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Transformando la Educación a través de la Comunicación

Cuando se habla de comunicación en el entorno de la docencia, o mejor dicho, cuando como futuros docentes acudimos a seminarios, clases, cursos o aulas donde supuestamente vamos a aprender maneras eficaces de comunicar en nuestras aulas, lo primero que nos vamos a encontrar es que por mucho que hayamos avanzado tecnológicamente y en el campo de la innovación seamos muy productivos, el abordaje de la comunicación sigue repitiendo viejos patrones que no se adaptan en absoluto al cambio de paradigma existencial que estamos viviendo. Estamos hablando de la comunicación efectiva. Veamos qué significa:

Si nos vamos al diccionario de la Real Academia Española (RAE) nos dice que efectivo es algo real, verdadero y eficaz (capacidad de lograr el efecto que se desea), en oposición a quimérico, dudoso o nominal. Por tanto la comunicación efectiva podemos decir que es la capacidad de transmitir información de forma veraz y que se pueda interpretar de la manera deseada. Esta definición tiene muchos matices que cabe observar: podríamos hablar de la veracidad de la información y de informar de forma veraz aunque la información no lo sea. Podríamos hablar también de qué efecto queremos producir en nuestros interlocutores. Todos estos detalles nos hablan, a mi modo de entender de una ética que en el campo de la enseñanza, no difiere demasiado de la visión comercial, de vender una idea o un producto.

Según mi experiencia, en el transcurso de mi trayectoria de 30 años como facilitadora-educadora biocéntrica, me duele decir que en campo de la docencia «normativa», no importa si el docente que imparte el aula sobre comunicación es catedrático de universidad, experto en márquetin, en Programación Neurolingüística (PNL), o en redes sociales, su foco no va ir más allá de captar la atención del cliente o alumno. Digo alumno o cliente porque tienen el mismo trato, aunque encubierto en dialécticas modernas engañosas.

El modelo educativo tradicional

Aquí es donde empezamos a evidenciar lo que Paulo Freire llamó educación bancaria1, por considerar el modelo educativo tradicional como un modelo opresor que deposita conocimiento en los estudiantes como si fueran cuentas bancarias que alimentar para que el día de mañana continúen alimentando el sistema patriarcal, capitalista, antropocéntrico. Verdaderamente no ha cambiado mucho desde entonces hasta hoy. Hay buenas intenciones pero no llegan a ser suficientemente significativas, sobretodo porque se quedan en el ámbito privado y no llegan a la enseñanza pública.

Se sigue repitiendo el patrón del educador o docente como el sujeto activo que transmite conocimientos, mientras que el educando es el sujeto pasivo que recibe la información, y «la compra», porque el docente representa el rol «del que sabe» como son las cosas. En esta educación que se sirve de la comunicación efectiva mencionada anteriormente, sin opción a diálogo ni el estímulo del pensamiento crítico, el docente se convierte en «vendedor» y el alumnado en «comprador».

El juego del docente democrático, como tipo de enseñanza «actualizada» o «moderna» sigue repitiendo el patrón obsoleto de «vender su producto» pero desde el engaño de aplicar la estrategia de preguntar a los alumnos de forma de crear un espacio de reflexión, pero las preguntas tienen la estrategia de reforzar lo que el vendedor-docente quiere vender-enseñar. Quizás te parezca demasiado crítica esta visión, pero en varias ocasiones, hablando con docentes, he escuchado que estimular el pensamiento crítico es «demasiado arriesgado» porque se puede perder el control.

¿Alumnado o clientes?

Aún hoy los docentes sigue siendo la figura central que transmite la información de manera unidireccional, intentando captar la atención de una alumnado que es tratado como un cliente al que se le vende un producto que debe comprar.

Nos hablan de eficacia en la comunicacióon y nos aleccionan en la diferencia que hay entre eficaz y efectivo (aunque en el diccionario son sinónimos), basándose en una perspectiva mesurable, analítica, fundamentada por estadísticas, cifras y estudios que validan lo que es efectivo; y en esa mesurabilidad, lo afectivo no aparece ni por arte de magia. ¡Claro! ¡Es verdad! Lo afectivo, la afectividad no vende, no es mesurable, no se puede valorar, dicen los llamados expertos.

El último conferenciante que vino a darnos una clase magistral de comunicación en la docencia, dijo literalmente, que a una aula o a un público, no le puedes transmitir afectividad y sí efectividad. Puso de ejemplo a un docente matricero del metal, alegando que no hay como ser afectivo. Yo le contesté: Más allá de la técnica, se puede transmitir el amor a tu trabajo. El conferenciante, profesor de universidad, sencillamente se giró y siguió su clase magistral sin más. La pregunta es ¿qué tipo de efectividad quiero generar si no hay afectividad? ¿Acaso se puede disociar una de la otra? El amor por lo que hago, lo que transmito, lo que comparto, es esencial en la comunicación. Es ahí justo donde estoy siendo realmente efectivo, porque es con el afecto que se generan las transformaciones reales.

Recuerdo a un profesor de matemáticas en Bachillerato. Yo odiaba las matemáticas. No me entraban de ninguna manera. Nos la entendía, pero en 1º de BUP, el profesor de matemáticas era un señor mayor, enamorado de las matemáticas. Él nos transmitía su amor en cada fórmula, en cada explicación, en cada pregunta que nos hacía. Acabé entendiendo la complejidad del pensamiento matemático, la gracia que encierran los números, su geometría, su danza. ¿A cuántos no nos ha pasado algo parecido?

No se trata de enjuiciar las maneras de ser docente y vendedor; todas son lícitas. Mi intención es abarcar los afectos que son la estructura que sustenta todas las inteligencias que conocemos. Es la afectividad la que estimula los potenciales genéticos, los talentos dormidos, las gracias ocultas. En la docencia, y en toda comunicación, no debería haber una comunicación efectiva sin afectividad. Es hacia donde vamos. Este es el mundo que viene, el de la unidad de los opuestos porque son complementarios. No hay lucha entre ambos. La lucha solo está en nuestra mirada.

Transformando la Educación a través de la Comunicación

No sirve ya la vieja estructura que se repite una y otra vez en sus últimos estertores de muerte, intentado perpetuar valores enraizados en la división de lo que es bueno y lo que es malo, de lo correcto y lo incorrecto, de lo normal y lo anormal. La Afectividad no puede desligarse más de lo efectivo. Puedo aventurarme a decir que lo efectivo no existe sin lo afectivo, porque es lo que nos afecta lo que se queda en la memoria biológica más allá de la mente. Es en la biología donde perdura la memoria. Lo que hemos memorizado sólo se repite como hacen los loros que no entienden lo que han aprendido y aun así lo repiten. Wilhelm Reich, en su libro La función del orgasmo, dice: “El amor, el trabajo y el conocimiento son la fuente de la vida, también deberían gobernarla

Es en lo afectivo que podemos transmitir un conocimiento real, construido conjuntamente. Es bidereccional la comunicación, no porque lo diga yo. Así es la Vida. Hemos de optar por una comunicación que genere vida, que sume vida, que aporte más miradas, más perspectivas.

Sin la comunicación no hay pasado (memoria) ni futuro (expectativa) y la memoria sin afecto, se borra, desaparece, se disuelve como las nubes en un día de viento.

Comunicación implica:

  • Conocer desde diferentes perspectivas: en forma reflexiva (conocerme, saber desde donde actúo), conocer aquello que quiero compartir (puede ser un desconocimiento), conocer a las personas interlocutoras para llegar a un entendimiento, a un punto convergente.
  • Crear conocimiento a partir del intercambio, del estímulo creativo de conocer y de interactuar a partir de intereses comunes. Etimológicamente la raíz indoeuropea de conocer es “ker” que significa tanto crear como crecer.
  • Narrar o sea hacer conocedor al otro de aquello que transmitimos o queremos transmitir. Así, la persona interlocutora se convierte en protagonista de manera que se siente participar del relato.
  • Compartir conocimiento, intuición, ideas… es dar y recibir de manera bidereccional.

Los elementos que componen la comunicación generan una vivencia comunitaria donde cada unidad es un agente de cambio y de transformación individual y colectiva. No podemos seguir excluyendo los afectos, manteniéndolos como algo que no es suficientemente valorable. Los afectos importan, son biológicos, nos conforman, habitan nuestro cuerpo.

Los tiempos cambian y los cambios que se están dando no sólo afectan a la inclusión de la IA en nuestras vidas. Hay que incluir el cuerpo, los sentidos, los afectos, lo invisible, lo perceptible, lo silencioso, lo que no se puede palpar, pero sí sentir. Eso es ser humano, esa es nuestra inteligencia estructural.

Es el tiempo del cambio inevitable hacia la Unidad del Ser. La separación es pura ilusión. Ya no sirve la división.

Amor y Servicio

  1. Paulo Freire introduce el concepto de educación bancaria en su obra Pedagogía del Oprimido, publicada originalmente en 1970, aunque el libro fue escrito en 1968.
  2. Reich, Wilhelm. (1927). “La función del orgasmo”. Paidós, Buenos Aires. p 4.
Biodanza, Notas de navegación

Biodanza: ¿Es Suficiente la Formación de 7 Meses para Ser Facilitadora?

Cuando Biodanza alcanza la médula de tu existir, lo hace para quedarse, y a menudo acabamos decidiendo formarnos como facilitadoras de Biodanza para “devolver”, si podemos decirlo así, todo el bien que este sistema nos ha hecho.

El camino de la formación de Biodanza es un viaje de transformación que marca un antes y un después en nuestra manera de vivir y entender la Vida. Por supuesto conocer la Biodanza por sí misma y practicarla regularmente o incluso esporádicamente, es ya en sí un cambio de paradigma existencial, pero cuando decidimos entrar en el proceso de formación, la transformación personal se amplifica extraordinariamente.

La palabra formación proviene del latín formatio constituido por forma (figura, imagen) y el sufijo -ción, que indica acción y efecto; por tanto, formación es la acción y efecto de formar o formarse. Si nos vamos al diccionario de la Real Academia española (RAE), encontramos que la palabra formación se aplica a: la milicia como una “reunión ordenada de un cuerpo de tropas o de barcos de guerra”; a la Geología como un “conjunto de rocas o masas minerales con características comunes”, y a la Botánica como el “conjunto de vegetales en los que domina una determinada especie”. En el ámbito de la enseñanza, “formación” se asocia a “instrucción o enseñanza dirigida a capacitar a alguien para el desempeño de una profesión o un puesto de trabajo.

