotan de la tierra cultivada de sus vidas y experiencias. Ellas danzan y cuentan lo que brilla en su corazón aún estando en silencio.

Te invito a que dejes un comentario para ellas. Una frase, una palabra, un sonido, un afecto. Todas somos Una.

Amor y Servicio.

Biodanza

Reanudamos las sesiones de Biodanza con las Mujeres Jardín

Mujeres jardín es un proyecto biocéntrico de mujeres poetas y escritoras del grupo regular de Biodanza +65a en Castellar del Vallés, que se inició en septiembre de 2017 hasta hoy.

A mediados del mes de marzo del 2020, dejamos de danzar. La situación excepcional nos lo impedía. Desde entonces hasta hoy, 11 de mayo 2021, no hemos podido volver a practicar la Biodanza aunque no hemos dejado de encontrarnos. De marzo a finales de abril del 2020 estuvimos esperando como se desarrollaba la situación, pero había necesidad de encontrarnos: la tristeza se instalaba poco a poco y decidimos encontrarnos a mediados de mayo en una de las plazas del pueblo, a la sombra de grandes árboles de moras. Cada semana hasta julio nos fuimos encontrando, con descanso en agosto y de nuevo en septiembre; no era Biodanza porque ellas no se encontraban disponibles para exponerse en público, pero generamos un espacio biocéntrico de compartires, aplicando la Metodología Integrativa Biocéntrica (MIB), con temas generadores que surgían y Círculos de Cultura. Esos encuentros fueron esenciales para mantener el ánimo que se desvanecía ante la perspectiva de nuevos confinamientos y medidas más drásticas.

Y sí, seguimos adelante. Cuando el frío empezó a parecer, el local de Cruz Roja del pueblo volvió a abrir las puertas y nos encontramos allí, siguiendo las medidas sanitarias aconsejadas. Desde diciembre hasta marzo de este año, o sea 3 meses, volvieron los confinamientos y sin encuentros, la tristeza de las mujeres se iba instalando en las mismas entrañas, así que decidimos encontrarnos en otra plaza del pueblo, donde el sol nos podía calentar bien y así lo hicimos. Bien abrigadas y al sol.


Si quieres saber el recorrido que hemos hecho juntas desde septiembre de 2017 hay hoy, te recomiendo que visites los artículos anteriores donde podrás encontrar toda la historia. Hemos pasado momentos de todos los colores, con la muerte de algunas compañeras, el duelo, la despedida, la carencia de abrazos y contacto, la necesidad del afecto del grupo para sostener tanto aislamiento, el apoyo telefónico, … y siempre hemos encontrado la manera de seguir encontrándonos, creando espacios significativos donde acompañar los procesos de cada una y de todas.

Hace dos meses atrás, en el pueblo organizaron el 2º concurso de microrelatos y como ellas seguían escribiendo pensé: ¿Por qué no?. Les propuse participar de forma individual y colectiva y aceptaron. La experiencia ha sido muy enriquecedora para todas. Usamos la vivencias pedagógica de Educación Biocéntrica de Arte-identidad y hemos conseguido presentar tres micorelatos individuales, creados por tres de nuestras escritoras y poetas, compartidos y revisados por el grupo, con un proceso de aprendizaje-desarrollo muy emocionante y de una belleza extraordinaria (lo detallo en un artículo anterior que puedes encontrar aquí). También hemos presentado un microrelato colectivo que ha sido el fruto de sumergirnos progresivamente en soltar la imaginación, improvisar, reírnos mucho, sentir y expresar las limitaciones que aparecen, los miedos, … y conseguirlo juntas. Ha sido muy hermoso. Te iré informando de todo el proceso del concurso conforme vayan pasando los acontecimientos.

Y después de haber presentado los microrelatos, hoy finalmente hemos hecho la primera sesión de Biodanza después de algo más de un año. Faltaban algunas pero no podíamos esperar más. Había llegado el momento de reencontrarnos sin palabras, con la corporeidad vivida, la mirada que cuenta todo, con el gesto, la música y la ilusión de volver a danzar.

Hemos hecho una clase muy suave; llevan mucho tiempo sin danzar y aunque algunas hacen paseos, no es lo mismo que biodanzar. Hemos hablado poco, lo justo para compartir recuerdos que surgen llenos de emoción y sentido. Justo a la media hora de la Rueda de Intimidad Verbal, hemos recogido las sillas y se ha hecho el silencio.

Estaban en ronda con los ojos cerrados, sin las manos cogidas. Las he invitado a cerrar los ojos y permanecer atentas al momento presente: la respiración natural, los sonidos de la sala, del exterior, el canto de los pájaros, el viento en los árboles, el silencio. Después ha empezado la música. Los ejercicios se han desarrollando una a uno con progresividad. El año sin biodanzar se notaba en el cansancio prematuro. -Nos volveremos a acostumbrar-. Ni una palabra, solo miradas, risas espontáneas, caminares, juego, y presentación al centro de la rueda. La consigna: presentarse tal como estoy ahora, en este preciso instante.

Se me hace difícil explicarte lo que he sentido al verlas danzar. Estaban entregadas como no había visto antes. Sus cuerpos se movían con gracia, sonrientes, mirando al frente, satisfechas, erotizadas por la alegría de encontrarnos en un espacio protegido donde el Amor se manifiesta sin condición alguna. Sí, ¡cuánta belleza! Si algo puedo decir es que el Amor estaba presente en cada gesto que expresaban, en cada mirada, en el deseo de manifestarse justo en ese momento tal y como son. ¡Qué regalo más hermoso facilitar espacios donde las personas pueden brotar y expandir su perfume sin miedo, con placer!. Es una bendición para mí ser facilitadora. Verlas, contemplarlas en su Belleza me aporta pleno sentido a mi labor de facilitadora. Es un gozo eternamente renovado, como dice mi maestro Paramahansa Yogananda.

Rolando decía, -Dios no está en las iglesias ni los templos. Está dentro de cada uno, aquí dentro- y ponía las dos manos en su pecho, mirándonos de frente, recordándonos que eso sólo puede sentirse cuando es vivido y sólo puede expresarse viviéndolo. Yo veo la divinidad en ellas, en su movimiento, en su expresión, en su mirada, en su corazón tranquilamente abierto a las propuestas y al deseo de vivir y sentirse vivas.

Rolando Toro nos hablaba de la misión de la facilitadora de Biodanza. Te dejo el enlace de la misión de la facilitadora de Biodanza, que Rolando escribió dos días antes de partir hacia las estrellas de retorno al hogar. Lee con calma y percibirás la sacralidad de sus palabras y el hermoso legado que nos dejó para contribuir a que el mundo dance la vida, con Amor, desde el Amor, ahora y siempre.

La danza de Biodanza es la danza de la Vida, nada más y nada menos. En las sesiones de Biodanza, nos conectamos a lo esencial que nos habita y progresivamente va tomando su lugar hasta que puede brillar sin miedo. Ven a probarla. Busca y encuentra algún lugar cercano donde puedas sumergirte en este entramado maravilloso que transformará tu vida para bien. No tengo la más mínima duda de que eso es así.

Recuerda qué eres, pero no con la mente, sino con el corazón. Re-cordare (latín): volver a pasar por el corazón. Todo está en tu interior y el grupo de Biodanza, la música, los encuentros, te harán recordar desde la alegría de vivir.

Te dejo un vídeo del verano del 2018, con algunos de sus relatos de vivencia. En ese momento, participaba el único hombre que ha habido en el grupo.

