El 17 de marzo de 2020 teníamos sesión de Biodanza con las Mujeres Jardín. Era el día en que íbamos a decidir la publicación del segundo artículo pero no tuvimos la oportunidad: la pandemia se había declarado y el retiro estava vigente, así que el artículo quedó a la espera del siguiente encuentro. Ha pasado un mes y seguimos sin encontrarnos. Tardaremos aún muchos días, así que vamos a publicarlo, sobretodo por las flores que ya no están en nuestro hermoso jardín, flores que partieron dejándonos el aroma eterno de los abrazos, las risas, las ruedas de mecimiento, las miradas, la ternura de estar juntas, presentes y de alguna forma, para siempre. Especialmente dedicado a Carmen Jiménez, nuestro florido Jazmín al que no pudimos despedir porque ahora morirse es … ¿qué es morirse en estos tiempos donde nadie se reune para decir el último adiós, donde las personas mueren solas (aunque no fue el caso de nuestro Jazmín que estuvo acompañada de su querida nieta Sara que trabaja en el Hospital Taulí) sin ceremonia, sin ritual, sin seres amados a los que mirar? Es cierto que el personal sanitario, todo el equipo de salud y digo todo porque incluyo a todos, desde los camilleros y personal de limpieza, hasta los médicos, todos están sufriendo más que nadie las consecuencias de esta pandemia que tanto duele y al mismo tiempo nos invita a una profunda reflexión sobre el vivir y el morir.
Un mes y las Mujeres Jardín siguen escribiendo, – Ahora más que nunca- dicen. Hablamos por teléfono, compartimos risas y llantos, mantenemos el vínculo porque la mayoría de ellas no tienen cómo hacer videollamadas, sólo teléfono. Seguimos adelante danzando al son de la música con une, confiando en el ser humano, en su capacidad de innovación y creatividad, en su empeño por vivir, pero muchas cosas habrán de cambiar.
El mundo se ha parado dicen, y aunque seguimos en este retiro forzado, las guerras en más de 40 países del mundo continuan, la venta de armas para que estas guerras sigan su juego macabro continúa, la venta de esclavas sexuales, niñas y niños vendidos como animales y objetos de uso y desuso continúa, el hambre en muchos países continúa robando vidas sobretodo de infantes y ancianos, los campos de refugiados siguen sufriendo el olvido, mientras el humano, sujeto como un perro atado por sus propias cadenas, está en arresto domiciliario. ¿de qué se nos acusa? De locura. La Naturaleza, la Gran Madre, Gaia, Pachamama, ha decidido que es suficiente: hemos sobrepasado el límite de la destrucción masiva del planeta y de los seres que la habitamos, y no hay más tolerancia. Nos toca reflexionar, nos toca establecer nuevas bases para recrear este mundo de locos donde la ley del más «fuerte» es la que impera, y digo fuerte aludiendo al poder inventado del ego superlativo apartado de la vida y dedicado al lucro y la posesión a cualquier precio.
La llamada de Ser Uno no es un eslogan publicitario aunque así nos lo han hechos creer los mecanismos del sistema que absorben verdades y las manipulan para que pierdan credibilidad. Ser Uno es la alternativa de vida que impulsa la propia evolución. No hay venganza, ni resentimiento, ni tan sólo juicio en la Naturaleza; es la Ley Natural de la Armonía y el Equilibro, de la Homeostasis universal. Los humanos nos hemos vuelto células cancerígenas que hay que aislar y destruir para que la Vida recupere su estado natural y los que sobrevivamos aprovechemos la oportunidad para Vivir en Paz. Así actúa la Vida. El Equilibrio Armónico del sistema prevalece a cualquier proliferación egóica.
¿Qué vamos a hacer con todo esto? ¿Qué queremos que ocurra después de esta pandemia existencial? ¿Qué papel queremos ocupar en el mundo?
Es momento de dialogar, de crear espacios virtuales de coloquio, de debate, de cuestionarnos, de escucharnos, de autocrítica, de definir estrategias de cambio que no sean simples parches que paren la hemorragia. Precisamos restablecer nuestro papel de tribu humana en la Tierra y andar a la par con la Vida, entendiendo que no es sólo un aspecto biológico. Somos mente, consciencia, seres cósmicos y eternos experimentándonos como tal. Hemos olvidado nuestra causa de ser. Debemos recordar. Las abuelas ¡tienen tanto que contarnos!!! Ellas pueden hacernos recordar lo que permanece más allá del tiempo. Escúchalas para que su voz permanezca viva, presente. Ellas y los infantes sufren retiro forzado pero tienen voz, la más noble de todas las voces humanas.
Para ti Carmen Jiménez, por tu hermosa sonrisa que permanece viva en nosotras.
En este enlace encontrarás el segundo artículo de las Mujeres Jardín.