Cuando en Biodanza se habla de formación, en realidad, lo está haciendo desde dos aspectos diferenciados: uno es el personal o existencial como le llaman algunos, y el otro el propiamente profesional. El desarrollo existencial tiene una duración de 21 módulos más 2 seminarios (uno por fin de semana) además de la “recomendación” de asistir a un grupo regular (semanal normalmente), que más bien es un requisito que otra cosa. Si queremos ser facilitadoras de la Biodanza, hemos de seguir el proceso hacia el desarrollo profesional que se extiende a 7 módulos de metodología, enfocados a la conducción de Grupos de Biodanza, según fuentes oficiales . Todo el proceso completo dura un mínimo de tres años aproximadamente según lo establecido por el Sistema Biodanza Rolando Toro (SRT).

Como ya he dicho al principio, el proceso de formación en Biodanza es realmente transformador, sobre todo a nivel existencial. La cuestión que me ocupa viene cuando hablamos de la formación profesional; ahí es cuando nos preguntamos si ¿son suficientes siete meses para desarrollar la facilitadora interior y capacitarla para ejercer su labor? Mi respuesta es rotundamente no. Mi intención en este artículo es fundamentar mi respuesta con casi 20 años de experiencia como facilitadora de Biodanza especializada en Acción Social.

En AEBE (Asociación Escuelas de Biodanza España, encontramos lo que entendemos es una cita de Rolando Toro, aunque no puedo confirmarlo porque no hay ninguna referencia, sólo las comillas. Dice así: “todas las escuelas se rigen por un mismo programa formativo, cuyo ciclo consta de veintiocho módulos de formación, dos seminarios de conferencias sobre temas teóricos afines al Sistema Biodanza, devoluciones teóricas referentes al tema de cada módulo, conducción de grupos bajo supervisión en el tercer año y presentación de una Monografía de titulación”. Más adelante sigue diciendo: “las materias teóricas son ofrecidas en el orden indicado en el “Programa Único de Formación Docente en Biodanza que comprende siete módulos de Metodología”. Aquí salta la alarma, porque resulta que, para ejercer como docente, sólo hay 7 módulos de formación profesional que nos diferencian de la “Formación existencial”, lo que viene a decir que los 21 módulos teóricos-vivenciales que son cursos monográficos de fin de semana, y puedes tomarlos sin orden, o sea, empezar el ciclo por donde quieras, te van a ayudar en el proceso de desarrollo existencial, pero si decides ser facilitadora, deberás completarlos todos, participar en un grupo regular durante toda la formación como requisito indispensable, como ya he dicho antes y todo ello en tan sólo 7 fines de semana.

El Diploma de Profesor/a de Biodanza se obtiene una vez finalizado el proceso formativo completo, la directiva de la escuela donde hayas cursado la formación, si pertenece a la International Biodanza Federation, como la Federación Mundial de las Asociaciones Nacionales de Escuelas de Biodanza SRT de todo el mundo, o al otro estamento “oficial” de Biodanza que tiene el mismo proceso de formación pero su misión es preservar la integridad de Biodanza SRT y su evolución en concordancia con su modelo teórico además de divulgar el legado artístico e intelectual de Rolando Toro , te inscribirán en el registro de profesionales de Biodanza, te dotaran de un número de colegiada y podrás ejercer como facilitadora. Queda en duda si un estamento oficial u el otro, son afines a la misma titulación. Habría que verlo ya que entre ellos no se entienden y por eso hoy hay dos estamentos “oficiales” que “comen” de la formación “oficial”.

Ante toda esta “oficialidad” bipartita, el biocentrismo se va perdiendo a favor del “mercantilismo oficial” que se va instaurando en paquetes capitalistas, y por qué no también decir patriarcales, que bajo discursos bien estudiados para captar clientes, pierden de vista que la formación que se imparte para ser profesional de Biodanza es absolutamente insuficiente.

Siete meses de un fin de semana por mes, son unas 140h de formación profesional aproximadas, donde se supone que, además de saber aplicar la curva metodológica de Biodanza para hacer sesiones de Biodanza y escoger las músicas adecuadas para un proceso integrativo real, debes saber gestionar grupos, que eso en sí mismo es todo un arte que te aseguro que no se aprende en pocas horas, por no hablar de lo que no te dicen en la formación, como: aprender a crear tu propia publicidad en formato papel y digital; ser tu propia Community Manager o Social Media Manager para llevar de manera eficaz y eficiente tus redes sociales; desarrollar dotes de comercial para negociar y “vender” tu producto a asociaciones, instituciones, centros educativos y particulares; gestión económica biocéntrica o sea llevar la economía de tu labor como profesora; en definitiva: aprender a ser emprendedora. Todo esto es también ser facilitadora de Biodanza a no ser que seas una de las pocas personas afortunadas que puede pagar todos estos servicios “complementarios” a empresas ajenas para que se encarguen de ellos. La realidad es que todas estas tareas añadidas a las propias de crear sesiones integradoras, acaban desbordando y haciendo peligrar toda la ilusión inicial, el empuje que nos motivó a ser facilitadoras; porque hay algo que no he mencionado y que es una realidad silenciosa y silenciada: este proceso de “maduración” de la facilitadora nobel se vive en aplastante soledad, a no ser que estés físicamente cerca de tu escuela de referencia, o comulgues con el “postureo” que tanto se da en Biodanza. La soledad acaba siendo una realidad mucho más común de lo que te imaginas.

La verdad es que, las que sobrevivimos a este proceso de maduración que viene después de la titulación, y no somos tantas personas, hemos hecho una buena musculatura de resistencia. ¿Cómo lo hemos conseguido? Reuniéndonos, encontrándonos, persistiendo, tragando lágrimas, tomándonos descansos a temporadas, regresando a ese amor que nunca se ha ido dentro de nosotras… la Biodanza. La Biodanza funciona; funciona sí o sí porque es un método, un sistema creado a fuego lento, conociendo al ser humano de a poquito, cuidando el descubriendo de su “ser en el mundo” en entornos de confianza y amor, hasta que florece y puede expandir su fragancia única y singular.

En el título de Formación en Biodanza, pone “Profesor/a”, que quiere decir “confesar, compartir públicamente sus conocimientos en un área específica”. Te aseguro que, en 7 módulos de un fin de semana al mes, sólo tenemos una pequeña cata de lo mucho que implica ser docente de Biodanza.

Recuerdo anécdotas de mis maestras y maestros de mi formación hace 20 años. Eran alumnos directos de Rolando Toro, que nos contaban cómo eran sus aulas, cómo era la locura de Rolando que lo impregnaba todo de un entusiasmo por la Vida único e inimitable, cómo eran sus charlas, sus discusiones apasionadas, sus reflexiones en silencio, el cariño inocente hacia todo el equipo que lo rodeaba en todo lugar donde fuera, cómo entusiasmaba su verbo y su lucidez, impulsado a algunos pocos a dejarlo todo y embarcarse por el mundo a difundir la Biodanza. Así fue como llegó a Europa y se fue difundiendo por el mundo entero. Me pregunto si la Biodanza de hoy es así de biocéntrica o se ha dejado atrapar por el oscurantismo invisible del mercantilismo que vende entusiasmo y vitalidad, libertad y euforia, perdiéndose en una realidad demasiado superficial para ser digerida.

Desde mi pueblecito catalán, alejada de la gran ciudad donde todo parece ir deprisa y con ansias de más y más, donde la Biodanza se aglutina en espacios conocidos que ya son ajenos a mis intereses existenciales, sigo amando la Biodanza, sigo siendo profesora y docente de Biodanza en activo, desde otros lugares y entendimiento, pero no sólo eso: el principio biocéntrico es nuestra forma de vivir, así que yo siento que con el tiempo llegamos a ser profesoras biocéntricas, docentes biocéntricas, porque “biocéntrico” marca la diferencia, aunque aún hay quien no conoce el paradigma existencial en el que estamos sumergiéndonos día a día. Se llama biocéntrico, por si te despistaste, y es el futuro ahora.

En síntesis, lo que quiero transmitirte es que, si te formas como profesora de Biodanza, es un proceso que dura siempre. Afortunadamente. No lo olvides.

Amor y Servicio

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Claves para una Clase Biocéntrica Excepcional

Estoy en el balcón de mi dormitorio. El Sol de las primeras horas de la mañana baña ese pequeño espacio-tiempo donde todo sigue su curso rítmico, sincrónico, armónico, inclusivo.

Me dispongo a diseñar la próxima aula que voy a impartir a las futuras docentes de formación ocupacional: quince personas adultas, con un amplio recorrido profesional, cada una en su especialidad, que han decidido formarse para ser docentes y compartir su saber. El tiempo que tengo para el aula es de 2h30’ y el tema es … no importa el tema; lo verdaderamente importante es a dónde quiero llevarlos, donde quiero que se sumerjan, más allá de los conceptos y la teoría que pueda impartir. Lo tengo claro: quiero llevarlos allí donde el mundo interno y externo se fusionan y los colores se vuelven reales, las texturas se perciben con curiosidad y todo danza en el devenir del vivir. ¿Para qué? para sentir el pulso de la Vida en su sosiego rítmico, acompasado, armónico, que facilita un continuum inevitable de aprendizaje-desarrollo, tal y como propone la Educación Biocéntrica de Ruth Cavalcante i Cézar Wagner.

Es la primera clase que voy a impartirles un aula entera. La inmersión etnovivencial, o sea, sumergirme en un grupo y su contexto para conocer sus hábitos, su lenguaje, sus inquietudes, sus gustos, tendencias, costumbres, la manera en que se relacionan entre ellos,… se ha dado por dos meses y medio. Esto ha hecho que pueda reconocer la singularidad individual y colectiva del grupo, para que mi intervención pedagógica se adapte a su realidad, no a lo que yo crea o suponga que es.

No conocen la Educación Biocéntrica; saben que vengo de un entorno pedagógico “diferente”, y se sienten atraídas por mi manera de relacionarme en el grupo. En sus fantasías, relacionan la Metodología Biocéntrica Integrativa (MIB) con ejercicios de Mindfulness o “cosas así”. Yo sonrío y digo que sí, “algo así más o menos”; espero el día de la clase para explicarlo en el contexto adecuado, en el ambiente enriquecido que genera la Educación Biocéntrica.

