Cuando Biodanza alcanza la médula de tu existir, lo hace para quedarse, y a menudo acabamos decidiendo formarnos como facilitadoras de Biodanza para “devolver”, si podemos decirlo así, todo el bien que este sistema nos ha hecho.
El camino de la formación de Biodanza es un viaje de transformación que marca un antes y un después en nuestra manera de vivir y entender la Vida. Por supuesto conocer la Biodanza por sí misma y practicarla regularmente o incluso esporádicamente, es ya en sí un cambio de paradigma existencial, pero cuando decidimos entrar en el proceso de formación, la transformación personal se amplifica extraordinariamente.
La palabra formación proviene del latín formatio constituido por forma (figura, imagen) y el sufijo -ción, que indica acción y efecto; por tanto, formación es la acción y efecto de formar o formarse. Si nos vamos al diccionario de la Real Academia española (RAE), encontramos que la palabra formación se aplica a: la milicia como una “reunión ordenada de un cuerpo de tropas o de barcos de guerra”; a la Geología como un “conjunto de rocas o masas minerales con características comunes”, y a la Botánica como el “conjunto de vegetales en los que domina una determinada especie”. En el ámbito de la enseñanza, “formación” se asocia a “instrucción o enseñanza dirigida a capacitar a alguien para el desempeño de una profesión o un puesto de trabajo.
Cuando en Biodanza se habla de formación, en realidad, lo está haciendo desde dos aspectos diferenciados: uno es el personal o existencial como le llaman algunos, y el otro el propiamente profesional. El desarrollo existencial tiene una duración de 21 módulos más 2 seminarios (uno por fin de semana) además de la “recomendación” de asistir a un grupo regular (semanal normalmente), que más bien es un requisito que otra cosa. Si queremos ser facilitadoras de la Biodanza, hemos de seguir el proceso hacia el desarrollo profesional que se extiende a 7 módulos de metodología, enfocados a la conducción de Grupos de Biodanza, según fuentes oficiales . Todo el proceso completo dura un mínimo de tres años aproximadamente según lo establecido por el Sistema Biodanza Rolando Toro (SRT).

Como ya he dicho al principio, el proceso de formación en Biodanza es realmente transformador, sobre todo a nivel existencial. La cuestión que me ocupa viene cuando hablamos de la formación profesional; ahí es cuando nos preguntamos si ¿son suficientes siete meses para desarrollar la facilitadora interior y capacitarla para ejercer su labor? Mi respuesta es rotundamente no. Mi intención en este artículo es fundamentar mi respuesta con casi 20 años de experiencia como facilitadora de Biodanza especializada en Acción Social.
En AEBE (Asociación Escuelas de Biodanza España, encontramos lo que entendemos es una cita de Rolando Toro, aunque no puedo confirmarlo porque no hay ninguna referencia, sólo las comillas. Dice así: “todas las escuelas se rigen por un mismo programa formativo, cuyo ciclo consta de veintiocho módulos de formación, dos seminarios de conferencias sobre temas teóricos afines al Sistema Biodanza, devoluciones teóricas referentes al tema de cada módulo, conducción de grupos bajo supervisión en el tercer año y presentación de una Monografía de titulación”. Más adelante sigue diciendo: “las materias teóricas son ofrecidas en el orden indicado en el “Programa Único de Formación Docente en Biodanza que comprende siete módulos de Metodología”. Aquí salta la alarma, porque resulta que, para ejercer como docente, sólo hay 7 módulos de formación profesional que nos diferencian de la “Formación existencial”, lo que viene a decir que los 21 módulos teóricos-vivenciales que son cursos monográficos de fin de semana, y puedes tomarlos sin orden, o sea, empezar el ciclo por donde quieras, te van a ayudar en el proceso de desarrollo existencial, pero si decides ser facilitadora, deberás completarlos todos, participar en un grupo regular durante toda la formación como requisito indispensable, como ya he dicho antes y todo ello en tan sólo 7 fines de semana.
El Diploma de Profesor/a de Biodanza se obtiene una vez finalizado el proceso formativo completo, la directiva de la escuela donde hayas cursado la formación, si pertenece a la International Biodanza Federation, como la Federación Mundial de las Asociaciones Nacionales de Escuelas de Biodanza SRT de todo el mundo, o al otro estamento “oficial” de Biodanza que tiene el mismo proceso de formación pero su misión es preservar la integridad de Biodanza SRT y su evolución en concordancia con su modelo teórico además de divulgar el legado artístico e intelectual de Rolando Toro , te inscribirán en el registro de profesionales de Biodanza, te dotaran de un número de colegiada y podrás ejercer como facilitadora. Queda en duda si un estamento oficial u el otro, son afines a la misma titulación. Habría que verlo ya que entre ellos no se entienden y por eso hoy hay dos estamentos “oficiales” que “comen” de la formación “oficial”.
Ante toda esta “oficialidad” bipartita, el biocentrismo se va perdiendo a favor del “mercantilismo oficial” que se va instaurando en paquetes capitalistas, y por qué no también decir patriarcales, que bajo discursos bien estudiados para captar clientes, pierden de vista que la formación que se imparte para ser profesional de Biodanza es absolutamente insuficiente.