Verano 2018 – Grupo de Biodanza para personas de +65a. Castellar del Valles, Barcelona, España

Amor y Servicio

Educación Biocéntrica

Las Mujeres Jardín se presentan a un concurso literario

Si estas siguiendo el recorrido de las Mujeres Jardín, poetas y escritoras del grupo regular de Biodanza +65a de Castellar del Vallés, sabrás que el aislamiento y la falta de contacto estaba mermando su conexión con la Vida, con la Alegría del Encuentro Humano, y todo lo que ello conlleva y que, debido a esto, hablamos con la técnica de Cruz Roja, donde hacemos las clases de Biodanza, y conseguimos que nos dejaran sacar sillas para colocarlas en un rincón de la plaza que da justo a la puerta trasera del local de la entidad, y así, aunque no podemos danzar, podemos compartir. Si aún no conoces el proyecto de las Mujeres Jardín, si te apetece, puedes visitar en esta web el apartado Trabajo comunitario y en el enlace Biodanza +65 encontrarás todo el viaje que estamos haciendo desde el inicio en septiembre de 2017. Pues bien, sacar sillas y reunirnos en nuestro rincón al aire libre, está siendo una verdadera delicia. Ahora cantamos una canción que nos trajo nuestra Azucena como un regalo hermoso. Todas la saben porque es una canción de su tiempo y se ha convertido en nuestro ritual de encuentro. Cuando la cantamos se genera una energía muy bonita. Aquí te dejo un breve vídeo con Azucena cantando la bella canción.

Azucena nos trajo esta canción de su infancia que, como todas la saben, la cantamos juntas.

En uno de nuestros encuentros en los que ellas siguen compartiendo sus escritos, las invité a participar en la 2ª Edición del Concurso de Mircrorelatos del pueblo que se inició a primeros de marzo y termina el 15 de mayo. Les expliqué qué son los microrelatos, las características técnicas, la extensión máxima de palabras, los requisitos… hablamos de todo ello y finalmente decidieron que sí, que vamos a participar. Lo harán de forma individual, o sea la que quiera, prepara su microrelato y lo revisamos hasta que sea de su plena satisfacción; y vamos también a crear un texto conjuntamente firmado por las Mujeres Jardín.

Si participar individualmente fue todo un reto que les generó dudas y alegría a la vez, cuando hablamos de crear un microrelato de forma conjunta, la alegría floreció en sus rostros y se expandió iluminando el pueblo entero con la Luz de la Ilusión y el Lucero de la Gracia; y digo Gracia porque estar con éstas Mujeres es una regalo divino lleno de Gracia que me colma el alma y da sentido al vivir, al nuestro, al humano, con la certeza de un presente continuo que ama y vive amando. Ellas son la Gracia. Estoy segura que en tu pueblo, en tu ciudad, en la localidad donde tu vives, hay más Mujeres Jardín esperando a ser encontradas, aunque ellas no lo sepan aún, pero tú sí. Búscalas, genera espacios para que el encuentro se dé, y cread un bello jardín. Ellas son las sabias de la tribu humana, y no me canso de decirlo una y otra vez, aunque me repita como el ajo. Podemos llenar los pueblos, los municipios, los barrios del mundo, de jardines hermosas donde florezcan las Mujeres Jardín, quizás también vendrán Hombres Jardín, y luego jóvenes jardín. Sólo es cuestión de creer que es posible.

Hemos empezado a revisar los escritos que están creando para el concurso. Vamos introduciéndonos en lo que la autora nos quiere decir; lo hacemos a través de una lectura tranquila, relajada, parándonos en los detalles, en intuir qué nos quiere contar y cómo lo cuenta, en cómo nos llega, lo que nos mueve; vamos perfilando cada frase, escuchando su sonido y su voz, retocamos, se lo llevan de nuevo para revisar y así vamos aprendiendo juntas el arte de contar. Está siendo una experiencia realmente muy enriquecedora para mí como facilitadora y para ellas; lo veo en sus rostros y en su interés, en sus preguntas, en sus comentarios.

En estas últimas semanas, se ha incorporado a nuestro jardín una nueva flor: es la Margarita, que vino porque Azucena y alguna otra se lo había dicho un montón de veces y al final, ha venido. Y se ha quedado; le ha gustado nuestro jardín. El último día, nos trajo un breve escrito que había hecho al levantarse y pensar que nos íbamos a encontrar. Cuando lo leyó, me pareció tan hermoso, tan sencillamente sincero y lleno de una ternura delicada y profunda, que le pedí permiso para compartirlo. Me llegó al alma escucharla. Gracias Margarita y todas, preciosa Mujeres Jardín.

Aquí os dejo el escrito de Margarita y haciendo click en este enlace, podréis leer los tres poemas que se han creado conjuntamente como ejercicios preparatorios para la creación del microrelato conjunto.

«Hermosa y cálida mañana de primavera. Hoy quiero dar las gracias a mi maestra Teresa y a mis compañera de Biodanza por acogerme con cariño y humildad. Estoy muy contenta de pertenecer a este grupo tan maravilloso. Estoy contenta y feliz. » Margarita, miembro del grupo Mujeres Jardín, escritoras y poetas de Biodanza +65a de Castellar del Vallés, Barcelona.

Gracias por seguirnos. Amor y Servicio.

Biodanza

«El libro de la Abuela», de las Mujeres Jardín, poetas y escritoras del grupo regular de Biodanza +65a

Las Mujeres Jardín siguen escribiendo y su familia las apoya a que cuenten su historia

Hacía algunas semanas que no nos encontrábamos presencialmente y la añoranza se iba instalando de a poquito. Las llamadas telefónicas no son suficiente y el grupo de whatsApp no les resulta muy cómodo, así que convoqué un nuevo encuentro en la plaza. No podemos hacer Biodanza en la calle porque hace frío y ellas tampoco quieren exponerse tan abiertamente. Para las Mujeres Jardín, la Biodanza es intimidad y quieren preservarla; así que la Plaza Libertad, es la que ahora acoge nuestros Encuentros biocéntricos porque, aunque no hacemos Biodanza, la Vida sigue siendo el motor que nos une y el centro de todo nuestro interés.

La hora del encuentro era las 10h de la mañana y allí estábamos en el lugar acordado, a la hora prevista, y sólo tres mujeres. Siempre son muy puntuales. ¡Eran tantas las ganas que teníamos de vernos!!! Sabíamos que nuestra Amapola no acudiría a la cita porque está con una crisis de dolor en la cadera que la tiene muy quieta desde hace tiempo y no encuentran ningún remedio que la calme; tampoco vendría la Margarita que tiene miedo y a penas sale de casa, sólo justo para lo necesario, pero…. ¿y las demás?

A las 10.05 ha venido la Azuzena sonriendo. Sus ojos chispeaban de alegría. Dos minutos más tarde llegaban amarraditas del brazo, nuestra Rosa y el Clavel; por último ha llegado la Flor de Higo Pico que venía despacito, casi arrastrando los pasos, porque se siente muy cansada y le duelen los pies. No es que no ande nuestra Flor de Higo Pico, es que algo no anda bien. Ha estado muy callada y ausente, ensimismada, cabizbaja, sin ganas de hablar.

Azucena ha traído una joya maravillosa que le han regalado sus nietos en el «Caga Tió». Se trata de «El libro de la Abuela».