Mientras, levanto la mirada para inspirarme en que canción escoger para la ronda inicial de bienvenida, veo dos abejas, ajenas una de la otra, parándose en las flores perfumadas de color lila que entran en mi balcón desde el árbol de mi jardín. Las abejas se pasean entre las hojas y se sumergen en las flores aromáticas, extrayendo el polen para su colmena. La brisa hace danzar suavemente el entorno. Me surge la emoción en lágrimas silenciosas de gratitud. Me siento viva, amo mi oficio, amo la posibilidad real de abrir espacios de aprendizaje-desarrollo biocéntrico, donde la música, el arte, la alegría de vivir, está tremendamente presente. Presiento que esta sesión será muy importante para todas y cada una de nosotras; de alguna manera puede ser un antes y un después en muchos aspectos. Están acostumbradas a un tipo de docencia convencional, a mi entender obsoleta, donde el docente es el que sabe y las actividades que propone son competitivas. Estoy deseando ver el resultado de una pedagogía inclusiva, vivencial, donde el conocimiento se construye en comunidad a través de la práctica del pensamiento complejo de Edgar Morin, la pedagogía de la pregunta de Paulo Freire, la vivencia biocéntrica y la inteligencia afectiva como base estructural de todas las inteligencias, y la acción transformadora como resultado de una construcción colectiva del conocimiento.


Sumergirme en el mundo académico reglado para sembrar la pedagogía biocéntrica en su núcleo en estado de avanzada descomposición, es un reto que asumo con mucha conciencia. El camino hasta aquí no ha sido fácil: el sistema patriarcal, capitalista, industrializado, deshumanizado en el que vivimos, es anguloso y peligrosamente hiriente. Tengo algunas cicatrices que me han enseñado a reconocer sus laberintos y entresijos y a saber cómo transitarlos. Siento la certeza interior y calmada de que nada puede parar este cambio evolutivo de paradigma existencial que estamos viviendo, y yo, como muchos de todos nosotros, estamos preparados para seguir sembrando, más que nunca, en la misma garganta del monstruo. Basta entrar con todo lo que hemos aprendido e integrado durante todos los años de estudio y practica del principio biocéntrico, con su metodología integrativa y toda la vivencia biocéntrica que nos habita. Nada puede fallar si nos ceñimos a la consciencia planetaria que vibra en biocéntrico.

He encontrado la música perfecta para el inicio de la sesión. Creo la escena en mi imaginario: el espacio diáfano y amplio del aula, con las sillas y mesas en una esquina, la luz natural del aula entrando por las ventanas del techo, la temperatura adecuada, el equipo preparado, todo listo para recibir al grupo. No se trata de crear expectativas sino de vivenciar lo que deseo, para después soltarlo y que sea la Vida la que haga de la mejor manera posible para todas y cada una de las personas que vamos a participar. Yo me entrego con todos mis recursos y saberes, a lo que vaya surgiendo. No soy yo la protagonista, es la Vida; yo sólo soy un agente de facilitación; el resultado lo iremos construyendo entre todas y todos.

La vivencia pedagógica central va ha ser un Circulo de Cultura con imágenes generadoras, de manera que cada participante aporte su significado a partir de la imagen y en grupos pequeños, puedan compartir la experiencia. Después de exponerlo al grupo grande, juntos crearemos una síntesis simbólica. No quiero dar más detalles porque no quiero extenderme en un artículo que acabaría siendo demasiado largo para lo que quiero.

Más adelante ya te contaré cómo sigue el proceso. Hasta entonces, que el Amor y el Buen Servir, nos guie.

#biodanza #educacionbiocentrica #docentes #pedagogia #biocentrismo #educacion #docencia

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Biodanza de salón y Biodanza social

Cuando decidí formarme como facilitadora de Biodanza, mi deseo era dedicarme a tiempo completo a facilitar. Biodanza me había inyectado en las venas la confianza de recrear mi vida, sacando lo que ya estaba caducado, y sembrar y cuidar lo que me hacía crecer, así que primero me divorcié y al poco tiempo dejé mi trabajo fijo con quince pagas, buen horario, buen trabajo, buenos compañeros, pero no era suficiente feliz. Quería dedicarme por entero a mi pasión, a lo que ha llegado a ser mi vocación, mi manera de servir y vivir la Vida. ¿Una locura? Quizás, pero una locura que quería vivir, tal era la fortaleza que me había proporcionado Biodanza.

Los primeros años fueron muy duros. Pude soportarlos porque tenía el subsidio de desempleo y la pensión complementaria para mis hijos, además de lo que podía ganar con Biodanza. Fueron años de muchas horas de trabajo y aprender nuevos programas informáticos y otras tecnologías necesarias para llevar a cabo la tarea: hacer la publicidad, crear proyectos para vender en las instituciones públicas porque mi campo siempre ha sido el área social, pactar sesiones abiertas en centros de yoga o de crecimiento personal para dar a conocer la Biodanza, trabajar gratis impartiendo sesiones de Biodanza como voluntaria en algunas asociaciones porque no había otra manera de entrar sino era a través del voluntariado, reuniones con las personas responsables de los ayuntamientos para explicar los proyectos y que me dejaran hacer sesiones en las instalaciones municipales, hacer difusión entre las mamas y papas de la escuela de mis hijos, en las tiendas donde compraba, entre las amistades, preparar las sesiones de los grupos que iban saliendo, comprarme un buen equipo de música porque había lugares que el sonido era horrible y tenía que ir con mi equipo, un nuevo ordenador portátil porque sólo tenía ordenador de mesa, muchas horas de trabajo sin remunerar,…

La crisis económica del 2011 fue devastadora, tuve que ponerme a trabajar de lo que saliera para compensar la falta del subsidio de desempleo que ya había expirado y poder seguir con mi sueño de dedicarme sólo a la Biodanza. Ésta danza rítmica y melódica ha sido una tónica común a lo largo de los quince años de mi trayectoria profesional con Biodanza: ahora arriba-abajo, después abajo, abajo, arriba, abajo, y vuelta a empezar; una montaña rusa de precariedad económica y muchas, muchas, muchas horas de trabajo. Sólo pueden saberlo aquellas personas que han pasado por lo mismo, y según mi experiencia, son la mayoría.

En el caminar de estos años, de las personas que terminamos la formación y quisimos ejercer como facilitadoras, unas cuantas lo han dejado definitivamente, y las pocas que quedamos en pie, nunca hemos podido dejarlo del todo, a pesar de los apuros económicos y la rudeza de la precariedad, porque cuando Biodanza se instala en las venas, ya es para siempre.

Recuerdo que en uno de los primerísimos encuentros nacionales de Biodanza que se empezaron a realizar aquí en España de la mano de la Escuela de Biodanza Barcelona, dirigida por Luis Otavio Pimentel y Silvia Eick, Cézar Wagner dijo en una conferencia: Biodanza no es para vivir de ella. La Biodanza de salón no es Biodanza. ¿Qué quiere decir eso? pensé. Hablé con Cézar y me dijo que la Biodanza de salón, como llaman en Brasil a la Biodanza privada, es una Biodanza que acaba siendo mercantilista, donde el verdadero significado del mensaje biocéntrico acaba perdiendo su eje, se contamina por la necesidad económica del facilitador y facilitadora. Registré esa información durante mucho tiempo, sin terminar de asimilar su significado, y allí quedó a la espera de que, en el momento perfecto, me fuera revelada la verdad que la habitaba. Mientras tanto, yo seguía insistiendo en mi sueño, alimentado por el pensamiento de que «si otros lo han conseguido, ¿por qué yo no?. Con los años he entendido qué quiso transmitir Cézar con sus palabras y quiero compartirlo contigo porque puede que te sea útil.

Mi experiencia durante quince años, viajando por diferentes países del mundo, además de España, para seguir formándome como profesora de Biodanza (Italia, Brasil, Portugal y Francia), he observado que, en general y siempre según mi experiencia, por lo que lo que te voy a decir no es una verdad absoluta sino sólo mi experiencia, las personas que pueden dedicarse por completo a la Biodanza, gozan de recursos económicos «extras», me refiero a una pensión vitalicia, una herencia, una pareja que gana suficiente dinero como mantener los costos del vivir cotidiano, o cualquier otra cosa que permite a la facilitadora y facilitador, despreocuparse de si le llega o no el dinero suficiente para cubrir el mes. Si ésta es tu realidad, te felicito sinceramente. Disfrutalo y sigue adelante. Eres afortunada y mucho, porque en general, ésto no es lo que sucede.

Cuando hay que trabajar en un trabajo que te ocupa entre ocho y diez horas diarias durante cinco días a la semana para que a final de mes tengas un sueldo que te permita pagar los gastos cotidianos del vivir, ser facilitadora de Biodanza es literalmente una HAZAÑA, en mayúsculas, porque ser facilitadora no es sólo hacer sesiones de Biodanza, que al principio es un calvario en el sentido del tiempo que ocupa crear una sesión; es también crear la publicidad, encontrar la sala adecuada, pactar los acuerdos económicos con los propietarios del negocio, buscar participantes que en la práctica comercial son «clientes» (si podemos decirlo así), gestionar el grupo con todo lo que eso implica, también fuera de la sesión de Biodanza, …, además de todo esto tenemos la familia, las amistades, el cuidado de la casa, las mascotas si tienes, tu vida social,… Termina siendo realmente agotador. Aún así, el impacto de Biodanza es tal, que seguimos adelante con nuestro sueño de ser facilitadoras de Biodanza, pero la ilusión, poco a poco se va consumiendo y se va instalando una sensación de «no puedo», «quizás esto no es para mí», «algo estoy haciendo mal», «estoy agotada», etc, etc, etc.

