Notas de navegación

La facilitación y el libre albedrío

Los sabios rishis de la India, ascetas que recibieron las enseñanzas eternas que contienen la descripción detallada de qué es Dios, cómo surge la Creación, la Vida, cómo se organiza, cómo es su complejidad, sus múltiples dimensiones, sus ciclos, cómo se nombra, y todo cuanto es necesario para comprender más allá del intelecto, nos cuentan que Dios (como Inteligencia Suprema causa primera de todas las cosas), aún estando presente en todo cuanto existe, pues sólo existe Él, es percibido por el ser humano en lo más sutil, en lo innombrable, en lo intuido, en los silencios y en el sonido del silencio.

El silencio al que me refiero, no es un vacío como podríamos imaginar en nuestra mente limitada; el silencio donde podemos encontrarnos a Dios es plenitud, como cuando estamos en lo alto de una montaña percibiendo el paisaje en todo su esplendor, derramando la vista por todo el entorno que aparece infinito, inmenso, vivo … armónicamente silencioso. Ese silencio que se halla en nuestro interior y se proyecta hacia fuera creando realidades, es donde podemos conversar con Él/Ella, con la divinidad que nos habita.

El diálogo que se genera no es una conversación cualquiera. Está llena de ráfagas atemporales de memorias eternas que contienen respuestas a todo cuanto podamos imaginar. Ahora bien, las respuestas son de acuerdo a nuestra veracidad y sólo si estamos sintonizados en la misma frecuencia. Esto no nos lo enseñan en las escuelas, ni en las universidades, ni tan siquiera en la familia; esto se aprende con el vivir, aunque podemos cambiarlo si nos lo proponemos. ¿Cómo? creando más y más espacios de escucha interior, de contemplación, de encuentros sinceros sin expectativas, encuentros de silencio, de de presencia, música y canto, de abrazos y creatividad, de risa, de rezo, de transformación. Me refiero a Biodanza y a todo espacio biocéntrico que generamos con nuestro hacer en todo lugar. Facilitar esos espacios, demanda estar atenta y consciente, en formación continúa y auto-observación, en estudio constante, en recogimiento, apertura y reflexión; en definitiva: en contacto consciente con la Vida.

Lo que me llama la atención en estos días, es la dimensión extraordinaria del Libre albedrío: ese silencio implícito que conlleva la libertad de ser y dejar ser hasta que se haga en la Tierra lo que está en el Cielo. Cuando consigo ese silencio conectivo, me encuentro con Dios, con Eso que todo lo habita (aunque a veces mi ignorancia me hace pensar que no), y Lo siento aquí, respirando en mí y en todo a la vez. Y aunque duela ese amar silencioso divino, ese cuido silente sagrado que a veces me hace llorar de nostalgia y alegría a la vez, después, cuando el instante de dolor es acariciado por mis manos y lo arropo con mi cuido que no es mío sino que es de Madre, entonces comprendo más allá de mi ser pensante, que el ejercicio imperceptible de hacer presente la Libertad Sagrada o Sagrada Libertad (lo que llaman el «libre albedrío») es la Gran enseñanza que como humanidad me/nos corresponde vivenciar, integrar i compartir.

Así entiendo entonces que la vivencia se expande más allá de mis acciones y no-acciones, pues no sólo es energía y magnetismo; sobre todo Es y en ese Ser (que a veces me sigue doliendo), poco a poco me asiento en un «trono» (como dice Paramahansa Yogananda) donde aquello que Yo Soy y que aún no sé nombrar, Es y nunca ha dejado de ser. Paradójico y simple a la vez.

Amar y dejar que cada quien encuentre el Amar en el Amor. Amar aún sabiendo que las elecciones que tomamos llevan implícito el dolor y el doler. Amar más allá de lo aprendido y lo enseñado. Amar amando el Amor que Ama.

El tiempo y la distancia nos dotan de esa percepción interna que cuando deja de pertenecer al «soy yo» egóico, pasa al Yo Soy que habita en el silencio, atentamente silencioso, armónicamente silente, humildemente magnánimo. Mientras, seguimos facilitando espacios internos de Amor y Servicio, que se expresan fuera y van creando las Realidades Reales, ejercitando la realeza olvidada.

¿Porqué te cuento todo esto y lo relaciono con la facilitación de procesos de integración, con la facilitación de Biodanza y espacios biocéntricos?. Porque estoy viva y porque la Vida sigue estando al centro, y mientras Ella siga en el centro, no puedo dejar de contarte todo cuando siento. Me hace bien. Nos hace bien. Aunque no se entienda, hace bien, porque no es al entendimiento a quien me dirijo; es al corazón, al alma, que no es mi alma ni la tuya, Es la nuestra.

Me surge compartir los Tres Tesoros del I Ching escritos por Lao-Tsé: Amor, Satisfacción y Humildad, de los que deriva una de las máxima del Tao.

Sólo los que aman son valientes;

Sólo los satisfechos son magnánimos;

sólo los humildes son capaces de dirigir»

Tao Te Ching

A mi nieto Arnau.

Amor y Servicio

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Estar bien desde la perspectiva de Biodanza

Hay una herida profunda en el alma de muchas y muchas personas, que suele aparecer en algún momento u otro en los grupos de iniciación a la Biodanza y tiene que ver con la trascendencia; esa línea de expresión de la identidad que posibilita transcender estados de conciencia limitantes, que condicionan nuestra manera de relacionarnos con el mundo, con la otra y conmigo misma. Sobre todo conmigo misma, pues el retorno a mi ser íntimo es en realidad lo desconocido.

Nuestro Angel estaba con el corazón partido, la mirada triste, el semblante cansado de tanto llorar, intentando sostener el peso de la pérdida, que suele dejar un rastro de dolor y de angustia difícil de digerir. Ella llevaba una sesión sin venir: me llamó para decirme que estaba recogida en su interior y aún no podía salir de allí. Esperaba que esta semana encontrara la forma para venir al grupo y dejarse arropar por él. Yo había preparado la sesión pensando en ella. No sabía si vendría, sólo tenía el anhelo, y sí, apareció. Cuando abrí la puerta y la encontré, nos abrazamos; habían otras compañeras así que no hubo tiempo de intimidad. Nuestro Angel se mostraba resignado. Empezamos la sesión.

En la Rueda de Intimidad Verbal abrimos el espacio para compartir: no había compartires, así que hablamos sobre la vivencia y cómo se significa en Biodanza. Me parecía importante dialogar sobre este tema pues el grupo ha crecido: se han incorporado dos mujeres más y ninguna de ellas conoce la Biodanza más que por la sesión de presentación que hicimos hace unos días. Sólo llevamos dos sesiones juntas. Sentí necesario situar a las dos mujeres nuevas en el contexto de vivencia propuesta por Rolando Toro, ya que el grupo lleva funcionando ocho meses y en este tiempo han pasado muchas cosas, como grupo y como singularidades. Ellas no son las mismas. No lo digo yo, lo dicen ellas. Además, esta era nuestra primera sesión con el grupo al completo y nuestro Angel se incorporaba después de su temporal ausencia. Era un momento delicado.

Al término de la rueda de diálogo, recogimos cojines y dejamos la sala preparada para danzar. Suena la primera música; suena la segunda y nuestro Angel me llama en privado. – Me voy a marchar. No puede seguir. (…). No puedo hacerles esto al grupo. No estoy bien (…) tal como estoy creo un mal ambiente…- Mantuvimos un breve diálogo. Al finalizar la canción, nuestro Angel y yo entrábamos en la sala para seguir adelante. La siguiente vivencia era un caminar a dos con una música de Dixieland. Nuestro Angel estaba allí y, al decir la consigna con la persona voluntaria para mostrar la vivencia, hice mención a la oportunidad de caminar a dos con lo que somos en ese preciso instante, con lo que hay, sea lo que sea, sin tener que estar de ninguna otra forma; sólo en el presente, aquí, con lo que yo soy ahora y nada más. Y es así como todo está bien.

