Teoría de Biodanza

El principio biocéntrico de Rolando Toro

Cuando hablamos del Principio de Vida, nos referimos a algo muy preciso: a funciones universales, a formas de vinculación y a desarrollo evolutivo. Biodanza se inspira en los principios generales de lo viviente y no en ideas a priori o en dogmas religiosos” dice Rolando Toro. Esa manera de pensar y de sentir, referenciada en la vivencia y en la comprensión de los sistemas vivientes, Rolando la llamó Principio Biocéntrico.

Estamos en el punto 5 titulado El Principio Biocéntrico, del capítulo 1 de la Teoría de Biodanza, donde Rolando Toro desarrolla el significado de la Danza de la Vida. La Teoría de Biodanza son dos volúmenes con los textos originales escritos por Rolando Toro y editados por ALAB (Asociación Latino Americana de Biodanza) en el año 1991.


La Vida, tal y como nos la cuenta la ciencia tradicional, nos dice que surgió como consecuencia de la combinación y recombinación de elementos químicos expuestos a determinadas condiciones de ambiente, temperatura y presión que favorecieron la creación de la diversidad de las formas que conocemos. En resumen, la Vida es una consecuencia de procesos atómicos. Para Rolando Toro y muchos otros pensadores, la Vida no es una consecuencia; Ella es preexistente a la creación; es la guía y la estructura que construye el Universo. Las combinaciones de los elementos se dan por un Orden Mayor preexistente que ordena y estructura los grados de integración que se manifiestan como el Universo conocido. El Universo existe porque la Vida existe, no a la inversa.

Esta afirmación que Rolando Toro define como Principio Biocéntrico, parte de la vivencia de un universo organizado en función de la Vida. No es un planteamiento antrópico (producido por la actividad humana), cosmológico (parte de la astronomía que estudia las leyes universales), ni teológico (ciencia que trata de Dios y de las cosas divinas). El planteamiento del Principio Biocéntrico es biocosmológico ya que es la Vida la que organiza y estructura todo cuanto existe, ya sean elementos, astros, plantas, animales, moléculas; todo cuanto existe son componentes de un sistema viviente mayor llamado Bios = Vida, con sus ciclos vitales.

A pesar de que en el modelo teórico de Biodanza, la Anábasis y Catábasis se incorporaron unos cuantos años más tarde, Rolando Toro, en sus textos originales nos habla de los ciclos de la vida definidos por: la función catabólica (en biología sería el descenso de los nutrientes orgánicos hasta su degradación y muerte; en mitología Katábasis hace referencia al descenso al inframundo como parte del proceso evolutivo donde deviene la «muerte» como transformación necesaria para resucitar); y la función anabólica que en biología es el proceso metabólico de fabricar y almacenar (en mitología Anábasis hace referencia al resurgir de la Katábasis o muerte, como ser transformado para compartir lo vivido e incidir en y con el mundo). Todo este proceso viviente es, literal y simbólicamente, la expresión de la propia evolución del universo, que es la evolución de la Vida; no como aquello que se crea conforme a algo externo que favorece o no el proceso, sino como algo interno que lo permea todo, que lo habita todo dotándolo de estructura y orden para que la Vida siga evolucionando en sí misma, como sistema viviente.Como nota, te dejo dos enlaces a dos conferencias de Jaime Buhigas sobre Anábasis y Katábasis como proceso evolutivo de la Vida y Anábasis y Katábasis dentro del Laberinto.

Todo cuanto existe, desde los neutrinos hasta los quarks, las rocas, los mares, los pensamientos más sutiles, la danza del vivir es la expresión de la Vida manifestándose a sí misma, sin otra finalidad que el gozo de vivir, que la alegría de existir. La vida no tiene que alcanzar un fin; la Vida es y se manifiesta como aquello que es en infinitos ensayos de sí misma. El problema radica en que las condiciones sociales y culturas que predominan en nuestro planeta son anti-vida y en esas condiciones, el ser humano ha olvidado su naturaleza divina y se ha identificado separado de la Vida, como si la Vida estuviera fuera de sí mismo. Esa identificación ilusoria lo hace buscar permanentemente un sentido al vivir, un objetivo, una finalidad, ya sea asociada al poder (paradigma político), al saber (paradigma científico), al tener (paradigma económico) o al estar (paradigma espiritual), lo que sigue alejándolo más aun de su naturaleza esencial que es Ser Vida.