Es un libro de la editorial Familiam, (aquí de dejo el enlace por si te interesa) que se titula «Abuela, háblame de ti». Está diseñado con preguntas que invitan a que la Abuela y el Abuelo (también está en masculino y en versión de lengua catalana) cuenten paso a paso su historia, desde la infancia, sus recuerdos de niñas, sus abuelas, cuando fueron a la escuela, los primeros amores,… Es una preciosidad.

Azuzena venía súper orgullosa con su libro que, aunque sus nietos se lo habían regalado para navidades, sabiendo lo mucho que le gusta escribir desde que viene a Biodanza, aún no se había atrevido a escribir en el hermoso libro. La impulsó a hacerlo nuestro encuentro. Sus escritos, que tenía en una libreta en borrador, los fue pasando a limpio y después al libro. Quería tenerlos pasados para nuestro encuentro porque tenía mucha ilusión de compartirlo con nosotras. Ha sido un impulso para todo el grupo ver ese maravilloso libro, escrito con esmero, cuidado, mucho cariño y poquito a poco, como dice ella.

Hay espacio para fotos que acompañan la narración. Azuzena ha coloreado el árbol genealógico donde se muestra el nombre de sus abuelos y el de su papá y mamá. Ella dice que cuando se pone a escribir, le vienen todos los recuerdos. Hemos leído lo que tiene escrito y nos ha sorprendido encontrar palabras que ya no suelen escucharse. Ellas las conocían, yo no, así que he aprendido nuevas palabras. ¡Qué bonito verlas recordando palabras de antes que ya no se usan! En esas palabras hay historia, recuerdos, olores, colores, sensaciones, sentimientos asociados que las vuelven palabras vivas, y ellas las reviven con intensidad.

Aunque las mujeres escritoras tienen su libreta especial, al ver el libro que ha traído Azuzena se han inspirado y van a mirar de conseguir uno para ellas escribir su historia allí, como un legado para la familia pero también para la comunidad humana, porque su historia de vida es nuestra historia, son nuestras raíces, los cimientos que sustentan nuestra cultura, nuestro pasado, nuestra ancestralidad.

Después, hemos estado revisando fotos y cosas de los móviles, porque no es fácil para ellas esa manera «nueva» de hacer. Ellas son de lápiz y papel, y llamada telefónica de toda la vida.

Mirándolas, con sus móviles y su alegría, me parecía ver a adolescentes con sus móviles. – Mira las fotos de arriba. ¿No te lo parece? 😉

Después, recordando las palabras de antes y lo bien que nos hace a todas encontrarnos, vernos, contarnos cómo está siendo todo esto que está pasando, lo que piensan, cómo lo viven,… ha surgido una canción. Azuzena se ha acordado de una canción que nos ha cantado. ¡Qué hermosa!!! Es una canción que habla de un hermoso jardín y de prendarse de una rosa del jardín. Tiene una danza asociada. Alguna se acordaba y otras la tarareaban, así que hemos acordado que Azuzena la va ha escribir bien – como dice ella- para que todas podamos tener la letra y aprendérnosla. Después la cantaremos y la danzaremos en la plaza, porque eso sí se puede, aunque nos digan que estemos locas. – Risas— Luego nos encerraran- decían- -más risas.

¡Qué sorpresa tan bonita! Ha sido una mañana especialmente tierna, alegre, amorosa, llena de vida.

Vamos a encontrarnos el martes próximo a la misma hora. Yo que tenía pensado proponerles una actividad para hacer, la vida se ha manifestado tal y como es: espontánea, abierta, generosa, y lo ha ordenado todo de la mejor manera posible. Eso es lo más lindo, maravilloso y fascinante del vivir viviendo.

Al despedirnos, estábamos en corro informal, y una mujer se acerca y nos dice:

– Están muy cerca. Hay que guardar la distancia.

Ese momento ha sido como un jarro de agua fría. Se ha generado desconcierto y desazón en un instante. Yo no he podido contenerme y le he contestado que, ya llevamos mascarillas y que todas somos mayores para saber qué es lo que debemos hacer para cuidarnos las unas a las otras.

La señora se ha quedado sorprendida. Detrás de su mascarilla, sus ojos han mostrado una sonrisa de perplejidad y, antes de marcharse, nos ha pedido perdón. ¿Será que la hemos incitado a reflexionar? – Quizás no. Quizás sólo se ha ido pensando que somos locas. El caso es que me enoja que haya personas que se sientan con el derecho de infundir miedo a la gente, sobretodo a las personas mayores, bajo el pretexto de «cuidarnos». Decir eso a gente que ni conoces, es una falta de respeto al ser humano, tratándonos como si fuéramos inútiles, tontas o qué se yo. Es mejor confiar en las personas, aunque este mundo te diga lo contrario, tu confía. Confía en que cada una sabe lo que hace; que cada una sabe cuidar y cuidarse. Son mayores, ancianas, abuelas, madres, hijas, tías, sobrinas, … Son Mujeres Jardín, jardineras de palabras, de cuido, cuidadoras de flores, de plantas, de jardines, de humanos y otros animales salvajes. No les digas lo que tienen que hacer por su bien. Ellas lo saben mejor que nadie.

El desconcierto ha pasado y hemos vuelto a sonreír, alentadas por el próximo encuentro de la semana próxima.

Amor y Servicio.

Mujeres Jardín. Sabias de la tribu humana
Biodanza

¿Dónde está el amor que nos hace libres?- dijeron ellas encerradas en sus casas

«Aunque me tapen la boca, seguiré pensando en tu nombre: Libertad» – Espi Muñoz

Hace días que tengo los textos que las Mujeres Jardín han escrito durante estas tres últimas semanas de nuevo confinamiento. Tenían que ser sólo quince días de aislamiento por prevención, pero las autoridades han decidido que, por el bien de la comunidad, se prolonga el período de aislamiento, sin saber hasta cuándo. Me pregunto ¿qué entienden ellos por bien?.

«Tenía miedo de no encontrarnos de nuevo por el tiempo tan loco que tenemos, pero volvemos a estar juntas, con el mismo entusiasmo que habíamos dejado antes del confinamiento. ¡Este miedo que nos han inculcado nuestros mandatarios que no saben por dónde van, nos va a matar!. Tengo la cabeza vacía. A ver si en la próxima sesión me inspiro y me lleno de ideas para contaros. Nosotras vamos a seguir para adelante, con el mismo ahínco de siempre», escribía nuestro Clavel en la primera sesión de Biodanza, después de meses sin poder encontrarnos en nuestro amado espacio. A la semana siguiente escribir su texto, se dictamina una nueva orden de confinamiento. Quince días después, cuando la orden de confinamiento persiste, Clavel me dice mirándome a los ojos: «No he escrito nada; no sé qué decir. Todo es tan triste«.

Los escritos de las Mujeres Jardín, han estado en mi escritorio esperando pacientes a que encontrara mi voz. La había perdido entre sentimientos encontrados de desasosiego, rabia y queja. Así anduve in crescendo por siete días, hasta que la voluntad tomó las riendas del Amor que todo lo impregna, y aunque a veces aún me pierdo en la fina tela del engaño, regreso. Siempre regreso, pues en realidad nunca me he ido.

Estar sin palabras para expresar el sentir es como nadar con ropa en mar abierto: todo pesa demasiado; sólo salían sonidos que recordaban el rugir de los mares en tormenta o el de la leona enjaulada tras las rejas del circo humano. No había palabra alguna que pudiera enlazar sus sentires para compartir con el mundo, su canto, su grito silenciado y silencioso, su llanto y desaliento que se instala poco a poco, día a día, en su piel, en su memoria, y aún así siguen en pie. Las miro y las escucho y percibo su lento marchitarse, acostumbrándose a apagarse en silencio, obedientes a una autoridad insensata que nos trata como ganado de su corral.

