Biodanza

«El libro de la Abuela», de las Mujeres Jardín, poetas y escritoras del grupo regular de Biodanza +65a

Las Mujeres Jardín siguen escribiendo y su familia las apoya a que cuenten su historia

Hacía algunas semanas que no nos encontrábamos presencialmente y la añoranza se iba instalando de a poquito. Las llamadas telefónicas no son suficiente y el grupo de whatsApp no les resulta muy cómodo, así que convoqué un nuevo encuentro en la plaza. No podemos hacer Biodanza en la calle porque hace frío y ellas tampoco quieren exponerse tan abiertamente. Para las Mujeres Jardín, la Biodanza es intimidad y quieren preservarla; así que la Plaza Libertad, es la que ahora acoge nuestros Encuentros biocéntricos porque, aunque no hacemos Biodanza, la Vida sigue siendo el motor que nos une y el centro de todo nuestro interés.

La hora del encuentro era las 10h de la mañana y allí estábamos en el lugar acordado, a la hora prevista, y sólo tres mujeres. Siempre son muy puntuales. ¡Eran tantas las ganas que teníamos de vernos!!! Sabíamos que nuestra Amapola no acudiría a la cita porque está con una crisis de dolor en la cadera que la tiene muy quieta desde hace tiempo y no encuentran ningún remedio que la calme; tampoco vendría la Margarita que tiene miedo y a penas sale de casa, sólo justo para lo necesario, pero…. ¿y las demás?

A las 10.05 ha venido la Azuzena sonriendo. Sus ojos chispeaban de alegría. Dos minutos más tarde llegaban amarraditas del brazo, nuestra Rosa y el Clavel; por último ha llegado la Flor de Higo Pico que venía despacito, casi arrastrando los pasos, porque se siente muy cansada y le duelen los pies. No es que no ande nuestra Flor de Higo Pico, es que algo no anda bien. Ha estado muy callada y ausente, ensimismada, cabizbaja, sin ganas de hablar.

Azucena ha traído una joya maravillosa que le han regalado sus nietos en el «Caga Tió». Se trata de «El libro de la Abuela».

Es un libro de la editorial Familiam, (aquí de dejo el enlace por si te interesa) que se titula «Abuela, háblame de ti». Está diseñado con preguntas que invitan a que la Abuela y el Abuelo (también está en masculino y en versión de lengua catalana) cuenten paso a paso su historia, desde la infancia, sus recuerdos de niñas, sus abuelas, cuando fueron a la escuela, los primeros amores,… Es una preciosidad.

Azuzena venía súper orgullosa con su libro que, aunque sus nietos se lo habían regalado para navidades, sabiendo lo mucho que le gusta escribir desde que viene a Biodanza, aún no se había atrevido a escribir en el hermoso libro. La impulsó a hacerlo nuestro encuentro. Sus escritos, que tenía en una libreta en borrador, los fue pasando a limpio y después al libro. Quería tenerlos pasados para nuestro encuentro porque tenía mucha ilusión de compartirlo con nosotras. Ha sido un impulso para todo el grupo ver ese maravilloso libro, escrito con esmero, cuidado, mucho cariño y poquito a poco, como dice ella.

Hay espacio para fotos que acompañan la narración. Azuzena ha coloreado el árbol genealógico donde se muestra el nombre de sus abuelos y el de su papá y mamá. Ella dice que cuando se pone a escribir, le vienen todos los recuerdos. Hemos leído lo que tiene escrito y nos ha sorprendido encontrar palabras que ya no suelen escucharse. Ellas las conocían, yo no, así que he aprendido nuevas palabras. ¡Qué bonito verlas recordando palabras de antes que ya no se usan! En esas palabras hay historia, recuerdos, olores, colores, sensaciones, sentimientos asociados que las vuelven palabras vivas, y ellas las reviven con intensidad.

Aunque las mujeres escritoras tienen su libreta especial, al ver el libro que ha traído Azuzena se han inspirado y van a mirar de conseguir uno para ellas escribir su historia allí, como un legado para la familia pero también para la comunidad humana, porque su historia de vida es nuestra historia, son nuestras raíces, los cimientos que sustentan nuestra cultura, nuestro pasado, nuestra ancestralidad.

Después, hemos estado revisando fotos y cosas de los móviles, porque no es fácil para ellas esa manera «nueva» de hacer. Ellas son de lápiz y papel, y llamada telefónica de toda la vida.

Mirándolas, con sus móviles y su alegría, me parecía ver a adolescentes con sus móviles. – Mira las fotos de arriba. ¿No te lo parece? 😉

Después, recordando las palabras de antes y lo bien que nos hace a todas encontrarnos, vernos, contarnos cómo está siendo todo esto que está pasando, lo que piensan, cómo lo viven,… ha surgido una canción. Azuzena se ha acordado de una canción que nos ha cantado. ¡Qué hermosa!!! Es una canción que habla de un hermoso jardín y de prendarse de una rosa del jardín. Tiene una danza asociada. Alguna se acordaba y otras la tarareaban, así que hemos acordado que Azuzena la va ha escribir bien – como dice ella- para que todas podamos tener la letra y aprendérnosla. Después la cantaremos y la danzaremos en la plaza, porque eso sí se puede, aunque nos digan que estemos locas. – Risas— Luego nos encerraran- decían- -más risas.

¡Qué sorpresa tan bonita! Ha sido una mañana especialmente tierna, alegre, amorosa, llena de vida.

Vamos a encontrarnos el martes próximo a la misma hora. Yo que tenía pensado proponerles una actividad para hacer, la vida se ha manifestado tal y como es: espontánea, abierta, generosa, y lo ha ordenado todo de la mejor manera posible. Eso es lo más lindo, maravilloso y fascinante del vivir viviendo.

Al despedirnos, estábamos en corro informal, y una mujer se acerca y nos dice:

– Están muy cerca. Hay que guardar la distancia.

Ese momento ha sido como un jarro de agua fría. Se ha generado desconcierto y desazón en un instante. Yo no he podido contenerme y le he contestado que, ya llevamos mascarillas y que todas somos mayores para saber qué es lo que debemos hacer para cuidarnos las unas a las otras.

La señora se ha quedado sorprendida. Detrás de su mascarilla, sus ojos han mostrado una sonrisa de perplejidad y, antes de marcharse, nos ha pedido perdón. ¿Será que la hemos incitado a reflexionar? – Quizás no. Quizás sólo se ha ido pensando que somos locas. El caso es que me enoja que haya personas que se sientan con el derecho de infundir miedo a la gente, sobretodo a las personas mayores, bajo el pretexto de «cuidarnos». Decir eso a gente que ni conoces, es una falta de respeto al ser humano, tratándonos como si fuéramos inútiles, tontas o qué se yo. Es mejor confiar en las personas, aunque este mundo te diga lo contrario, tu confía. Confía en que cada una sabe lo que hace; que cada una sabe cuidar y cuidarse. Son mayores, ancianas, abuelas, madres, hijas, tías, sobrinas, … Son Mujeres Jardín, jardineras de palabras, de cuido, cuidadoras de flores, de plantas, de jardines, de humanos y otros animales salvajes. No les digas lo que tienen que hacer por su bien. Ellas lo saben mejor que nadie.

El desconcierto ha pasado y hemos vuelto a sonreír, alentadas por el próximo encuentro de la semana próxima.

Amor y Servicio.

Mujeres Jardín. Sabias de la tribu humana

2 comentarios en “«El libro de la Abuela», de las Mujeres Jardín, poetas y escritoras del grupo regular de Biodanza +65a”

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