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LOS TRES TABÚES HEREDADOS: INCESTO, POLIGAMIA, BISEXUALIDAD según Rolando Toro

Para Rolando Toro, la humanidad hereda a través de los padres, tres tabúes: incesto, poligamia y bisexualidad. Esta afirmación se basa en el estudio de la vivencia de la que surgen las Cinco Líneas de Vivencia que conforman la expresión de la identidad del ser y el concepto de protovivencias que son las vivencias desde el nacimiento hasta los seis meses de vida aproximadamente.

En la introducción del capítulo IV. Tomo 1. Teoría de Biodanza. Editora ALAB titulado Para una nueva mirada de la estrategia epistemológica, Rolando Toro reflexiona sobre la base que estructura los modelos teóricos que intentan explicar cómo funciona el ser humano más allá de su biología. En su visión crítica, Rolando alude a la necesidad de incluir al ser humano en su totalidad para explicarse a sí mismo, no sólo desde la razón-mente y la conciencia, sino incluyendo la emoción y la vivencia, o sea la Afectividad. Para ello se apoya en Piaget [la percepción y el pensar se comprenden cuando se incluye la motricidad y la acción], y en las investigaciones sobre la percepción llevadas a cabo por el oftalmólogo Adelbert Ames Jr., en 1946.

Para Ames, la persona ejerce un papel activo, dinámico y creativo en el acto de percibir. Más allá de un simple mecanismo “estímulo-respuesta”, se establece un diálogo o transacción entre individuo y ambiente, interpretando lo percibido según su experiencia, y reajustando su experiencia ambiental.  Así nacía el análisis transaccional del cual Ames fue el precursor.

Figura 1

Para demostrar su teoría, Ames creó una habitación trapezoidal (figura 1), construida de manera que vista de frente aparenta ser una habitación cuadrada, con una pared trasera y dos laterales paralelas entre sí, perpendiculares con el plano horizontal del suelo y el techo. El resultado es una ilusión óptica que hace que una persona caminando por la habitación parezca aumentar y disminuir de tamaño según camina.  Se usa mucho en películas y en la actualidad se ha demostrado que la ilusión puede ser creada sin usar paredes ni techo, solo colocando un aparente horizonte (que en verdad no es horizontal) y el ojo humano se basa en la aparente relativa altura por encima de un objeto situado en el horizonte.

Habitación de Ames real

En esta investigación Ames constató que cuando la persona que observaba tenía una implicación afectiva con la persona observable, la distorsión era menos intensa que con una persona extraña. También constató que la percepción en las mujeres es mucho más significativa y profunda que en los hombres. En este sentido me gustaría señalar un cuestionamiento que me hago a menudo: los resultados de estos estudios y de tantos otros, ¿serían los mismo en individuos de otras culturas que no sea la occidental, patriarcal y predominantemente de raza blanca?  En cualquier caso y retomando el tema, como síntesis podemos decir que la Afectividad incide en la percepción de lo vivido. Creamos el [conocimiento del] mundo a partir de la experiencia afectiva propia; no sólo de experiencia, sino del contenido afectivo implícito en ella.

Para Rolando Toro “es la afectividad la que organiza el pensamiento” ya que el sentido de lo vivido proviene de la misma vivencia, del “instante vivido” como dijo Wilhelm Dilthey cuando creó el concepto vivencia.

La vivencia es un modo característico y distinto en el que la realidad está ahí para mí. No se me enfrenta como algo percibido o representado. No nos es dada, sino que la realidad-vivencia está ahí para nosotros, porque nos percatamos por dentro de ella. Porque la tengo de modo inmediato como perteneciente a mí en algún sentido. En el pensamiento, luego, es cuando se hace objeto”.

Wilhelm Dilthey. Introducción a las ciencias del Espíritu.

En la vivencia no hay conflicto, no necesita decodificarla ni análisis de la conciencia. Surge dela vertiente instintiva y está sujeta a experiencias anteriores.De ahí que Rolando Toro propone el desarrollo de las Líneas de vivencia, poniendo el énfasis en el origen biológico de las vivencias y en su función teleonómica (adaptación evolutiva según una ley interna de organización), aunque, su desarrollo adulto “está impregnado de cualidades cada vez más sutiles y complejas, que a menudo hacen olvidar su génesis orgánica”, según Toro.