El Principio Biocéntrico postulado por Rolando Toro transforma los parámetros de un estilo de vida basado en una cultura anti-vida y los eleva a la comunión con la Vida Cósmica, con la clara intención de presentarse al mundo como un punto de partida para estructurar las nuevas percepciones y las ciencias, dando prioridad a lo viviente, transformando la ilusión del determinismo físico y el pensamiento lineal, en “una percepción topológica y en la poética de la similitud”– según palabras del mismo Toro; pero ¿qué quiere decir con percepción topológica y la poética de la similitud?

La percepción topológica es una propuesta de Lin Chen (1982) en la que demuestra que el funcionamiento de nuestro sistema de percepción visual se basa en la percepción de ciertas características topológicas del objeto relacionadas con la razón matemática o la comparación de dos objetos, prescindiendo de los significados concretos. Posteriormente, el cerebro añade información geométrica, contexto y semántica.

Cuando Rolando habla de la poética de la similitud encontramos que similitud tiene la raíz etimológica sem que quiere decir la unidad frente a la dualidad.

Así pues, el Principio Biocéntrico apunta a una mirada, semántica y contexto centradas en la Unidad de la Vida y su infinita diversidad manifestada, donde “los hábitos intelectuales de selección, evaluación y juicio sobre objetos y fenómenos serán reemplazados por la percepción de todas las expresiones, de todos los movimientos en tanto que lenguajes de lo viviente”.  

En la interpretación de Copenhague de la física cuántica, desarrollada por Bohr y Heisenberg en la década de 1920, se revela la interconexión existente en el universo y se demuestra que no es posible descomponer el mundo en las más pequeñas unidades que existan independientemente. A medida que se va penetrando en la materia, los físicos encontraron que está hecha de partículas, pero éstas no son los «ladrillos básicos» al estilo de Newton, sino meramente idealizaciones que resultan útiles desde un punto de vista práctico, pero sin significado en sí mismas. Según Niels Bohr: «las partículas materiales aisladas son abstracciones, y sus propiedades son definibles y observables sólo a través de su interacción con otros sistemas«[1].

Más adelante, en el punto 5 de la Teoría de Biodanza titulado El Principio Biocéntrico, Toro dice “Frente al terror del origen, frente a la soledad inexpugnable del infinito, los seres buscan la respuesta mirándose a los ojos. Todo gira en el fuego de una pasión misteriosa; piel y escalofrío, semen y besos entre las estrellas”.

Para mí, es innegable que Rolando Toro tiene experiencias místicas donde el universo es vivenciado como una danza cósmica inseminada de Amor difícilmente descriptible a no ser por un lenguaje poético donde la atracción de las fuerzas y energías que componen la Vida, gozan en el éxtasis de Ser Vida.

No es de extrañar que para Rolando Toro fuera muy importante fundamentar toda la base epistemológica y ontológica de Biodanza con la Biología, la Antropología y las ciencias de la Vida, para que Biodanza no se confundiera con algo esotérico, espiritual o una propuesta más del movimiento New Age. Rolando Toro insistía en que la Biodanza trascendiera las barreras ideológicas y se reconociera como un sistema de integración humana con la Vida y en la Vida, no sólo como un sistema de desarrollo humano que cambia la conducta.

Han pasado más de 30 años y si bien la ciencia va encaminándose hacia formular la Unidad de lo viviente, tal como las tradiciones ancestrales de oriente y los pueblos originarios de la Tierra afirman desde tiempos inmemorables, Biodanza hoy ya no puede ocultar más la mística de su propuesta. La ciencia y los otros tres paradigmas imperantes (la política, la economía y la religión) que han regido nuestro último ciclo histórico, ya no tienen credibilidad por sí mismos. El ser humano ya no admite que le digan qué es verdadero o falso; la Verdad habita en su interior y ya no hay cómo ocultar esta máxima. Sólo en la vivencia directa podrá trascender el engaño en sí mismo, y reconocerse como parte integrante de la Vida. Por eso Biodanza es, ante todo, vivencia, porque la vivencia es transformación, es la que nos permite vivir y experimentar el proceso evolutivo de la Vida, con sus Katábasis y Anábasis danzando sin otro objetivo que la Danza en sí misma.