En realidad no recuerdo bien lo que dije, lo que sí recuerdo perfectamente fue la cara de nuestro Angel, sonriendo dulcemente, tranquila, relajada, confiada. Y eso, es una bendición.

Biodanza recupera gestos cotidianos tan simples como el caminar a dos y los resignifica, no con nada nuevo en realidad, aunque parece que lo fuera pues el amor está tan escondido, tan guardado, olvidado, custodiado, encerrado en nuestros corazones heridos que pareciera que es nuevo, pero sólo es hacerlo presente con nuestros gestos cotidianos. Una música básica, de dixieland, y un caminar cogidas de la mano, vinculándonos con la mirada, con el gesto,… nada más y nada menos. Todo un universo en acción en ese preciso instante, donde dos personas que a penas se conocen, andan juntas, sin hablar, acompañadas de una música rítmica,… y la magia del amor se hace presente, no porque sea mágica sino porque nunca ha dejado de estar presente; oculta o no, ella está siempre y cuando le damos un espacio y un ambiente propicio para que se muestre, de forma natural emerge el amar, amando, el amor amando, el amarnos amándome. Tan simple y tan complejo a la vez.

En Biodanza, no hablamos con palabras porque es nuestra corporeidad la que se expresa y su lenguaje es muy claro, simple, sin lugar a confusión. En Biodanza recuperamos los gestos perdidos que a golpes de desencuentros, nos han llevado lejos de nuestro interior y así nos hemos perdido.

En Biodanza no necesito -estar bien- para estar en el grupo, para participar de la sesión, porque estar bien es intrínseco del estar. No hay mal estar, sólo es el preludio de la transformación que ocurre cuando le damos tiempo a que acontezca; y no sólo tiempo sino el lugar y el ambiente adecuado para que se dé, y en Biodanza se da, porque la música, el grupo, la consigna y la facilitadora propician que se de la vivencia integradora; no sólo la vivencia, sino la vivencia integradora.

Photo by Tatiana Syrikova on

Y seguimos con la sesión. Cuando llegamos a la parte descendente de la curva metodológica, entramos en ella con una Rueda de Miradas. La música escogida: Marchando al frente de Renato Teixera . (aquí te dejo el audio para que la disfrutes).

El agua interna brotaba tranquila por la fuente de nuestros ojos mientras nos mirábamos; se deslizaba al compás de la melodía, con todo lo que allí había, sin palabras, sólo sonidos del alma, recuerdos, nostalgias, deseos, anhelos, goces y mucho más manifestándose calmadamente, sin prisa. Bendito momento, sagrado instante de bendición inesperada, colmando nuestro ser de una profunda Belleza. No hay palabras que describan tanto Amor; sólo el silencio que comparto contigo, a tí, que me escuchas más allá de lo que digo.

Biodanza es humildad, porque ante milagros así, no hay como sentirse de otra manera que no sea humilde.

No existe un -estar bien- para hacer Biodanza. En Biodanza el Bien es Ser y Estar, en grupo, en el corazón, en el silencio, en el gesto, en el abrazo y en la distancia. Olvídate de ser algo que no eres, de estar de una forma u otra para que te acepten, para que te quieran, para sentir que perteneces. Sólo por el hecho de existir ya es suficiente. Así en Biodanza, porque la propuesta de Rolando Toro es que todo el mundo dance la Vida, que todos los seres humanos rescaten sus gestos perdidos y se unan en una enorme ronda de manos dadas, donde el corazón de una no es más mío ni tuyo, sino de todas y todo.

Al terminar, pedí que dijerámos sólo una palabra que definiera el instante vivido. Se dijeron varias. Yo la recuerdo fue SUPERACIÓN. La dijo nuestro Ángel sonriendo.

Si aún no conoces la Biodanza, no te quedes con las ganas. Busca un lugar que sea fácil para ti, en tu entorno, en tu localidad más cercana (hay muchos ya). Déjate llevar por la intuición; deja que tu alma te guíe. Ella te agradecerá encontrar un espacio donde danzar la vida en la vida.

Amor y Servicio

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Mirada a tres: una hermosa vivencia de Biodanza

Notas de navegación de una facilitadora

Hace ocho meses que danzamos juntas en el grupo de Biodanza de los miércoles por la mañana. En plena pandemia, cuando todo estaba teñido de gris, ese gris bosque quemado donde sólo queda humo, cenizas y el silencio del vacío espantosamente quieto, me animé a abrir un grupo de iniciación a la Biodanza por las mañanas. Parecía una locura pero no lo fue; dicho y hecho. Era una señal de buen augurio.

Es un grupo de cuatro mujeres, que son tres porque una lleva sin venir un tiempo por el encierro comarcal que ahora termina. Semana a semana durante todos estos meses, hemos ido tejiendo una hermosa manta de afecto y ternura que ha propiciado abrigo y cobijo para este frío del alma. Cada miércoles es especial, pero hoy ha habido una bendición añadida. Ha venido de nuestro Angel; en la Rueda Verbal nos ha contado que el frío que se había instalado en su corazón como si fuera a quedarse, se ha desvanecido con la primavera y el amor en flor de nuestros miércoles. La luz interior que ella percibía apagada, ha sido vista, sentida, reconocida y dulcemente acogida en un sincero abrazo que ha sellado el inicio de la nueva relación consigo y con la otra y por ende, con el mundo.

La conquista del Amor se ha manifestado; –Ha sido algo natural– nos decía nuestro Angel. Todo lo vivido hasta ese momento, todo lo llorado y lo odiado, se ha desvanecido en un instante de fusión. -¡Casi me olvido de contarlo!- ha dicho. Así es la integración en Biodanza. Su recuerdo ha venido cuando hablábamos sobre el significado de la Autorregulación en relación a la sesión pasada, concretamente a una de las vivencias: la Posición generatriz de Identidad. Ha sido entonces, hablando de la vivencia que ella no conseguía recordar, que le ha surgido el recuerdo y el deseo de compartir su renovada conciencia de sí misma.

La identidad, ese enigma que en palabras de Rolando «se manifiesta en presencia de la otra«, y «cuando me encuentro con la otra, empiezo a tener noticias de mí». Todas las vivencias en Biodanza son integradoras de manera que la identidad, (aquello que Soy esencialmente frente a cualquier otro sistema de realidad– R. Toro), se va manifestando progresivamente de forma integrada en la profunda sensación de estar viva Aquí y Ahora. Parece una obviedad estar viva, mas la vivencia de sentirse viva, presente, singular y parte de la comunidad humana y de la Vida, es una experiencia única, acumulativa y profundamente transformadora.

No ha sido casual que hoy la sesión estuviera centrada en la línea de la Creatividad. Hemos jugado, reído, nos hemos divertido, hemos creado danzas y caminares nuevos recién horneados en el instante vivido, y de a poco hemos entrado en el espacio de intimidad donde, después de la vivencia de Escultura a tres, vivencia de Juegos creativos de Biodanza, he propuesto la Mirada a tres. El grupo estaba preparado para esta vivencia. Me lo ha dicho la intuición que es la voz del alma.

Grupo regular de Biodanza, Castellar del Vallés (curso 2009-10)

Estaban sentadas en el suelo. Habíamos acabado la Escultura a tres y la sensibilidad estaba presente en sus manos, su corporeidad moldeada por el afecto. Les he indicado cómo era la vivencia llamada Mirada a tres -siempre hay una que contempla a las otras dos mientras se miran. No es sólo una mirada; es la presencia en el mirar, es hacer presente a la otra en mi propia presencia, disfrutar de mirar y mirarnos. La música: Imagine interpretada por Eva Cassidy.

