Biodanza

Conectando a la vida con Biodanza

Rolando Toro dice respecto al Sistema Biodanza: «Nuestra finalidad es llegar a ese estado de plenitud en que cada individuo dirige, con intensa y magnética fuerza selectiva, formas de acción que refuerzan su desenvolvimiento, que lo integran así mismo, a la especie y al cosmos».

Biodanza propone un proceso de integración y desenvolvimiento de cada individuo, postulando libertad y respeto por el individuo tal como el agricultor respeta la simiente. Esta concepción sólo puede sostenerse a partir del axioma de que la simiente humana es esencialmente buena, es decir, que hay un impulso divino dentro de ella. Una disciplina de desenvolvimiento sólo tiene que ayudar a cada individuo a reconocer dentro de sí ese impulso.

En el éxtasis de comunión con el/la hermano/a, el individuo no está en un proceso de exaltación del ego, sino de autodivinicación de la vida como fenómeno cósmico. Así la función de conexión a la vida es una de las más evolucionadas que puede alcanzar el ser humano. Siendo la función primordial que permite la existencia misma de la vida, debe llegar (mediante un largo proceso de maduración interior) a ser una actitud consciente desde donde se inicia renovadamente el contacto con lo primordial.

Tanto la planta como el animal, poseen la función de la conexión de la vida. La pulsación instintiva guiada por tropismos y afinidades les permiten una vinculación altamente precisa con todas las manifestaciones de vida que les rodean, como si una sabiduría milenaria fluyese en las raíces para orientarlas hasta las fuentes nutricionales de la tierra, y en el animal como si la brisa forjase las energías, los llamados, las señales de vida que permiten su continuidad.

El ser humano, no obstante, por un lento proceso de degradación instintiva, la función de la conexión a la vida se encuentra casi totalmente atrofiada. No hay «reflexiones de vida» en el ciudadano común de nuestras metrópolis. Se podría postular que la enfermedad es la incapacidad de establecer los bio»feed-backs» con todo aquello que está vivo en el ambiente. Nuestro intelecto desenvolvió una monstruosa capacidad de combinarse con las cosas muertas en un proceso de sofisticada necrofilia, estableciendo la vacía y muerte relación mecánica de que habla Jaspers.

En Biodanza, despertar a la arcaica función de la conexión de la vida es un objetivo que se teje en tres niveles:

a) Conexión consigo mismo. Entre todas las propuestas de movimiento en Biodanzan, existe una vivencia que pertenece a les posiciones generatrices (gestos eternos que generan vivencias por sí mismos) llamada «Intimidad». Consiste en el abrazo a si mismo, de protección a la llama interior, de dulce tremor de vida que se alienta en el pecho, íntimo reconocimiento de ser el continente de su propia identidad. La vivencia de ésta conexión puede ser tan intensa llegando a alcanzar el estado de íntasi (felicidad suprema durante la cual se intensifica la consciencia de estar vivo y de ser «único»).

El desarrollo de esta línea de la función de conexión está representado en todas las disciplinas solipsistas basadas en un monismo filosófico. Es la conexión a la vida en la unidad primordial.

b) Conexión con el semejante (la especie). Dos identidades diferentes transformándose en una identidad mayor. La función de conexión alcanza el estado de dualidad, el estado de complementación de los opuestos, la perfecta armonía del yin y yang, la unificación en la dualidad. Las miradas se conectan. La respiración se acompasa en la calma del encuentro. Las manos se acercan y la corriente emocional circula. Se establece el flujo y reflujo de energía vital; la proximidad de los cuerpos danza el ritmo autoregulado de la sintonía.Hay sincronización hasta identificarse en la otra, eutonía pulsante, fluidez y ritmo unificador.

 Las danzas de encuentro constituyen el reconocimiento de la presencia del otro y la comunión plena de sentido.

c) Conexión con el universo. Cuando las identidades separadas forman una identidad mayor, surge el tercer estado, la presencia de una energía nueva: la conexión a la vida en trinidad.

Esta tercera fase de la función de conexión a la vida, que en el cristianismo corresponde al misterio del Espíritu Santo, es un estado de tránsito, de fusión en la totalidad, el principio y fin de donde la vida se renueva y se retroalimenta.

Las rondas de manos unidas pertenecen a un nivel de conexión en trinidad: una vivencia de conexión con lo anónimo, fluir en una totalidad cósmica, en diversidad y singularidad, entregarse a la pulsación de la vida.

Aunque los extraordinarios hallazgos de la biología nos dan un punto de partida universal y referencial básico para la comprensión de la biosfera y del ser humano, debemos avanzar en una nueva franja de pensamiento más libre e intuitivo, sensible y rigurosamente insolente, para no caer en un falso objetivismo biologista ni en la pobreza dogmática de las religiones.

A nuestro modo de ver la vida tiene una cualidad sagrada y ha sido la patología de las civilizaciones la que ha separado los actos sagrados de los profanos. Esta disociación entre sagrado y profano, debe ser cuestionada. Si la vida en sí misma es sagrada por ser la más espléndida expresión de lo cósmico, es también la más amplia hierofanía pues es la manifestación de lo sagrado.

Esta patología de separar actos sagrados de profanos ha terminado por desacralizar la vida cotidiana y cargar de contenido transcendente los rituales obsesivos que surgieron para escapar del pavor cósmico.

En Biodanza, el principio biocéntrico reconoce  la vida como la más grande hierofanía, donde el ser humano vive en el aquí-ahora eterno, el tiempo mítico circular. El tiempo marcado por las horas del reloj es apenas un tiempo convencional, no vivido. Toda la realidad es sagrada para la persona de Biodanza y todo tiempo es litúrgico.

Penetrar en la percepción beatífica de la vida como esplendor pavoroso, como belleza insoportable, como armonía voluptuosa y experimentar en sí mismo el sentirse viva, es sin duda, una experiencia mística, único punto de partida posible de la investigación científica. Como expresaba Einstein «La experiencia cósmica es la más fuerte y noble fuente de investigación científica».

Lo sagrado no se da sólo en un espacio mandálico ritual. También se da en cualquier circunstancia en que la vida se hace presente. Toda vida es sagrada, de ahí que el fundamento de Biodanza sea el Principio Biocéntrico, que infiltra todos los ámbitos de la actividad humana: políticamente está al lado de quienes defienden la vida y luchan contra la explotación y la injusticia; pertenece a la Resistencia Ecológica porque se vincula cosmobiológicamente con piedras, árboles, pájaros,… y defiende el respeto por la fauna y la flora; es artista y artesana por valorar la creatividad intrínseca del ser, educadora, amante,…

La más subversiva de todas las disciplinas es aquella que se funda en el respecto por la vida, el goce de vivir, el derecho al amor y al contacto. El Principio Biocéntrico es insurgente porque no reconoce ninguna autoridad externa ya que somos uno con la vida.

Las que hacen Biodanza, siendo las mismas, son otras personas. Siendo individuos, son también la vida universal. Podríamos hablar de que los Principios de Vida surgen de una inteligencia divina que trasciende los valores egocéntricos. Nuestra meditación deriva en un sistema que consiste en estimular, crear y desarrollar vida en los demás, lo que genera vida en nosotros.

(Texto extraído de «Teoría de Biodanza. Vol. I. Editora ALAB)