Cuando por primera vez escuché de mi primera maestra Silvia Eich, que Biodanza había surgido de una profunda meditación sobre la vida en el intento de encontrar la causa de tanto desarraigo, rigidez y represión expresada en los cuerpos, sentí que mi corazón sonreía: Biodanza tiene alma, -me dije. La nostalgia de amor fue la respuesta que Rolando encontró a su búsqueda de la Verdad.
Una frase como esta, esconde tesoros que se van desvelando a lo largo del camino. Las palabras Nostalgia y Amor se van resignificando a lo largo del camino de la facilitación de Biodanza, y se mantienen como un faro en la noche oscura. Nostalgia del ser amado y de ser amada, nostalgia de algo intangible que permanece vivo en el interior como una llamada que no cesa y nos empuja al encuentro, nostalgia de lo que siempre es y aún no hemos descubierto; nostalgia de lo que quisimos y no se dio, y de lo que quisiéramos y no sabemos. Nostalgia que nos mece, nos acuna y nos empuja como una madre a su cachorro para aprender a caminar en el Amor, único y aún olvidado sendero de reconocimiento a la expresión verdadera de Ser.
En la medida de mi introspección en la nostalgia de amor amar, entre valles de lágrimas de rendición y de perdón, de reconocimiento y de infinita ternura, he encontrado la fortaleza de expresar mi singularidad en paz y amorosamente, vibrando cada vez con más fuerza y coraje en la misión sagrada de la facilitación a la que me debo con absoluta devoción.
Las danzas propuestas por Rolando Toro y su equipo, las líneas de vivencia surgidas como expresión de la represión de ser en el mundo en orden ascendente (vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad y trascendencia), el principio biocéntrico como eje central de la única realidad posible; las consignas poéticas, las músicas y su semántica, la eterna visión de un mundo mejor, mucho mejor, extraordinariamente mejor en nuestras manos y acciones; toda la ciencia que sustenta este sistema Biodanza que no termina en los tres años de formación, pues está fundamentada en la Vida y la Ciencia Sagrada del vivir, así que, en eso estoy. Siguiendo este Caminar en la Belleza que indiscutiblemente me lleva a conocer más y más la Naturaleza de Dios.
La manifestación de la Naturaleza de Dios
Si bien danzar en las aulas es transformador, cuando lo hacemos en plena Naturaleza, la posibilidad de reeditar patrones, creencias y otras limitaciones, se multiplica exponencialmente.
En este curso de iniciación a la Biodanza que empezamos en octubre del 2020, nos hemos propuesto llevar el aula semanal a la Naturaleza, al menos una vez cada mes y medio o dos, como mucho. Nos hace bien danzar en contacto directo con Mamita, la Marona en catalán, mi lengua materna.
Allí donde vivimos, estamos rodeadas de naturaleza tan sólo a cinco minutos andando desde casa, donde hacemos las clases. Hay múltiples senderos y caminos que llevan al río, a bosques de roble y encina, a diferentes construcciones de «Pedra seca» que son refugios antiguos de pastores para los días fríos y lluviosos, campos de cultivo y huertas de campesinos (pagesos como decimos en catalán) que cuidan la tierra esperando recoger sus frutos. Es hermoso el paisaje que nos rodea; diverso y hermoso.
La última clase que hicimos, (puedes seguirla en este link) fue en el bosque virgen, sin apenas intervención humana. En esta ocasión, escogimos caminos de campo, hechos por los campesinos para llegar a la tierra labrada; senderos que cuidan y mantienen con cariño y amor a la tierra.
El tema generador de estas salidas a la Naturaleza es Conociendo a la Gran Madre. En esta última salida, la dedicamos a Los sentidos de la Gran Madre.
En nuestra sociedad moderna, los sentidos están atrofiados por el estilo de vida frenético, individualista y desquiciado, percibiéndonos separados de lo Esencial, entreteniéndonos en ser nubes cuando somos el cielo, o peces cuando somos el mar.
Las enseñanzas de los Vedas dicen:
Dios es la única Sustancia Real, Sat, de la cual los objetos de los sentidos del oído, el tacto, la vista, el gusto y el olfato -partes componentes de este mundo visible- no son más que propiedades.
La ciencia sagrada. Capitulo 1. El Evangelio. Sutra 1. Swami Sri Yukterwar
Las propiedades de la Sustancia Única se hacen manifiestas en la Naturaleza, que surge y es Palabra, Vibración Sonora Creadora (Om). Así es que en la Naturaleza, en su contemplación, encontramos la verdadera fusión con aquello que somos. Ella mantiene la Vibración Sonora Creadora plausible de forma que cuando ingresamos en un bosque, un río, un valle, una montaña, un prado,… sentimos que nuestro organismo se acompasa a la vibración creativa y creadora, danza en ella y todo se siente infinito, eterno, único, permanente.
Si con simples paseos conseguimos ese beneficio, imagínate lo que ocurre cuando el pasear es consciente y el mirar se vuelve contemplación y el silencio canto, y la palabra es Vacío creador. Así fue como andamos por el camino de los campesinos, cruzando un hermoso puente de cañas cortadas, rodeando huertos y campos de olivos, recogiendo regalos que la Naturaleza dejaba a su paso, hasta llegar al río.
Allí, entre espejos que reflejaban el cielo y las rocas del hermoso torrente, el estar se fue transformando en un cántico de Agua donde las ondas corrían alegres, jugando a vivir. Cantamos en círculo, cantamos en espiral, cantamos en quietud, cantamos en silencio y a cada nota, la Madre sonreía en el latir del corazón y las gargantas al viento. Nos fundimos en un abrazo de almas que juegan a ser mujer, y desnudas de mentiras, nos bañamos en la inocencia del amar.
El presente sustituyó el pasado y la fragancia se tornó arte cuando llegamos al Árbol de Sentir: una encina preñada que se yergue valiente y omnipresente, enraizada en la inmensa roca que acoge su vientre. Allí dejamos la huella de la Belleza con nuestras creaciones artesanas hechas de los presentes que recogimos en el camino, y el lugar sonrió sin vergüenza, satisfecho por la humanidad que sigue latiendo viva, más viva que nunca quizás, recorriendo el camino del retorno al hogar.
Antes del regreso, la Reina fue coronada por su valor y su constancia, y al posarse la corona en su real cabeza, la Luz se hizo en todos los corazones allí presentes. Las hadas y los enanos danzaron juntos, las hormigas y los duendes vitoreaban fuerte, muy fuerte. Las lagartijas se despertaron y las aves se posaron en su negro pelo rizado. Cuando la Reina leyó el mensaje del Cielo en forma de oración escrita por Paramahansa Yogananda, todo el lugar quedó sumido en una reverente y serena humildad.
Después, Kronos nos llamó la atención. –Daros prisa. Las campanas están a punto de sonar. Hay que regresar. – nos dijo. Y corrimos de regreso al inicio, sin empezar, transformadas por lo vivido.
Querido Rolando, la nostalgia de amor poco a poco se va desvaneciendo dejando paso a la Alegría del Vivir. La memoria colectiva e individual se va reeditando paso a paso en el camino de la perfecta Serenidad, la humilde Sabiduría y el sincero Amor.
Así queda escrito.