Todo esto que estoy compartiendo contigo, desde mi experiencia (repito de nuevo), no nos lo dicen en la escuela cuando estamos formándonos. Sinceramente creo que no se dice porque Biodanza nos impulsa a cambiar el mundo en el que vivimos y ese impulso, supongo que para las escuelas es suficiente para seguir manteniendo su negocio. Desde mi perspectiva, si me lo hubieran dicho como parte de la formación, quizás no habría sufrido tanto, y digo sufrido con toda la conciencia del significado de esta palabra. Por supuesto, no me arrepiento de absolutamente nada. Es más, puedo decir que agradezco todo lo vivido tal como ha sido, porque sin ello, hoy no podría hacer lo que hago de la forma que lo hago, ni podría explicarte esto ni todo lo que te explico en mi canal de Youtube, en mis aulas, aquí y en mi vida en general. Te lo cuento, porque siento la necesidad de compartirlo. Creo firmemente en el poder de la comunidad biocéntrica, es el poder de la humanidad que nos habita, es el poder de la acción comunitaria y es aquí donde apunta este escrito.

Hay varios aspectos que quiero enfatizar de todo este proceso personal que he vivido y que creo pueden inspirarte, si es que en algo te resuenan mis palabras:

  1. Para que la transformación perdure en el tiempo, el cambio es desde dentro a fuera. ¿Qué quiero decir con esto? Que si en serio has decidido ser facilitadora o facilitador de Biodanza, transforma tu entorno allí donde estés, en tu lugar de trabajo, en la familia, en el barrio, desde dentro, con tu acción transformadora biocéntrica, siempre y cuando el grado de toxicidad no sea nocivo para tu integridad. La transformación se da desde dentro. El ejemplo es mi madrina de educación biocéntrica, que trabajando en un banco muy importante regido por los principios capitalistas y patriarcales, con los años y la paciencia pedagógica biocéntrica que fue cultivando con el sostén y apoyo de sus maestras de Biodanza y educación biocéntrica, ha podido conseguir que allí donde ella empezó su carrera profesional y que tantas veces quiso dejarlo por la presión del entorno, hoy no sólo ocupa uno de los cargos importantes de la entidad sino que ha conseguido implementar la praxis biocéntrica en su entorno laboral, transformando la hostilidad machista en un entorno afectivo, respetuoso y gentil. Lo ha conseguido porque ha estado orientada, sostenida, aconsejada y guiada por personas que más allá de ser excelentes maestras y profesionales biocéntricas, tienen una mirada que traspasa sus intereses personales en pro de una acción transformadora real.
  2. El grupo es la matriz del cambio. Ejercer como facilitadora y facilitador, no tiene porque ser una tarea en solitario. Fomentar las tareas en equipo, crear grupos de trabajo que desarrollen proyectos para vender a instituciones, empresas, asociaciones, no sólo para hacer las prácticas reglamentarias que se deben llevar a cabo en el proceso de la formación, sino ir más allá, con vistas de futuro, propiciando la creación de asociaciones, cooperativas de servicio donde las facilitadoras y facilitadores pueden desarrollar de forma remunerada, otros dones y talentos que como facilitadora de Biodanza también debemos desarrollar como ya hemos dicho antes: marketing, publicidad, captación de clientes, etc. Todo es un proceso de creación.

Como facilitadoras y facilitadores, didactas, directores y directoras de escuela, tenemos mucho camino por recorrer en el ejercicio y la praxis del principio biocéntrico. Nos necesitamos unos a otros, revisando lo que hacemos, cómo lo hacemos y desde dónde lo hacemos. La Biodanza no es un negocio, o no debería serlo, porque la Biodanza no ha nacido para servir al sistema hegemónico; nació para transformarlo desde dentro del propio sistema, del propio individuo, de la propia corporeidad vivida, no desde afuera.

Amor y Servicio

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La rendición en el juego del equilibrio y la ostentación

Me rindo. No puedo sostener más la inquietud que me genera esperar unos resultados que no acaban de llegar nunca. De hecho, es así siempre. Todo viene en el momento perfecto, aunque no es precisamente el que mi ego dominador quiere. Esta es la cuestión primordial de todo el entramado del vivir: aprender a desprenderse del resultado porque no está en nuestras manos, sino en las energías que se mueven del lado luminoso al oscuro, en su danza constante y necesaria, impulsando la creación de la realidad.

El caso es que me dedico al desarrollo humano y la integración de procesos de transformación mediante cursos, talleres y encuentros para profesionales de la Biodanza, la educación biocéntrica y personas comprometidas con servir a la evolución armónica de la Vida. ¿Para qué? para reflexionar sobre lo que hacemos, porqué lo que hacemos y cómo lo hacemos, para qué, desde dónde, vivenciar con el cuerpo, la música y el grupo porque es en nuestra corporalidad donde todo ocurre, es la música y el arte la que nos puede facilitar ingresar en lugares desconocidos o escondidos que tienen tesoros valiosos para mostrarnos, porque es en la tribu humana que nos podemos mirar y reconocernos como hermanos aún en nuestras diferencias que suman valor a todo lo que creamos.

Me encanta crear espacios donde hacemos surgir la magia de reconocernos seres vivos, no sólo viviendo la Vida, sino siendo la Vida misma. Ver la transformación de sus rostros a lo largo del proceso participativo, cómo vienen y cómo regresan a su cotidiano, con brillo en los ojos, la sonrisa en su rostro, la forma ligera de andar, de moverse, el tono afectuoso de su voz. Me encanta a lo que me dedico.

También soy escritora, escribo cuentos que uso en mis talleres o no, y algún día los publicaré. Escribo mis pensamientos en diarios, libretas y más libretas de todos los tamaños; escribo ensayos técnicos de mi experiencia como profesora, lo que sirve y lo que no, lo que me mueve por dentro; escribo lo que estudio, lo que leo y me interesa retener,… El caso es que todo es maravilloso hasta que me encuentro con que la fecha del evento que he propuesto se hacer y sólo se han apuntado cuatro o cinco personas, cuando tendrían que ser doce. No ocurre siempre, pero cuando ocurre, a veces simplemente no le doy importancia, y otras veces se moviliza en mi interior una inquietud que me descentra. Cuando veo que ya he perdido mi centro y no consigo volver a encontrarlo, entonces escribo y todo se va ordenando en la medida que las palabras ocupan la hoja desnuda que las acoge. Esto es lo que me ha ocurrido hoy y he decidido compartirlo contigo.

Mientras soltaba poco a poco la queja que me apretaba el corazón y me tensaba la musculatura de los hombros me he preguntado, ¿Cuál es la realidad esencial que deseo?

Más allá de los detalles que me mantienen entretenida en la queja o el disgusto, el origen de mi deseo se asienta en liberarme ¿o debería decir trascender? de las exigencias egocéntricas de mi «ego pequeñín» incansablemente travieso que se prioriza como un niño tozudo negándose a crecer, insistiendo en quedarse pequeño para siempre, quejoso de que no le salen las cosas como a él le gusta, aunque no sabe concretar el resultado que espera obtener. Es muy agotador cuando eso ocurre, pero después de múltiples intentos, perseverar en mi pasión es lo único que puedo hacer si de verdad quiero conseguir ser libre de mí misma.

En realidad la libertad no es algo que sea un deseo genuinamente mio. Es ancestral, primigenia, originaria; la razón por la cual quisimos experimentar qué es esto de ser humus, o sea, el detrito de todo lo orgánico que en su proceso de putrefacción transformativa, construye más vida. Visto como metáfora es realmente hermoso.

Si fuéramos [la humanidad] el experimento de unos genetistas gigantes creando una nueva especie capaz de reciclar la descomposición de los restos orgánicos de otros organismos vivientes para seguir construyendo la Vida desde la Consciencia de Sí-mismo, con la capacidad de poder decidir si hacerlo o no, o llevarlo a cabo en otro momento que no sea Ahora, probablemente seríamos una constante frustración para su experimento, a no ser que fueran expertos [los genetistas] en la complejidad implícita de la Libertad.

El ser humano, además de ser el principal elemento de fertilidad y nutrición de Gaia, [seguimos aprendiendo a cómo hacer eso de la mejor manera posible] es libre y ésta es la gran paradoja existencial. ¿cómo es eso de ser libre en una probeta donde convivimos con otros tantos organismos y todo está permitido?

Una vez escuché decir a un sabio de estos que estudian los misterios y al ser humano, que lo que llamamos Dios o Inteligencia Suprema causa primera de todas las cosas, o el nombre que te resuene porque tiene muchos, incluso lo Innombrable, en realidad nos necesita, porque la Creación es todas las posibilidades infinitas eternamente manifiestas, cada una de ellas con una función específica y concreta, de manera que el sistema como un todo, se autogenera en su proceso complejo de evolución permanente.

Pues bien, parece que eso fue así durante millones y millones de años, hasta que en el último segundo, la Inteligencia Suprema decidió crear al ser humano, el humus de su Creación, el único ser dotado de libre albedrío. Todo lo creado percibió lo peligroso que podía ser eso. Hablaron y debatieron entre ellos hasta que finalmente decidieron confiar en las posibilidades que les ofrecía llevar a cabo el gran reto. Iban a ayudar al humano a hacer su función en el Orden Cósmico porque sabían que los humanos perderían el recuerdo de lo que son. Y ahí andamos, aprendiendo a recordar qué es la Libertad y cómo sincronizarse con ella.

Se dejaron mensajes encriptados de mil formas para que el humano recordara. Unas veces en piedras grabadas, en monumentos, en pergaminos, dentro de vasijas, en cuevas, enterrados bajo toneladas de tierra, en las paredes de los grandes edificios,… Hasta ahora no lo estamos consiguiendo pero todavía hay esperanza. Seguimos preguntándonos si existe la sincronicidad perfecta en un círculo evolutivo donde la multiplicación celular resulta en un universo.

La respuesta es sí, como tendencia. Cuando se consigue la sincronicidad, puedes optar por quedarte de observadora descansando de la [ardua] travesía, o involucrarte en ayudar a otros en su propio viaje de iniciación al encuentro sincrónico de Sí-Mismo. El caso es que, de una forma u otra vas a hacer las dos cosas frecuencialmente, hasta que la Consciencia Suprema cierre los ojos, y en su propio ciclo creador, todo se reinicie de nuevo una vez más.

¿Simple no? La complejidad viene cuando intervienen los procesos internos que no podemos abarcar en nuestra condición de humanidad porque aún somos demasiado infantiles. De hecho somos los últimos de la creación y hay mucho por aprender de este juego de equilibrio y ostentación*.

*Ostentar: originalmente quiere decir tender [extender] algo frente a otro para manifestarlo reiteradamente.