Estamos faltas de amor, alegría y entendimiento para confiar unos con los otros sin hacernos daños. Todavía necesitamos algunas clases más de Biodanza para entrar en el buen camino, y ser una rayo de luz que haga resplandecer la vida de todos lo que quieren estar conmigo. Saber coger las cosas y compartir con las personas que nos necesitan.Vamos a estar unidas en esto, por nuestra salud y bienestar. Yo estoy intentando salir adelante con vuestra ayuda. – Azuzena, octubre 2020.

Me duele tanto este vivir impuesto, que no es vivir sino un morir certero, constriñendo el alma y apagando el fuego de la vida, amordazando la esperanza y afligiendo el corazón de las que aman, y en su amar, se les niega gozar de la cercanía, en nombre de una supuesta salud que no es salud sino mentira.

«La semana pasado hubo una baja en las clases de Biodanza. Nos quedamos sin palabras. (…) Yo no puedo ceder mi sitio a nadie porque Biodanza es parte de mi mundo, para mi tranquilidad y felicidad en estos momentos. Biodanza es lo que tanto he deseado». Dama de Noche, octubre 2020

Desde que nos encontramos la última vez hace tres semanas, han circulado con regularidad las llamadas telefónicas y los mensajes a través de sus móviles, y las que no tienen, con los móviles de nietas e hijas que hacen de enlace logístico para que los mensajes, las canciones, los vídeos y otros materiales que compartimos entre todas para mantener el vínculo y el buen ánimo, lleguen a su destino. También ha habido alguna visita personal, aprovechando que debía recoger su material escrito, pero aún así, no es suficiente: el jardín se está marchitando. La suave lluvia que riega la fértil tierra, no es suficiente. La poética del encuentro humano que es Biodanza, se hace más necesaria que nunca, como abono indispensable para la verdadera salud que no es sólo la del cuerpo sino sobretodo la que concierne al alma.

«Es importante escribir y así lo hago. Nuestro recuerdo modula nuestro estado de ánimo, estimulando emociones agradables o desagradables. Tenemos el derecho de seguir hacia adelante; Biodanza es una parte importante, forma parte de nuestras vidas con los demás. Es una visión favorable del pasado, alimentando nuestra autoestima; así el presente, lo vemos de otra forma más positiva. El recuerdo bueno nunca se olvida.» Flor del Higo Pico, octubre 2020.

La población más anciana es la más vulnerable. Sí, es verdad, pero el miedo no las beneficia en su vulnerabilidad, porque ese «ser vulnerable» lleva consigo años de mucha lucha, de mucho coraje, de pasar por multitud de colores, formas y sabores, y seguir en pie de Paz. La falta de libertad a la que se las somete por su «bien», las descalifica en su sentido común, que es el de la experiencia de una vida entera dedicada a vivir, cuando no a sobrevivir. Tratarlas como criaturas indefensas, sin criterio para saber qué hacer y cómo cuidarse, es desvalorar, despreciar, desnutrir, deshonrar su saber hacer. ¿Acaso no han levantado un país entero después de una guerra civil? ¿No han sido ellas las que dejaron su tierra y su familia y fueron a otras tierras y otras familias a prosperar, a crecer, a crear su propia familia y darles estudios a sus hijos, carreras universitarias, oficios, apoyo, dinero y lo que hiciera falta? ¿No son ellas mujeres dignas de tenerlas en cuenta antes de decidir por su vida?. No son necias, no son niñas a las que hay que educar, dirigir, obligar. Son mujeres sabias, las ancianas de la tribu humana, las que tienen historias para contar y ser escuchadas, las que saben administrar una casa con cuatro reales y ahorrar para lo que pueda ser. Son mujeres viejas, hermosamente viejas, dignamente viejas, inteligentemente viejas, elegantemente viejas, alegremente viejas, divertidamente viejas. Y digo viejas a pesar de que a ellas no les gusta esta palabra, porque ser vieja en nuestro loco tiempo es sinónimo de caducada, gastada, prescindible, inservible; pero esa no es la definición correcta. Ser vieja es sinónimo de saber, de poder, de valer, de ser, de belleza consolidada por el paso del tiempo en cada arruga de su piel, haciendo de su vivir una pieza única, con un valor único inconmensurable, que sólo puede ser apreciada por el alma noble y sincera que mira y ve la verdad que se esconde detrás de la apariencia.

«En este espacio (Biodanza) que nos une – dice la Dama de Noche– me siento tan motivada, que cierro los ojos y pierdo la noción del tiempo. Me baño en los pensamientos y me encuentro a la orilla del mar, sentada en la arena; a lo lejos el horizonte rojizo, la bahía,… Momentos hermosos, tan hermosos que estaban en mi interior, pero con el tiempo, los había olvidado, y Biodanza, con sus danzas, palabras y silencios, encontré la llave que abre mis sentimientos». Dama de Noche, octubre 2020.

Las Mujeres Jardín, la bellas flores de la tierra, son mujeres fuertes, valientes, saben lo que quieren y lo que no, lo que les conviene y lo que no, deciden cómo vivir, y aún equivocándose si así fuere, de cada error siguen aprendiendo y así viven y aman, con el corazón dispuesto siempre a amar. No se las puede callar, no se las puede ignorar, ni obligar a un cautiverio que las marchita.

«Yo cuando sea vieja, no quiero ser joven, quiero ser Feliz y vivir esa felicidad con todas las personas que me rodean. Con sólo respirar y hacer los ejercicios tan sencillos de Biodanza que te cambian la manera de pensar. Yo los recibo así y así los utilizo y me va bien.» Azucena, octubre 2020.

Tratar a la población anciana con esta dureza injustificada tomando medidas extremas que dicen ser de salud pero que son de guerra, es tratarlas de ignorantes, de necias, de insignificantes, aunque en su lenguajear nos confundan con palabras vacías de afecto ficticio.

Pienso que la experiencia acumulada en mi lucha del pasado para superar los contratiempos, me ayudará a resolver los problemas, porque soy positiva. ¡Me gusta tanto la música de Biodanza!. Me recuerda mi origen. El pasado no se puede cambiar pero sí podemos cambiar nuestra manera de pensar en él. Es una tontería que nos castiguemos en el presente porque alguien nos hizo sufrir en un remoto pasado. En Biodanza empiezo a resolver ese resentimiento ahora que me resulta relativamente fácil. Si aceptamos creer que somos víctimas indefensas y que en ninguna parte hay esperanza, no vivimos. He comprobado que cuando realmente nos amamos, es decir, cuando nos aceptamos y aprobamos tal como somos, todo funciona bien en la vida». Flor del Higo Pico, noviembre 2020.

Las Mujeres Jardín son mujeres de Paz, valientes mujeres de Paz. No quieren saber nada de la guerra; ya sufrieron suficiente. La guerra no es para este tiempo; ya no. La Paz une, cobija, acoge, abraza, confía. ¿Para qué tratarnos como prisioneros si somos hermanos?

«La bondad no hace ruido porque camina descalza y le guía el corazón»- dice la Dama de Noche. – «Dios nos dijo: Amaros los unos a los otros. ¡Qué mensaje más bonito!. Si nos amáramos de verdad, seríamos libres». Dama de Noche, noviembre 2020.

