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Cantarte, cantarme, cantar

Hoy he ido a la sesión de Cantart a la Vida, proyecto de Navina Soler donde voz, movimiento y presencia se unen para redescubrir nuestros potenciales dormidos, potenciar los que están despiertos y compartirlos en comunidad, porque de poco sirven si no se comparten.

Navina es una mujer comprometida consigo misma. A ella no le gusta la palabra «comprometida» porque le recuerda alguna vivencia, creencia, costumbre que la incomoda. Para mí, que esta palabra me resuena lindo dentro, la relaciono con ella en este momento porque conozco su caminar desde hace tiempo y se que Navina tenia una Voz dentro que le susurraba al oído cosas que ella no podía comprender, pero que no acallaba. Tanto así, que escuchando escuchando, oyendo, sintonizando mientras danzaba entre enfados y placeres, dolores, ausencias y una larga inmovilidad, encontró la manera de darle forma a lo que su Voz le susurraba. Así nació Cantart la Vida de un sentido parto vivido en comunidad.  Es muy probable que Navina cuente este parto de otra manera, pero así son los sentires cuando tienen voz, cuentan y dicen desde lugares distintos, rincones diferentes que, como fractales, componen una hermosa canción.

Al inicio de la sesión, Navina nos ha invitado a contar, de forma breve, la relación que tenemos con nuestra voz. De una a una han ido expresándose voces que contaban su peregrinar. Historias breves de alegría, de limitación, vergüenza y otras. Una de ellas ha captado mi atención de forma especial. Se trataba de una mujer joven, quizás 25 años, que nos contaba el agradecimiento que sentía al haber encontrado Cantart en su vida y para nombrar Cantart ha dicho «Cantarte». Nos decía que ella viene de México y lleva en Barcelona dos años. En ese tiempo se hallaba falta de enraizamiento y buscó con el deseo de encontrar algo que la conectara a la tierra.  Fue a un taller de Cantart la Vida donde la tierra se hizo presente en sus pies y desde entonces, se siente otra. Nos lo contaba emocionada y agradecida.

Ha sido su manera de decir «Cantarte» que ha despertado en mí la magia de «cantarme».  Sin saberlo, la muchacha mejicana ha puesto palabras a un sentir que comparto con vosotras porque es la esencia del trabajo de toda facilitadora de procesos de integración. No es lo que hago para los demás, es lo que hago para mí que toma pleno sentido cuando lo comparto. Es ahí donde germina y florece, donde se reeditan memorias antiguas que un día nos marcaron límites al amar.

Cantaba al corazón de mi compañera, la que por algún motivo insospechado entonces, ha sido mi pareja en la vivencia que Navina ha titulado «Cantar al corazón del otro», y he sentido una vez más como la vida siempre nos regala su saber aunque no lo queramos; pero ese no es mi caso porque he aprendido que todo cuanto la vida me da es hermoso aunque yo no pueda verlo desde el principio y me tome tiempo darle la vuelta, rodearlo hasta encontrar el sentido del aprendizaje.

Como decía, mi compañera me miraba con cara de espanto después de ver la propuesta que Navina ha mostrado. Su mirada asustada iba acompañada de un gesto con la mano de negación y una voz tenue que decía «Yo no sé hacerlo. No sabré». Las lágrimas brotaban libres de sus ojos asustados, ella no sabía cómo pararlas. Entonces he recordado todas las veces que me castigo imponiéndome limitaciones que no son mías y, le he sonreído con el placer que me produce la sororidad, y le he dicho calma: ¿Empiezo yo o empiezas tu? Dos segundos después, sin lágrimas ya, me ha dicho «Tú», y antes de cerrar los ojos para sumergernos en la aventura, nos hemos mirado cómplices.

Le he cantado sin pensar, sólo la intención contaba y al terminar, su rostro estaba tranquilo, sereno. Un abrazo a sellado el momento antes de que ella empezara su canto.

He cerrado los ojos dispuesta a ser penetrada por su amor. Su voz, trémula, confusa, cargada de intención me ha ido envolviendo en un mecerme de cuna y su nana me balanceaba el alma, acunando mi cuerpo y mi ser. Al terminar, sus ojos se han encontrado con los míos y yo me he mojado en lágrimas de placer. Al principio mis lágrimas la han confundido ¿será que se puede llorar de placer?. Ni una palabra entre nosotras, sólo gestos, miradas, un abrazo. Todo estaba dicho. Cantarme, cantarte, cant-arte, cantart.

Gracias Navina querida. Si hay Voz, nadie nos hará callar.

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