Seguimos.
Amor y Servicio

Notas de navegación

De nostalgia de amor y alegría de vivir

Hace unos días, Raffaella Sanna de la maravillosa isla de la Cerdeña en Italia, me inspiró a escribir sobre estos dos temas que en Biodanza adquieren una dimensión reveladora: la nostalgia de amor y la alegría de vivir. Grazzie mille, mia cara Raffaella.

Recuerdo la primera vez que escuché en la formación de docentes de Biodanza, que se podía decir que Biodanza había surgido de una profunda meditación sobre la vida, donde Rolando percibió que el ser humano, en lo profundo de su ser, sufre de nostalgia de amor. Cuando escuché esta frase, no sólo sentí una reververancia energética que desde mi corazón se expandía por todo mi cuerpo, sino que percibí que con el tiempo iría entendiendo la magnitud del mensaje que la habitaba. Así ha sido.

Me ocurrió lo mismo cuando en la misma formación nos explicaron que Biodanza era reconectar con la alegría de vivir. Aquí la sensación interna fue distinta:. ¿Alegría de vivir? – me pregunté. – Creo que nunca he pensado en si la Vida me provoca esa sensación. – seguí pensando- Sí que reconozco que tengo momentos de verdadera alegría pero se desvanecen en el tiempo y aunque son como aire fresco para seguir adelante, no puedo decir que la Vida me provoque esa sensación de alegría por vivir, de alegría por estar viva.

Podía reconocerme en la nostalgia de vivir, en cambio, la alegría de vivir era una utopía para mí. ¿te resuena?

Desde entonces han pasado quince años, y con ellos mucha Biodanza, mucha auto-indagación, mucha meditación, silencio, llantos, disolución de corazas y personajes internos que se habían hecho protagonistas del drama, soledad, mucha soledad, angustia, decepción, encuentros y desencuentros, cansancio, levantarse una y otra vez… y un sentimiento profundo, suave y sensible de alegría por estar viva que se iba instalando en mi piel, en mis entrañas, hasta mis células, reeditando toda la información que me habitaba como una verdad, aunque sólo era mi particular manera de vivir todo lo vivido. Los traumas, las angustias, los desafíos que implican transcender acantilados de miedo y un sufrimiento sin-sentido, fueron substituyéndose por paz, sonrisas, lágrimas de gratitud y confianza en la Vida impregnadas de miradas sin juicio, de abrazos sinceros, de cuerpos cálidos sin intención alguna más que la de estar y ser. Todo ha sido tan hermoso que escribiendo estas líneas brotan de mis ojos las aguas bendecidas de la Vida que me habita.

He de decirte que el proceso no ha sido fácil. Cuando estamos inmersas en el sufrimiento que ni sabíamos que teníamos porque no habían palabras que lo definieran, ni silencios que lo escucharan, ni miradas que lo acogieran, ni abrazos que lo ampararan, nada resulta fácil, todo se vuelve un esfuerzo. Las memorias ocultadas tras la rigidez muscular, la tensión facial o la inapetencia sexual, entre otros escondites, emergen como volcanes de lava fría y sedienta de calidez y ternura, a veces quemando, otras arrasando lo que encuentran a su paso, otras veces, las que más, rindiéndose al Amor infinito y eterno, inconmensurable, ese que algún tiempo remoto sentimos y en el transcurso del vivir olvidamos.

Verdaderamente no es fácil transitar los miedos, pero lo que realmente difícil es transitar la ignorancia en la hemos vivido, porque el orgullo del ignorante es muy tenaz y puede ser inconscientemente perverso, pero la evolución no cede su paso y llega un momento en que es necesario decir alto y fuerte ¡Basta ya!. Recuerdo escenas, las más significativas fueron en Biodanza, de miradas, desafíos, pálpitos de mi corazón a punto de estallar, sonrisas, manos amigas, que nunca podrán borrarse de mi ser porque gracias a ellas y también a las ausencias de ellas, pude reconocer en mí que la Alegría de Vivir soy yo. No es algo que viene de fuera. Está en mí. Habita en mí. Me pertenece y cuando así es, deja de ser mío para ser de todas y cada una de las partes que conforman la Vida, poco a poco, con progresividad y autorregulación.

¡Cómo puedo dejar de ser profesora de Biodanza y educadora biocéntrica si yo soy eso!. Tengo un oficio o varios, sí, pero para mí, como dice la palabra, oficio (servicio, función, obra) es lo que yo soy, lo que yo aprendo del vivir para compartirlo y que otras personas puedan aprovecharlo, si es que les resuena. Sé que a quien le llegue el mensaje, le hará bien porque a mí me lo ha hecho, por lo tanto, no puede ser de otra manera y sobretodo, porque no es mi mensaje, es el mensaje eterno que todas reconocemos en nuestro interior. La cuestión es permanecer atenta a quién habla en mí, la Teresa pequeña y temporal, o la Voz que me habita, eterna y atemporal. Ambas somos imprescindibles para habitar en esta densidad, más una de ellas siempre debe estar al mando de la nave, pues como ser viviente, necesito de la mente despejada, concreta, racional para lidiar con las circunstancias materiales, pero es el alma la que reina en mi reino.

Biodanza hace mucho bien. No lo digo yo, lo dicen mis células, mi piel, la sonrisa que me habita y que se instala poquito a poquito y día a día en mi rostro de manera permanente, lo dicen mis gestos que no sólo danzan sino que son danza, lo dice mi estómago que me avisa de lo que debo y lo que no me sienta bien comer, lo dice mi corazón que late sincrónicamente como siempre pero yo ahora lo escucho y reconozco su lenguaje musical que me alerta de qué y qué no debo dejar entrar en mi campo. En fin… la alegría de vivir que propone Biodanza va mucho más allá de unas risas y una diversión, un buen rato o el buen rollo. Biodanza es un camino de transformación que no se agota en la sesión ni en los años de práctica, si así lo decides. Ella te sigue invitando a danzar cada día más allá de las apariencias para sumergirte en el mar profundo de la eternidad presente. No es la única propuesta que rescata al ser humano de su ignorancia, pero sí es la compañera perfecta para este viaje. No es la pasión quien habla, que también; es la coherencia existencial que se manifiesta en mí en la medida que dejo que así sea.

Te leo en los comentarios.

Amor y Servicio.

Cuentos biocéntricos

De hermoso gusano a bella mariposa

Ayer me sorprendí gratamente cuando fui a regar mi jardín. En la ruda se encontraba un hermoso gusano que llegado su momento se convertirá en una bella mariposa. Hoy sé que el gusano es hermoso y será una bella mariposa porque hace tres años, cuando todavía el miedo a la vida seguía instalado en rincones ocultos casi imperceptibles, de mi memoria, encontré en la misma planta de ruda, a seis gusanos exactamente iguales al de hoy.

Cuando hace tres años los ví allí quietos en mi hermosa planta de ruda, quedé cautivada por su belleza y tamaño. No pasaron más de unos pocos segundos cuando pensé en la posibilidad que fueran dañinos para mi planta. Me asusté. – No quiero que mi planta se muera-. pensé. – Tengo que salvarla.

Con mucho cuidado y también miedo, cogí uno a uno de los hermosos gusanos que para mí eran pequeños monstruos peligrosos y los tiré por la alcantarilla del patio aliviada, pensando que había salvado a mi querida planta. Después de tirarlos pensé en la posibilidad de haberme equivocado. – ¿Y si no eran dañinos?. Escribí a un amigo agricultor y hortelano experto, para hacerle la consulta. Su respuesta fue: son las futuras mariposas más coloridas, grandes y hermosas que hay en el mundo.

No te puedes imaginar cómo me sentí. Seis enormes gusanos preciosos, con sus colores brillantes en mi planta de ruda, esperando a ser mariposas y yo los tiré por la alcantarilla donimada por un sentimiento de miedo y de ignorancia. Ese día aprendí una lección que no he olvidado jamás: la Vida no reacciona, acciona. La acción nace de la atención plena de lo que ocurre en el Ahora y Aquí. Si mi atención está en lo que fue, lo que será, lo puede ser, no estoy presente y por tanto no soy consciente. También entendí que la muerte de los gusanos era una pura ilusión porque ellos habían aparecido en mi planta para ofrecerme el aprendizaje. Su desaparación no fue una muerte; la muerte no existe como la entendermos. Es una transformación, una mutación energética para que la evolución continue su camino.

Cada año he mirado por si alguna vez volvían. Hasta ayer nunca volvieron.

Cuando encontré al hermoso gusano descansando en la rama de la misma ruda que entonces, me sentí feliz. – Estoy aprendiendo- me dije. Y así sigo, aprendiendo y desarrollándome cada día en el arte del Bien-decir.

De todo lo aprendido escribí un cuento que hoy comparto contigo. Te dejo el enlace para que puedas leerlo y si es tu deseo, bajarlo en formato pdf . Sólo te pido que si lo usas en tus aula o en tus labores, cites la autoría.

Amor y Servicio

Notas de navegación

La humildad: el sustrato que nos compone

Hoy leía en las redes una frase de Alejando Jodorowsky, que dice así:

Tratar de sanar al otro exige humildad, porque en el camino de su curación tú debes desaparecer para permitirle curarse a sí mismo»

Reflexionando sobre las palabras del maestro Jodorowsky, han aparecido otras palabras de Rolando Toro: «el otro me trae noticias de mí«. Entre una y otra frase y otros pensares de aquí y de allá que emergen en mi sentir, me adentro en los armónicos sonoros que resuenan dentro y aparecen nuevos sonidos que suman y expanden significado y sentido.

Cuando el otro trae noticias de mí y mi intención vinculante es tratar de sanarle, en realidad, a quien estoy tratando de sanar es a esa parte de mí misma que sigue insistiendo en percibirse separada y que en esa humanidad fronteriza en la que vivo, donde van surgiendo grietas que se convierten en abismos, lo único que me regresa a la Verdad en mayúsculas, es la humildad entendida como el sustrato que me compone, que si bien es materia en descomposición, esa misma materia descompuesta es la que nutre la tierra en sus diversas capas, posibilitando que germinen nuevas semillas que darán flores que pueden dar frutos, y así, en una secuencia armónica de danza, música y vivencia, se da la Vida, de nuevo en mayúsculas; porque nada más existe que el Verbo, entendido como Nombre y Acción a la vez, que por eso le llaman Innombrable, y que en el intento de nombrar surge el palíndromo YoSoY haciendo referencia al círculo eterno y las pocas conjugaciones que lo sintetizan en primera y tercera persona en presente simple y continuo.

