Cuando se habla de comunicación en el entorno de la docencia, o mejor dicho, cuando como futuros docentes acudimos a seminarios, clases, cursos o aulas donde supuestamente vamos a aprender maneras eficaces de comunicar en nuestras aulas, lo primero que nos vamos a encontrar es que por mucho que hayamos avanzado tecnológicamente y en el campo de la innovación seamos muy productivos, el abordaje de la comunicación sigue repitiendo viejos patrones que no se adaptan en absoluto al cambio de paradigma existencial que estamos viviendo. Estamos hablando de la comunicación efectiva. Veamos qué significa:
Si nos vamos al diccionario de la Real Academia Española (RAE) nos dice que efectivo es algo real, verdadero y eficaz (capacidad de lograr el efecto que se desea), en oposición a quimérico, dudoso o nominal. Por tanto la comunicación efectiva podemos decir que es la capacidad de transmitir información de forma veraz y que se pueda interpretar de la manera deseada. Esta definición tiene muchos matices que cabe observar: podríamos hablar de la veracidad de la información y de informar de forma veraz aunque la información no lo sea. Podríamos hablar también de qué efecto queremos producir en nuestros interlocutores. Todos estos detalles nos hablan, a mi modo de entender de una ética que en el campo de la enseñanza, no difiere demasiado de la visión comercial, de vender una idea o un producto.
Según mi experiencia, en el transcurso de mi trayectoria de 30 años como facilitadora-educadora biocéntrica, me duele decir que en campo de la docencia «normativa», no importa si el docente que imparte el aula sobre comunicación es catedrático de universidad, experto en márquetin, en Programación Neurolingüística (PNL), o en redes sociales, su foco no va ir más allá de captar la atención del cliente o alumno. Digo alumno o cliente porque tienen el mismo trato, aunque encubierto en dialécticas modernas engañosas.
El modelo educativo tradicional
Aquí es donde empezamos a evidenciar lo que Paulo Freire llamó educación bancaria1, por considerar el modelo educativo tradicional como un modelo opresor que deposita conocimiento en los estudiantes como si fueran cuentas bancarias que alimentar para que el día de mañana continúen alimentando el sistema patriarcal, capitalista, antropocéntrico. Verdaderamente no ha cambiado mucho desde entonces hasta hoy. Hay buenas intenciones pero no llegan a ser suficientemente significativas, sobretodo porque se quedan en el ámbito privado y no llegan a la enseñanza pública.
Se sigue repitiendo el patrón del educador o docente como el sujeto activo que transmite conocimientos, mientras que el educando es el sujeto pasivo que recibe la información, y «la compra», porque el docente representa el rol «del que sabe» como son las cosas. En esta educación que se sirve de la comunicación efectiva mencionada anteriormente, sin opción a diálogo ni el estímulo del pensamiento crítico, el docente se convierte en «vendedor» y el alumnado en «comprador».
El juego del docente democrático, como tipo de enseñanza «actualizada» o «moderna» sigue repitiendo el patrón obsoleto de «vender su producto» pero desde el engaño de aplicar la estrategia de preguntar a los alumnos de forma de crear un espacio de reflexión, pero las preguntas tienen la estrategia de reforzar lo que el vendedor-docente quiere vender-enseñar. Quizás te parezca demasiado crítica esta visión, pero en varias ocasiones, hablando con docentes, he escuchado que estimular el pensamiento crítico es «demasiado arriesgado» porque se puede perder el control.

¿Alumnado o clientes?
Aún hoy los docentes sigue siendo la figura central que transmite la información de manera unidireccional, intentando captar la atención de una alumnado que es tratado como un cliente al que se le vende un producto que debe comprar.
Nos hablan de eficacia en la comunicacióon y nos aleccionan en la diferencia que hay entre eficaz y efectivo (aunque en el diccionario son sinónimos), basándose en una perspectiva mesurable, analítica, fundamentada por estadísticas, cifras y estudios que validan lo que es efectivo; y en esa mesurabilidad, lo afectivo no aparece ni por arte de magia. ¡Claro! ¡Es verdad! Lo afectivo, la afectividad no vende, no es mesurable, no se puede valorar, dicen los llamados expertos.
El último conferenciante que vino a darnos una clase magistral de comunicación en la docencia, dijo literalmente, que a una aula o a un público, no le puedes transmitir afectividad y sí efectividad. Puso de ejemplo a un docente matricero del metal, alegando que no hay como ser afectivo. Yo le contesté: Más allá de la técnica, se puede transmitir el amor a tu trabajo. El conferenciante, profesor de universidad, sencillamente se giró y siguió su clase magistral sin más. La pregunta es ¿qué tipo de efectividad quiero generar si no hay afectividad? ¿Acaso se puede disociar una de la otra? El amor por lo que hago, lo que transmito, lo que comparto, es esencial en la comunicación. Es ahí justo donde estoy siendo realmente efectivo, porque es con el afecto que se generan las transformaciones reales.
