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Construyendo el amor

El otro día escuché un diálogo en el que una frase me llamó la atención. Decía: “hay muchas maneras de amar y todas son válidas, el problema surge cuando la queremos imponer» (1). Pensando sobre la frase me surgió la pregunta ¿hay muchas maneras de amar?. Creo que lo que llamamos “maneras de amar”, son la construcción de la vivencia de amar.

¿Qué es el amor? Podemos reflexionar sobre el amor horas enteras, días y vidas, teorizar, discernir, conjeturar y combinar sobre su etimología*, más sigue siendo un enigma que revierte en una vivencia personal, infinita en posibilidades. ¿Donde está el margen de la creatividad? ¿Donde el límite de lo vivido y por vivir?

Construcciones de amor en arcilla humana

El amor es una construcción artesana que requiere de repeticiones constantes, de pruebas y ensayos hasta llegar a una sensación interna que extralimita fronteras y se expande hasta el mismo universo íntimo donde anida toda verdad.

Amar es como habitar lugares y espacios internos que reflejan extensiones y parajes multidimensionales que convergen y se sumergen. Exploramos las huellas que otros han dejado y probamos en nosotros, rehacemos figuras que otros ya experimentaron, inventamos, recreamos pero nunca es suficiente. Amar no es algo que se enseña en teoría, en concepto, en creencia. Amar es una vivencia íntima y reconocible sólo por el que la experimenta.

Tiene un aire de sonrisa discreta, de melena danzando al viento, de aroma dentro. Un espacio amplio donde ser e intuir la vida entre poros y moléculas, conjuntos y sistemas organizados por una resonancia común que es libre y abierta, neutra. Y pasamos los años, desde la infancia, construyendo el amor que por ser vivo, está en movimiento y anda de aquí para allá encontrando lugares de asiento donde florecer, crecer y seguir su sendero.

Construir el amor no es fácil en este mundo Tierra donde la noche oscura se ha instalado en los corazones y éstos han olvidado que existe el día que todo colorea. La noche se cierne azul y los humanos, curiosos, aprovechamos para explorar la sensación del miedo y nos perdemos en sus visiones interpretando sueños de laberintos en destrucción. ¡Cuanto dolor ocasiona la construcción del amor!!!!

Aprendices de la luz, miramos el suelo raso y sus alrededores, teñido de sombras que reclaman silencio y atención. Acostumbrados a los ruidos, el sonido de la noche se nos vuelve tenebroso y empieza la danza de la muerte, entregados a un final que no existe porque todo se transforma, como la mariposa en su ciclo de evolución.

Amor/desamor/amor y así en una onda mágica que ejercita la fluidez del sentir, flexibilizando las articulaciones de la existencia. Construir como arte-sanos, tejiendo nuestra verdad que es la de todos. Caminos y senderos que recorrer para volver al centro donde todo permanece, todo es.

Cuánto tormento en esta selva de desamor que mantiene el rostro pegado al suelo sin poder ver el alba surgiendo; siempre, cada nuevo día, en un nuevo amanecer.

Amanecer. fotografía de Jan

¡Cuanto daría para liberar a los que luchan por sobrevivir en este sin vivir!!! Y sin embargo nada puedo hacer más que permanecer en el camino del eterno retorno donde todo sigue, ciclo, evolución y vida.

El amor empieza en una/uno misma/mismo. La oscuridad nos invita a dejar de palpar a ciegas para permanecer en escucha y sentir desde dentro espacios azules cargados de sencillos y humildes tesoros de bienestar.¡Ámate! por la diosa y el dios que hay en ti.  Sé el ser que has venido a ser, con tus potenciales despiertos y entonados para seguir construyendo el amor.

No olvides de mirar el cielo. Recuerda de donde vienes.


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