Presencia
Cuentos biocéntricos

Había una vez…

Para las personas que estamos al servicio de las personas, acompañando procesos de transformación (pues el vivir es una constante transformación en sí misma), resulta difícil o costoso quizás, asimilar esta función sin la visión espiritual. Y digo espiritual porque hablo del espíritu, de la esencia, donde la visión se amplifica y se percibe más allá de la materia y la mente.

En realidad la del espíritu o la conciencia plena, es la única visión que nos permite experimentar la verdad y así diferenciar lo que sólo es un holograma con el que solemos identificarnos tantas veces, durante tantos años que acabamos viviendo como si fuera la única realidad, alimentando personajes, encarnando historias que van y vienen, yendo siempre hacia algún lugar, buscando algo que nunca acabas de encontrar, que cuando lo has conseguido se vuelve a perder, y así vamos andando sin hacer camino.

La ignorancia es algo que puede arreglarse con cierta facilidad y constancia. Basta con tener la disponibilidad verdadera de aprender, de experimentar, de abrirse a nuevas posibilidades y disfrutar del viaje. La arrogancia es más complicada porque nos hace creer que «conmigo me basto» , «que lo sé todo», «qué me vas a contar a mí que yo no sepa», y otras mentiras con las que la persona se parapeta impidiéndole verse a sí misma como Aquello que És y siempre ha sido.

Pero la trampa más compleja es cuando ignorancia y arrogancia van cogidas de la mano, unidas y fieles a su unión. Aquí sí que nos encontramos con el drama del sufrimiento, y no es que los otros no lo sean, es que el matrimonio ignorancia-arrogancia es un arma letal que puede dañar mucho más de lo que podemos imaginar.

¿Qué hacer ante estos casos? Casos que son encuentros, posibilidades, oportunidades de transformación del colectivo, no sólo de las personas implicadas sino del colectivo porque todo aquello que ocurre como individuo, repercute en la red, esa red de afectos, hilos de amor eterno que pertenecen al campo espiritual y que por no ser mirado, se nos olvida que es la clave de todo cuanto ocurre en este viajar por el planeta.

Dejar ir, dejar marchar, soltar, confiando en que cada quién sabe lo que hace y sabe (en su yo-verdadero) que cuando nos encontramos, intercambiamos aquello que está en nuestras manos, en nuestras posibilidades; y después… y mientras…, suelta.

Recuerda: somos libres aunque lo hayas olvidado. No te quedes con nada, suéltalo todo hasta que sólo quede lo que permanece, lo que nunca se ha ido y sigue vivo en ti y en todo. Sólo así podremos ver lo que verdaderamente nos une: la permanencia del Ser. No hablo del Uno, indico el Cero.

Desde Aquí, te veo.

Dedicado a tod@s l@s que cuidamos de nosotr@s y de l@s demás.

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Destapando la Luz

Entre finales de septiembre y principios de octubre de este año 2013, decidí renovar mi compromiso como Facilitadora de Biodanza y Educadora Biocéntrica con un ritual de celebración. La intención del ritual es restablecer vínculo con lo sagrado, con la sacralidad de la Vida, que de forma incondicional y como manifestación de la Gran Madre, nos ofrece cobijo y amparo para rescatarnos del olvido.

Deseaba poder celebrar mi voto de renovación con la Vida, con mi misión (como dice Rolando Toro) como Facilitadora y Educadora Biocéntrica para que el viento, la tierra, las aguas y los fuegos que se enciendan, me recuerden siempre mi compromiso de Servicio con Amor. Así, contacté con un profesional del audiovisual y le expliqué mi propósito: «Quiero grabar un video de una sesión de Educación Biocéntrica creada para celebrar el camino de realización que he escogido». Y empezaron los preparativos. ….  Concretar fecha y horario, lugar del evento; invitar a todas las personas que quería que estuvieran, confiar  y, preparar la sesión. Necesitaba encontrar un título que enfocara mi intención.