Reflexionar, crear espacios de reflexión ampliada, donde poder resignificar lo aprendido y dotarlo de nuevos sentidos y formas; y no sólo en la soledad del pensamiento que, aún siendo necesario ese estar sola, no puede ser solitario, pues la Vida no cesa y todo confluye en un sólo punto que podríamos llamar evolución, o quizás mejor, aprendizaje. No, mejor danza porque en la danza se da la evolución, el aprendizaje y el factor más importante que siempre, o casi siempre, queda rezagado en la traicionera memoria: el juego, que podría llamarse arte también, porque no hay juego sin arte y no hay arte sin juego. Un juego que no es uno cualquiera, sino el Juego (en mayúsculas de nuevo), el Juego Divino o la Lilah, como dejaron dicho los antiguos sabios de la India.

Me quedo pensando y… ¿será que hay algo no-divino?

Siguiendo el Hilo de Ariadna, la heroína del laberinto del Minotauro, como metáfora del Juego Divino (otra vez), la cual dicen que entró junto con Teseo, danzando con su hilo rojo hasta llegar al centro, allí donde habita el monstruo temido, y Teseo cubierto con una máscara de toro, mientras Ariadna seguía danzando con su hilo rojo rodeando a la bestia desprotegida por reconocer a un igual en Teseo, la temida fiera, embelesada por la escena, finalmente se deja herir de muerte, sembrando su sangre en el substrato de la tierra. Dicen que después salieron los dos, Ariadna y Teseo, siguiendo el hilo rojo de la heroína y que al salir, nuevas danzas y cantos siguieron, promesas de amor que terminaron en desencanto que a su vez abrió puertas al encuentro de su verdadero Yo, como reina del reino, junto a Dionisio. Y podríamos seguir así hasta quizás nuestros días, pero no es necesario porque mi intención en este post es destacar la humanidad que nos habita y que toma verdadero sentido en la vivencia comunitaria pues es la comunidad la que nos acoge, nos sustenta, nos compone, como ejemplo vivo del humus que somos.

Humus es un abono orgánico que se da por la descomposición avanzada de restos orgánicos. Es de color negruzco por su elevado contenido de carbono. Los elementos orgánicos que componen el humus son considerados estables ya que no se pueden ver significativamente modificados en el tiempo. El contenido de humus en la tierra es del 5% en bosques, mientras que en la playa es de 1%.

Fíjate que el porcentaje de humus, en relación a la composición de la tierra, es mínimo y, justo ahí, en la humanidad que nos compone, es donde se manifiesta la infinita Belleza que vincula dentro-fuera, luz-sombra, tierra-aire, fuego-agua, en una conjunción copulativa llamada «y» donde, como dice la Real Academia Española, copulan los mal llamados opuestos en una danza sin fin creadora del triángulo vital eterno vida-muerte-vida, una y otra vez, una y otra nota, uno y otro tono, uno y otro acorde que se vuelve sinfonía y así hasta el más allá.

Y… en esta danza copulativa me pregunto ¿dónde está el límite?

La voz me responde, no existe. El límite lo creamos nosotros, seres humanos (del humus), cuando nos quedamos atascados en la materia descompuesta que nos compone, sin percibir que es en ella donde se dan las características necesarias y sublimes que enriquecen la tierra para retener el agua y filtrarla a capas más profundas, para dar consistencia a los suelos arenosos, para enriquecer el suelo con los nutrientes de la descomposición, para prevenirla de patógenos, … Sí. Somos así los humanos: conjunción copulativa y frontera. ¿dónde está el límite?

Insiste la voz: no existe. Sólo existe la «inmutabilidad de lo eternamente mutable» como dice el Tao. Entonces, ¿Será por eso que el humano cuestiona tanto todo que se olvida que la cuestión es el hilo rojo de Ariadna?, aquella que después de participar en la matanza del monstruo, huyó con su infame amado Teseo, que la abandonó en una playa lejana y solitaria, donde más tarde Dionisio la encontró enloquecida de su sufrir, y en ese encuentro renació como Reina de su reino, no porque Dionisio le diera nada que ella no tuviera, sino porque es en la conjunción copulativa donde la frontera toma sentido y se significa, para volver a empezar o quizás sería mejor decir, para seguir empezando una y otra vez, una y otra nota, uno y otro tono, uno y otro acorde que se vuelve sinfonía y así hasta el más allá.

Todo esto para decirte que, el límite sí está. Existe. Su existencia es la justa y necesaria para regresar al centro donde todo confluye, donde todo se conjuga en un único Verbo, en un solo Armónico, con muchos nombres nombrado más con único sonido innombrable, que nos habita, nos compone, nos humaniza como humus en la tierra.

Amor y Servicio.

Educación Biocéntrica

Ausencia de presencia

Hace dos años que colaboro con la entidad Creu Roja (Cruz Roja) de mi pueblo en un proyecto para la prevención de Autolesiones y la gestión de las emociones en jóvenes de 3ª y 4ª de ESO de todos los institutos de mi comunidad. De hecho, el primer año sólo fue para 3º pero la buena acogida del proyecto ha hecho que este año incluyeran también las clases de 4º. Esperamos que se vaya ampliando a 2º de ESO y también a bachillerato.

El proyecto surgió a partir de que en los institutos detectaron un incremento escandaloso en la práctica de autolesiones entre los jóvenes de 3º de ESO y un índice muy bajo de autoestima justo después de la pandemia y, sigue aumentando hasta el día hoy de forma verdaremante alarmante. ¿Cómo se detectó? La actitud en clase es uno de los síntomas de alarma, pero sobretodo porque se repartieron cuestionarios anónimos en los que se verificó que, en cada aula de instituto, donde lo normal es que haya entre 26-30 jóvenes, el año pasado se detectaron entre 1-2 jóvenes que se autolesionaban físicamente y este año, el número es de 3-4 jóvenes por aula, lo que quiere decir que emocionalmente están en un grado de autoestima cada vez peor.

Desgraciadamente el proyecto es sólo una vez al año, durante los meses de noviembre y diciembre, haciendo un taller por aula de una hora de duración. Es de risa la incidencia que podemos hacer en estos procesos, pero es lo que hay.

Mi colaboración con Cruz Roja es como educadora biocéntrica dentro de un equipo formado por dos técnicas de educación e integración social, y dos estudiantes de Integración social en prácticas. La visión biocéntrica que aporto al equipo, ha permitido que dejáramos aparcadas las diapositivas y la clásica charla, repitiendo el patrón unidireccional de emisor-receptor en el formato “las/los que saben” informan y dan las soluciones a los alumnos y alumnas (según la etimología de la palabra quiere decir discípulos, lo que me invita a preguntar ¿de quién o de qué?), y hacer una propuesta biocéntrica basada en la vivencia, interactiva, dinámica, reflexiva y pre-reflexiva, donde el sujeto individual y el colectivo son una entidad viva y por tanto está en constante transformación. Esto implica que reconocemos que cada aula es distinta, hay individuos distintos, singulares, con necesidades singulares, que requieren vivencias pedagógicas capaces de conectar con la complejidad del individuo y la del colectivo. Como dato quiero decirte que en todos los institutos las aulas de varias líneas, están distribuidas de forma que en unas están las personas más estudiosas y menos «conflictivas», o sea, que molestan menos; y las aulas donde reúnen a todos aquellos seres que presentan dificultades en el aprendizaje, en la atención y en el comportamiento considerado no adecuado. Esto es así y es muy preocupante porque indirectamente, si podemos decirlo así, etiqueta a los estudiantes, los encasilla, aunque después hagan la semana de la violencia de género y llenen los pasillos de las mujeres y hombres asesinados, o se empeñen en hablar con el género neutro para que todo el mundo se sienta incluido y cosas así que, en sí mismas, parecen pedagógicas, pero se quedan solo en una capa muy superficial confundiendo a los jóvenes que están aprendiendo a «ser en el mundo» con mensajes contradictorios, carentes de integración real y coherencia existencial.

Como te decía, volviendo al proyecto, a pesar de que las educadoras e integradoras sociales tituladas y las que están en prácticas tienen verdadero interés en desarrollar un trabajo integrador, continúan aplicando técnicas y herramientas que han aprendido en sus formaciones, que si bien funcionan, lo hacen hasta sólo un punto ya que siguen estando fundamentadas en el paradigma antropocéntrico, o sea, la sacralidad de la Vida brilla por su ausencia. Aun así, el equipo con el que estoy colaborando es totalmente permeable a todas las propuestas biocéntricas que hago. De hecho se sorprenden gratamente de la efectividad de la metodología biocéntrica integrativa (MIB), sobre todo porque cuando entramos a las aulas y nos encontramos con jóvenes sentados en sus pupitres individuales o de pie hablando, lo que realmente encontramos es un alto grado de complejidad humana que nos pide actuaciones diversas que se adapten a las necesidades reales del momento y del grupo y no sirven las propuestas donde el individuo y el colectivo se percibe como un estándar. Necesitamos acciones que verdaderamente muevan y transformen su «estar» para que ese estar se convierta en un Ser en el mundo, participando de la Vida y tomando parte de su evolución constante. La gran noticia es que el método biocéntrico integrativo funciona. Siempre. Con la educación biocéntrica conseguimos que, sea cual sea la situación con la que nos encontremos y te aseguro que a veces no es nada fácil, eso que llamamos Vida, ocurra, se manifieste, se exprese, sea.

En general y de una manera sistemática, en todos los institutos que visitamos, nos encontramos, a excepción de muy pocos (por cada aula uno o dos jóvenes quizás) a jóvenes tremendamente desmotivados, frustrados, enfadados, sin perspectiva de futuro, sin determinación, con cero motivación para participar en las propuestas. Son como hojas movidas por el viento que van o vienen según sople el aire y, como mucho deciden cerrarse en su mundo como protesta a todo lo que viven y no saben manejar. Pues bien, lo primero que hacemos es retirar las mesas y poner las sillas en círculo. Eso, en sí mismo, ya genera un movimiento que nos permite situarnos en una posición de acercamiento y de igualdad. Después, cuando empezamos a dialogar hablando desde el corazón, sin lecciones que dar sino compartiendo saberes, se van destacando algunos y algunas alumnas y van compartiendo poco a poco.

