Teoría de Biodanza

Sacralización de la Vida según Rolando Toro

Sacralización de la Vida es el título del punto 4 del capítulo 1 de la Teoría de Biodanza publicada por ALAB en el año 1991. Vamos a ver el desarrollo que Rolando Toro nos ofrece en relación a este punto.

Lo primero que Toro nos dice es que, si bien las investigaciones y hallazgos de la Biología y las ciencias de la Vida nos dan un “punto de partida sólido y fecundo para comprender muchos misterios de la biosfera, de modo alguno son suficientes para exprimir todos los significados esenciales acerca de la condición humana”.  Se hace necesario “incorporar las grandes intuiciones sobre aspectos aun no revelados y misteriosos de la vida humana«.

Estas palabras son de hace treinta años y si bien es verdad que la cuántica y las neurociencias están aportando una visión mucho más amplia y flexible a los dogmas científicos imperantes en el paradigma antropocéntrico, dejando entrever atisbos de sacralidad incluso en los nombres con los que bautizan sus hallazgos -como por ejemplo el bosón o Partícula de Dios[1], también queda mucho camino para incorporar lo sagrado a lo profano, si podemos decirlo así. Y es aquí donde Rolando incide en esta diferencia impuesta por un sistema de creencias que mantiene al ser separado de su naturaleza esencial. Pero, antes de seguir adelante, detengámonos en la etimología de profano y sagrado.

Sagrado hace referencia a sacro, que en anatomía es el nombre del hueso situado en la parte inferior de la espina dorsal/columna vertebral, compuesto por cinco vértebras unidas entre sí que componen una estructura piramidal cuadrangular. También hace alusión a lo divino, aquello que es digno de ser venerado y profundamente respetado y aquello que recibió la consagración o el reconocimiento por el cumplimiento de las ceremonias y ritos considerados sagrados por una religión o culto religioso.

Profano proviene del latín profanum, palabra que se forma con el prefijo latino pro-, que significa ‘enfrente’ o ‘antes’, y la voz fanum, que significa ‘templo’, por lo tanto, se refiere a aquello que está separado o es distinto al templo. En la Antigüedad se usaba este término para referirse a las personas que no eran permitidas dentro de los templos para participar en los rituales, ritos o misterios.

En antropología se define sagrado como aquello perteneciente al reino transcendental y lo profano a lo que involucra los reinos del tiempo y el espacio; causa y efecto. Por otra parte, Lo sagrado y lo profano es una obra del rumano Mircea Eliade (Budapest, 1907-Chigago, 1986) publicada en el año 1956, donde define por primera vez lo sagrado como una oposición a lo profano.

Para Toro, “la vida tiene una cualidad sagrada y su expresión a través de las criaturas, es la más grande hierofanía (manifestación de lo sagrado en un ambiente profano), absolutamente fascinante y absolutamente terrible”.  ¿a qué se referiría cuando dijo terrible? ¿será quizás el espanto que produce la disolución del ego?  ¿o el terror de ser divinos con todo lo que ello implica?

En Biodanza, el cuerpo va más allá de la forma y pasa a ser la corporeidad viviente, el templo donde converge lo finito con lo infinito, lo mesurable con la inconmensurable, donde sagrado y profano (según el concepto de la antropología) se fusionan como las cinco vértebras lumbares para crear un único hueso fuerte y grande, que es la base de la conexión Tierra y Cielo mediante la columna vertebral que sustenta el gran templo humano. Todo nos habla de sacralidad cuando estamos dispuestas a contemplar la vida tal y como es: fractales de una única Unidad organizada y estructurada que se manifiesta en todo lo viviente.

Las personas, al relacionarse en una Danza de Amor, restablecen un sentido cósmico que las integra a una unidad mayor. Los magnetismos de la danza generan campos creativos, eróticos y biológicos que no pretenden representar una realidad trascendente, sino que constituyen en sí mismo, la gran ceremonia de la Vida, trascendente por sí sola.”  Y es que la sacralidad de la Vida es profundamente vital, trascendente y sexual, pero cuidado con la palabra sexual, no confundirla con la genitalidad. Sexual como la gran energía creadora que, concentrada en nuestra zona sacra que compone la pelvis, va más allá del placer genital para fundirse en el pulso del corazón y la consciencia ampliada, convirtiendo el placer en un goce eternamente renovado, creador de realidades basadas en la alegría de vivir. Es así como el Universo sintoniza y crea sinfonías que se manifiestan en el plano material: a través del goce y la alegría de vivir.