Nuestras ancianas deben ser protegidas y cuidadas, pero el precio no puede ser el encierro, ni el aislamiento ni las medidas de guerra que se les impone, pues eso es matar sin empuñar armas, matar lentamente.

La Azucena dice justo antes de este nuevo confinamiento: «Otra vez juntas en esta reunión que tanto necesitamos para volver a situarnos en el sitio que estábamos antes de todo esto. Tres semanas después de este escrito, Azucena me llamó por teléfono para pedirme un video que hicimos en el encuentro de julio para despedirnos de nuestro Jazmín. Azucena lo había extraviado y lo quería volver a mirar porque «mirando los vídeos y escuchando las canciones de Biodanza, me acuerdo de todo lo bonito que vivimos en Biodanza y me da fuerzas para seguir adelante.

Las ancianas de esta tribu humana son mujeres libres, responsables, conscientes de todo; se han ganado con honores la Libertad de elegir. Ellas desean danzar, cuidarse para cuidar a los otros como han hecho siempre; su hacer nos ha dejado en herencia un amor por la vida que tiene voz, canto, mirada, confianza, fe, amistad, … Son mujeres en pie de Paz que desean seguir viviendo en Pie de Paz, libres para escoger lo que les hace bien sin hacer daño a nadie. Ellas saben. Pregúntales.

«Queridas compañeras: nunca pensé que esto me pasaría, tener estos sentimientos en estos momentos de tanta inestabilidad que estamos pasando, que nos envuelve. ¡Cuántas cosas vamos perdiendo y que no volverán!; los besos que tanto me gustan, llenos de amor; las caricias que no puedo dar. Siento en mí que me lo están quitando porque no volverán. Dama de Noche, noviembre 2020.

Mandatarios queridos, como dice nuestro Clavel, miradlas con el alma no solo con la razón. El alma sabe; la mente confunde. Sigue al alma mandatario, seas quien seas. Ellas son flores de una hermoso jardín donde sólo el Amor perdura.

«Se me hace pesado no tener esta libertad que deseo, el silencio que tanto aprecio y me ayuda, que me hace volver a la realidad y ver todo lo que me rodea. Somos como plantas: nacemos, vivimos y nos reproducimos como las plantas. Después vendrán otras plantas y renacerá la vida. Este es nuestro paso por la tierra.» Noviembre 2020.

Necesitan danzar, encontrarse, a distancia, con mascarilla y desinfectante todo el que haga falta, pero encontrarse. Tenemos el espacio para ello, las condiciones adecuadas que eliminan riesgos, la cordura de la experiencia, la responsabilidad del amor, la valentía de la humildad, el apoyo de la amistad, la coherencia del respeto… ¿no es eso Salud en mayúsculas?

«Mi pasado nunca lo podré borrar porque lo tengo en mi alma, pero sí tengo un boli para escribir mi presente«. Dama de Noche, noviembre 2020.

Sólo los que aman son valientes;
Sólo los satisfechos son magnánimos;
sólo los humildes son capaces de dirigir.
Tao Te Ching.

Con Amor y Servicio.

Notas de navegación

El amarme de las Mujeres Jardín

Proyecto biocéntrico de escritoras y poetas del grupo de Biodanza +65años.

Diario de navegación. Fecha 14102020

Ayer sucedió aquello que toda facilitadora de Biodanza, encarnando la misión de la facilitación que Rolando nos encomendó, otorga pleno sentido a nuestra labor. Lo comparto porque es profundamente inspirador en mi hacer y quizás pueda serlo también en el tuyo; esa es la intención del compartir.

Surgió de improviso, justo ayer, después de la sesión pasada cuando en sus compartires en la rueda de intimidad verbal, se percibía la alegría del retorno, el coraje que había supuesto regresar a la sala que nos ha acogido durante estos tres años y hacerlo con la plena confianza que nos otorga la institución. Tanto fue así que cada una de ellas compartía con ilusión logros en su cotidiano que se traducen en cosas tan sencillas y tan importantes como el hecho de nuestro Clavel, atreverse a bajar las escaleras que tanto temía para cuidar de un jardín que había abandonado y al que durante años había dado la espalda para no recordarle su limitación, y lo consiguió pensando en el coraje que le aporta el grupo de Biodanza, las vivencias y la sensación de pertenencia; ahora su jardín es fuente de inspiración diaria y, según nos dice, le pasan las horas cuidando sus plantas. Nuestra Azuzena también compartía con serenidad que había podido afrontar el desapego del hogar y de sus pertenencias donde había vivido con su esposo, fallecido justo un año atrás, con serenidad, «sin llorar ni una gota» porque se sentía segura y tranquila de lo que hacía «gracias a todo lo que aprende en Biodanza» según sus palabras. Y la Orquídea que con una gran sonrisa compartía al grupo que después de varios años sin subir ni bajar escaleras por miedo a caerse debido a una lesión en la rodilla y la artrosis en aumento, había conseguido subir 57 peldaños de un apartamento en la playa al que había dejado de ir precisamente por no sentirse capaz de subir ni bajar escaleras ya que no tiene ascensor; y no sólo las subió una vez, sino que cada día durante dos semanas las ha subido y bajado varias veces, cada vez con mayor agilidad. Nuestra Amapola que sumida en la tristeza de la pérdida de su esposo y el dolor de sus caderas a las que no encuentran remedio que la alivie, por mucho que lo intenta, aún sin poder volver a sus pinturas y dibujos que primorosamente colorea con una sensibilidad artística extraordinaria, nos dijo que seguirá intentándolo una y otra vez hasta conseguirlo porque «cuando sale de la sesión semanal de Biodanza, se encuentro más ligera, más animosa«. Todo esto que cuentan en la Rueda de Intimidad Verbal es tan hermoso que a penas tengo palabras para describir la profunda alegría que siento.

Pues bien, después de esa sesión en la que danzamos poco y compartieron mucho, nos encontramos ayer con un ánimo grupal distinto. El motivo: las autoridades han decretado nuevas restricciones; estamos en Alerta Roja e informan de más casos de contagio. El miedo ha vuelto, silencioso y pesado, un miedo que las contrae y las engarrota, que las paraliza, las desconcierta y limita; y a pesar de ello, estaban allí, presentes, con su sentir, ocupando su espacio en la rueda.

Iniciamos el relato de intimidad verbal y cada palabra que leían en sus cuadernos-diario de Biodanza, aún percibiéndose el oleaje emocional por el que navegan, la mar permanecía sabiéndose mar mas allá de las olas producidas por el viento. La última en compartir fue Orquídea que, tan contenta que se sentía en su último compartir por su conquista delante de las escaleras, abrió su libreta y con primorosa lectura para el grupo, nos dijo que había tomado una decisión importante que era «ceder su lugar en el grupo a otras mujeres que están en lista de espera«, que no pueden entrar por la restricción de número limitado de participantes en el recinto. Lo decidió a pesar de «estar en baja forma» como dijo literalmente, para que otras conozcan los beneficios de la Biodanza. Más adelante, -dijo- me incorporaré cuando todo esto de la pandemia haya pasado y todo vuelva a ser como antes.

En mis adentros pensé: ¿Cómo antes?. Nunca será como antes. Nada ocurre para permanecer congelado en el tiempo; la vida es continuidad. Lo que fue, ya ha sido; pero no dije nada. Era momento de sostener el silencio que se había generado.