El ambiente de aprendizaje-desarrollo se va generando con las propuestas biocéntricas y cuando llegamos al movimiento-vivencia, entonces es cuando surgen las risas abiertas, la alegría ha dominado el espacio de encuentro y con ella, la energía ha cambiado en su totalidad. Es como si se hubiera hecho la Luz. Después volvemos a la reflexión ampliada, a revisar lo que ha ocurrido en ese tiempo-espacio. En ese momento suelen surgir muchos silencios de introspección, de reflexión ampliada, silencios que hablan de darse cuenta de que no siempre hay palabras para decir y sí hay la corporeidad viviente.

Al final, siempre, repito siempre, hemos conectado. Unos más receptivos que otros, pero hemos creado juntos la conexión y eso es lo que importa. Nos hemos escuchado mutuamente, hemos dialogado con la mirada, con el gesto, y hemos dejado una semilla en cada uno de ellos y ellas; depende de cada quien lo que haga con esa semilla. Eso ya no está en nuestras manos. Lo que si está en nuestras manos es haber hecho lo mejor que hemos sabido hacer y, en ese hacer, hemos aprendido todas, y aquí yo también me incluyo, porque es en el ejercicio de las vivencias pedagógicas, de la puesta en marcha, de la improvisación, cuando voy percibiendo aquello que preciso mejorar, aquello que ha servido, aquello que no conviene repetir y lo que sí. Esa es nuestra labor: aprender siempre. De momento solo es una vez al año y resulta tan poco, tan ínfimamente poco, que solo queda seguir adelante sin vacilar. Cada segundo cuenta en este momento de la historia de la humanidad y de la Tierra.

La hora que tenemos para cada aula, ha pasado volando. La alarma de la fábrica-escuela donde deberían aprender a Ser aquello que son y no lo que deben ser según los patrones establecidos por un sistema de esclavitud y desprecio a lo humano, ha sonado con estruendo indicándonos que ya se ha termino el tiempo de nuestro encuentro. Entramos en cada aula como unas desconocidas y nos despiden con sonrisas, algún abrazo improvisado, un ¡Volved pronto!.

¿Por qué te cuento todo esto? para que tú que lees esto, que de alguna manera has llegado hasta aquí por resonancia álmica, sigas insistiendo en tu labor de amor, en tu servicio a la vida, sea cual sea la manera en que hayas decidido ofrecer tu apoyo a la Gran Madre. No importa lo que te encuentras fuera, con lo que te encuentres más allá de ti, puede transformarse si persistes en tu centro vital, donde el alma nos habita y es ella la que habla y dice, no tu ego. Obvio que necesitamos nuestra singularidad, nuestra mente, nuestra corporeidad vivida y es esa vivencia de la corporeidad la que puede sembrar semillas de Luz que despierten las almas atrapadas en la ensoñación. Recuerda que si encarnamos en este momento y decidimos hacernos facilitadoras y educadoras biocéntricas, es porque asumimos nuestra misión aquí en la Tierra que habitamos. No podrás rescatar a nadie si no te rescatas a ti primero. No pretendas ayudar a otras si primero no te ayudas a ti misma. Enseña con el ejemplo de tu bienestar y de tu biendecir.

El cambio de Era nos pide un cambio interior que nos recuerde qué somos. Sólo con la transformación interna podemos llegar a una transformación colectiva real, sembrando paz donde hay discordia y armonía donde hay lucha. Cada quien es libre de escoger qué hacer con lo que recibe, así que ocúpate sólo de sembrar acciones provida con tus actos. Todos nos necesitamos unos a otros, y los jóvenes de la tribu humana nos necesitan más que nunca porque el futuro es lo que sembramos ahora y merecemos un mundo mejor. Por las generaciones venideras y por todos nosotros.

No estás sola, no estás solo. Somos muchos ya, cada vez más. Sigamos unidos en lo único que importa: la Vida.

Amor y Servicio

El vídeo de la semana en mi canal de YouTube Teresa Tendero
Notas de navegación

LOS TRES TABÚES HEREDADOS: INCESTO, POLIGAMIA, BISEXUALIDAD según Rolando Toro

Para Rolando Toro, la humanidad hereda a través de los padres, tres tabúes: incesto, poligamia y bisexualidad. Esta afirmación se basa en el estudio de la vivencia de la que surgen las Cinco Líneas de Vivencia que conforman la expresión de la identidad del ser y el concepto de protovivencias que son las vivencias desde el nacimiento hasta los seis meses de vida aproximadamente.

En la introducción del capítulo IV. Tomo 1. Teoría de Biodanza. Editora ALAB titulado Para una nueva mirada de la estrategia epistemológica, Rolando Toro reflexiona sobre la base que estructura los modelos teóricos que intentan explicar cómo funciona el ser humano más allá de su biología. En su visión crítica, Rolando alude a la necesidad de incluir al ser humano en su totalidad para explicarse a sí mismo, no sólo desde la razón-mente y la conciencia, sino incluyendo la emoción y la vivencia, o sea la Afectividad. Para ello se apoya en Piaget [la percepción y el pensar se comprenden cuando se incluye la motricidad y la acción], y en las investigaciones sobre la percepción llevadas a cabo por el oftalmólogo Adelbert Ames Jr., en 1946.

Para Ames, la persona ejerce un papel activo, dinámico y creativo en el acto de percibir. Más allá de un simple mecanismo “estímulo-respuesta”, se establece un diálogo o transacción entre individuo y ambiente, interpretando lo percibido según su experiencia, y reajustando su experiencia ambiental.  Así nacía el análisis transaccional del cual Ames fue el precursor.

Figura 1

Para demostrar su teoría, Ames creó una habitación trapezoidal (figura 1), construida de manera que vista de frente aparenta ser una habitación cuadrada, con una pared trasera y dos laterales paralelas entre sí, perpendiculares con el plano horizontal del suelo y el techo. El resultado es una ilusión óptica que hace que una persona caminando por la habitación parezca aumentar y disminuir de tamaño según camina.  Se usa mucho en películas y en la actualidad se ha demostrado que la ilusión puede ser creada sin usar paredes ni techo, solo colocando un aparente horizonte (que en verdad no es horizontal) y el ojo humano se basa en la aparente relativa altura por encima de un objeto situado en el horizonte.

Habitación de Ames real

En esta investigación Ames constató que cuando la persona que observaba tenía una implicación afectiva con la persona observable, la distorsión era menos intensa que con una persona extraña. También constató que la percepción en las mujeres es mucho más significativa y profunda que en los hombres. En este sentido me gustaría señalar un cuestionamiento que me hago a menudo: los resultados de estos estudios y de tantos otros, ¿serían los mismo en individuos de otras culturas que no sea la occidental, patriarcal y predominantemente de raza blanca?  En cualquier caso y retomando el tema, como síntesis podemos decir que la Afectividad incide en la percepción de lo vivido. Creamos el [conocimiento del] mundo a partir de la experiencia afectiva propia; no sólo de experiencia, sino del contenido afectivo implícito en ella.

Para Rolando Toro “es la afectividad la que organiza el pensamiento” ya que el sentido de lo vivido proviene de la misma vivencia, del “instante vivido” como dijo Wilhelm Dilthey cuando creó el concepto vivencia.

La vivencia es un modo característico y distinto en el que la realidad está ahí para mí. No se me enfrenta como algo percibido o representado. No nos es dada, sino que la realidad-vivencia está ahí para nosotros, porque nos percatamos por dentro de ella. Porque la tengo de modo inmediato como perteneciente a mí en algún sentido. En el pensamiento, luego, es cuando se hace objeto”.

Wilhelm Dilthey. Introducción a las ciencias del Espíritu.

En la vivencia no hay conflicto, no necesita decodificarla ni análisis de la conciencia. Surge dela vertiente instintiva y está sujeta a experiencias anteriores.De ahí que Rolando Toro propone el desarrollo de las Líneas de vivencia, poniendo el énfasis en el origen biológico de las vivencias y en su función teleonómica (adaptación evolutiva según una ley interna de organización), aunque, su desarrollo adulto “está impregnado de cualidades cada vez más sutiles y complejas, que a menudo hacen olvidar su génesis orgánica”, según Toro.

Las vivencias pueden agruparse en cinco líneas o canales de circulación de los potenciales genéticos: Vitalidad, Sexualidad, Creatividad, Afectividad y Transcendecia.

  • Línea de Vitalidad: se genera en el instinto de conservación, en los múltiples mecanismos encargados de mantener la homeostasis y la regulación intraorgánica.
  • Línea de Sexualidad: se genera en el instinto sexual que asegura la reproducción y el flujo genético.
  • Línea de Creatividad: es el impulso de establecer nuevas y variadas relaciones ecológicas, y transformar el medio ambiente.
  • Línea de Afectividad: como la línea de creatividad, se gesta en la biología de supervivencia, solidaridad y cohesión a la especie.
  • Línea de Trascendencia: es el impulso de renovación y reciclaje de los patrones embriológicos.

Rolando sigue su desarrollo sobre la embriología de las vivencias afirmando que “si durante los primeros meses de vida el infante encuentra las condiciones ambientales para estructurar neurológicamente sus respuestas, las Líneas de Vivencia desarrollaran la plenitud del proyecto humano. A esta fase larvaria en la génesis de los patrones de respuesta vivencial, la he denominado etapa de las “protovivencias”, que abarca las vivencias del infante en los primeros días de su nacimiento hasta los 6 meses de vida.

En las protovivencias, las Líneas de Vivencia se relacionan, además de su origen biológico, con instintos y emociones. Así tenemos que:

  • Vitalidad: movimiento (desarrollo del ímpetu vital). Instinto de conservación.
  • Sexualidad: contacto (el propio cuerpo fundido con otro cuerpo) fuente de placer.
  • Creatividad: expresión (instinto exploratorio y de expansión).
  • Afectividad: nutrición amorosa (instinto comunitario)
  • Trascendencia: armonía (instinto de fusión con la totalidad, en el medio cósmico, lo indiferenciado).

Siguiendo con el estudio de las protovivencias, Rolando afirma que los padres, inconscientemente, imponen tres tabúes fundamentales a sus descendientes (el incesto, la poligamia y la bisexualidad) que ya fueron percibidos por Freud.

