Notas de navegación

Biodanza de salón y Biodanza social

Cuando decidí formarme como facilitadora de Biodanza, mi deseo era dedicarme a tiempo completo a facilitar. Biodanza me había inyectado en las venas la confianza de recrear mi vida, sacando lo que ya estaba caducado, y sembrar y cuidar lo que me hacía crecer, así que primero me divorcié y al poco tiempo dejé mi trabajo fijo con quince pagas, buen horario, buen trabajo, buenos compañeros, pero no era suficiente feliz. Quería dedicarme por entero a mi pasión, a lo que ha llegado a ser mi vocación, mi manera de servir y vivir la Vida. ¿Una locura? Quizás, pero una locura que quería vivir, tal era la fortaleza que me había proporcionado Biodanza.

Los primeros años fueron muy duros. Pude soportarlos porque tenía el subsidio de desempleo y la pensión complementaria para mis hijos, además de lo que podía ganar con Biodanza. Fueron años de muchas horas de trabajo y aprender nuevos programas informáticos y otras tecnologías necesarias para llevar a cabo la tarea: hacer la publicidad, crear proyectos para vender en las instituciones públicas porque mi campo siempre ha sido el área social, pactar sesiones abiertas en centros de yoga o de crecimiento personal para dar a conocer la Biodanza, trabajar gratis impartiendo sesiones de Biodanza como voluntaria en algunas asociaciones porque no había otra manera de entrar sino era a través del voluntariado, reuniones con las personas responsables de los ayuntamientos para explicar los proyectos y que me dejaran hacer sesiones en las instalaciones municipales, hacer difusión entre las mamas y papas de la escuela de mis hijos, en las tiendas donde compraba, entre las amistades, preparar las sesiones de los grupos que iban saliendo, comprarme un buen equipo de música porque había lugares que el sonido era horrible y tenía que ir con mi equipo, un nuevo ordenador portátil porque sólo tenía ordenador de mesa, muchas horas de trabajo sin remunerar,…

La crisis económica del 2011 fue devastadora, tuve que ponerme a trabajar de lo que saliera para compensar la falta del subsidio de desempleo que ya había expirado y poder seguir con mi sueño de dedicarme sólo a la Biodanza. Ésta danza rítmica y melódica ha sido una tónica común a lo largo de los quince años de mi trayectoria profesional con Biodanza: ahora arriba-abajo, después abajo, abajo, arriba, abajo, y vuelta a empezar; una montaña rusa de precariedad económica y muchas, muchas, muchas horas de trabajo. Sólo pueden saberlo aquellas personas que han pasado por lo mismo, y según mi experiencia, son la mayoría.

En el caminar de estos años, de las personas que terminamos la formación y quisimos ejercer como facilitadoras, unas cuantas lo han dejado definitivamente, y las pocas que quedamos en pie, nunca hemos podido dejarlo del todo, a pesar de los apuros económicos y la rudeza de la precariedad, porque cuando Biodanza se instala en las venas, ya es para siempre.

Recuerdo que en uno de los primerísimos encuentros nacionales de Biodanza que se empezaron a realizar aquí en España de la mano de la Escuela de Biodanza Barcelona, dirigida por Luis Otavio Pimentel y Silvia Eick, Cézar Wagner dijo en una conferencia: Biodanza no es para vivir de ella. La Biodanza de salón no es Biodanza. ¿Qué quiere decir eso? pensé. Hablé con Cézar y me dijo que la Biodanza de salón, como llaman en Brasil a la Biodanza privada, es una Biodanza que acaba siendo mercantilista, donde el verdadero significado del mensaje biocéntrico acaba perdiendo su eje, se contamina por la necesidad económica del facilitador y facilitadora. Registré esa información durante mucho tiempo, sin terminar de asimilar su significado, y allí quedó a la espera de que, en el momento perfecto, me fuera revelada la verdad que la habitaba. Mientras tanto, yo seguía insistiendo en mi sueño, alimentado por el pensamiento de que «si otros lo han conseguido, ¿por qué yo no?. Con los años he entendido qué quiso transmitir Cézar con sus palabras y quiero compartirlo contigo porque puede que te sea útil.

Mi experiencia durante quince años, viajando por diferentes países del mundo, además de España, para seguir formándome como profesora de Biodanza (Italia, Brasil, Portugal y Francia), he observado que, en general y siempre según mi experiencia, por lo que lo que te voy a decir no es una verdad absoluta sino sólo mi experiencia, las personas que pueden dedicarse por completo a la Biodanza, gozan de recursos económicos «extras», me refiero a una pensión vitalicia, una herencia, una pareja que gana suficiente dinero como mantener los costos del vivir cotidiano, o cualquier otra cosa que permite a la facilitadora y facilitador, despreocuparse de si le llega o no el dinero suficiente para cubrir el mes. Si ésta es tu realidad, te felicito sinceramente. Disfrutalo y sigue adelante. Eres afortunada y mucho, porque en general, ésto no es lo que sucede.