Biodanza seguirá adelante en este tiempo histórico de transición, porque es un sistema de integración humana que, como otros sistemas de integración humana, sostiene al ser humano en su proceso de ser humano auténtico y reconocerse como Aquello que Es y siempre ha sido.

Seguimos.


[1] N. Bohr, Atomic Physics and the Description of Nature (Cambridge University Press, Londres, 1934), pág. 57.

Biodanza

La danza de la Vida

Para poder hacer la entrega de cada lunes en mi canal de Youtube, me inspiro en los dos volúmenes de la Teoría de Biodanza, editorial ALAB. Son textos originarios de Rolando Toro escritos en los inicios de la Biodanza (1980) para que facilitadores y facilitadoras pudieran profundizar en la teoría del modelo biocéntrico, que fueron revisados y sistematizados en 1991 privilegiando el contenido esencial e indispensable de la construcción del modelo teórico. Son un verdadero tesoro.

Años después de esta primera sistematización, se crearon los cuadernos de texto para la formación oficial de Facilitación de Biodanza que, a mi entender no tienen, ni mucho menos, la riqueza de los dos volúmenes de ALAB donde se puede percibir no sólo la capacidad visionaria de Rolando Toro, sino el coraje de “bajar a la Tierra lo que está en el Cielo”, o sea de persistir en la realización de su sueño. Eso es lo que realmente hace de Rolando Toro un genio: mantener el encanto inocente junto con la persistencia, el estudio constante y la experimentación, es realmente ser un Mago, o la encarnación del Loco del Tarot de Biodanza, inspiración y creación de Silvia Eick.

Me parece importante resaltar el entusiasmo de Rolando Toro en la divulgación de su obra, como una de las fuentes de inspiración para facilitadoras de espacios biocéntricos, cuando pasemos por momentos que nos enfrentan quizás con sentimientos de frustración porque se han apuntado a una de nuestras actividades seis personas (por decir algo) y aparecen dos, o cuando contamos con un ingreso de dinero proveniente de un curso que ofrecemos y el resultado económico es deficiente… y tantas otras ocasiones en las que vamos a lidiar con sentimientos encontrados que van a poner a prueba nuestra vocación, nuestra misión como facilitadoras. Hay muchos seres en los que inspirarnos; uno de ellos es Rolando Toro, por su tesón y empeño en realizar ese maravilloso sueño que abarca los corazones de todas las personas que amamos la Vida.

Dicho esto, compartiros que estoy repasando la teoría de Biodanza y así como hasta ahora estaba ofreciendo temas que me latían en ese momento, he decidido sistematizar un poco las entregas de forma que sigan el recorrido mismo de los cuadernos de la ALAB. Siento que esto quizás también pueda serviros de inspiración para esa parte primera de la rueda verbal del grupo regular de Biodanza, en la que ofrecemos unos 15’ aproximados de teoría con la finalidad de contextualizar la Biodanza y dar a conocer su profundidad a las personas participantes de nuestros grupos.

En el capítulo Uno de la Teoría de Biodanza, Rolando Toro explica detalladamente en veintiún puntos, qué es la Danza de la Vida. Inicia el texto con un párrafo muy conocido por la comunidad biocéntrica que dice así:

“La base conceptual de Biodanza proviene de una meditación sobre la Vida, o tal vez de la desesperación, del deseo de renacer de nuestros gestos despedazados, de nuestra vacía y estéril estructura de represión. Podríamos decirlo con certeza: de nostalgia de amor”.