Orquídea demandaba una devolución pero el grupo permanecía en silencio. Esperé a que alguna hablara. ¡Cuan importantes son los silencios!. En educación biocéntrica, llamamos de «paciencia pedagógica» al dejar que las cosas acontezcan a su tiempo, en su compás, su ritmo. En el silencio, se encuentra la Voz del alma; y así fue.

La Dama de Noche, dirigiéndose a la Orquídea, dijo con una sonrisa tranquila y un estar cómoda: «Yo no soy tan generosa como tú. Para mí, venir aquí a hacer Biodanza me da todo sentido«. Orquídea quiso contestar pero yo indiqué que en la rueda no hay diálogo; así que la Dama siguió diciendo su sentir hasta terminar. Y después fue la Azucena que tomó la palabra; luego la Flor del Higo Pico, después el Clavel, la Rosa, la Violeta y la Amapola. Todas ellas, a su tiempo, entre silencios, compartieron desde su singularidad un mismo sentir que sintetizo en: aunque el gesto de ceder el lugar a otras compañeras es hermoso, para ellas es más importante aprovecharlo para ellas mismas; no quieren prescindir de este encuentro semanal.

Observando la escena desde mi estar como facilitadora, percibí los rostros y los gestos de esas mujeres; su corporeidad reflejaba ese «estar en el centro» que propone el principio biocéntrico. Así, la Vida en el centro resonaba en sus voces como el eco de la que sabe lo quiere y lo defiende amablemente, como la reina reinando en su reinado de Amor. Sus voces sosegadas expresando su sentir sincero, sereno, aposentado en la Vida y apostando por Ella en sí mismas, fue como escuchar a Mozart en el claro de un bosque y elevar la mirada al cielo como hacían los antiguos, fusionándose con el Ser divino que todo habita. No tengo palabras para describir lo que siento, aún así puedo decir que, ante ese acto de reafirmarse como seres libres que escogen lo mejor para sí, sin importar lo que nos han enseñado sobre el altruismo y otras mentiras disfrazadas de actos verdaderos, da pleno sentido a mi vocación como facilitadora de Biodanza y como ser humano al servicio de la Vida.

¡Claro que tiene sentido facilitar Biodanza en tiempo de pandemia! En cualquier tiempo, pero ahora mucho más. Estas mujeres, la mayoría de ellas con más de 80 años y alguna con más de 90, han vivido toda una vida de mucho sacrificio, de mucho darse y recibir lo justo (si es que llegada), de ahorrar para darle estudios a sus hijas e hijos para que fueran mujeres y hombres de provecho y pudieran elegir. Ellas son hijas de la guerra y la post-guerra y sólo ellas saben lo que han pasado. Algunas cuentan, otras asienten, a veces lloran, en ocasiones cantan canciones de antes, de siempre, jugando como niñas en una infancia que no era infancia porque tenían que trabajar y cuidar a sus hermanos y hermanas, cocinar y cambiar pañales, hacer la colada con 7-8 años. La mayoría han perdido a sus maridos, algunas se sienten aliviadas, otras añoradas, algunas han perdido hijos e hijas,… y estaban allí, presentes, verbalizando que, a pesar de la generosidad del gesto de la compañera, no cedían su lugar a nadie porque ese lugar es suyo.

Mi reverencia Mujeres Jardín. Para mí es un honor haberos encontrado. Juntas crecemos hacia dentro y así es como el afuera se ensancha, se fortalece, se ilumina de amor verdadero, tierno y sereno amor, donde todo nace, crece y se disuelve para volver a nacer y seguir el ciclo de la eternidad.

Y un dia después…

Me llaman de la Cruz Roja donde nos reunimos cada martes y me dicen que las autoridades han decidido prohibir las actividades con las personas mayores porque se han detectado nuevos casos de infectados por COVID-19 y, aunque la sala y las condiciones son las aconsejadas para llevar a cabo la actividad de Biodanza según las normativas vigentes, deciden que por salud es mejor anular todas las actividades.

Cuando la técnica me llamó para comunicarme el decreto que entraba en vigor el mismo día, me dije: – No puede ser. Ahora no. Otra vez no.- y me enfadé con tanto politiqueo enmascarado, con tanta palabrería que no hace mas que inyectar muerte y sufrimiento a las personas más vulnerables y a las menos, a todas. Ningún fundamento científico apoya las medidas que están tomando políticamente, ningún estudio epidemiológico apoya lo que están haciendo, aún así…

Tenía que encontrar la entereza y el coraje para comunicar a las Mujeres Jardín las nuevas decisiones que las afecta especialmente a ellas en una nueva reclusión en sus hogares durante quince días, aconsejando no salir del domicilio a no ser por necesidad. Y cogí el teléfono. Llamé a la Dama de Noche primero y le dije lo que ocurría y cómo nos afectaba en la actividad de Biodanza. Ella me dijo:

– Pues vaya … – y quedó en suspenso. A lo que yo le contesté:

– Mierda!!! Vaya mierda. – Salió espontáneo, sin pensar. Ella contestó:

– Pues sí, justamente eso, pero te digo una cosa Teresa, no nos callarán. Yo ya he hecho mi escrito de la sesión de ayer y quiero leerlo a las compañeras. No van a callarnos.

Y ese «No van a callarnos», fue repitiéndose de una a una con fuerza. Lo decían como si lo hubieran ensayado antes, pero era espontáneo. «No nos callarán». Surgía de su interior.

Querida lectora, querido lector que has llegado hasta aquí, este es el poder de la Biodanza, la verdadera revolución que representa Biodanza está justo en ponernos en pie de Paz, y seguir adelante con el coraje que nos confiera la música, la danza, el arte del encuentro, la poética del vínculo, el canto del alma que se eleva más allá de mascarillas, más allá de normas absurdas en nombre de la salud de los más vulnerables, sin pensar que la salud no es el aislamiento sino el vínculo con la Vida,… seguiría y seguiría pero no es necesario. Creo que con sus palabras está todo dicho.

No podremos encontrarnos en lugares públicos pero vamos a encontrarnos de otras formas. Usando el poder de la voluntad hemos decidido que cada día en algún momento del día vamos a ocupar unos minutos para poner la intención en que la Luz de la Verdad que es el Amor ilumine a todos los dirigentes políticos, a todas las personas, una a una para que nos vinculemos a la Vida y no a la muerte. Que esa Luz que brilla en el interior de cada una, se expanda para que esta Oscuridad que aprieta fuerte, se disuelva con la autoridad del Amor. Ahora y siempre.

Hemos decidido también, que de alguna manera (que ya veremos), recogeré sus escritos y saldrá el nuevo artículo de su autoría. – No nos callarán- dicen con solemnidad las Mujeres Jardín. ¿Te apuntas a la revolución del Amor?

«Si logramos sensibilizarnos a nuestra parte iluminada, toda nuestra existencia se transformará».
Rolando Toro

Amor y Servicio.

Biodanza

Mujeres jardín. El regreso a la plaza

Notas de navegación del proyecto biocéntrico de escritoras y poetas del grupo de Biodanza +65a, Mujeres Jardín.

Uno de septiembre y nos volvemos a encontrar en la plaza del pueblo, en nuestro lugar habitual desde el final de confinamiento. Tres semanas hace de nuestro último encuentro. La mayoría de las flores de nuestro Jardín han pasado estos días en su cotidiano habitual, sin cambios aparentes, – Esperando el momento de encontrarnos, niña!- me dice riendo nuestra querida Rosa.

Observándolas mientras estamos en círculo, percibo un retraimiento que ocupa su expresión: más silencio, más distancia, hay temor. Me dispongo a escuchar. El sentir sin palabras también dice.