Las vivencias pueden agruparse en cinco líneas o canales de circulación de los potenciales genéticos: Vitalidad, Sexualidad, Creatividad, Afectividad y Transcendecia.

  • Línea de Vitalidad: se genera en el instinto de conservación, en los múltiples mecanismos encargados de mantener la homeostasis y la regulación intraorgánica.
  • Línea de Sexualidad: se genera en el instinto sexual que asegura la reproducción y el flujo genético.
  • Línea de Creatividad: es el impulso de establecer nuevas y variadas relaciones ecológicas, y transformar el medio ambiente.
  • Línea de Afectividad: como la línea de creatividad, se gesta en la biología de supervivencia, solidaridad y cohesión a la especie.
  • Línea de Trascendencia: es el impulso de renovación y reciclaje de los patrones embriológicos.

Rolando sigue su desarrollo sobre la embriología de las vivencias afirmando que “si durante los primeros meses de vida el infante encuentra las condiciones ambientales para estructurar neurológicamente sus respuestas, las Líneas de Vivencia desarrollaran la plenitud del proyecto humano. A esta fase larvaria en la génesis de los patrones de respuesta vivencial, la he denominado etapa de las “protovivencias”, que abarca las vivencias del infante en los primeros días de su nacimiento hasta los 6 meses de vida.

En las protovivencias, las Líneas de Vivencia se relacionan, además de su origen biológico, con instintos y emociones. Así tenemos que:

  • Vitalidad: movimiento (desarrollo del ímpetu vital). Instinto de conservación.
  • Sexualidad: contacto (el propio cuerpo fundido con otro cuerpo) fuente de placer.
  • Creatividad: expresión (instinto exploratorio y de expansión).
  • Afectividad: nutrición amorosa (instinto comunitario)
  • Trascendencia: armonía (instinto de fusión con la totalidad, en el medio cósmico, lo indiferenciado).

Siguiendo con el estudio de las protovivencias, Rolando afirma que los padres, inconscientemente, imponen tres tabúes fundamentales a sus descendientes (el incesto, la poligamia y la bisexualidad) que ya fueron percibidos por Freud.

Para Toro la idea de que “el niño varón entra en competencia inconsciente con su padre por amor a la madre, se debió a la incapacidad de Freud para imaginar que el niño pudiera amar y desear a ambos padres, sin competir y que normalmente el niño podría desear el amor a tres”.  Y sigue diciendo:  en realidad su deseo no es separar a los padres, sino disfrutar de un doble contacto.

Toro afirma que, en nuestra cultura occidental, en la fase de protovivencias, aprendemos (nuestros propios progenitores nos enseñan de una manera inconsciente) a amar sin desear, o sea, desvincularnos del deseo que nace de la energía sexual, parte indispensable de arraigamiento a la vida junto con la vitalidad. Somos educados para disociar amor-deseo desde nuestra primera relación amorosa que es con nuestros dos progenitores: aprendemos a preferir al progenitor del sexo contrario y a rechazar al del mismo sexo por competencia y rivalidad en el amor. Para los varones la fuente de su disociación, según Freud, sería el mito de Edipo; para las hembras, Jung introdujo el mito de Electra, que para el caso tiene la misma función: amar al sexo contrario (progenitor) y rivalizar con el mismo sexo (progenitor) para conquistar el amor deseado.

Quizás la tendencia normal del ser humano,-dice Rolando Toro- si no fuera reprimido a través de esos tres tabúes culturales básicos sería:

  • El amor incestuoso (generalizado, significa amor no disociado del sexo)
  • Amor simultáneo a dos o más personas (poligamia).

Llegados este punto me parece muy interesante ir al origen etimológico de la palabra incesto que, proviene del latín y se traduce como impuro, no-casto (la negación de castus=casto o puro). Después se sustantiva con el valor de impureza y se especializa en Derecho Romano para expresar cualquier forma de adulterio o relación sexual considerada impura y prohibida, como la que se produce entre parientes consanguíneos.