Para Toro la idea de que “el niño varón entra en competencia inconsciente con su padre por amor a la madre, se debió a la incapacidad de Freud para imaginar que el niño pudiera amar y desear a ambos padres, sin competir y que normalmente el niño podría desear el amor a tres”.  Y sigue diciendo:  en realidad su deseo no es separar a los padres, sino disfrutar de un doble contacto.

Toro afirma que, en nuestra cultura occidental, en la fase de protovivencias, aprendemos (nuestros propios progenitores nos enseñan de una manera inconsciente) a amar sin desear, o sea, desvincularnos del deseo que nace de la energía sexual, parte indispensable de arraigamiento a la vida junto con la vitalidad. Somos educados para disociar amor-deseo desde nuestra primera relación amorosa que es con nuestros dos progenitores: aprendemos a preferir al progenitor del sexo contrario y a rechazar al del mismo sexo por competencia y rivalidad en el amor. Para los varones la fuente de su disociación, según Freud, sería el mito de Edipo; para las hembras, Jung introdujo el mito de Electra, que para el caso tiene la misma función: amar al sexo contrario (progenitor) y rivalizar con el mismo sexo (progenitor) para conquistar el amor deseado.

Quizás la tendencia normal del ser humano,-dice Rolando Toro- si no fuera reprimido a través de esos tres tabúes culturales básicos sería:

  • El amor incestuoso (generalizado, significa amor no disociado del sexo)
  • Amor simultáneo a dos o más personas (poligamia).

Llegados este punto me parece muy interesante ir al origen etimológico de la palabra incesto que, proviene del latín y se traduce como impuro, no-casto (la negación de castus=casto o puro). Después se sustantiva con el valor de impureza y se especializa en Derecho Romano para expresar cualquier forma de adulterio o relación sexual considerada impura y prohibida, como la que se produce entre parientes consanguíneos.

Históricamente el incesto era una práctica habitual en muchos pueblos antiguos, especialmente entre sus castas dominantes o reales (los puros) para la preservación del linaje. No tenía nada de impuro, si bien al contrario. Es en el judaísmo que el incesto es condenado, a pesar de que, por ejemplo, los hijos de Adán y Eva sólo pudieron reproducirse entre ellos. También es condenado por las culturas griega y romana, aunque los romanos en origen prohibían incluso el matrimonio entre miembros de un mismo linaje, que es como si hoy prohibiéramos el matrimonio entre dos que comparten un mismo apellido, aunque sean de familias diferentes. En Egipto, las familias faraónicas se casaban entre hermanos y progenitores con su descendencia, con objeto de preservar la pureza de su linaje solar. Entre los regentes incas, aztecas y muchos pueblos asiáticos antiguos, el medio normal y extensamente generalizado de preservación de la supuesta pureza de la sangre y el linaje era lo que hoy conocemos como algo impuro, el incesto. De esta manera la casta quedaba diferenciada por la sangre del pueblo llano. Cuando los campesinos querían casarse entre hermanos, se les maldecía con promesas de deformaciones y enfermedades a sus descendientes, con la intención de intimidarles ya que si se unían hermanos no pagaban dotes ni dividían tierras en herencia.

La cuestión que plantea Rolando en relación a los tabúes heredados, a mi entender, va más allá de la forma y de la evidencia de las palabras. Es el fondo del contenido lo que nos interesa, para no caer en discursos éticos y morales que pueden ser muy talentosos, pero no dejan de ser distracciones en bucle de juicio y prejuicio. Percibo una profundidad en la propuesta de Toro que cabe reflexionar y cuestionarnos a dónde apunta.

La sexualidad es aún la asignatura pendiente en nuestra humanidad. Hemos llenado estanterías de libros con tratados teóricos sobre el ser humano, sus relaciones, la psique, la mente, la biología, la antropología, … todas las -ías, -ísmos, -istas conocidos y por conocer y, aún hoy la sexualidad es la gran incógnita. El binomio amor-deseo sigue siendo un misterio en la comprensión del ser humano, desde la misma maternidad y paternidad.

Cuanto más estudio y más conozco teorías, pensadores, investigaciones que se llevan a cabo por todo el mundo para dar a conocer cómo funciona la Vida, qué es la Vida, cómo nos relacionamos, más me acerca a la simplicidad de la complejidad. ¿Qué es para mí lo simple? Pues justo el amor-deseo de la criatura humana al nacer, que aún no sabe a penas nada de todo el entramado contaminado de la mente adulta, y se guía por el instinto de vivir, deseando lo que le falta (la nutrición externa), creando maneras de conseguirla, impulsado por el amar lo que desea, y una vez conseguido, trascenderse en el goce indiferenciado del Amor. Este es para mí el circuito de las líneas de vivencia propuestas por Rolando Toro como expresión de la identidad del ser: vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad, trascendencia.

En este recorrido aparentemente simple, aparecen las fuerzas gravitacionales o de resistencia y es en ellas donde perdemos la brújula de nuestro viaje de Sublimación, mejor dicho, de Autosublimación, del éxtasis por el vivir mismo, de la alegría de vivir. Y es en la sexualidad, cuando surge el deseo de aquello que aún no sé nombrar pero si sé que existe porque mi cuerpo me habla de ello, (estoy hablando de nutrición física y álmica, porque no hay división en el ser), cuando la cultura dominante, nos implanta el virus de la división y nos alecciona diciendo lo que es puro y lo que es impuro, y lo hace con tanta insistencia que acabamos insertando en nuestra psique la culpa, la vergüenza y el temor de sentir lo inevitable: deseo que me empuja a recorrer el camino de Ser en el muno. Esos nuevos programas-sentimientos insertados a partir del virus de la división, van a ir minando nuestra percepción hasta destrozar la vinculación natural con la verdad que nos habita, y así, sin a penas percibirnos de ello, empezamos a amar a medias, aprendiendo a desconectarnos de nuestro Yo en mayúsculas, que sigue insistiendo y vamos encontrando de forma más fugaz y temporal, el gozo, la confianza y la alegría, que se tornan tan pasajeras que terminamos olvidándonos de nuestra esencia estelar y cósmica y nos vamos quedando pequeños, insignificantes, casi imperceptible, muriendo cada día un poco más en nuestra insignificancia.

Revisar la sexualidad, el amor-deseo, es clave en este nuevo paradigma biocéntrico al que estamos irremediablemente abocadas a vivir, queramos o no. Porque somos parte de este ciclo cósmico que nos lleva a cerrar y abrir nuevas etapas existenciales que consolidan el camino de la sublimación, donde el morir es un paso más de nuestra inmortalidad.

¡Se me ocurre tanto para hablar al respecto de la sexualidad!. De principio podría decir que los nativos americanos, por poner un ejemplo, viviendo toda la familia en un tipi, durmiendo todos sin separaciones de habitaciones ni muros ni puertas ni cortinas, practicando la sexualidad de una forma natural, ¿tenían tantos trastornos como los que padecemos las sociedades occidentales? Nos cabe revisar con profundidad ¿desde dónde estoy mirando el vivir? ¿Desde dónde estoy viviendo? ¿Cuánto hay de deseo en mi vivir? ¿qué es desear? Creo que hay mucho para sanar en nuestra sociedad, y la mayor parte proviene de la sexualidad, de la energía que impulsa la creación a partir del deseo. ¿Sabemos canalizar el deseo? Es más, ¿lo conocemos en realidad? ¿Qué opinas tú?

La línea de vivencia de la Sexualidad en Biodanza

La palabra sexo (sexus) del verbo secare (cortar) define separación. Crea que la separación a la que se referencia no es tanto al macho de la hembra, que también, sino a la percepción del Yo como algo separado que desea algo fuera de sí. Antes del siglo XVII siempre iba acompañado de los adjetivos viriles o mulieris. ¿será por eso?. Lo que sí está claro es que la sexualidad, en la historia de la humanidad, está vinculada al poder; no al verbo poder cuya primera persona es Yo puedo; sino al poder cuyo yo se torna centro y se enferma con la plaga del egocentrismo. Ese mismo poder usado para el Bien Común y la Vida es el camino que nos toca recorrer en esta nueva era.  

En cualquier caso, la línea de vivencia de la sexualidad en Biodanza crea el continente y el contenido afectivo propicio para que nos despojemos gradualmente de creencias limitantes, costumbres y verdades impuestas por una determinada cultura que nos condiciona nuestra expresión y nuestras relaciones. Aprender a canalizar la energía sexual para que sea un placer no sólo en la cama, sino en las relaciones sociales, en la economía, la política, en las relaciones familiares, usándola no para dominar ni poseer sino para aprender a disfrutar un goce eternamente renovado, de cuerpo y alma en perfecta sincronización, extendiéndose más allá del momento del orgasmo y trascendiendo a la cultura, haciendo de los habitantes de Gaia una tribu humana alegre, feliz, en armonía con la Vida.

Confío que entiendes que la dimensión de mis palabras trasciende la genitalidad; que no defiendo el incesto tal y como lo entendemos hoy, ni la poligamia, ni la bisexualidad, siendo yo misma bisexual. Mi intención es ir más allá de los conceptos que la cultura nos ha impuesto. Observa lo que “normalizamos” en materia sexual y lo que prohibimos, lo que permitimos y lo que criticamos, lo que callamos y verbalizamos. Hay muchas contradicciones y muchos silencios. Nuestra sociedad quizás sí necesita que volvamos a dormir con nuestros bebés en una única habitación, en una única cama, para recordar el afecto y el deseo unidos en el contacto indiferenciado cuerpos queridos. Claro está que con eso no es suficiente. Nos hace falta la voluntad de reeducar nuestros pensamientos y enfocarlos en la Vida, no la que nos han enseñado que es, sino la de verdad, la que nos hace libres. Quizás si pudiéramos vivir el erotismo del amamantamiento sin culpas ni vergüenzas, o las caricias de nuestros hijos e hijas con nuestros cuerpos desnudos de ropa y también de intenciones, recordaríamos que estar desnudos y desnudas, sin nada que ocultar, no es un pecado, es un derecho y hasta un deber.

Espero que mis palabras te lleguen a ese lugar de no-juicio y, de allí puedas abrirte a la reflexión sobre qué papel desempeñas tú en esta trama.

Amor y Servicio

NOTA: este artículo ha surgido por inspiración de Paula al invitarme a revisar el citado texto de la teoría de Biodanza. Gracias.