Suena la música que la pongo flojito y voy subiendo el volúmen poco a poco para que se acostumbren a la sonoridad. Me giro y las veo mirándose. Discretamente las contemplo en la distancia. ¡Cuánta belleza!!! Sus rostros relajados van sonriendo discretamente; la sonrisa esta en sus ojos, en su piel, en su estar dulcemente silente; el Amor en mayúsculas se manifiesta allí mismo, en ese mismo instante, donde la singularidad es honrada, conscientemente honrada, plácidamente acogida y fundida en el sentir de cada corazón en flor. No había visto sus ojos así antes; los he visto de muchas maneras, pero con la Belleza de hoy, era la primera vez. He dado gracias a Dios por tanto recibido, por ese y cada momento vivido, por ser parte de tanta Belleza.

Sí. Gracias, eternamente gracias. La Vida es increíblemente Hermosa. En estos detalles minúsculos, casi imperceptibles, absolutamente discretos,… sin palabras… sólo Amor amando.

Gracias, eternamente gracias.

Amor y Servicio

Notas de navegación

Ella danzaba mientras sus manos acariciaban su pelo

Decidí sentarme para mirar la escena. Había transcurrido un poco más de la mitad de la sesión de Biodanza de cada miércoles por la mañana de 10 a 12h en el Balneari de l’Ànima de Castellar del Vallès, Barcelona, Catalunya. A veces ellas vienen sonriendo, otras no tanto. Aún y todas las oleadas del vivir, ellas acuden puntuales a la cita semanal.

Por aquellas cosas que tiene el vivir, volvíamos a ser tres: ellas dos y yo. Empezamos un poco antes de la hora convenida; por alguna razón del destino, aquella mañana ambas habían llegado con más antelación que de costumbre. Abrimos el Círculo de Intimidad verbal y dialogamos. Éstos días estamos con la autoevaluación y surgen compartires muy hermosos, profundos, transformadores para todas. Después de la palabra, nos dispusimos a danzar.

La sesión iba tejiendo la huella de levedad en sus cuerpos. La ligereza del movimiento se iba manifestando con más o menos resistencias hasta que llegó el ejercicio clave de la curva metodológica: Acariciar el pelo de la otra. No me gusta decir acariciamiento porque esta palabra lleva en sí mismo el -miento- y en la caricia no hay ninguna mentira; de hecho es uno de los actos en los que el humano no puede mentir a no ser que decida hacerlo adrede.

Ella se puso detrás y la otra-ella de espaldas; ambas en el suelo. La música empezó y las manos de Ella se deslizaron en el pelo de la otra-ella, mientras ambas cerraban los ojos. Yo me senté a contemplarlas.

Fui observando como en el rostro de la otra-ella se disolvían tensiones que eran imperceptibles a la vista humana pero que estaban allí, desvaneciéndose a medida que Ella curioseaba cariñosamente su pelo. Ella se sumergía en la caricia como lo hacen las almas inocentes de las niñas que juegan a cualquier cosa que les agrada. Su cuerpo empezó a bailar mientras sus manos tejían lazos de amor y afecto entre el pelo enmarañado de la otra-ella.

Una sonrisa silenciosa, se fue dibujando en la otra-ella. No eran sus labios solo los que sonreían; era su tez iluminada, tersa, rejuvenecida por el efecto del amor sin más. El cuerpo de Ella seguía danzando sin rastro de mente mientras sus manos continuaban jugando a amarla, amarse, amarnos.

Yo, permanecía sentada contemplando durante esos tres minutos y medio, la Belleza de Ser lo único que Somos: Amor.

Sentarme para contemplarlas fue un permiso que me concedí para gozar, una bendición para mi alma, mi cuerpo, mi mente. ¡Qué pocas veces podemos pararnos a contemplar tan bello acto! Percibía la belleza de las imágenes que se impregnaban en todas las células de mi cuerpo; gracias a eso, ahora puedo compartirlas contigo. ¿Porqué lo hago? Porque en el mundo que vivimos, donde los rostros se han vuelto inexpresivos, ocultos tras una máscara de miedo, aislamiento y enfermedad, nos cabe nutrirnos con todo el amor que nos quepa para que no olvidemos la Vida, cómo es la Vida de Verdad, no la que nos dicen que es, sino la verdadera, la que nos une, nos hermana, aún en las diferencias.

Te invito a que tu, como facilitadora de Biodanza, compartas tus sentires cuando miras y ves a tu grupo danzando, cuando miras y percibes el cambio de tono en su piel, cuando miras y observas como se dibuja la sonrisa de la paz y la plenitud en algunos momentos mágicos donde la música ha tocado el alma y la ha liberado de su oscuridad. Compártelo, cuéntalo, escríbelo, espárcelo por las redes para que juntas tejamos lazos de Belleza que llenen los hogares de La Certeza del Amor. No es un sueño. Es la única Verdad. Hazlo si te resuena.

Somos Una; no lo olvides. No hay distancias, no hay separación, no hay cómo no ser Una.

Con Amor y Servicio siempre.

Notas de navegación

La magia de la vivencia de Biodanza

Grupo regular de iniciación a la Biodanza. Empezamos el grupo presencial en septiembre 2020. Llevamos seis meses juntas.

Hoy, en la sesión de cada miércoles, en el tercer ejercicio propuesto, pido una voluntaria para la vivencia siguiente. Ella se adelanta. Explico la danza -Diálogo a dos- dentro de la línea de la Creatividad. Ya hemos hablado de la creatividad durante la Rueda de Intimidad Verbal, pero la teoría, el raciocinio, la palabra, dicen, transmiten y, solo en la vivencia podemos incorporar progresivamente el conocimiento real de lo entendido. No aprendemos sino es con la práctica y la repetición.

Cuando explico de qué se trata la propuesta de diálogo a dos, percibo que ella se inquieta. Le pregunto si hay alguna duda y ella contesta: Vamos a ver. Pongo la música y me acerco para iniciar el diálogo. Empiezo yo. La música es divertida y alegre, invita a un movimiento despreocupado. Danzo mi inicio de diálogo y ella hace -No- con la cabeza. Quietud. La tensión en su rostro se evidencia, su cuerpo se electrifica. Sigo dialogando con ella. Entra en negación. -No puedo- dice. ¿Qué ocurre?- digo yo. No puedo, no se… – contesta. La canción es alegre pero yo estoy triste. No puedo danzar-dice Ella. -Puedes expresar tu tristeza. Es un diálogo- le contesto. Silencio. La música sigue sonando. Percibo que aunque hay lucha interior, el impulso de salir adelante está presente. Paro la música y la invito a «dialogar danzando» con su compañera. Le pregunto si quiere y Ella contesta que sí. La música vuelve a sonar.

Su compañera danza iniciando el diálogo. Ella contesta expresando con timidez su situación. La respuesta de su compañera sigue, Ella responde que aún no puede con su cuerpo y sus gestos; el diálogo continua. Poco a poco, el rostro y la tensión del cuerpo de Ella van desvaneciéndose; aparece la sonrisa. El movimiento es mucho más relajado; surge la risa entre ambas, siguen dialogando. Al terminar se abrazan sonriendo.

La música, la otra, el grupo, el ambiente cuidado y protegido, seis meses juntas, el vínculo de pertenencia a la vida, se va instalando en los espacios vacíos del río de las vidas, y las murallas del miedo van cediendo al influjo del amor. Parece que ésta palabra, amor, está gastada, desvalorizada, mercantilizada, pero en Biodanza recuperamos su origen a través de nuestra corporeidad viviente.