Históricamente el incesto era una práctica habitual en muchos pueblos antiguos, especialmente entre sus castas dominantes o reales (los puros) para la preservación del linaje. No tenía nada de impuro, si bien al contrario. Es en el judaísmo que el incesto es condenado, a pesar de que, por ejemplo, los hijos de Adán y Eva sólo pudieron reproducirse entre ellos. También es condenado por las culturas griega y romana, aunque los romanos en origen prohibían incluso el matrimonio entre miembros de un mismo linaje, que es como si hoy prohibiéramos el matrimonio entre dos que comparten un mismo apellido, aunque sean de familias diferentes. En Egipto, las familias faraónicas se casaban entre hermanos y progenitores con su descendencia, con objeto de preservar la pureza de su linaje solar. Entre los regentes incas, aztecas y muchos pueblos asiáticos antiguos, el medio normal y extensamente generalizado de preservación de la supuesta pureza de la sangre y el linaje era lo que hoy conocemos como algo impuro, el incesto. De esta manera la casta quedaba diferenciada por la sangre del pueblo llano. Cuando los campesinos querían casarse entre hermanos, se les maldecía con promesas de deformaciones y enfermedades a sus descendientes, con la intención de intimidarles ya que si se unían hermanos no pagaban dotes ni dividían tierras en herencia.

La cuestión que plantea Rolando en relación a los tabúes heredados, a mi entender, va más allá de la forma y de la evidencia de las palabras. Es el fondo del contenido lo que nos interesa, para no caer en discursos éticos y morales que pueden ser muy talentosos, pero no dejan de ser distracciones en bucle de juicio y prejuicio. Percibo una profundidad en la propuesta de Toro que cabe reflexionar y cuestionarnos a dónde apunta.

La sexualidad es aún la asignatura pendiente en nuestra humanidad. Hemos llenado estanterías de libros con tratados teóricos sobre el ser humano, sus relaciones, la psique, la mente, la biología, la antropología, … todas las -ías, -ísmos, -istas conocidos y por conocer y, aún hoy la sexualidad es la gran incógnita. El binomio amor-deseo sigue siendo un misterio en la comprensión del ser humano, desde la misma maternidad y paternidad.

Cuanto más estudio y más conozco teorías, pensadores, investigaciones que se llevan a cabo por todo el mundo para dar a conocer cómo funciona la Vida, qué es la Vida, cómo nos relacionamos, más me acerca a la simplicidad de la complejidad. ¿Qué es para mí lo simple? Pues justo el amor-deseo de la criatura humana al nacer, que aún no sabe a penas nada de todo el entramado contaminado de la mente adulta, y se guía por el instinto de vivir, deseando lo que le falta (la nutrición externa), creando maneras de conseguirla, impulsado por el amar lo que desea, y una vez conseguido, trascenderse en el goce indiferenciado del Amor. Este es para mí el circuito de las líneas de vivencia propuestas por Rolando Toro como expresión de la identidad del ser: vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad, trascendencia.

En este recorrido aparentemente simple, aparecen las fuerzas gravitacionales o de resistencia y es en ellas donde perdemos la brújula de nuestro viaje de Sublimación, mejor dicho, de Autosublimación, del éxtasis por el vivir mismo, de la alegría de vivir. Y es en la sexualidad, cuando surge el deseo de aquello que aún no sé nombrar pero si sé que existe porque mi cuerpo me habla de ello, (estoy hablando de nutrición física y álmica, porque no hay división en el ser), cuando la cultura dominante, nos implanta el virus de la división y nos alecciona diciendo lo que es puro y lo que es impuro, y lo hace con tanta insistencia que acabamos insertando en nuestra psique la culpa, la vergüenza y el temor de sentir lo inevitable: deseo que me empuja a recorrer el camino de Ser en el muno. Esos nuevos programas-sentimientos insertados a partir del virus de la división, van a ir minando nuestra percepción hasta destrozar la vinculación natural con la verdad que nos habita, y así, sin a penas percibirnos de ello, empezamos a amar a medias, aprendiendo a desconectarnos de nuestro Yo en mayúsculas, que sigue insistiendo y vamos encontrando de forma más fugaz y temporal, el gozo, la confianza y la alegría, que se tornan tan pasajeras que terminamos olvidándonos de nuestra esencia estelar y cósmica y nos vamos quedando pequeños, insignificantes, casi imperceptible, muriendo cada día un poco más en nuestra insignificancia.