Somos menos: falta la Dama de Noche que al inicio de las vacaciones se rompió un tobillo y tuvieron que repararla. Está hospedada en el jardín de su hijo recuperándose de la operación. Hay tres ausencias sin aviso y eso no es común, pues siempre avisamos si no podemos asistir al encuentro para no preocupar a nadie sin motivo. Hemos acordado hacer una ronda de llamadas para saber de las ausentes que no han avisado. El Higo Pico ha faltado al encuentro porque hoy mismo operaban a su marido, y el Clavel tiene a su compañero averiado así que lo llevaba al médico. La Azucena se ha retrasado pero al final ha llegado a tiempo. Estamos todas las que estamos y sentimos las ausencias.

La vivencia de la comunidad afectiva nos ayuda a sentir el pertenecer; a formar parte de la tribu humana.

Parte de mi grupo de Formación de Biodanza- 2005-2008

El calor de agosto ya no pesa. La sombra de los árboles que nos guardaban del sofocante Sol de verano, hoy nos deja las manos y los pies fríos, así que nos desplazamos a otro esquina de la plaza donde el Sol nos calienta.

El círculo es pequeño. Mantenemos las distancias y las mascarillas. Cuando iniciamos el diálogo en nuestro círculo de cultura, se verbaliza el miedo al contagio, miedo a permanecer cerca, miedo al contacto. Nos escuchamos con atención. Conforme vamos diciendo, la tensión que genera el temor se va relajando sin prisa. El Sol ahora calienta demasiado así que, a demanda, nos vamos desplazando por la plaza, con nuestras sillas y taburetes, al encuentro del lugar adecuado para cada momento. El dialogar no se interrumpe a pesar del desplazamiento. Todo fluye naturalmente.

El miedo se ha ido disolviendo y la risa ha regresado. Los ojos chispeantes y las bromas van ocupando el círculo progresivamente.

Centramos el nuevo diálogo en las posibilidades de seguir encontrándonos de forma segura, ahora que el frío se aproxima. Surgen propuestas y finalmente la Rosa, la flor más vieja y perfumada de nuestro Jardín, lanza la propuesta. ¡Ya tenemos lugar de encuentro seguro para nuestros martes matinales!. En ese mismo instante, el miedo ha cedido su espacio y se ha instalado la alegría renovada.

Dialogamos sobre el no-he-escrito-nada de este extraño verano de nuestras escritoras y poetas. ¿Será que no hay nada que decir?. ¡Imposible!. Renovamos el compromiso de nuevas producciones, y las que expresan su arte pintando y otras tejiendo, se apuntan a compartir su obra en el círculo del próximo martes.

Avanzamos juntas en este camino de incertidumbre que daña el corazón de las ancianas de la tribu, pero el Amor lo puede todo así que seguimos tejiendo redes de Afecto y Ternura, seguras que nuestro aroma se va expandiendo más allá de lo impensable.

Amor y Servicio.

Notas de navegación

Re-encuentro presencial de las Mujeres Jardín: proyecto biocéntrico de mujeres escritoras y poetas del grupo de Biodanza para +65años

Esta mañana ha sido nuestro primer encuentro presencial con las Mujeres Jardín. Hacía casi tres meses que sólo podíamos hablar por teléfono puesto que el promedio de edad de este grupo es de 80 años y sólo tres de ellas usan tecnología internet, las demás el teléfono fijo. Se estaba haciendo difícil mantener un estado de ánimo óptimo para el bienestar y la salud sólo a través del teléfono y durante tanto tiempo; sabemos que la ausencia de contacto afectivo, de miradas, de piel con piel, de silencios compartidos en presencia, poco a poco nos va matando de tristeza.

Necesitábamos encontrarnos, así que aprovechando la fase de desconfinamiento en la que nos encontramos aqui en mi pueblo, lancé la propuesta de reencuentro. El planteamiento era encontrarnos en espacio abierto para compartir en Círculo de Cultura nuestro sentir y, honrar la memoria de nuestro amado Jazmín que partió de súbito, sin poder despedirnos de ella, sin verla, sin dejarle flores, sin un entierro, … nada, sólo el silencio y el sentir que se puede compartir a través de un teléfono.

Las Mujeres Jardín son muy valientes y saben de muerte, de morir y renacer, aunque casi todas siempre lo han vivido en silencio, sin poderse entretener mucho porque había que trabajar, llevar la casa, los hijos e hijas, los deberes de la escuela, el marido, la compra, la ropa, las horas extras, el huerto, los suegros,… Ahora es distinto: la mayoría viven solas ya que la mujer suele ser más longeva que el hombre y ellos se marchan antes que ellas. La soledad por tanto, es una compañía común en su cotidiano, están acostumbradas a ella pero en este período de reclusión, la soledad se convirtió en aislamiento y eso ha sido difícil de sobrellevar, ha pesado mucho, a veces demasiado.

En Biodanza y Educación Biocéntrica, recuperamos el ritual, lo valorizamos, lo hacemos presente como gesto de amor cotidiano para dar forma a nuestros espacios como fuente de conexión con lo primordial. Así que pensando en Carmen me vino la imagen del Mandala.

El mandala es una representación geométrica y figurativa de la creación de la Vida en el universo. Se inicia en un Centro desde donde va expandiéndose en espiral concéntrica hasta el infinito, recreando formas que reproducen los patrones fractales de la creación de la Vida. Los monjes tibetanos son los grandes maestros de este arte que, en su expresión lineal (representando la energía masculina del universo) se denomina yantras y en su expresión figurativa (expresión del femenino) se llama mandalas. Es un arte efímero pues suele hacerse con arena muy fina teñida de colores que se desvanece con el siplo del aire, con la lluvia, incluso con la intención, evocando así que estamos de paso por la vida, la impermanencia de la forma, la transformación de todo el universo material, colaborando así a la expansión y evolución de la Vida. Me pareció perfecto para honrar la memoria de nuestra flor.

Me he despertado muy temprano para ir al bosque a recolectar el material para nuestro mandala. El bosque estaba resplandeciente; ha llovido y todo respira vida. El cesto se ha llenado de flores, hojas, tallos, piedras, ramitas, corteza de árboles, flores secas, … ¡Es tan abundante el jardín de la Naturaleza!

He llegado diez minutos antes al punto de encuentro. Enseguida han empezado a aparecer, una a una, a veces en par, todas con mascarilla y sus ojos brillando de emoción. Algún abrazo se ha permitido, todo progresivo, sin prisa. Nos hemos desplazado hasta el lugar idóneo y allí en nuestro círculo improvisado, entre dos bancos del parque de detrás de la Iglesia, hemos iniciado nuestro compartir. No había mucho que decir , había tanta emoción que las palabras no salían, así que les he explicado porqué he elegido crear un mandala en honor a nuestro Jazmín. Durante la explicación teórica: dónde surge el arte de crear mandalas, el significado, el efecto que casua en nuestro organismo psicobiológico, … ha surgido el diálogo: miedo a que algo tan bello como el mandala pensando en la Carmen, pueda ser destrozado por algún transeúnte, el sentir de una, el silencio de la otra, las miradas entre ellas, los gestos que sin pensar se volvían caricia,… Me encanta escucharlas en sus reflexiones, sus miedos, sus certezas, sus respuestas, cómo se apoyan unas a otras. ¡Es maravilloso compartir con ellas esta espacio!