La sesión continua; seguimos danzando en clave de creatividad y afectividad. La tez de Ella, se ha relajado: no hay rastro de la tensión anterior. La piel vuelve a brillar con esa tonalidad amorosa que las facilitadoras sabemos distinguir. Mi corazón late con gratitud eterna por tanta belleza. Propongo un acariciamiento de manos con la consigna de descubrir las manos de la otra, curiosear sus manos, entretenerme en sus formas. La palabra caricia no aparece pero sus manos se acarician; hay ternura, sosiego, una dulzura que eleva el alma, y yo, mirando sus manos, sus gestos, sus rostros plácidos, sonrientes, relajados y entregados a la vivencia, sólo puedo dar gracias a Dios, a la divinidad por estar presente en ese momento, por todos los años de perseverar impartiendo Biodanza y educación Biocéntrica una y otra vez en todo lugar, buscando donde expandir este mensaje de Amor que perdura más allá del tiempo, por estar aquí y facilitar espacios de transformación integradora, que dan sus frutos día tras día, sembrando semillas de alegría, de poder, del verdadero poder del Yo puedo, Yo Soy.

Después, si hubiéramos sido más participantes, hubiéramos hecho una ronda de mecimiento, pero en esta ocasión sólo eran dos, así que les he propuesto un «mecimiento abrazante» entre ambas. No sabía si entenderían eso de «mecimiento abrazante» que me acaba de surgir en ese momento. Sí, no ha hecho falta que dijera nada más: lo habían entendido perfectamente. Ha sonado la música y despacito, se han ido acercando. Se han acomodado en un abrazo cálido mientras sus corporeidades se mecían de manera casi imperceptible. Ante toda esta ternura he sentido el deseo de fundirme con ellas y me he preguntado si debía, si ese momento era sólo suyo, si podía inmiscuirme en su intimidad. La música seguía sonando; con sigilo me he acercado por si pudiera darse y, poco a poco sin pensarlo, nos hemos fusionado en una abrazo a tres que todavía perdura en mi piel.

Por último, una canción de cierre: una rumba suave que nos ha dejado la alegría sinuosa de lo vivido juntas.

NOTA: Antes de la declaración de pandemia, cuando en alguna ocasión me había quedado con dos participantes solamente en el grupo, había anulado la sesión porque yo aprendí que menos de cuatro, no se podía hacer biodanza. Me lo creí y así lo he vivido durante mucho tiempo. Desde hace un año, los grupos se han reducido tanto que a veces nos encontramos con dos participantes. Nunca más he anulado una sesión por este motivo. Hoy, me siento feliz de seguir aprendiendo en el arte de facilitar. Seguimos

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Biodanza en la naturaleza. Un canto a la Madre.

Ayer en la mañana hicimos nuestra sesión regular de Biodanza en la naturaleza. Varias semanas atrás lo habíamos acordado así, dado que aquí donde vivimos, estamos rodeadas de bosques, montañas, río y multitud de caminos.

En este entorno, hay muchos lugares donde poder biodanzar en la naturaleza; sólo tenía que escuchar la llamada y acudir. Así fue. Una tarde de las tantas que paseo con mi querido perro Roc, me adentré por un camino que hacía mucho no recorría. La voz de Gaia me llamó. Ese día el lugar estaba distinto de otras veces: podía escuchar nuevos susurros, otros cantos, tonalidades del viento que me decían que ese era el lugar donde danzar.

Nos encontramos a las 9.30h de la mañana. Un día espléndido: cielo azul totalmente despejado, frío matinal recordándonos el tiempo otoñal, sol, muchas ganas de vivir la experiencia. A las 9.50h estábamos delante del camino que íbamos a recorrer y dispusimos nuestros corazones y almas a danzar con la Madre. Tras una breve introducción, ritualizamos el encuentro y nos dispusimos a iniciar el recorrido.

Las escaleras de tierra y madera nos llevaron al río donde las aguas limpias corrían sin prisa. La sonoridad de su canto, el susurro del suave viento, el trinar de los pájaros, la Presencia fue ocupando el espacio interno, y sin querer ,el fuera y el adentro se fueron fusionando. El íntimo robledal nos esperaba con alegría. Sabía que algo hermoso iba a pasar pues no es común que humanos se entretengan a contemplar y gozar satisfechos de los dones de la Madre Tierra. Repartimos caricias, abrazos, sueños y calma entre sus troncos gozosos. El Sol nos esperaba más adelante.

En el verde prado de poleo en flor, el juego, la risa y la ternura jugaron con la inocencia. Después un breve descanso. Aún huele mi piel a campo, hierba y alegría. ¡Bendita inocencia!. Seguimos el recorrido y nos encontramos con un paraje más íntimo, que nos dio la bienvenida con una hermosa y mágica lluvia de hojas multicolores cayendo desde lo alto del gran árbol custodio del lugar.

Los colores del otoño-Els colors de la tardor. by Teresa Tendero

Seguimos la indicación «Camí de la Penitenta – Camino de la penitenta». ¿Porqué le llamarán así? Alguna historia debe esconder, y aunque no la conocemos, nos inspiraba. Nota: Penitencia, aunque está asociada a dolor y disgusto, en latín antiguo significaba no estar satisfecha, no tener bastante de algo. ¡A ver qué descubrimos!.

El camino es estrecho, húmedo, verde, amarillo, olor a otoño. La alta pared de la montaña a nuestra derecha nos protege. El sol allí en lo alto de la gran pared, ilumina el paraje con su reflejo. La sonoridad ha cambiado: todo es más silencioso, pacíficamente silencioso. Seguimos hasta un entrante a nuestra derecha; nadie diría que lleva a ninguna parte pero allí esconde misterios a descubrir.

Como seres humanos tenemos el deber de cuidar y embellecer la Vida, así que nos dispusimos a recoger los restos de desechos urbanos que en ensuciaban el lugar. A veces se hacía difícil distinguirlos entre la tierra y las piedras que los ocultaba, pues la Mamita siempre atenta, se ocupaba de integrarlos, pero eso demora mucho, mucho, mucho tiempo, así que en silencio y atentas a no-emitir ningún juicio, fuimos recogiendo todo cuanto encontramos.

Cuatro bolsas de escombros recogimos. El hermoso lugar escondido, sonrió satisfecho. Alegría habló y dijo: ¡Devolvamos la dignidad al humano!, y de forma improvisada, dejamos una ofrenda de ternura.

Ofrena a la Marona com a recordatori de la Dignitat humana. Ofrenda a la Gran Madre en recuerdo a la Dignidad humana

Gaia, la Mareta, Marona, Gran Mare, es la Generosidad. A pesar de nuestra ignorancia humana, Ella no deja de confiar. Honrando su eterna confianza, andamos en pareja por el húmedo camino, cuidando unas de otras. Fuimos y volvimos con la oscuridad fuera, guiadas por la Luz interior.

De regreso nos quedamos en el robledal y pidiendo permiso a los habitantes del lugar, dejamos una ofrenda de amistad para que los pueblos de la tierra recuerden que el humano embellece; está dotado para generar Belleza, Armonía, Paz. Dejamos nuestra humanidad en este mandala.

Al final, ya cerrando, nuestro ángel femenino del grupo, nos regaló este escrito que el Amor de la Pacha le había dejado en su corazón. 🙏🙏🦋🦋

Un canto de amor a la Tierra
Thich Nhat Hanh

Querida Madre Tierra:
Me postro ante ti con el mayor de los respetos y la clara conciencia de que estás presente en mí y de que yo formo parte de ti. Tú me diste a luz y me proporcionaste todo lo que necesitaba para mi sustento y desarrollo. Mi madre, mi padre y todos mis ancestros son también tus hijos. Nosotros respiramos tu aire fresco, nosotros bebemos tu agua limpia, comemos tu nutriente alimento y apelamos, cuando estamos enfermos a tus remedios naturales.