Cuando hay que trabajar en un trabajo que te ocupa entre ocho y diez horas diarias durante cinco días a la semana para que a final de mes tengas un sueldo que te permita pagar los gastos cotidianos del vivir, ser facilitadora de Biodanza es literalmente una HAZAÑA, en mayúsculas, porque ser facilitadora no es sólo hacer sesiones de Biodanza, que al principio es un calvario en el sentido del tiempo que ocupa crear una sesión; es también crear la publicidad, encontrar la sala adecuada, pactar los acuerdos económicos con los propietarios del negocio, buscar participantes que en la práctica comercial son «clientes» (si podemos decirlo así), gestionar el grupo con todo lo que eso implica, también fuera de la sesión de Biodanza, …, además de todo esto tenemos la familia, las amistades, el cuidado de la casa, las mascotas si tienes, tu vida social,… Termina siendo realmente agotador. Aún así, el impacto de Biodanza es tal, que seguimos adelante con nuestro sueño de ser facilitadoras de Biodanza, pero la ilusión, poco a poco se va consumiendo y se va instalando una sensación de «no puedo», «quizás esto no es para mí», «algo estoy haciendo mal», «estoy agotada», etc, etc, etc.

Todo esto que estoy compartiendo contigo, desde mi experiencia (repito de nuevo), no nos lo dicen en la escuela cuando estamos formándonos. Sinceramente creo que no se dice porque Biodanza nos impulsa a cambiar el mundo en el que vivimos y ese impulso, supongo que para las escuelas es suficiente para seguir manteniendo su negocio. Desde mi perspectiva, si me lo hubieran dicho como parte de la formación, quizás no habría sufrido tanto, y digo sufrido con toda la conciencia del significado de esta palabra. Por supuesto, no me arrepiento de absolutamente nada. Es más, puedo decir que agradezco todo lo vivido tal como ha sido, porque sin ello, hoy no podría hacer lo que hago de la forma que lo hago, ni podría explicarte esto ni todo lo que te explico en mi canal de Youtube, en mis aulas, aquí y en mi vida en general. Te lo cuento, porque siento la necesidad de compartirlo. Creo firmemente en el poder de la comunidad biocéntrica, es el poder de la humanidad que nos habita, es el poder de la acción comunitaria y es aquí donde apunta este escrito.

Hay varios aspectos que quiero enfatizar de todo este proceso personal que he vivido y que creo pueden inspirarte, si es que en algo te resuenan mis palabras:

  1. Para que la transformación perdure en el tiempo, el cambio es desde dentro a fuera. ¿Qué quiero decir con esto? Que si en serio has decidido ser facilitadora o facilitador de Biodanza, transforma tu entorno allí donde estés, en tu lugar de trabajo, en la familia, en el barrio, desde dentro, con tu acción transformadora biocéntrica, siempre y cuando el grado de toxicidad no sea nocivo para tu integridad. La transformación se da desde dentro. El ejemplo es mi madrina de educación biocéntrica, que trabajando en un banco muy importante regido por los principios capitalistas y patriarcales, con los años y la paciencia pedagógica biocéntrica que fue cultivando con el sostén y apoyo de sus maestras de Biodanza y educación biocéntrica, ha podido conseguir que allí donde ella empezó su carrera profesional y que tantas veces quiso dejarlo por la presión del entorno, hoy no sólo ocupa uno de los cargos importantes de la entidad sino que ha conseguido implementar la praxis biocéntrica en su entorno laboral, transformando la hostilidad machista en un entorno afectivo, respetuoso y gentil. Lo ha conseguido porque ha estado orientada, sostenida, aconsejada y guiada por personas que más allá de ser excelentes maestras y profesionales biocéntricas, tienen una mirada que traspasa sus intereses personales en pro de una acción transformadora real.
  2. El grupo es la matriz del cambio. Ejercer como facilitadora y facilitador, no tiene porque ser una tarea en solitario. Fomentar las tareas en equipo, crear grupos de trabajo que desarrollen proyectos para vender a instituciones, empresas, asociaciones, no sólo para hacer las prácticas reglamentarias que se deben llevar a cabo en el proceso de la formación, sino ir más allá, con vistas de futuro, propiciando la creación de asociaciones, cooperativas de servicio donde las facilitadoras y facilitadores pueden desarrollar de forma remunerada, otros dones y talentos que como facilitadora de Biodanza también debemos desarrollar como ya hemos dicho antes: marketing, publicidad, captación de clientes, etc. Todo es un proceso de creación.

Como facilitadoras y facilitadores, didactas, directores y directoras de escuela, tenemos mucho camino por recorrer en el ejercicio y la praxis del principio biocéntrico. Nos necesitamos unos a otros, revisando lo que hacemos, cómo lo hacemos y desde dónde lo hacemos. La Biodanza no es un negocio, o no debería serlo, porque la Biodanza no ha nacido para servir al sistema hegemónico; nació para transformarlo desde dentro del propio sistema, del propio individuo, de la propia corporeidad vivida, no desde afuera.

Amor y Servicio

2 comentarios en “Biodanza de salón y Biodanza social”

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.