Recuerdo a un profesor de matemáticas en Bachillerato. Yo odiaba las matemáticas. No me entraban de ninguna manera. Nos la entendía, pero en 1º de BUP, el profesor de matemáticas era un señor mayor, enamorado de las matemáticas. Él nos transmitía su amor en cada fórmula, en cada explicación, en cada pregunta que nos hacía. Acabé entendiendo la complejidad del pensamiento matemático, la gracia que encierran los números, su geometría, su danza. ¿A cuántos no nos ha pasado algo parecido?
No se trata de enjuiciar las maneras de ser docente y vendedor; todas son lícitas. Mi intención es abarcar los afectos que son la estructura que sustenta todas las inteligencias que conocemos. Es la afectividad la que estimula los potenciales genéticos, los talentos dormidos, las gracias ocultas. En la docencia, y en toda comunicación, no debería haber una comunicación efectiva sin afectividad. Es hacia donde vamos. Este es el mundo que viene, el de la unidad de los opuestos porque son complementarios. No hay lucha entre ambos. La lucha solo está en nuestra mirada.
Transformando la Educación a través de la Comunicación
No sirve ya la vieja estructura que se repite una y otra vez en sus últimos estertores de muerte, intentado perpetuar valores enraizados en la división de lo que es bueno y lo que es malo, de lo correcto y lo incorrecto, de lo normal y lo anormal. La Afectividad no puede desligarse más de lo efectivo. Puedo aventurarme a decir que lo efectivo no existe sin lo afectivo, porque es lo que nos afecta lo que se queda en la memoria biológica más allá de la mente. Es en la biología donde perdura la memoria. Lo que hemos memorizado sólo se repite como hacen los loros que no entienden lo que han aprendido y aun así lo repiten. Wilhelm Reich, en su libro La función del orgasmo, dice: “El amor, el trabajo y el conocimiento son la fuente de la vida, también deberían gobernarla”

Es en lo afectivo que podemos transmitir un conocimiento real, construido conjuntamente. Es bidereccional la comunicación, no porque lo diga yo. Así es la Vida. Hemos de optar por una comunicación que genere vida, que sume vida, que aporte más miradas, más perspectivas.
Sin la comunicación no hay pasado (memoria) ni futuro (expectativa) y la memoria sin afecto, se borra, desaparece, se disuelve como las nubes en un día de viento.
Comunicación implica:
- Conocer desde diferentes perspectivas: en forma reflexiva (conocerme, saber desde donde actúo), conocer aquello que quiero compartir (puede ser un desconocimiento), conocer a las personas interlocutoras para llegar a un entendimiento, a un punto convergente.
- Crear conocimiento a partir del intercambio, del estímulo creativo de conocer y de interactuar a partir de intereses comunes. Etimológicamente la raíz indoeuropea de conocer es “ker” que significa tanto crear como crecer.
- Narrar o sea hacer conocedor al otro de aquello que transmitimos o queremos transmitir. Así, la persona interlocutora se convierte en protagonista de manera que se siente participar del relato.
- Compartir conocimiento, intuición, ideas… es dar y recibir de manera bidereccional.
Los elementos que componen la comunicación generan una vivencia comunitaria donde cada unidad es un agente de cambio y de transformación individual y colectiva. No podemos seguir excluyendo los afectos, manteniéndolos como algo que no es suficientemente valorable. Los afectos importan, son biológicos, nos conforman, habitan nuestro cuerpo.
Los tiempos cambian y los cambios que se están dando no sólo afectan a la inclusión de la IA en nuestras vidas. Hay que incluir el cuerpo, los sentidos, los afectos, lo invisible, lo perceptible, lo silencioso, lo que no se puede palpar, pero sí sentir. Eso es ser humano, esa es nuestra inteligencia estructural.
Es el tiempo del cambio inevitable hacia la Unidad del Ser. La separación es pura ilusión. Ya no sirve la división.
Amor y Servicio
- Paulo Freire introduce el concepto de educación bancaria en su obra Pedagogía del Oprimido, publicada originalmente en 1970, aunque el libro fue escrito en 1968.
- Reich, Wilhelm. (1927). “La función del orgasmo”. Paidós, Buenos Aires. p 4.