Una de las bases fundamentales de la propuesta de Biodanza para que se dé el proceso de integración humana, es la estructura unitaria que forman música-movimiento-vivencia. Rolando Toro, el creador del sistema Biodanza, dice al respecto: “la eficacia de un ejercicio de Biodanza radica en la profunda integración entre la música, el movimiento y la vivencia. (…) cada una de las partes es inseparable de la función de la totalidad”. ¿Cuál es la fuente inspiradora que lleva a Rolando a tal afirmación? ¿De dónde se nutre?
En los textos escritos por Rolando, que forman parte de la formación de docente de Biodanza, encontramos innumerables citas a diferentes autores que forman parte de la base epistemológica y ontológica de Biodanza. En Semántica Musical, Rolando cita varias veces a Kurt Lewin, un investigador nacido en Prusia en 1890, considerado el padre de la psicología social y la psicología de las organizaciones, así como también uno de los principales impulsores de lo que sería la Gestalt. Sus aportes en la comprensión del comportamiento humano dieron un giro radical al paradigma psicológico que imperaba en la época de los treinta, donde el conductismo había surgido como contraposición al psicoanálisis para proporcionar una base demostrable y medible a la psicología.

El foco del conductismo era medir la conducta humana a partir de la observación, priorizando lo objetivo de lo subjetivo. En sus observaciones descubren lo que llaman el condicionamiento operante, o sea, defienden que el ser humano es un sujeto pasivo que se comporta principalmente condicionado por el ambiente que le rodea. Esta es la base del conductismo tradicional que después se desarrollaría en otras ramas.
Para Lewin, que venia de estar en contacto con el marxismo y el movimiento feminista, la psicología debería ser una ayuda para transformar la sociedad en una más igualitaria y justa. Sus investigaciones se enfocan en los fenómenos sociales con el interés de identificar y entender cuáles son los factores que influyen en el comportamiento humano.
En sus investigaciones, Lewin se inspira en las teorías de la física cuántica, especialmente en la teoría del campo, que dice: el campo es una zona del espacio en donde existen propiedades representadas por magnitudes físicas (temperatura, fuerza, etc.). Este campo unificado, donde todo ocurre y es de manera interrelacionada y nada existe por separado, todo está vinculado entre sí, Lewin lo lleva a la psicología y lo renombra como Espacio Vital. Sus observaciones las centra en los grupos humanos y de ahí formula que la conducta humana se da por la interacción en un campo unificado dinámico o espacio vital en el que sólo existe el presente, y donde las dinámicas que surgen en esa interacción hacen que el sujeto pueda percibirse a sí mismo.
El enfoque de la teoría de campo de Kurt Lewin hace que el estudio del comportamiento humano se aborde desde una perspectiva de totalidad, donde el sujeto y su entorno no están aislados. Lewin dice: “Si no hay cambios en el campo, no hay cambios en la conducta. Todas las partes están dinámicamente conectadas de tal modo que la modificación de una parte de ellas produce un cambio en todas las demás”.
La aportación de Lewis da pleno sentido a Rolando en su afán por encontrar la manera de rescatar al humano de sus “gestos despedazados” y redescubrirse como ser libre y pleno en sí mismo. La música, el movimiento y la vivencia, como estructura unitaria, constituyen en sí mismo un conjunto organizado y organizador e inseparable de la función de totalidad. Para Toro la influencia recíproca que existe en música-movimiento-vivencia, se evidencia cuando se realiza un mismo ejercicio con músicas diferentes, dando como resultado vivencias totalmente distintas.



“Los ejercicios de Biodanza -dice Rolando Toro- tendrán en cada persona una resonancia y un grado de intensidad diferentes. No obstante, el patrón inductor apuntará siempre a una de las Cinco Líneas de Vivencia. De ese modo, una música, unida a una determinada propuesta de movimiento, producirá en cada miembro del grupo, vivencias afines, aunque de distinta intensidad y matiz, de acuerdo con los grados de represión y sensibilidad”. Cuando Rolando dice vivencias afines, está hablando de patrones inductores integrativos que se dan en la selección de las músicas, los ejercicios asociados a las músicas y la semántica de la consigna, que “es el producto de un cuidadoso y paciente trabajo de selección e investigación que ha demorado más de veinte años”, dice Toro en la década de los ochenta. Aún así la estructura sutil del grupo es única por lo que los patrones de vivencia deben tener una “extraordinaria carga intencional para conservar, a pesar de los posibles factores perturbadores, su eficacia esencial” afirma Rolando.
A mi entender, el grupo forma parte de la estructura unitaria integradora propuesta por Biodanza ya que sin grupo no existe la Biodanza; no hay Biodanza individual.
Es común observar en los facilitadores y facilitadoras noveles, el ansia de incorporar músicas afines al entorno del profesional mas está totalmente desaconsejado, al menos hasta que la persona que facilita se haya familiarizado totalmente con las músicas “oficiales” y haya adquirido experiencia y criterio suficientes para poder incorporar, con total certeza, músicas de su cosecha que sigan los principales criterios para la selección de música-movimiento-vivencia que son:
- Potencial de integración afectivo-motora
- Potencial armonizador de la totalidad.
- Potencial deflagrador de la comunicación humana.
- Potencial psicomotor arquetípico.
- Potencial creativo
- Potencial de desarrollar la sensibilidad frente a la Vida.
Con todas estas consideraciones presentes, el creador del sistema Biodanza, escribe: “comprendemos la delicada responsabilidad técnica que tiene el profesor de Biodanza y la sensibilidad y asertividad que requiere para lograr resultados efectivos”.
Amor y Servicio.