La creación ha ido tomando forma poco a poco, en silencio. Las máscaras se han ido dejado a un lado progresivamente, ha surgido darnos la mano alrededor del mandala. Dos de las flores han leído un escrito cada una sobre sus sentires, recuerdos y vivencias con Carmen que no habian podido compartir con nadie. Su lectura ha sido muy emotiva. Hemos recordado a nuestro jazmín en su hermosa risa, repetido frases concretas que ella decía, sus gestos, su generosidad, su honradez, su hacer y su alegría.

Las campanas del campanario sonaban cada 15′ acompañandonos con su melodía. Los pájaros cantaban, el aire suave acariciaba nuestra piel y el Sol lo iluminaba todo. Al terminar, hemos decidido que nos vamos a encontrar cada martes las 10 de la mañana.

Siento una gran gratitud. Una gran dicha.

Nota: estoy creando un video con las fotos de hoy. Me está costando más de lo que creían así que cuando lo tenga listo, lo comparto. Por ahora sólo os dejo una foto de nuestra creación.

Con Amor y Servicio.

Biodanza

De carencias y apariencias. Un aprendizaje de las Mujeres Jardín, poetas y escritoras del maravilloso cotidiano

Cuando empezó el confinamiento, de repente y sin tiempo para asimilar lo que venía, nos quedamos sin nuestros amados encuentros semanales de Biodanza y Educación Biocéntrica. De todas las mujeres que componen el grupo de Mujeres Jardín: escritoras y poetas del grupo de Biodanza de Tercera Edad de Castellar del Vallés, Barcelona, sólo tres o cuatro tienen internet y usan redes sociales; las demás no tienen ni quieren tener (demasiado complicado dicen), así que nuestros vínculos se han mantenido a través de las llamadas telefónicas en red. Era la única alternativa posible para continuar tejiendo el urdimbre.

Cada vez que nos hemos llamado, ya fuera una conversación larga o corta, siempre me he quedado con un suave calorcito en el corazón, extendiéndose por todo mi cuerpo hasta colmarme en la sonrisa. Y es que las mujeres mayores, las ancianas de la tribu, poseen la sabiduría en la piel, en el gesto y en su palabra desprovista de tapujos, sin apariencias. Directo al corazón, permeándolo todo de paz, amor y profundo sosiego.

Esta mañana, las he ido llamando a todas para proponerles un encuentro presencial en espacio abierto para la semana próxima, sin ningún compromiso. Por supuesto no será Biodanza; será un encuentro de Círculo de Cultura para compartirnos, escucharnos, hacernos presentes, nombrar a las ausentes y fortalecer vínculos y afectos. El parque de atrás de la Iglesia principal del pueblo cumple con las condiciones idóneas para cuidar las distancias y estar suficientemente cómodas. Todas han dicho que sí con alegría y una manifiesta ilusión, así que si no hay contratiempos, el martes que viene nos encontramos de nuevo. ¡Tengo tanto ganas de verlas!

El motivo de este post es compartir un regalo-aprendizaje que hoy, una vez más, he recibido de una de las flores de nuestro jardín. Ha sido mientras hablábamos por teléfono. Le ha venido al presente un recuerdo que dice así:

Nuestra Dama de Noche, la flor más perfumada de nuestro hermoso jardín, un día, cuando sus hijos e hijas eran todavía pequeños, la mayor de todos ellos le preguntó si podrían comprar un huevo Kinder. La flor le preguntó: – ¿Para qué quieres un Kinder?-. La niña le respondió: – Es que dicen que ¡es tan bueno!-. Entonces la Dama de Noche, mujer trabajadora, hija de Granada, casada con un andaluz inmigrante como ella y paleta de oficio, llegados a Catalunya «pa trabajar y salir palante«, con cuatro hijos, la coge de la mano y le dice: –Vamos a ir a ver lo que cuesta ese huevo Kinder-. Al entrar al establecimiento, preguntan por el precio y la Dama de Noche le dice a su hija mayor: – Eso no es pa nosotros hija. Mira el dinero que tengo-, y le abre la mano enseñándole el dinero que tiene. El tono en que la flor habla, es claro, transparente, sin queja, sin apariencias. Le sigue diciendo: –Si compramos el huevo Kinder nos gastamos estas monedas– y separa unas cuantas de las que llevaba en la mano. –Tus hermanos van a querer también y tendríamos que comprarles a ellos, así que nos gastaríamos estas otras monedas y no nos quedaría na más que esto pa comprar lo que nos hace falta.– La niña la miró y antes que dijera nada, la Dama de Noche le dijo: –Tu no te preocupes mi niña que yo te hago un flan requetegüeno y las madalenas que tanto te gustan. Así todos comemos de todo. ¿Te parece?-. La niña asintió y sonriendo, regresaron a casa cogidas de la mano. La Dama de Noche me decía que así les había enseñado a sus hijos e hijas a valorar las cosas y a ahorrar si querían algo.

Cuando ella me contaba eso, me he acordado de cuando mi hijo pequeño, con siete-ocho años, me pedía eso y aquello porque en la escuela los otros niños lo traían y él también lo quería. Yo, para que no se sintiera carente, para evitarle sentirse menos que los demás, se lo compraba. Acababa de divorciarme y la economía familiar no era la misma con un sueldo para sustentar un hogar, que con dos, así que hacía lo que podía para salir adelante. El caso es que mi intención era evitarle a mi hijo que se sintiera carente, cuando en la realidad lo que le mostraba era la verdad: era yo la carente; yo era la que sentía carencia de todo y no sabía cómo hacer para que mis hijos sufrieran lo menos posible. Entonces, siguiendo la conversación, le he dicho a la Dama de Noche que a veces los papás y las mamás les compramos cosas a los/las niños/niñas para que no se sientan carentes y ella me ha contestado: – De carente nada. La carencia es cuando no tienes pa comer y te mueres de hambre- . Sus palabras han entrado directo a mi corazón. De ahí han pasado a implosionar mi mente y la Luz del entendimiento se ha hecho en mi interior. ¡Cuan carente he sido! ¡Cuánta carencia disfrazada de abundancia en mi vida!. ¡Cuánto engaño mamado en esta sociedad aséptica y desinfectada, en la escuela-industria, en la farsa de la televisión, dándonos de comer carencia por todos los lados para consumir y consumir y tener y tener y depender y alimentar el sistema capitalista.

Siguiendo en nuestra conversación por teléfono, la perspectiva del tiempo transcurrido desde ese entonces, me ha hecho sentir agradecida por mi vida, por todo lo que he vivido y sentido, por mis relaciones, por estar rodeada de mujeres como la Dama de Noche que en su vejez, siguen siendo maestras savias que nos recuerdan qué es importante y qué ya no lo es.

Yo, como tantas otras, soy hija de una sociedad patriarcal, neoliberal basada en la inculcación de la carencia, de la culpa, de un éxito ficticio, de unos valores que matan y enferman.

La carencia, querida lectora, sólo está en la mente. Desvanece esa creencia de ti porque no es real. No importa lo que te digan o te hayan dicho, lo que escuches, lo que te hayan hecho creer y lo que hayas creído que es verdad; respira y quédate en silencio. Deja que se desuelva la ilusión, que pase de largo y tú permanece. Hay un lugar, un espacio, un punto en el que sólo existe lo que siempre está, lo que siempre es. Deja tu historia personal por un momento y percibe que es lo que queda.

Eso, eres Tú, El Ser. Quédate Allí y confía.

Con Amor y Servicio.