«Destapando la luz» vino a mi como baño de agua templada, acariciando mi rostro con sonrisas. Sí, destapando la Luz porque la Vida me ha mostrado insistentemente, sin cansarse nunca, a pesar de mis sensaciones de ausencia y soledad reiteradas a lo largo de los años, que la única Luz que nunca engaña y siempre ilumina el sendero a seguir, se encuentra dentro nuestro, esperando ser atendida, a veces llena de telarañas, polvo reseco  y olvido gastado, pero palpitando como Pulsar luminoso, sin muestras de cansancio.

Reconocer la luz que habita en mi, ha sido trabajo arduo que ha exigido dedicación, constancia, fe y altas dosis de autodisciplina que siempre han sido recompensadas con indescriptibles muestras de Amor. No puedo dejar de Honrar la Vida por su inevitable transparencia. Cuando soy capaz de entrar en ese espacio cristalino de mi alma, todo está en maravillosa calma que vitaliza mi ser, definiendo mis propósitos.

Del 2012 a mediados del 2013, necesité tomar distancia de mi vocación como Facilitadora de Biodanza y Educadora Biocéntrica y atender mi vínculo con la Vida. Coherencia existencial me lo pedía. Tenía el alma lastimada con heridas remendadas para salir del paso; no eran muchas, pero sí reiteradas en el mismo lugar, lo que las hacía profundas y dolorosas. «Nada nuevo», pensé. «Reconozco la Bella Oscuridad», y me tomé tiempo y distancia para sanar. Y sin darme cuenta, orando para ver en la Luz Negra que ilumina lo que el Sol no puede mostrar, encontré mi Noche Cósmica alumbrando de nuevo el camino. Y no es que Noche hubiera dejado de alumbrar, es que en el camino de regreso, me creí perdida y andé sin saber hacia donde debía dirigir mis pasos. Tanto caminé, conocí, compartí, exploré,… que necesitaba tiempo de receso, pan recién horneado, descanso, silencio, integrar lo vivido.

En este espacio/tiempo de reencuentro, los largos paseos por el bosque y las montañas de mi pueblo con mi fiel perro Roc han sido milagrosos, ayunos conscientes, meditación continuada, escribir, componer poemas, cantar, han sido bálsamo para mi alma saturada. Y, muy importante para mi total recuperación, los Círculos de Mujeres celebrando la Luna. Allí recordé el verdadero significado de hermandad, de coraje, de amor incondicional a pesar de nuestra historia de dolor, ultraje, violencia y miedo; mi memoria celular regresó a tiempos remotos cuando las mujeres se unían en círculos de vida para tejer, contar historias, hornear pasteles, contar cuentos, reír y llorar juntas y amamantar a los hijos e hijas que la Diosa les daba. Nutrí mi alma, cuerpo y Ser del Amor de la Gran Madre y  me bañé en sus aguas curativas.  Sigo creciendo en Amor. Ahora puedo volver a facilitar.

Biodanza es sistema de integración que rescata al Ser humano de su nostalgia de Amor para recordarle que, desde dentro y en comunidad, cobijado por música que nos danza, podemos mirar y encontrarlo todo, mirar-me y encontrar-me, mirar-nos y encontrar-nos y, sencillamente Ser sin más. Desde la progresividad y la autoregulación, todo fluye hacia la Gran Unión del Ser Una.

Dentro nuestro, se encuentra todo lo necesario para ser feliz y convivir en sintonía con la vida. Se hace necesario un vaciado de costumbres, hábitos, cultura y educación, un tiempo y espacio donde restablecer la sabiduría ancestral que nos habita. Somos seres multidimensionales capaces de experimentarnos completos aquí y ahora, en esta densidad hiriente. Nos cabe regresar con el cuerpo, junto a él y con él, para vivenciarnos luminosos tal como somos.  Destapar la Luz que somos es el título que escogí porque Biodanza y Educación Biocéntrica pueden ofrecerte lo que necesitas para que esto que te explico, sea una realidad también para tí. Así diseñé la sesión de dos horas de duración, que fue grabada íntegramente.

Aquí tienes una breve síntesis del vídeo de 3 minutos de duración. Si te apetece, clicka el enlace y compártelo. Así nos ayudamos todas.  Destapando la Luz – Biodanza y Educación Biocéntrica

Gracias por leerme.