El ser humano puede teorizar sobre el inicio y el fin de la Creación; podemos intuir la existencia de un Vacío creador y un Infinito eterno, podemos teorizar sobre aspectos transcendentes y sobre todo lo que queramos, pero de lo único que podemos dar cuenta es del proceso del vivir, y es en este sentido que el ser humano vive aquí-ahora eternamente renovado. Rolando Toro dice “Toda la realidad es sagrada para el hombre de Biodanza y todo tiempo es litúrgico”. Es así como “lo sagrado no se da en un espacio mandálico ritual. Lo sagrado se da en cualquier circunstancia en que la vida se hace presente pues toda la Vida es Sagrada”.

Es evidente que no todos los lugares favorecen percibir habitar en lo eterno, pero “si Ud. está vinculado de centro a centro con el principio de Vida, experimenta la vinculación cosmobiológica, la antigua familiaridad con las piedras, con los pájaros, con el Sol, con el mar. (…) Podríamos hablar de que los Principios de Vida surgen de una inteligencia divina que trasciende valores egocéntricos.”

Para Rolando Toro, el sentido de lo sagrado se referencia en las funciones universales, las formas de vinculación de lo viviente, en el desarrollo evolutivo de la vida. Es esa mirada reverente por la Vida la que confiere a Biodanza una dimensión trascendente y libre. “Biodanza se inspira en los principios generales de lo viviente y no en ideas a priori o en dogmas religiosos”.  

En uno de los párrafos del texto que nos ocupa, Rolando hace mención del hinduismo como “la más catastrófica filosofía”, por considerar que la antiquísima tradición oriental afirma que la vida es una ilusión, “apenas la manifestación de los infinitos velos de Maya”, lo que Toro considera una grave descalificación de la vida como expresión máxima de lo divino. Quiero aclarar este punto, porque entiendo que Toro para afirmar lo que dice, se referenció en la interpretación que hizo Arthur Schopenhauer en su sistema filosófico del término sánscrito Maya. En este sentido, recomiendo la lectura del artículo de Luis Vivanco Saavedra, El concepto de Maya (I) en el pensamiento indio y El concepto de Maya (II).

El término sanscrito Maya etimológicamente significa “medida” pero generalmente se traduce como ilusión. ¿porqué? Porqué la realidad es infinita y por lo tanto no puede estar sujeta a medición, de la misma manera cualquier medición que haga la mente sobre la realidad es una ilusión. Un ejemplo es la concepción del tiempo y espacio. 

El velo de Maya sería la ilusión fruto de las creaciones de nuestros propios pensamientos, influenciados por creencias, aspectos culturales y tendencias, que son las que dan forma a las realidades en nuestra naturaleza humana. Cuando tomamos nuestros propios conceptos como realidades, es cuando podemos decir que estamos bajo el Velo de Maya, o sea, bajo la ilusión de nuestro ego. Trascender el Velo de Maya significa vencer el espejismo, la ignorancia y las limitaciones que nos impiden conocer la verdadera naturaleza de nuestra unión en armonía con el Todo.

La Vida no es una ilusión en la antiquísima tradición oriental del hinduismo, como afirma Rolando Toro; nunca puede serlo porque Todo es Uno. La ilusión es cuando nos percibirnos separados de lo que siempre es y siempre ha sido.

Amor y Servicio


[1] Peter Higgs, físico cuántico e investigador de las partículas subatómicas que componen el Universo. Su objetivo principal era describir la fuerza que sostiene al cosmos, bajo una misma ley y un mismo principio. Teorizó sobre una partícula subatómica que porta un campo magnético que, a su vez, dota de masa a todas las partículas elementales del Universo. A esas partículas se las nombra bosón o en lenguaje popular partícula de Dios.

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