Siete meses de un fin de semana por mes, son unas 140h de formación profesional aproximadas, donde se supone que, además de saber aplicar la curva metodológica de Biodanza para hacer sesiones de Biodanza y escoger las músicas adecuadas para un proceso integrativo real, debes saber gestionar grupos, que eso en sí mismo es todo un arte que te aseguro que no se aprende en pocas horas, por no hablar de lo que no te dicen en la formación, como: aprender a crear tu propia publicidad en formato papel y digital; ser tu propia Community Manager o Social Media Manager para llevar de manera eficaz y eficiente tus redes sociales; desarrollar dotes de comercial para negociar y “vender” tu producto a asociaciones, instituciones, centros educativos y particulares; gestión económica biocéntrica o sea llevar la economía de tu labor como profesora; en definitiva: aprender a ser emprendedora. Todo esto es también ser facilitadora de Biodanza a no ser que seas una de las pocas personas afortunadas que puede pagar todos estos servicios “complementarios” a empresas ajenas para que se encarguen de ellos. La realidad es que todas estas tareas añadidas a las propias de crear sesiones integradoras, acaban desbordando y haciendo peligrar toda la ilusión inicial, el empuje que nos motivó a ser facilitadoras; porque hay algo que no he mencionado y que es una realidad silenciosa y silenciada: este proceso de “maduración” de la facilitadora nobel se vive en aplastante soledad, a no ser que estés físicamente cerca de tu escuela de referencia, o comulgues con el “postureo” que tanto se da en Biodanza. La soledad acaba siendo una realidad mucho más común de lo que te imaginas.
La verdad es que, las que sobrevivimos a este proceso de maduración que viene después de la titulación, y no somos tantas personas, hemos hecho una buena musculatura de resistencia. ¿Cómo lo hemos conseguido? Reuniéndonos, encontrándonos, persistiendo, tragando lágrimas, tomándonos descansos a temporadas, regresando a ese amor que nunca se ha ido dentro de nosotras… la Biodanza. La Biodanza funciona; funciona sí o sí porque es un método, un sistema creado a fuego lento, conociendo al ser humano de a poquito, cuidando el descubriendo de su “ser en el mundo” en entornos de confianza y amor, hasta que florece y puede expandir su fragancia única y singular.
En el título de Formación en Biodanza, pone “Profesor/a”, que quiere decir “confesar, compartir públicamente sus conocimientos en un área específica”. Te aseguro que, en 7 módulos de un fin de semana al mes, sólo tenemos una pequeña cata de lo mucho que implica ser docente de Biodanza.
Recuerdo anécdotas de mis maestras y maestros de mi formación hace 20 años. Eran alumnos directos de Rolando Toro, que nos contaban cómo eran sus aulas, cómo era la locura de Rolando que lo impregnaba todo de un entusiasmo por la Vida único e inimitable, cómo eran sus charlas, sus discusiones apasionadas, sus reflexiones en silencio, el cariño inocente hacia todo el equipo que lo rodeaba en todo lugar donde fuera, cómo entusiasmaba su verbo y su lucidez, impulsado a algunos pocos a dejarlo todo y embarcarse por el mundo a difundir la Biodanza. Así fue como llegó a Europa y se fue difundiendo por el mundo entero. Me pregunto si la Biodanza de hoy es así de biocéntrica o se ha dejado atrapar por el oscurantismo invisible del mercantilismo que vende entusiasmo y vitalidad, libertad y euforia, perdiéndose en una realidad demasiado superficial para ser digerida.

Desde mi pueblecito catalán, alejada de la gran ciudad donde todo parece ir deprisa y con ansias de más y más, donde la Biodanza se aglutina en espacios conocidos que ya son ajenos a mis intereses existenciales, sigo amando la Biodanza, sigo siendo profesora y docente de Biodanza en activo, desde otros lugares y entendimiento, pero no sólo eso: el principio biocéntrico es nuestra forma de vivir, así que yo siento que con el tiempo llegamos a ser profesoras biocéntricas, docentes biocéntricas, porque “biocéntrico” marca la diferencia, aunque aún hay quien no conoce el paradigma existencial en el que estamos sumergiéndonos día a día. Se llama biocéntrico, por si te despistaste, y es el futuro ahora.
En síntesis, lo que quiero transmitirte es que, si te formas como profesora de Biodanza, es un proceso que dura siempre. Afortunadamente. No lo olvides.
Amor y Servicio