Revisar la sexualidad, el amor-deseo, es clave en este nuevo paradigma biocéntrico al que estamos irremediablemente abocadas a vivir, queramos o no. Porque somos parte de este ciclo cósmico que nos lleva a cerrar y abrir nuevas etapas existenciales que consolidan el camino de la sublimación, donde el morir es un paso más de nuestra inmortalidad.

¡Se me ocurre tanto para hablar al respecto de la sexualidad!. De principio podría decir que los nativos americanos, por poner un ejemplo, viviendo toda la familia en un tipi, durmiendo todos sin separaciones de habitaciones ni muros ni puertas ni cortinas, practicando la sexualidad de una forma natural, ¿tenían tantos trastornos como los que padecemos las sociedades occidentales? Nos cabe revisar con profundidad ¿desde dónde estoy mirando el vivir? ¿Desde dónde estoy viviendo? ¿Cuánto hay de deseo en mi vivir? ¿qué es desear? Creo que hay mucho para sanar en nuestra sociedad, y la mayor parte proviene de la sexualidad, de la energía que impulsa la creación a partir del deseo. ¿Sabemos canalizar el deseo? Es más, ¿lo conocemos en realidad? ¿Qué opinas tú?

La línea de vivencia de la Sexualidad en Biodanza

La palabra sexo (sexus) del verbo secare (cortar) define separación. Crea que la separación a la que se referencia no es tanto al macho de la hembra, que también, sino a la percepción del Yo como algo separado que desea algo fuera de sí. Antes del siglo XVII siempre iba acompañado de los adjetivos viriles o mulieris. ¿será por eso?. Lo que sí está claro es que la sexualidad, en la historia de la humanidad, está vinculada al poder; no al verbo poder cuya primera persona es Yo puedo; sino al poder cuyo yo se torna centro y se enferma con la plaga del egocentrismo. Ese mismo poder usado para el Bien Común y la Vida es el camino que nos toca recorrer en esta nueva era.  

En cualquier caso, la línea de vivencia de la sexualidad en Biodanza crea el continente y el contenido afectivo propicio para que nos despojemos gradualmente de creencias limitantes, costumbres y verdades impuestas por una determinada cultura que nos condiciona nuestra expresión y nuestras relaciones. Aprender a canalizar la energía sexual para que sea un placer no sólo en la cama, sino en las relaciones sociales, en la economía, la política, en las relaciones familiares, usándola no para dominar ni poseer sino para aprender a disfrutar un goce eternamente renovado, de cuerpo y alma en perfecta sincronización, extendiéndose más allá del momento del orgasmo y trascendiendo a la cultura, haciendo de los habitantes de Gaia una tribu humana alegre, feliz, en armonía con la Vida.

Confío que entiendes que la dimensión de mis palabras trasciende la genitalidad; que no defiendo el incesto tal y como lo entendemos hoy, ni la poligamia, ni la bisexualidad, siendo yo misma bisexual. Mi intención es ir más allá de los conceptos que la cultura nos ha impuesto. Observa lo que “normalizamos” en materia sexual y lo que prohibimos, lo que permitimos y lo que criticamos, lo que callamos y verbalizamos. Hay muchas contradicciones y muchos silencios. Nuestra sociedad quizás sí necesita que volvamos a dormir con nuestros bebés en una única habitación, en una única cama, para recordar el afecto y el deseo unidos en el contacto indiferenciado cuerpos queridos. Claro está que con eso no es suficiente. Nos hace falta la voluntad de reeducar nuestros pensamientos y enfocarlos en la Vida, no la que nos han enseñado que es, sino la de verdad, la que nos hace libres. Quizás si pudiéramos vivir el erotismo del amamantamiento sin culpas ni vergüenzas, o las caricias de nuestros hijos e hijas con nuestros cuerpos desnudos de ropa y también de intenciones, recordaríamos que estar desnudos y desnudas, sin nada que ocultar, no es un pecado, es un derecho y hasta un deber.

Espero que mis palabras te lleguen a ese lugar de no-juicio y, de allí puedas abrirte a la reflexión sobre qué papel desempeñas tú en esta trama.

Amor y Servicio

NOTA: este artículo ha surgido por inspiración de Paula al invitarme a revisar el citado texto de la teoría de Biodanza. Gracias.