Y luego continua enfatizando la importancia de asumir una nueva sensibilidad frente a la existencia que nos “reconcilie con la Vida”, dice concretamente. La palabra reconciliar viene del latín y se vincula al sustantivo concilium (reunión, unión de paz) y re (prefijo que indica volver a), o sea: volver a reunirnos con la Vida. ¿Cómo? sería la pregunta. La respuesta de Rolando es, mediante una metodología que promueve “una sutil participación en el proceso evolutivo”. ¿Sutil? ¿Qué quiere decir: sutil participación? Rolando Toro usaba las palabras con precisión y con absoluta claridad de lo que quería transmitir, así que no es casual que usara la palabra sutil en este contexto. Vamos a profundizar en ello: sutil es un adjetivo que hace referencia a aquello que es delicado, tenue, fino. En la antigüedad se usaba para definir lo que es más leve que la tela. De forma figurada alude al ingenio y agudeza de una persona en percibir los pequeños detalles.

Seguimos leyendo y en los párrafos siguientes del texto de la teoría encontramos indicios de la respuesta a nuestra pregunta. Rolando nos habla de “rescatar el secreto perdido de nosotros mismos: el movimiento primordial, los gestos humanos naturales, los movimientos de conexión. Un secreto es algo sutil, casi imperceptible, sólo percibido por aquellas almas acostumbradas a ver los pequeños detalles. Rolando era una de esas almas y, en su observar encuentra la conexión más sutil con la Vida, la más obvia a la vez que por ser tan evidente es en sí misma imperceptible: el movimiento puesto que sin movimiento no hay vida. A ese movimiento Rolando lo llama danza porque a través de las sensaciones corporales que el individuo siente en sí mismo, tenemos el primer conocimiento del mundo. Entonces, “la danza es, por tanto, un modo-de-ser-en-el-mundo, dice Rolando, la expresión de la unidad orgánica del ser con el Universo.

Esta unidad cenestesia integrativa expresada como danza-movimiento-vivencia, es muy antigua, sigue diciendo Toro, y hace referencia a las danzas órficas, las ceremonias tántricas o las danzas giratorias del Sufismo.

Las Danzas órficas provienen del mito de Orfeo y Eurídice, esposos que emprenden un viaje iniciático al inframundo y regresan de él purificados. La tradición órfica reivindicaba la revelación no como algo razonado o filosófico sino como una vivencia trascendente, como un viaje experiencial cuya finalidad es alcanzar el conocimiento de la Vida, del Ser mediante la revelación vivenciada del descenso al Hades como proceso de purificación y el ascenso como el renacer en un ser puro. Para conseguir esos estados de trascendencia, danzaban y cantaban himnos llamados órficos en oscuras grutas donde conseguían alcanzar estados de conciencia alterada, trances místicos purificadores. La tradición órfica se constituyó como religión con su teogonía, cosmogonía y textos canónicos, que en su mayoría se perdieron, aunque quedó un papiro que se encontró en 1962, el papiro de Derveni.

Las ceremonias tántricas con los rituales sagrados donde la energía sexual del principio femenino y el principio masculino, creadores del universo, danzan eternamente en una danza de unión donde se produce la alquimia de la materia, representada en los cuerpos de hombre y mujer, y su transformación en amor absoluto trascendiendo el ego. Dos se hacen uno para disolverse en el éxtasis del no-yo, un estado llamado de orgasmo cósmico de plena presencia.

La danza giratoria sufí o Sema, es una ceremonia mística impulsada por los ascetas sufí (Jalai al-Din-Muhammad Rumi, en el siglo XIII con raíces en la cultura persa, anteriores al cristianismo. Son un viaje místico mediante el movimiento rotatorio que evoca el movimiento constante de la Vida, al que se entregan para alcanzar el éxtasis meditativo.

Como síntesis de hoy, te dejo con esta frase de Rolando: “Una sesión de Biodanza es una invitación a participar de esa Danza Cósmica” y, aunque danzar en estos tiempos de desencuentros pueda parecer una locura, ésta es la verdadera propuesta de Biodanza. Así es como cambiamos nosotros y cambiamos el mundo desde la propuesta biocéntrica.

Amor y Servicio