Tu eres la madre de todos los seres. Te llamo con el nombre humano de madre, pero se que tu naturaleza es mucho más amplia y antigua que la humanidad. Nosotros no somos más que una joven especie de tus muchos hijos. El resto de millones de especies que viven – o han vivido – en la tierra son también tus hijos. Sé muy bien que no eres una persona, pero también sé que no eres menos que una persona. Eres un organismo vivo que respira en forma de planeta.

Cada especie tiene su propio lenguaje y tú, como nuestra madre, los entiendes todos. Por ello sé que, cuando te abro mi corazón y te ofrezco mi plegaria, puedes entenderme.

Donde quiera que haya suelo, agua, roca o aire sé, querida madre, que estás ahí, nutriéndome y dándome vida. Estás presente en todas las células de mi cuerpo. Mi cuerpo físico es tu cuerpo físico, y, como el sol y las estrellas están presente en ti, también lo están en mí. Tu no estás fuera de mí, y yo tampoco estoy fuera de ti. Tú eres mucho más que mi entorno. Tú eres yo.

Hago el voto de ser continuamente consciente de que siempre estás en mí y de que yo siempre estoy en ti. Me comprometo a ser consciente a que tu salud y bienestar son mi propia salud y bienestar. Sé que necesito mantener esta conciencia viva en mí para que ambos estemos en paz y crezcamos felices, sanos y fuertes.

A veces me olvido. Me pierdo en confusiones y preocupaciones de la vida cotidiana, me olvido de que mi cuerpo es tu cuerpo; y a veces me olvido incluso de que tengo un cuerpo. Inconsciente de la presencia de mi cuerpo y del hermoso planeta que me rodea y me impregna, soy incapaz de reconocer y celebrar el precioso regalo de la vida que me has dado. Mi deseo profundo, querida, Madre, consiste en despertar al milagro de la vida. Me comprometo a aprender a estar presente en cada momento, para mí, para mi vida y para ti. Sé que mi consciencia es el mejor de los presentes que puedo brindarte, el más precioso de todos.

Y así concluimos nuestra sesión de Biodanza en la Naturaleza.

Amor y Servicio

Notas de navegación

El amarme de las Mujeres Jardín

Proyecto biocéntrico de escritoras y poetas del grupo de Biodanza +65años.

Diario de navegación. Fecha 14102020

Ayer sucedió aquello que toda facilitadora de Biodanza, encarnando la misión de la facilitación que Rolando nos encomendó, otorga pleno sentido a nuestra labor. Lo comparto porque es profundamente inspirador en mi hacer y quizás pueda serlo también en el tuyo; esa es la intención del compartir.

Surgió de improviso, justo ayer, después de la sesión pasada cuando en sus compartires en la rueda de intimidad verbal, se percibía la alegría del retorno, el coraje que había supuesto regresar a la sala que nos ha acogido durante estos tres años y hacerlo con la plena confianza que nos otorga la institución. Tanto fue así que cada una de ellas compartía con ilusión logros en su cotidiano que se traducen en cosas tan sencillas y tan importantes como el hecho de nuestro Clavel, atreverse a bajar las escaleras que tanto temía para cuidar de un jardín que había abandonado y al que durante años había dado la espalda para no recordarle su limitación, y lo consiguió pensando en el coraje que le aporta el grupo de Biodanza, las vivencias y la sensación de pertenencia; ahora su jardín es fuente de inspiración diaria y, según nos dice, le pasan las horas cuidando sus plantas. Nuestra Azuzena también compartía con serenidad que había podido afrontar el desapego del hogar y de sus pertenencias donde había vivido con su esposo, fallecido justo un año atrás, con serenidad, «sin llorar ni una gota» porque se sentía segura y tranquila de lo que hacía «gracias a todo lo que aprende en Biodanza» según sus palabras. Y la Orquídea que con una gran sonrisa compartía al grupo que después de varios años sin subir ni bajar escaleras por miedo a caerse debido a una lesión en la rodilla y la artrosis en aumento, había conseguido subir 57 peldaños de un apartamento en la playa al que había dejado de ir precisamente por no sentirse capaz de subir ni bajar escaleras ya que no tiene ascensor; y no sólo las subió una vez, sino que cada día durante dos semanas las ha subido y bajado varias veces, cada vez con mayor agilidad. Nuestra Amapola que sumida en la tristeza de la pérdida de su esposo y el dolor de sus caderas a las que no encuentran remedio que la alivie, por mucho que lo intenta, aún sin poder volver a sus pinturas y dibujos que primorosamente colorea con una sensibilidad artística extraordinaria, nos dijo que seguirá intentándolo una y otra vez hasta conseguirlo porque «cuando sale de la sesión semanal de Biodanza, se encuentro más ligera, más animosa«. Todo esto que cuentan en la Rueda de Intimidad Verbal es tan hermoso que a penas tengo palabras para describir la profunda alegría que siento.

Pues bien, después de esa sesión en la que danzamos poco y compartieron mucho, nos encontramos ayer con un ánimo grupal distinto. El motivo: las autoridades han decretado nuevas restricciones; estamos en Alerta Roja e informan de más casos de contagio. El miedo ha vuelto, silencioso y pesado, un miedo que las contrae y las engarrota, que las paraliza, las desconcierta y limita; y a pesar de ello, estaban allí, presentes, con su sentir, ocupando su espacio en la rueda.

Iniciamos el relato de intimidad verbal y cada palabra que leían en sus cuadernos-diario de Biodanza, aún percibiéndose el oleaje emocional por el que navegan, la mar permanecía sabiéndose mar mas allá de las olas producidas por el viento. La última en compartir fue Orquídea que, tan contenta que se sentía en su último compartir por su conquista delante de las escaleras, abrió su libreta y con primorosa lectura para el grupo, nos dijo que había tomado una decisión importante que era «ceder su lugar en el grupo a otras mujeres que están en lista de espera«, que no pueden entrar por la restricción de número limitado de participantes en el recinto. Lo decidió a pesar de «estar en baja forma» como dijo literalmente, para que otras conozcan los beneficios de la Biodanza. Más adelante, -dijo- me incorporaré cuando todo esto de la pandemia haya pasado y todo vuelva a ser como antes.

En mis adentros pensé: ¿Cómo antes?. Nunca será como antes. Nada ocurre para permanecer congelado en el tiempo; la vida es continuidad. Lo que fue, ya ha sido; pero no dije nada. Era momento de sostener el silencio que se había generado.

Orquídea demandaba una devolución pero el grupo permanecía en silencio. Esperé a que alguna hablara. ¡Cuan importantes son los silencios!. En educación biocéntrica, llamamos de «paciencia pedagógica» al dejar que las cosas acontezcan a su tiempo, en su compás, su ritmo. En el silencio, se encuentra la Voz del alma; y así fue.

La Dama de Noche, dirigiéndose a la Orquídea, dijo con una sonrisa tranquila y un estar cómoda: «Yo no soy tan generosa como tú. Para mí, venir aquí a hacer Biodanza me da todo sentido«. Orquídea quiso contestar pero yo indiqué que en la rueda no hay diálogo; así que la Dama siguió diciendo su sentir hasta terminar. Y después fue la Azucena que tomó la palabra; luego la Flor del Higo Pico, después el Clavel, la Rosa, la Violeta y la Amapola. Todas ellas, a su tiempo, entre silencios, compartieron desde su singularidad un mismo sentir que sintetizo en: aunque el gesto de ceder el lugar a otras compañeras es hermoso, para ellas es más importante aprovecharlo para ellas mismas; no quieren prescindir de este encuentro semanal.

Observando la escena desde mi estar como facilitadora, percibí los rostros y los gestos de esas mujeres; su corporeidad reflejaba ese «estar en el centro» que propone el principio biocéntrico. Así, la Vida en el centro resonaba en sus voces como el eco de la que sabe lo quiere y lo defiende amablemente, como la reina reinando en su reinado de Amor. Sus voces sosegadas expresando su sentir sincero, sereno, aposentado en la Vida y apostando por Ella en sí mismas, fue como escuchar a Mozart en el claro de un bosque y elevar la mirada al cielo como hacían los antiguos, fusionándose con el Ser divino que todo habita. No tengo palabras para describir lo que siento, aún así puedo decir que, ante ese acto de reafirmarse como seres libres que escogen lo mejor para sí, sin importar lo que nos han enseñado sobre el altruismo y otras mentiras disfrazadas de actos verdaderos, da pleno sentido a mi vocación como facilitadora de Biodanza y como ser humano al servicio de la Vida.

¡Claro que tiene sentido facilitar Biodanza en tiempo de pandemia! En cualquier tiempo, pero ahora mucho más. Estas mujeres, la mayoría de ellas con más de 80 años y alguna con más de 90, han vivido toda una vida de mucho sacrificio, de mucho darse y recibir lo justo (si es que llegada), de ahorrar para darle estudios a sus hijas e hijos para que fueran mujeres y hombres de provecho y pudieran elegir. Ellas son hijas de la guerra y la post-guerra y sólo ellas saben lo que han pasado. Algunas cuentan, otras asienten, a veces lloran, en ocasiones cantan canciones de antes, de siempre, jugando como niñas en una infancia que no era infancia porque tenían que trabajar y cuidar a sus hermanos y hermanas, cocinar y cambiar pañales, hacer la colada con 7-8 años. La mayoría han perdido a sus maridos, algunas se sienten aliviadas, otras añoradas, algunas han perdido hijos e hijas,… y estaban allí, presentes, verbalizando que, a pesar de la generosidad del gesto de la compañera, no cedían su lugar a nadie porque ese lugar es suyo.

Mi reverencia Mujeres Jardín. Para mí es un honor haberos encontrado. Juntas crecemos hacia dentro y así es como el afuera se ensancha, se fortalece, se ilumina de amor verdadero, tierno y sereno amor, donde todo nace, crece y se disuelve para volver a nacer y seguir el ciclo de la eternidad.

Y un dia después…

Me llaman de la Cruz Roja donde nos reunimos cada martes y me dicen que las autoridades han decidido prohibir las actividades con las personas mayores porque se han detectado nuevos casos de infectados por COVID-19 y, aunque la sala y las condiciones son las aconsejadas para llevar a cabo la actividad de Biodanza según las normativas vigentes, deciden que por salud es mejor anular todas las actividades.

Cuando la técnica me llamó para comunicarme el decreto que entraba en vigor el mismo día, me dije: – No puede ser. Ahora no. Otra vez no.- y me enfadé con tanto politiqueo enmascarado, con tanta palabrería que no hace mas que inyectar muerte y sufrimiento a las personas más vulnerables y a las menos, a todas. Ningún fundamento científico apoya las medidas que están tomando políticamente, ningún estudio epidemiológico apoya lo que están haciendo, aún así…

Tenía que encontrar la entereza y el coraje para comunicar a las Mujeres Jardín las nuevas decisiones que las afecta especialmente a ellas en una nueva reclusión en sus hogares durante quince días, aconsejando no salir del domicilio a no ser por necesidad. Y cogí el teléfono. Llamé a la Dama de Noche primero y le dije lo que ocurría y cómo nos afectaba en la actividad de Biodanza. Ella me dijo:

– Pues vaya … – y quedó en suspenso. A lo que yo le contesté:

– Mierda!!! Vaya mierda. – Salió espontáneo, sin pensar. Ella contestó:

– Pues sí, justamente eso, pero te digo una cosa Teresa, no nos callarán. Yo ya he hecho mi escrito de la sesión de ayer y quiero leerlo a las compañeras. No van a callarnos.

Y ese «No van a callarnos», fue repitiéndose de una a una con fuerza. Lo decían como si lo hubieran ensayado antes, pero era espontáneo. «No nos callarán». Surgía de su interior.

Querida lectora, querido lector que has llegado hasta aquí, este es el poder de la Biodanza, la verdadera revolución que representa Biodanza está justo en ponernos en pie de Paz, y seguir adelante con el coraje que nos confiera la música, la danza, el arte del encuentro, la poética del vínculo, el canto del alma que se eleva más allá de mascarillas, más allá de normas absurdas en nombre de la salud de los más vulnerables, sin pensar que la salud no es el aislamiento sino el vínculo con la Vida,… seguiría y seguiría pero no es necesario. Creo que con sus palabras está todo dicho.

No podremos encontrarnos en lugares públicos pero vamos a encontrarnos de otras formas. Usando el poder de la voluntad hemos decidido que cada día en algún momento del día vamos a ocupar unos minutos para poner la intención en que la Luz de la Verdad que es el Amor ilumine a todos los dirigentes políticos, a todas las personas, una a una para que nos vinculemos a la Vida y no a la muerte. Que esa Luz que brilla en el interior de cada una, se expanda para que esta Oscuridad que aprieta fuerte, se disuelva con la autoridad del Amor. Ahora y siempre.

Hemos decidido también, que de alguna manera (que ya veremos), recogeré sus escritos y saldrá el nuevo artículo de su autoría. – No nos callarán- dicen con solemnidad las Mujeres Jardín. ¿Te apuntas a la revolución del Amor?

«Si logramos sensibilizarnos a nuestra parte iluminada, toda nuestra existencia se transformará».
Rolando Toro

Amor y Servicio.

Notas de navegación

Del tempo y la atemporalidad en Biodanza y Educación Biocéntrica

Notas de una facilitadora biocéntrica

La característica atemporal de la vivencia no es de Biodanza; forma parte de la naturaleza intrínseca del encantamiento en el que las almas se sumergen con intención de una acción que se va transformando en un estar presente progresivo hasta conseguir, quizás, el propio ensimismamiento vivido, viviente, perdiendo la noción tempo-espacial.

Esta sensación viviente, se da en un estado alterado de la consciencia, donde la mente cede el protagonismo al alma y desde allí podemos vivenciar con plena intensidad. Cuando digo intensidad me refiero a la calidad progresiva de la intención que se transforma en único presente, donde todo confluye en el ahora sin posibilidad de nada más lejos ni nada más cerca. «Eterno presente» dirían los místicos, aunque el eterno se nos haga difícil de concebir dentro de nuestras mentes limitadas; pero no es de mente que estamos hablando, sino de alma, dónde habita la atemporalidad acompasada, vivida, danzada en su quietud. El tempo del Ahora.

Poco nos han educado en la verdadera naturaleza temporal; nada nos han hablado de la vivencia atemporal preexistente a todo cuanto la mente nos pueda decir e influenciar hasta convencernos de sus falacias. Si nos hubieran enseñado el triple aspecto del tiempo, donde Kairós o el tiempo cualitativo del instante que vivimos con intensidad o vivencia, y Aión la divinidad de la Eternidad donde el tiempo es eterno y cíclico, van unidas de la mano junto con Cronos o el tiempo cuantitativo que se mide por el reloj, hubiéramos comprendido que el encantamiento, la contemplación, el ensimismamiento, forman parte del vivir viviendo, y no de una tara o defecto intrínsecos que hay que resolver a cualquier precio para entrar en la «normalidad» estandarizada que nos aliena y aturde. Pero el juego de la vida es eso mismo: trascender el engaño que por habitar en el universo del libro albedrío, teje sus telarañas sin limitaciones, ocupando todo el espacio que le dejamos con el olvido de nuestro ser esencial, ganando terreno en nuestra percepción de la realidad hasta terminar confundiendo lo que es real de lo que es vasallo. Tal es el empeño del juego del vivir, que terminamos siendo siervos de la dualidad navegando entre aguas que nos ahogan para volver a resucitarnos y volver a ahogarnos una y otra vez hasta que la realeza emerge tímidamente del interior y descubre que la naturaleza de la verdad es Ser Real: Reinas y Reyes de nuestro reino que es el cuerpo, nuestra expresión dinámica del Ser.

En Biodanza el cuerpo se transforma en corporeidad vivida. ¿Qué quiere decir? que no somos el cuerpo; somos en un cuerpo o lo que es lo mismo: almas con cuerpo físico, denso, tan denso que creemos que esa densidad nos identifica porque es lo único palpable pero, déjame decirte que eso no es así. Con la vivencia, lo palpable se torna en experiencia atemporal, donde Kairós y Aión danzan en nosotras, humanas, almas en una experiencia humana, dotadas de libre albedrío para experimentar la realeza en todas sus expresiones; más no la pseudo-realeza que nos venden como única posibilidad de ser reinas y reyes; hablamos de la reina y el rey de las acciones correctas, donde la Vida es la única protagonista, con todo lo que ello implica. Más, ¿Cómo saber cuando la Vida se manifiesta realmente en nuestra expresión de Ser en le mundo? ¿Cómo conocer la reina y el rey que cada una es?. Una de las respuestas es, cuando del pensar y del hacer surge la sonrisa del corazón, emanando alegría sin par, plenitud y Gracia. Cuando conseguimos esa sonrisa de la certeza, estamos en un espacio-tiempo atemporal y eterno, donde lo que es, siempre ha sido, más allá de nuestras torpezas y aciertos.

¿Qué relación tiene todo esto que te cuento con la facilitación de procesos biocéntricos, donde la Biodanza y la Educación Biocéntrica son los ejes del hacer? Pues tiene a ver en la constancia de llevar a cabo nuestro propósito de facilitar, que se traduce en paciencia pedagógica como decimos en educación biocéntrica, empezando por la transformación interna de la percepción del tiempo. Porque cuando salimos de la formación, con título en mano y la ilusión de colaborar con el mundo para hacerlo mejor, ayudando a las personas a reconocerse en aquello que son, experimentándose en espacios de confianza y Amor como los que genera Biodanza y Educación Biocéntrica, nos encontramos con la realidad de la calle que nos enfrenta la ilusión con la desilusión colectiva, el amor con el que salimos de la formación, con el desamor de la población que, carente de perspectiva se ha olvidado amarse, autodescubrirse y comprometerse consigo misma a encarnar el autoamor que demanda constancia, progresividad, entrega, cuidado, ternura, silencios, abrazos,… y atemporalidad. Atemporalidad en el proceso de consolidar grupo, pues nos enfrentamos a grupos vacíos en los que un día son ocho y después son dos, y vienen y se van y vuelven y no regresan, y hoy somos una contigo como facilitadora y luego piensas si vale la pena tanto esfuerzo, y vamos navegando entre la duda y el cansancio y resistiendo con insistencia, porque se siente que es verdad lo que se siente, y así vamos yendo hasta que con la constancia y el desapego de los resultados, algunas lo conseguimos una y otra vez, hasta la próxima donde, da igual los años que lleves facilitando y la experiencia que tengas, volverá el proceso de montar grupo y necesitaremos vivenciar la atemporalidad que nos sigue hablando de un tempo que no dirigimos con el deseo ni la mente, sino con la intención, con la intención de ser música y ser danza, facilitando nuestro propio proceso de facilitadoras cada día y siempre.

Esta es la realidad de la realeza del vivir: aprendemos a ser reinas y reyes de nuestros reinos sólo cuando insistimos en que ese impulso que nos mueve una y otra vez, no surge del ego sino de la Verdad que nos habita y que a veces se esconde y nos juega malas pasadas; pero insisto, ese es el juego de la Vida. Sin esa pulsación, no habría verdadera vocación, la que sí mueve montañas y conste que no te hablo de llenar salas con personas biodanzando, que también. Más bien apunto a actuar correctamente, siguiendo tu intuición y no patrones que quizás han servido a alguien pero puede que a ti no te sirvan, porque cada una es singular y la singularidad es nuestro talento, así que actúa cuando surja la sonrisa en tu corazón apoyando tu hacer; entonces es cuando el universo ha escuchado tu mandato correcto, el que se alinea con tu alma. Sólo hay una sonrisa en el corazón y sólo aquella que la ha sentido sabe reconocerla entre las demás sonrisas.

Si facilitar Biodanza y generar espacios de aprendizaje-desarrollo con Educación Biocéntrica es tu verdadera vocación, no desistas. Los tsunamis y las tormentas llegarán y parecerá incluso que arrasan con todo pero no desistas. Nada ocurre por acaso en la aventura del vivir, así que igual en la facilitación. Por todo lo que pases, es para crecer dentro de ti en una madurada inocencia que perdura más allá del tiempo. No desistas de este sueño que es tuyo y es colectivo. Nútrete de los aciertos y, de los errores haz maestros para que guíen la expresión de tu singularidad como facilitadora biocéntrica. Deja que la Vida se manifieste, que sea el alma la que reine tus pensamiento y tus actos, porque el cuerpo perece, más no la corporalidad vivida desde el alma que eres.

La Verdad no se desdibuja ni pierde credibilidad; son los ojos que miran lo que acredita y dibuja, así que sigamos creando espacios de amor y confianza para que la mirada sea crítica y libre de juicio, donde el Amor entendido como Ley incondicional de la Vida, sea la única meta a alcanzar.

Amor y Servicio.

Notas de navegación

El principio biocéntrico más que nunca

Notas de navegación de una facilitadora de Biodanza en tiempos de pandemia

El principio biocéntrico es la base fundamental del sistema Biodanza y de la Educación Biocéntrica. Es en su base teórica y vivencial que sustentamos todas las propuestas, más en este tiempo de pandemia, donde se nos invita a revisar nuestras acciones, nuestros haceres y reorganizarnos de forma que sean las correctas y adecuadas a las circunstancias actuales, el principio biocéntrico se vuelve, más que nunca, el punto de referencia existencial donde la mirada no puede divagar entre opuestos. Sólo puedo quedarme como la observadora, para tomar aliento y permanecer en el centro sin involucrarme en creencias, en mi o la historia, en deseos,… Percibir desde el centro, me coloca en una vivencia imparcial, circular, donde todo lo que ocurre es perecedero excepto Yo, que existo antes de todo lo que acontece frente a mí, antes incluso de nacer, en lo imperecedero e inmutable, en Vida siendo la Vida, ya que Ella no se transforma en sí misma, cambia su forma de expresarse pero Ella en sí misma no cambia.

Así es como percibo mi facilitar en el mundo, mi Ser en el mundo facilitando procesos de transformación en los que yo me transformo y ofrezco mi transformar en propuestas pedagógicas que faciliten el proceso de aprendizaje autorefenciado; pues la única referencia que permanece en este tiempo de incertidumbre manifiesta, es la Vida. Más no la que está afuera de mí, que no deja de ser efímera, cambiante, pasajera, en constante transformación; sino la Vida en sí misma, la que Soy, la que permanece más allá de medidas de tiempo y espacio. Aquí es donde puedo empezar a diseñar la clase de biodanza que voy a ofrecer a mis grupos. Es el único lugar desde donde puedo hacerlo si quiero ser coherente con el existir; de nada me valen las referencias del ego que me colocan en algún lugar desviado donde yo facilito algo que no ejemplifico con mi propio existir.

La Biodanza no es un espacio de escenografía donde actuamos como sí; la Biodanza nos invita a vivir la danza de la Vida desde el propio centro, pero ¿cuál es mi centro? mi verdadero centro?, no es el ilusorio que me sitúa en un rol; es el viviente. Este es el único posible para facilitar verdaderos procesos de transformación interior, y no digo con ello que desde otro lugar no se den, más la transformación a la que Rolando apunta es la de Ser almas en un cuerpo, espíritus encarnados, seres divinos incorporados, consciencias puras en biologías mutantes danzando al son de la Gran Danza cósmica.

Y qué ocurre ahora que percibir al otro se vuelve lejano, impalpable, no-acariciable?. Pues que desde la nueva distancia encontrada, donde el metro y medio se normaliza como encuentro afectivo, justo en esa distancia yo puedo percibirme como ser cósmico dotado de lo imprescindible y único que existe que es el vivir. Y desde ese lugar puedo percibir a la otra que quizás antes me pasaba desapercibida, o me oprimía, o me asustaba, o me repelía pues el espacio era corto, quizás demasiado para percibirme a mí. Ahora, con este metro y medio, la propia Vida nos ofrece el aprender a sentir el aliento que me habita en ese campo aúrico donde la vibración se transpira y la resonancia de mi corazón se respira. Desde aquí, desde ese metro y medio que es una isla del Gran Océano, puedo percibir otras islas que emergen en el mismo Océano universal, y el yo y el nosotros adquiere una dimensión espacial profundamente trascendente, pues lo sutil apenas tiene forma aunque la usemos para describir.

En esa distancia entre islas oceánicas, puedo sentirme acariar y ser acariciada por la existencia del otro, que en la aparente lejanía emite sus ondas vibratorias de amor que yo puedo sentir desde este otro lugar.

Hay más aire ahora en las aulas de Biodanza, más espíritu, más trascendencia implícita, no verbalizada, indirectamente sentida. Cada ejercicio propuesto, ya no va al cuerpo-emoción; va directa y amorosamente al alma. Esto es la Gracia.

Estamos construyendo el conocernos desde otro lugar más trascendente, más creativo, con una vitalidad menos eufórica y una sexualidad más íntima y placentera, con una afectividad más centrada en la Vida, donde el otro no es tanto un cuerpo palpable sino una corporeidad sentida, un alma incorporada, un alma al fin. Y puedo percibirla mucho más ahora en la distancia que antes en la proximidad. Nada es casual. Todo ocurre en la urdimbre de Aquello que Teje los hilos de la Vida que conducen al retorno del Ser, donde el yo personal cede al Yo Supremo, Yo Soy.

Es un reto esta simplicidad a la que nos invita la distancia pandémica. Un reto que sólo podremos trascender si permanecemos en el centro de la Vida, no como espectadoras o directoras de orquesta; sino como la Vida misma.

Amor y Servicio

Notas de navegación

Comprometerme conmigo misma

Notas de navegación de una facilitadora de Biodanza

Mi casa tiene un hermoso jardín donde crecen cinco árboles de los cuales dos son frutales, plantas que florecen con flores de colores, otras con floraciones diversas, algunas no florecen. Habitan con ellas orugas que acaban siendo palomas, insectos varios, hormigas y otros seres que componen una biodiversidad maravillosa de la que disfruto con mucho placer.

No sólo recibo el beneficio de su esplendor sino el cuido que les dedico crea un efecto extraordinariamente sanador para mi propio ser en el mundo. Es una retroalimentación en círculo, como todo en la Vida; el equilibrio del dar y recibir, la implosión y la explosión, inhalar y exhalar,… Círculo Eterno.

Durante los meses de confinamiento, con la ausencia de la acción humana en la naturaleza, mi jardín se llenó de pájaros como nunca antes había ocurrido. Su trinar, el revolotear de sus alas, su estar, me producía una enorme satisfacción y una profunda sensación de gozo.

Ahora, con el retorno a esta aparente normalidad desdibujada y ridiculizada por medidas que se atreven a llamar saludables, los pájaros han regresado a la lejanía, y aunque mi jardín sigue hermoso, el cantar y transitar de las pequeñas aves que jugueteaban entre flores y ramas, ha desaparecido.

Observando el cielo desde mi hamaca en el jardín, me he preguntado cómo facilitar semanalmente Biodanza en mis grupos regulares en esta situación donde el otro es más una alerta que una posibilidad de encuentro poético y amoroso; cómo diseñar la sesión regular sabiendo que el contacto, tan nutritivo en todos los aspectos, ahora provoca una ansiedad y miedo nuevo, generalizado, casi diría naturalizado y normalizado por la situación. Una sesión tras otra, cada semana, hilando el hilo que se teje en la rueda de intimidad verbal previa, confiando en el sistema y sobre todo en mí. ¿Cuál es la llave que me proporcionará la facilitación correcta, la justa, la adecuada para que la corporalidad vivida acontezca en su justa medida? Danzando, mirando, viviendo, sintiendo, sosteniendo, respirando…

Siento que ésta es una gran oportunidad como facilitadoras de Biodanza, de profundizar en los tres niveles de vínculo (conmigo, la otra y el cosmos), desde otro lugar. Y digo desde otro lugar, no para inventar nada nuevo o adaptar el sistema; me refiero al «desde dónde» interno que conduce a reflexionar-me, a reflexionar sobre mi Ser en el mundo, sirviendo a la Vida y generando acciones correctas que propicien evolución y transformación en la Vida y los humanos.

Ese ¿desde dónde? me lleva a mirar mis propios conflictos que pasan más o menos desapercibidos tras un discurso bien elaborado y aprendido, que si bien me ha servido en su momento, hoy me pide revisión. Y en esa revisión interna me encuentro con Don Ego, sutil, espiritual, invisible, mistificado diciéndome cosas que agradan a mi yo personal y me hacen creer que esa es la verdad; pero el interrogante que me propone mi maestro interior, ese ¿desde dónde? me vuelve a llevar más allá del humo de mi yo personal, y lo descubro jugando al escondite entre mis buenas intenciones y mis buenos deseos. Y ¿sabes qué me dice?, que no hay buenas intenciones ni buenos deseos; que la dualidad del bueno y el malo siguen presentes en esta trama del engaño que despista, y es tan sutil, tan ingeniosa, que después del asombro que me provoca su astucia, no puedo más que relajarme y sonreír; y después, reírme abiertamente de cómo está tejida la Vida para que cada acto sea significativo en sí mismo, profundamente trascendente y Luz-faro-guía en las tinieblas y en la oscuridad de mi arrogante ignorancia.

Biodanza es un sistema surgido del Amor, sistematizado en el Amor; con el Amor surgieron las extensiones, en el Amor se afianza con las «nuevas» investigaciones y tendencias científicas que apuntan firmemente a la Unidad. Biodanza es la Danza de la Vida, así que en Ella misma se encuentran las respuestas que nos conducen como facilitadoras y facilitadores a seguir ofreciendo espacios de confianza, donde el ser humano pueda entregarse a su Ser en el Mundo como un camino de autodescubrimiento, donde todo pasa por una misma y es ese mismo Yo la clave del aprendizaje-desarrollo que va a propiciar el ejercitar las acciones correctas, para que todo siga el curso evolutivo adecuado, armónico, orgánico, en el tiempo adecuado.

Soy Yo como Ser humanizado e individualizado donde hallo las respuestas. La Vida se encarga de ponerme las señales que me conducen a la acción correcta que me lleva al lugar de retorno donde el gozo se manifiesta dentro, más allá de la satisfacción.

Soy Yo como facilitadora de Biodanza que confío en la genialidad de Rolando Toro y en todas los seres que configuraron la Biodanza original, la auténtica, la de siempre, libre de impuestos y tasas deducibles.

Soy Yo la que confirmo como facilitadora de Biodanza en servicio a la Vida, que encuentro la manera de transmitir en cada aula, el principio biocéntrico de manera que cada una lo perciba en sí misma y al ritmo adecuado, entre melodías y batucadas, entre silencios y rondas y gestos plenos de sentido, encuentre la forma de Ser más allá de la máscara y la mascarilla. Ser en el mundo. Toda una aventura; de hecho, La aventura, la única posible, pues todo es Cero.

Seguimos. Abrazos

Con Amor y Servicio